Mi cuerpo todavía estaba bastante agarrotado, el somnífero hizo un trabajo endiabladamente bueno. A pesar de mis quejas, Haziel no bajaba el ritmo, llevábamos cabalgando prácticamente desde que me desperté y, no sabía a donde nos dirigíamos. Solo podía confiar en mi guía.
Paramos a a comer aunque no sirvió para menguar mi feroz apetito, cuando el sol estaba a punto de ponerse, llegamos a las Montañas Fronterizas. Haziel decidió montar un pequeño e improvisado campamento y pasar la noche al pie de las montañas.
La noche no trajo tranquilidad ni descanso, simplemente pesadillas que me acosaron desde que cerré los ojos. Al amanecer Haziel me dió una pequeña patada sin fuerza en el costado, lo suficiente para indicarme que me preparase.
Hicimos volver a los caballos y, a pie, nos adentramos en unas montañas que creía inexploradas. Durante horas avanzamos por pasos montañosos completamente desconocidos para mí. La marcha fue en silencio durante horas, hasta que Haziel decidió romperlo.
-Te preguntaras como se moverme por aquí cuando se supone que nadie ha pisado estas montañas y ha vuelto para contarlo. La respuesta es simple, conocemos las montañas. La historia dice que en la Rebelión que lideró el antepasado de Galahad la guerra se decidió en campo abierto, pero antes de esas grandes batallas, hubo un momento en el que parecía que la causa estaba perdida. Los supervivientes se refugiaron en estas montañas y, en un recóndito lugar construyeron un castillo desde que asaltaron al traidor, poco a poco, nuevos refugiados llegaban al castillo y el ejército leal poco a poco aumentaba. Necros ordenó a su ejército avanzar y tomar el castillo. Sin embargo, nuestros antecesores resistieron las embestidas y Necros sufrió su primera derrota a la que seguirían muchas más. Cuando Necros fue derrotado y el Rey decidió crear una órden para prevenir esto: la Órden de los Caballeros de Calradia y usaron ese recondito castillo como cuartel general. Durante la guerra los miembros de la órden se han reunido y preparan un feroz contraataque.
-¿Por qué me cuentas esto? -Pregunté.
Haziel sonrió.
-Por que la petición que quiero hacerte es que te unas a nosotros.
En ese momento, un imponente castillo apareció ante mí, estaba perfectamente construido para que no fuese diferenciado en la distancia, confundiendose con las montañas. El sonido de un cuerno retumbo por los desfiladeros.
-Nos han visto -Comentó Haziel.
La gran puerta principal se abrió y varios caballeros salieron hacia nosotros. El líder del grupo se paró ante nosotros y, cuando reconoció a Haziel abrió mucho los ojos:
-¡Gran Maestre!
-Silent, me alegra saber que estas vivo -Me señaló con la mano -Este es el hombre del que te hablé
.
Silent sonrió.
-Entiendo.