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    Mensaje por dermat Sáb Abr 23, 2016 5:12 pm

    Prólogo.

    "Mierda" pensé. Tuve que parar, apoyándome en un árbol para coger aire. Me palpé el hombro izquierdo con la mano y note la sangre que, imparable, salía del mismo. Me arranqué parte de la camisa y ayudado con los dientes me hize un precario vendaje que parase la hemorragia.

    Contemple el libro que llevaba en la mano izqueirda, ese maldito libro que tantas desgracias nos habia causado: una docena de hombres buenos muertos para que yo pudiese huir, poniéndolo a salvo, por ahora.

    No recuerdo el ataque con claridad, se que fue hace un par de horas, entraron en el monasterio haciendo que la pesada puerta saltase por los aires con una gran cantidad de explosivos. Eramos pocos y fuimos pillados por sorpresa, no hubo un combate propiamente dicho: la mitad habían muerto con la primera ráfaga de disparos lanzados desde unos fusiles de asalto. El resto huímos hacia el altar principal, donde estaba el libro.

    -¡Huye con el!¡Ponlo a salvo! -Me apremió Felister, el jefe de la guarnición y antiguo amigo mío.

    Me dió el libro y, tras tirar de un candelabro de la pared que abrió un pasaje, me metió a empujones por el mismo. Tras de mí se cerro el pasadizo y enseguida volvieron a escucharse disparos. Tras un par de explosiones el ruido cesó.

    El pasadizo avanzaba un buen trecho y desembocaba en una cueva. Tuve la suerte de decidir pararme justo al final del mismo. Dos hombres armados vigilaban la cueva, no en vano las antiguas historias decían que un antiguo túnel conectaba el monasterio con la cueva.

    Sabía que no podría escapar sin luchar, sin matar. Apoyé el libro en el suelo y me acerqué, agachado, al guardia mas cercano. En apenas unos segundos le rompí el cuello y le desarmé, giré sobre mi mismo y apunté al otro guardia con la pistola del que acababa de matar. Ambos disparamos a la vez: mi bala le entró por la boca y salió por su nuca, con un ruido sordo que hizo que el hombre cayese hacia atrás, muerto. Mi alegría no duró nada, pues su disparo me acertó en el hombro, provocando un impacto que me hizo caer de culo.

    Haciendo uso de toda la fuerza que pude me levanté y toque el hombro, del que empezaba a emanar la sangre.

    "Mierda" -Pensé- "Seguramente habrán oido los disparos"

    Cogí el libro y salí corriendo de la cueva. Durante dos horas andé y andé, cada vez más cansado y dolorido. Las piernas empezaban a fallarme cuando divisé a lo lejos una granja, sonreí para mis adentros y corrí hacia ella.

    En apenas unos minutos recorrí corriendo el espacio que me separaba de la granja. Sabía perfectamente a quien pertenecía y, desde que yo había vuelto a Serindiar la había mantenido vigilada.

    Sabía sin lugar a dudas que el matrimonio de los Carester no estaba en casa, estaban de segunda luna de miel. Su hija, Sandra, se había quedado al cuidado de la granja, ayudada por los empleados de su padre. Sandra fue, durante muchos años, mi mejor amiga. Sin embargo, por cosas de la vida hace cuatro años que no la veo ni hablo con ella.

    Conseguí llegar a la puerta y, con mis últimas fuerzas, golpee la puerta. Unos segundos más tarde la puerta se abrió y una morena deslumbrante se dejó ver tras ella. La chica abrió mucho los ojos al reconocerme, en una expresión de sorpresa al verme allí, delante suya despues de cuatro años. Dicha expresión pasó a una de pavor cuando vió mi estado.

    -¡Toba! -Dijo ella- ¿¡Qué coño te ha...!? -No la dejé terminar.

    -No... llames... a... la... policia... -Dije yo con mis últimas fuerzas para despues desplomarme en sus brazos.


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    Mensaje por Archif Dom Abr 24, 2016 3:30 am

    Esta genial el comienzo Dermat,como todas tus historias.Espero impacientemente el siguiente capitulo. :good:
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    Mensaje por dermat Lun Ago 01, 2016 8:42 pm

    Capítulo 1

    Estuve inconsciente un rato, no sabría decir si diez minutos o una hora. Pero cuando desperté la misma chica morena, Sandra, estaba mirándome desde una sillita al lado de la cama. Su rostro reflejaba la preocupación, incertidumbre y ansiedad que sentía. Intenté incorporarme.

    -¿El libro..?¿Donde... esta... el Libro? -Pregunté escupiendo cada palabra con dolor.

    -¿¡Eso es lo primero que dices!? Después de cuatro años desaparecido lo primero por lo que preguntas es por un puto libro.

    -Sandra... es... importante. ¿Donde esta... el Libro?

    Ella me miró y entornó los ojos, suspirando se levantó y se dirigió a un pequeño escritorio en los pies de la cama, agachandose deslizó un cajón y sacó el Libro.

    -¿Contento?

    Asentí.

    -Pues empieza a explicarme de que coño va todo esto.

    La volví a mirar, pensé en mentirla pero la conocía bien y, ella a mí, sabría al momento que la estaba intentando engañar. Solo podía hacer una cosa: evadir la pregunta.

    -No... puedo... decirlo.

    -Por supuesto que puedes, y lo harás.

    En ese momento unos golpes en la puerta resonaron por la casa.

    -¡Policia! -se escuchó desde fuera- ¡Abran!

    La miré suplicante.

    -No... les digas... que estoy... aquí.

    Ella me miró, entornando los ojos. Se levantó y se dirigió a la puerta. Empecé a temblar... ¿me traicionaría? Me lo merecía eso seguro, pero algo dentro de mí me hacia confiar en ella, ciegamente. Unos minutos más tarde ella volvió a la habitación.

    -Los he despachado. Pero me has hecho mentir a la policia y, en vista de tu estado, para tapar algún delito.

    Recordé los disparos y me palpé el hombro. Estaba vendado.

    -¿Y... esto?

    -Lo he hecho yo, por supuesto. He aprendido unas cuantas cosas estos años.

    -Muchas... gracias.

    -No me las des, es precario y no he extraido la bala. No me atrevía, tendremos que ir a un hospital, y pronto.

    -No. No... puedo... tengo unos... amigos... ellos me... ayudaran. Déjame... tú... móvil.

    -¿Para qué?

    -Pedir... ayuda.

    Volvió a mirarme, fijamente. Como calibrando las opciones, suspiró y me dio el móvil. Marqué el número de mi jefe, Roberto. Al segundo tono, contestó.

    -¿Sí?

    -Roberto... soy yo.

    -¿¡Toba!? Gracias a Dios. Temíamos lo peor, no recibimos noticias del monasterio. Lo último fue una transmisión de emergencia. ¿Y el Libro?

    -El monasterio... ha caído... solo yo... he sobrevivido. Tengo... el Libro. -Vi por el rabillo del ojo un gesto de sorpresa en Sandra, el mismo que supongo que Roberto tenía en el otro lado de la linea.

    -Mierda -Dijo Roberto, suspirando- ¿Estas bien?

    -Herido, tengo una bala... en el hombro.

    -¿Donde estás? Ahora mismo mandaré a alguien a por ti.

    -Estoy a salvo, por ahora. Pero no estoy en un refugio... de la Órden, estoy en casa de una vieja... conocida. No puedes mandar... aquí a nadie, si conocían... el Monasterio puede que... conozcan la ubicación de... nuestros pisos... francos.

    -¿Qué propones?

    -Sylver.

    -¿Estas seguro? Hace años que esta fuera de circulación.

    -Por eso es... la mejor opción.

    -Bien, mandaré un equipo a su casa ahora mismo. Estarán allí en una hora.

    -Adios. -Colgué-

    -¿Sylver? -Preguntó Sandra.

    -Nadie que... debas conocer. Has hecho mucho... por mí. Te debo mi... vida. Cuando esto haya pasado... te recompensaré. Ahora debo... irme.

    -Tú no te vas a ninguna parte si no es conmigo, me debes una explicación y me la acabarás dando. Pero supongo que tienes que ir con ese tal Sylver ahora. Te acompaño.

    -No... es peligroso.

    -Y en tú estado no llegarías muy lejos. En mi coche llegaremos más rápido a donde sea que este Sylver.

    La sostuvé la vista unos segundos, antes de asentir.

    -Perfecto. Voy a por mis cosas y nos vamos.

    Dos minutos después avanzaba, apoyado en Sandra hasta llegar al garaje y dejarme caer en el asiento del copiloto. Ella se sentó y arrancó, con un pequeñó mando accionó la puerta del garaje. Con calma metió primera y salió del garaje.

    La indicaba la dirección con escuetos "izquierda", "derecha" o "de frente" cuando llevabamos la mitad del camino y unos cuarenta minutos de camino el móvil de Sandra sonó. Miré el numero, era Roberto.

    -Dime -Contesté.

    -El equipo ha informado, ya ha llegado a la casa de Roberto. Les acompaña un cirujano con el equipo necesario para operarte al momento, si es necesario. ¿Cuanto os falta?

    -A este ritmo... diez minutos.

    -Muy bien.

    Seguimos hasta que llegamos a una casa de campo a las afueras de Serindiar, pero en el extremo opuesto de la granja de los Carester. Cuando entramos al camino principal la hice encender las luches interiores del coche.

    Llegamos a la puerta de la casa y un hombre empuñando un fusil de asalto se acercó lentamente.

    -Levanta las manos... por encima del volante... despacio. -Le dije a Sandra manteniendo la tranquilidad. Ella lo hizo al mismo tiempo que yo.

    El joven se acercó, hasta una distancia de unos dos metros. Se frenó y entornó los ojos, levantó la mano derecha y movió el dedo indice en círculos al tiempo que bajaba el fusil. De la nada aparecieron otros cuatro hombres, también armados, seguidos por un hombre bastante más mayor, supuse que era el cirujano.

    El joven se acerco y me abrió la puerta.

    -Soy Naoto. Estoy al mando del equipo que os proporcionará seguridad hasta que lleguemos a Central.

    -Entendido -dije yo saliendo de coche, pero perdiendo el equilibrio y apoyándome en Naoto.

    -Llevadle dentro -ordenó el hombre más mayor.

    Me ayudaron a entrar en la casa, mientras el equipo de seguridad volvía a vigilar los alrededores de la casa. El cirujano me quitó la camisa y palpó el vendaje.

    -Esta bien hecho -dijo asintiendo- ¿lo hiciste tú mismo?

    -No... fue... ella.

    -¿Tienes algún tipo de formación médica? -Preguntó el cirujano a Sandra.

    -Estudió segundo de enfermería.

    -Valdrá. Ven, tienes que ayudarme con la extracción de la bala.

    El doctor me quitó el vendaje y me inyectó anestesia, durante unos minutos esperó a que hiciese efecto y después maniobró dentro de mi hombro hasta dar con la bala y extraerla sin mayores problemas.

    -Perfecto -Dijo el cirujano, sonriendo- Has tenido suerte, pero en poco tiempo debería estar bien.

    Naoto entró en la improvisada habitación de hospital.

    -¿Puede moverse? -Preguntó al cirujano.

    -Sí. No debería haber ningún problema, pero el menor tiempo posible.

    -Pues nos vamos. ¿Que hacemos con ella? -Me preguntó.

    -"Ella" va con vosotros -Dijo Sandra, visiblemente molesta por haber sido ignorada en su propia cara.

    -¿Seguro? -Insistió Naoto.

    Asenti.

    -Pues vamos -Dijo Naoto. Iba a seguir diciendo algo, pero una llamada por radio le cortó.

    -Naoto, aquí Sky.

    -Adelante, Sky.

    -Tenemos compañia, dos Land Rovers negros se dirigen a la casa de Sylver.

    -¿Cómo han sabido que estabamos aquí? -Preguntó Sandra.

    -No tengo ni idea -Contestó Naoto- Fox, Charlie os tocará quedaros y cubrir nuestra huida. En cuanto nos alejemos, salid de aquí.

    -A la orden -contestarón por radio al unisono.

    Un hombre mayor, de unos sesenta y cinco años entro en la habitación.

    -Me quedaré y apoyaré a tus chicos, los jóvenes de ahora no son como los de antes.

    -Sylver. Me preguntaba... donde estabas. -Dijé sorprendido.

    -No había mucho en lo que pudiese ayudar en una operación. Sin embargo, los combates es lo mío y aun tengo un pequeño recuerdo de mis tiempos de Halcón.

    -¿Estas seguro? -Preguntó Naoto- Podríamos llevarte con nosotros.

    -Gracias, pero no. -Dijo desafiante, mostrando las agallas y ferocidad de su juventud- No puedo permitir que esos cabrones de Mancer entren en mi casa sin darles una bienvenida apropiada.

    -Como quieras -Dijo Naoto- El resto, ¡En marcha!

    El grupo se dividió en dos Renault Sherpa blindados y abandonaron la casa de Sylver cuando se escucharon los primeros disparos.

    -¿A donde vamos? -Preguntó Sandra.

    -A Central -Contesté- Nuestro... Cuartel General.


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    Mensaje por Kharfax Lun Ago 01, 2016 11:47 pm

    esta bueno, pero entre tanto diálogo esta bueno poner alguna descripción para amenizar la lectura y dar al lector del ritmo del momento, sino da la impresión de que se encuentran en estado frenético
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    Mensaje por dermat Vie Ago 05, 2016 10:18 pm

    ¡Hola! Kharfax, la verdad es que buscaba ese sentimiento de precipitación y frenetismo en ese capítulo. Por lo que estoy satisfecho, sin embargo, tomo nota del consejo.

    Espero que os guste.

    Capítulo 2

    Pese a que el hombro me dolía una barbaridad estaba más relajado, por dos razones: la primera era la seguridad que me confería el blindaje del vehículo en el que viajaba y, la segunda, la compañía de mis compañeros. Miré a Sandra, tan guapa como la recordaba y me maldije por meterla en esto. Pero, por ahora, nuestros destinos estaban atados, al menos, hasta que llegásemos a Praven, donde se encuentra nuestro Cuartel General. Por un momento, mi mente se distrajo hacia Fox, Charlie y Sylver, ¿estarían bien?

    CASA DE SYLVER.

    Al mismo tiempo que el resto del grupo huían en los dos vehículos tres hombres se quedaron atrás para ganarles algo del tiempo. Charlie y Fox estaban armados con el FN F2000, el fusil de asalto reglamentario de la Orden, junto con la Beretta de 9 mm. Por su parte, Sylver tenía un Remington 1100, una escopeta semi automática.

    Esperaron, agazapados hasta que los hombres de Mancer empezasen a bajar de los vehículos. Fox y Charlie abrieron fuego sobre los soldados de Mancer: dos murieron como consecuencia de los certeros disparos.

    El resto de hombres de Mancer se dispersaron rápidamente, buscando cobertura. Uno de ellos, aun al volante de uno de los Land Rover aceleró contra donde estaba Fox, sin embargo, Sylver saliendo de su cobertura descerrajó dos tiros contra el Land Rover hiriendo al conductor gravemente, que perdió el control y se estrelló contra el cobertizo de su casa.

    Como respuesta, varios disparos pasaron peligrosamente cerca de su cabeza por lo que corrió a ponerse a salvo. Los soldados de Mancer, una vez sobrepuestos a la sorpresa inicial demostraron ser valientes y estar bien entrenados. Eso, unido a la superioridad numérica obligó a los tres hombres a correr para refugiarse en la casa, sin embargo, Charlie no lo consiguió: iba el último y tres balas encontraron su espalda.

    Fox intentó acercarse a él y llevarle dentro, pero unas ráfagas de balas se lo impidieron. Sylver le cogió del brazo y tiró de él hacia dentro. Fox se revolvió, intentando liberarse de la mano de Sylver. Pero, Sylver consiguió meterlo en la casa y atrancar la puerta.

    -¡No podemos hacer nada por él! -Dijo Sylver- Si intentamos llegar hasta él solo conseguiremos que nos maten.

    -¡No podemos dejarlo ahi tirado!

    -Y no lo haremos, pero ahora mismo no podemos hacer nada. Salvo quedarnos y morir o huir y luchar otro día.

    -¿Como escaparemos? Tienen la casa rodeada y no tenemos vehículos.

    -No esperarás que un Halcón no tuviese un par de sorpresas en su casa para estos momentos, ¿no? -Dijo Sylver, sonriendo como una hiena- Ven, sigueme.

    Siguió a Sylver hasta la cocina, donde le ayudó a mover la nevera, dejando al descubierto un pequeño pasadizo.

    -Por aquí -Dijo Sylver.

    Ambos se metieron y Sylver presionó un botón que hizo que el pasadizo se cerrase. Tras unos pequeños metros llegaron a un bunker.

    -Nunca imaginé que tuvieses un bunker aquí dentro.

    Sylver no hizo caso al comentario, pues estaba ocupado enciendo varios televisores. Cuando lo hizo vieron varías imágenes en tiempo real de varias zonas de la casa y los alrededores. Los hombres de Mancer se habían desperdigado: varios intentaban echar abajo la puerta, mientras tanto otros buscaban otras formas de acceder al edificio. En total siete hombres intentaban entrar en la casa, contando a los tres muertos, un total de diez hombre les había atacado.

    -¿Qué haremos ahora? -Preguntó Fox.

    -Esperar.

    -¿Nada más? -Respondió Fox- Tarde o temprano nos encontrarán.

    -No pienso esperar tanto. Cuando todos estén dentro volaré la casa. Tengo varios explosivos accionados por control remoto en varios puntos estratégicos de la casa.

    -¿Esto aguantará? -Preguntó Fox, desconfiado.

    -Por supuesto.

    Unos minutos más tarde los siete hombres de Mancer habían entrado en la casa de Sylver.

    -Hasta nunca, cabrones.

    Sylver apretó un botón circular rojo y una gran explosión sacudió la casa hasta los cimientos. Las cámaras dejaron de emitir y se quedaron completamente incomunicados.

    Esperaron cinco minutos y se decidieron a salir. Con extremo cuidado salieron del bunker y buscaron a los hombres de Mancer, encontraron solo seis cadáveres, uno se les había escapado. Buscaron rápidamente al séptimo y lo encontraron arrastrándose malherido por el suelo, en dirección a los Land Rovers, sin embargo, Sylver no le dejó llegar.

    -Tú y yo vamos a tener una charlita -Dijo Sylver.

    Se agachó y obligo al soldado de Mancer ha darse la vuelta, encontrándose con una desagradable sorpresa: el hombre empuñaba una pistola con la mano derecha y, antes de que Sylver pudiese reaccionar le había disparado dos veces en el pecho, provocando que se cayera de espaldas. Fox abrió fuego con su FN F2000 sobre el malherido soldado matándolo.

    Fox se acercó a Sylver.

    -Aguanta. Llamaré a una ambulancia.

    -No... Tienes algo más... importante que hacer... en el Bunker... hay unos documentos... en sobre blanco. Llévalos al Gran Maestre... y... por lo que más... quieras... no dejes que los... de Mancer se hagan con ellos...

    En ese momento Sylver exhaló su último aliento. "Mierda" pensó Fox, pero se apresuró a cumplir la última voluntad de Sylver. Se dirigió al bunker y cogió el sobre con los documentos. Sin abrirlo ni mirarlo se dirigió a uno de los Land Rover y se montó en el coche.

    "Deberá servir hasta que pueda hacerme con otro" pensó mientras arrancaba.

    RENAULT SHERPA.

    -¿Donde esta vuestro Cuartel General? -Preguntó Sandra.

    -Praven -contesté- Hacia allí nos dirigimos.

    -Allí me lo contarás todo, sin mentiras.

    Suspiré.

    -Sí.

    Tras unas horas de viaje, llegamos al Cuartel General.


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    Mensaje por dermat Jue Abr 25, 2019 1:25 am

    Cuando llegaron al Cuartel se encontraron un estado de histeria colectiva. El viejo edificio, con fachada de fabrica industrial estaba abarrotado de gente que corrían de un lado a otro. Gritándose, llevando documentos y buscando a otras personas.

    Toba se dirigió con paso firme hasta la oficina del Gran Maestre. Sandra iba unos pasos por detrás mirando a todas partes, observando todo a su alrededor. Los pasillos eran estrechos y las salas estaban hacinadas de escritorios, sillas y gente.

    Subieron al tercer piso y llamaron a la puerta de la oficina del Gran Maestre.

    —¡Adelante!

    Toba entró en la oficina. Que era una pequeña sala con mobiliario minimalista: un escritorio, dos sillas y una ventana.

    Un hombre menudo, de aspecto enfermizo y débil le saludó con un pequeño gesto. En su cara y sobre todo, en sus ojos se notaba la gravedad de la situación.

    —Siento mucho todo lo que ha pasado. No se como han sido capaces de atacarnos tan directamente. Has hecho muy bien en salvar el Libro. Es lo único que ha salido bien hoy.

    Toba asintió, pero no dijo nada. El hombre le tendió una jeringuilla con un suero morado.

    —Es la última innovación de los chicos del laboratorio. Es un compuesto con algunas características del suero de Mancer. Acelera la curación y cicatrización de heridas de forma casi instantanea.
    Toba asintió y, sin dudar, se auto suministro el suero. En apenas unos segundos notó como se le erizaba la piel y supuso que la herida se le acababa de curar.

    —¿Cual es la situación? —Inquirió el joven.

    —No muy buena. Hemos perdido el contacto con varios puestos clave. Las bajas se cuentan por decenas. No habíamos recibido un golpe tan directo en siglos. No tenÍamonformación ni habíamos visto señales de un ataque de esta magnitud. Pero tenemos que tirar de lo poco que tenemos. Estabamos siguiendo la travesía de un carguero de la República de los Estados del Norte. Dos equipos de halcones van a asaltarlo. Cuando tengamos más información te lo hare saber. Hasta entonces descansa, pero estate preparado para salir en cualquier momento.

    Toba asintió y salió de la oficina. Sandra le esperaba fuera.

    —¿Cómo ha ido?¿Sabes que esta pasando?¿Quien os ha atacado?

    —Sabemos quienes nos han atacado y lo que buscaban. Pero no tenemos ni idea de porque ni cual es su plan. Tengo asignada una habitación en la cuarta planta, sígueme y te contaré todo. Como te prometi.
    Sandra asintió y ambos fueron a su habitación. Cuando entraron Toba se quitó la camisa llamando la atención de Sandra.

    —¡Imposible! —Dijo ella acariciando la zona donde estaba la herida de bala hace apenas unos minutos— Una herida como esa no se cura en tan poco tiempo.

    —Tenemos nuestros recursos.

    Toba se sento en la cama y Sandra a su lado.

    —Cuentame. ¿De que va todo esto?

    Toba suspiró, meditando que podía decirle y que era mejor omitir.

    —Trabajo para una organización supranacional: La Orden de los Caballeros de Calradia. Nos dedicamos a proteger la paz y seguridad de Calradia. Nuestro principal enemigo es la llamada Orden de Mancer. Aunque nos enfrentamos a todos aquellos elementos subversivos y peligrosos que operan a nivel continental.

    —¿Eres como un agente secreto?

    Toba sonrió.

    —Algo así. La Orden esta formada por un monton de gente con distintos rangos, trabajos y especialidades. Yo estoy dentro del grupo de fuerzas especiales de la Orden: los halcones.

    ESA NOCHE EN ALGÚN LUGAR DEL LITORAL DE CALRADIA

    Un helicoptero EC-155 transportaba a 12 halcones hacia el "Humeante" un carguero de los Estados Unidos del Norte. Estaban armados hasta los dientes y muy motivados. El lider de la operación es un curtido halcón conocido como "Cop".

    —La noche y el mal tiempo nos cubriran en nuestro acercamiento. Nos dividiremos en dos equipos de seis hombres: Sword-1 y 2. Sword-1 que mandaré personalmente nos encargaremos de atacar el puente y capturar a los oficiales y al capitán. Sword-2 avanzará hacia la zona de carga y se hará con el manifiesto. Tenemos razones suficientes para creer que es una tapadera de Mancer asi que disparad primero y preguntad después. Pero intentad coger a los oficiales con vida. ¿Alguna pregunta?
    Nadie preguntó nada.

    Quince minutos despues el helicoptero estaba en posición y los halcones habían neutralizado a dos vigías con sendos disparos. Los halcones se desplegaron por la cubierta del carguero.

    Sword-1 avanzó rápidamente en dirección al puente, sin muchos problemas se deshicieron de varios marineros que se encontrarón. Hasta que finalmente llegarón al puente.

    —Rápido y sencillo —Dijo "Cop"— Las lecturas termicas indican que hay cuatro hombres. Uno de ellos será el Capitán asi que seleccionad bien el objetivo antes de disparar.

    Con una maestría obtenida al entrenar durante cientos de horas Sword-1 entró en el puente, matando a dos oficiales y reduciendo a otro oficial y al capitán. No habían hecho ningún ruido, nadie se había enterado.

    —Buscad toda la información relevante que haya en el puente. Tú y tú vigilidad la entrada al Puente, que nadie se acerque.

    Mientras tanto Sword-2 habia conseguido abrirse paso hasta la zona de carga tras deshacerse de unos pocos marineros.

    —Rápido —Dijo el lider del equipo— Buscad el manifiesto de carga y abrid todos los contenedores, quiero ver si transportan lo mismo que viene en el manifiesto.

    Uno de los miembros de Sword-2 abrió el contenedor mas cercano y lo que vió le dejo paralizado.

    —Señor. Venga aqui.

    El lider de Sword-2 se acercó al contenedor y automáticamente se llevó la mano a la radio.

    —"Cop", aquí lider de Sword-2. Responda.

    —Aquí "Cop".

    —He encontrado un contenedor lleno de cajas con el simbolo de peligro biologico. ¿Cuales son las órdenes?

    —Coge una muestra, coloca cargas para volar el barco y reunete con nosotros en la zona de extracción.

    —A la orden.

    El lider de Sword-2 cogió una de las cajitas y dió las órdenes pertinentes. Sword-1 y Sword-2 colocaron cargas explosivas en puntos clave de la estructura del barco y subieron al EC-155 junto con los dos prisioneros.

    Cuando se alejaban del barco "Cop" hizo detonar las cargas y en apenas unos minutos el barco se hundió en el fondo del mar.

    "Cop" se dirigió a los prisioneros.

    —Estais bajo custodia de la Orden de los Caballeros de Calradia. Se os interrogará en cuanto lleguemos a nuestro destino y seréis juzgados en una Corte Marcial. Si se os encuentra culpables de cualquier delito contra Calradia o de pertenecer a la Orden de Mancer se os condenará a muerte. No tenéis los derechos básicos de cualquier persona privada de libertad. Estad calladitos y haced más fácil nuestro trabajo.

    El capitán sonrió como una hiena.

    —Por Necross, señor de Calradia y Julius, su legitimo heredero. ¡Muerte a los traidores!

    En ese preciso instante el helicoptero explotó muriendo todos sus ocupantes.


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