Invasion Zombi

Tengo mucho cariño al Aar que voy a escribir, tanto por el tema (que me encanta) como que es la "mejora" de un Aar que escribí para esta página hace mucho, mucho tiempo.

Prólogo.

"Ya son tres días los que llevó en este puesto perdido de la mano de Dios" pensé mientras miraba al mar, al horizonte, desde lo alto del pequeño puesto cerca de Kulum al que, junto con otros 4 compañeros, tengo que vigilar.
El viento me da en la cara, la brisa tiene un olorcillo salado debido al mar que tenemos a menos de 500 metros de nosotros. Bostezé y cogí el escudo y la lanza, avisé de que iba a dar una vuelta por los alrededores y despejarme un poco.

Bajé hasta la playa y andé por la arena. Camine unos minutos cuando lo ví. Estaría a unos 20 ó 30 metros, andaba lentamente hacía mí, por su forma de caminar supuse que estaba enfermo. Me acerqué a él con cautela (no sea que su enfermedad fuese contagiosa)

-Eh, ¡usted! -Le llamé pero no me hizo caso- ¿Está bien?
Me acerqué más y entonces supe que algo no iba del todo bien, su mirada parecia perdida. Cuando se dió cuenta de mi presencia giro hasta que le ví el cuerpo entero, tuve varias arcadas y, seguramente, gané un trauma para toda la vida: le faltaba medio brazo.

Empezó a correr hacia mí, era tan rápido que a duras penas me dio tiempo a levantar el escudo para protegerme de la embestida. Conseguí mantenerme en pie, asié la lanza y se la clave en el estomago. Eso no pareció detenerle lo más mínimo, pues haciendo caso omiso al dolor que seguramente sentía, siguió avanzando provocando que la lanza le atravesará completamente. Solté la lanza y desenvaine la espada. Nunca había sentido tanto terror.

El hombre avanzó hacia mí sin quitarse la lanza que seguía clavada en su estomago: la mitad sobresalia por delante y la otra mitad por detras. Volvió a embestirme, la lanza chocó contra mi escudo y se partió en mil pedazos, caimos en la arena, él se situó encima mio y hundió sus dientes en mi hombro provocandome un grito de extremo dolor.

Me levanté como pude y tambaleandome me dirigí hacia el puesto, gritaba socorro como un loco, pero en el interior sabia que no llegarían a tiempo mis compañeros. Las fuerzas me flaquearon y puse una rodilla en tierra, el hombre volvió a embestirme y con mis últimas fuerzas le clave la espada en la garganta. Eso pareció detenerle, cayó muerto encima mio.

Mis compañeros llegaron y me quitaron el muerto de encima. Me ayudaron a levantarme y me cogieron a hombros. Había dado 3 ó 4 pasos cuando perdí el conocimiento. Lo último que pensé es que el cuello de mi compañero parecía muy apetitoso.

¡Guau, esto sí es una novedad! Una historia de supervivencia de zombies ambientado en...¿Calradia?
Si con Kulum quieres decir Tash KUlum entonces sí es Calradia. Y si no es Calradia... modifica lo necesario para que sea Calradia, pues lo hará muchísimo más interesante (mi opinión)

Un saludazo!

Claro que lo ambiento en Calradia xD.

Kulum es una aldea nórdica, en una esquinita (cerca de Tihr). ¿No te confundirás con la aldea Kherguita (o como se escriba)?

Muy cierto  Me han confudido nombres tan similares xD
Estoy ansioso por saber cómo continúa. ¿Cómo harán frente los poderosos reyes y señores de Calradia a una amenaza que no esperaban en absoluto?

  Olle amigo mio, sigue con esto porfavorrr, esta buenisimo  
parece una novela de terror uuuiiii  

Capítulo 1: Dermat, comandante de Chalbek.

Apenás había amanecido cuando llamarón a la puerta de mis aposentos. Normalmente ya me habria levantado y lavado, pero trasnoché preparando las rutas de las patrullas y preparando un programa de entrenamiento para los nuevos reclutas. Estaba cansado y bastante malhumorado cuando abrí la puerta.

-¡Señor! -un joven soldado que no llegaría a los 20 años hizo un intento de saludo-Un campesino de Kulum acaba de llegar, con muy malas noticas.
Me despejé en un segundo.
-¿Qué pasa?¿Les han saqueado?
-Señor, será mejor que lo sepaís del campesino.
-Entendido, llevaló a la Sala del Señor, yo ire en seguida.

Me lavé y me puse unas ropas comodas y holgadas. Llegué a la Sala del Señor pocos minutos después que el campesino.
-Soy Dermat, comandante en funciones de Chalbek. Me han informado de que traéis malas noticias.
-Señor, con todo respeto, me gustaría hablar con el Jarl, si es posible.
-Me temo que no. Nuestro Jarl esta en un banquete en Sargoth. Yo estoy al mando. Ahora, decidme que ha pasado.
El campesino cogió aire y se preparó para contar una historia que le causaba mucho dolor:
-Fue después de la hora de la comida. Nos preparabamos para volver a los campos cuando vuestros hombres nos atacaron.
-¡Eso es imposible!¡Mis hombres jamás harían tal acción!
-Es la verdad, portaban la enseña de nuestro Jarl en sus ropas y escudos. Yo aun estaba comiendo cuando oí los primeros gritos. Cuando salí los ví: los hombres del puesto estaban atacando a mordiscos y arañazos a la gente del pueblo. Mi padre me ordenó venir a contarlo.
-¿Has dicho mordiscos y arañazos?
-Asi es señor, a los pocos minutos, las personas mordidas nos empezaron a atacar tambien, tuve que correr por mi vida. Varios de ellos me persiguieron varias horas, pero les di esquinazó a la salida de los bosques.
-Mi deber como comandante del Norte es investigar y descubrir si lo que dices es cierto o no. Partiré con una decena de hombres hacia Kulum, si lo que dices es cierto tomare las medidas que considere oportunas. Por el contrario, si mientes. Descansarás en la orca.

Dicho esto, me acerqué a los cuarteles, algunos soldados aun dormían.
-¡Levantad gandules!
Los hombres se despertaron algo desorientados.
-Quiero a mi escuadron totalmente armado en las puertas del castillo en 20 minutos. ¡Vamos!
Los 10 hombres que formaban mi escuadron se levantaron y corrieron para ponerse su armadura. Yo fuí hasta mis aposentos y me puse la mía: una herencia de mi padre junto con la espada, que ha estado en nuestra familia durante generaciones.

Cuando salí a las puertas, mis hombres ya esperaban totalmente preparados.
-Bien muchachos. Vamos en dirección a Kulum. Nos han informado de que unos traidores han atacado el pueblo y vamos a ver si es cierto. Llegaremos al mediodia pues iremos a marchas forzadas. ¡En marcha!
Ensillé mi caballo y partimos. Fuimos a buen ritmo, paramos unos minutos en un rio, para dar descanso a mi caballo y a mis hombres, que aprovecharon para beber avidamente. Avanzamos tan rápido como podíamos, tras varias horas de marcha divisamos Kulum a lo lejos. Tardamos una hora más en acercarnos lo suficiente.

-Parece que ese campesino ha mentido. El pueblo está bien -comenté mientras nos acercabamos.
-Señor -dijó Lee, el prototipo de nórdico: casi dos metros de altura y unos brazos como muebles- el pueblo esta demasiado calmado y no se ve gente ni en el pueblo ni en los campos de alrededor.
-Teneís razón, Lee. Acerquemenos. Desenvainad, solo por si acaso.
Armados y preparados para lo peor entramos en el pueblo. Habríamos llegado a la mitad cuando una puerta se abrió. Salió una pequeña niña de no mas de 5 años, su mirada perdida se dirigía nosotros. En su rostro se abrió paso una sádica sonrisa, una sonrisa hambrienta.
-¿Estais bien, niña? -la niña no respondió. Cuando fue a bajar el escalón de su casa tropezó y pudimos ver la parte de atras de su pierna: le habían arrancado una parte de la pierna.
Uno de mis hombres se acercó corriendo para socorrerla. La niña... se abalanzo sobre él y le clavó los dientes en el cuello, provocando un tremendo grito de dolor. Dos hombres se acercaron a la niña y, sin miramientos, la apartaron.

Pero el grito del soldado fue como un imán: las puertas del pueblo se abrieron y empezaron a salir campesinos con heridas mas o menos graves.
-¡Preparaos! -grité. Mis hombres formaron un semicirculo -¡Retroceded a la entrada del pueblo y formad una linea!¡Que no nos rodeen!
Como una máquina bien engrasada, mis hombres siguieron mis órdenes. De camino a la entrada del pueblo algunos campesinos se abalanzaron sobre nosotros, mis hombres, bien entrenados no les fue dificil acertar en sus cuerpos con tajos precisos, pero eso no les detenía, ni parecía hacerles daño. Seguían avanzando en oleadas contra nosotros.
Mis hombres formaron una linea en la entrada del pueblo y empezaron a luchar, los campesinos aun desarmados nos hicieron retroceder poco, los espadazaos que recibían parecían no hacerles daño, la presión sobre la linea era muy intensa, en cualquier momento se rompería.

Finalmente la linea se quebró en dos partes, mis hombres luchaban con fiereza pero no podían detenerles, uno de mis hombres había clavado varias veces su espada en el estomago y pecho del campesino, pero no servía de nada. Desesperado, espoleé mi caballo y me lanzé contra ese campesino, de un poderoso tajo le rebané la cabeza y eso, si pareció matarle.

-¡Cortadles la cabeza! -grité desesperado, pero era demasiado tarde-mirase a donde mirase mis hombres caían entre arañazos y mordiscos, gritando aterrorizados. Espoleé el caballo y huí hacia el castillo.

No se porque, pero algo dentró de mi me obligó a mirar atrás justo para ver como mis soldados se levantaban con la misma mirada perdida y sonrisa sádica que el resto de los campesinos. Tenía que llegar al Castillo, tenía que avisar de esto.

OOOOH dios miooo  
Esta novela es la bomba!!!  
olle dermat, tu mismo haces esto? esta muy bueno  
+1 Rep

Buenas!
Elgranselda, si, lo hago yo mismo. Improviso sobre la marcha xD
Me alegro que te guste y gracias por la Rep.

Hey, es genial. ¿Has pensado ya en la justificación que darás a este levantamiento zombie? ¿Algo así relacionado con la necormancia? Siempre he pensado que al mundo de Calradia no le vendría mal algo de fantasía, con nigromantes y arcanistas, pero sin pasarse, nada de elfos, dragones y enanos...

En fin, muy interesante capítulo

Si Mike, ya lo he pensado. Solo diré que tiene que ver con el Imperio de Calradia. Sera un gustazo para los amantes de la historia (real o inventada xD)

continua porfavor me a gustado muchisimo  
P.D podrias añadir nose mutaciones o algo muy malevolo

Capítulo 2: La última batalla de Jarl Tulba

Hacia varias horas que había amanecido cuando desesperado y derrotado llegué al Castillo. Desde bastante distancia se podía oir el ajetreo que reinaba en el castillo. Cuando me acerqué y los guardias me reconocieron ordenaron llamar a un médico, tras revisar que no tenía heridas de importancia, me dieron la gran noticia: Jarl Tulba y su hueste de 83 soldados había vuelto de Sargoth y, en la Sala del Señor, Tulba y sus oficiales ultimaban los planes del ataque de castigo, solamente esperaban mi opinión para ponerla en marcha.

Me dirigí a la Sala del Señor y cuando entré, el estado mayor de Tulba me miró aliviada al constatar que estaba bien.

-Dermat, amigo mío. Que alegría tan grande ver que estas bien. -Dijo Tulba. Con sinceridad, tras la campaña contra Swadia el verano pasado me había convertido en uno de sus hombres de mayor confianza tras salvarle la vida en 2 ocasiones.
-Si, señor. De puro milagro, por desgracia no puedo decir lo mismo de mis hombres.
-Ya me he enterado del ataque a Kulum. ¿De verdad fueron unos traidores?
-No estoy seguro, señor. Los propios aldeanos me atacaron cuando llegué.
-¿Podría ser el início de una rebelión? -Preguntó Hatham, uno de los comandantes mas veteranos del Jarl.
-No, parece más como si no supieran lo que están haciendo.
-Dermat, no quiero poner en duda tu juicio -Comentó Stein, un ambicioso comandante que veía en mí a su gran rival-Pero, cada uno actua movido por sus intereses y las del reino. Todo el mundo sabe lo que hace en todo momento.
-Stein. Me he enfrentado a campesinos sin entrenamiento, he visto como mis hombres les clavaban sus espadas en piernas y cuerpo sin que hiciesen la mas mínima seña de dolor. Esas cosas no eran normales, estaban bajo del control de Necros el Negro. -Decir el nombre de Necros estaba muy mal visto. Solo se sabe que uso magia negra hace mas de 500 años para intentar conquistar el antiguo Imperio.
-No uses ese nombre a la ligera, Dermat. El señor del Mal fortalece así sus poderes. Pero, sea como sea, tenemos que castigar esa acción despiada. Dermat, mira la estrategia que vamos a tomar.

Me acerqué a la mesa de piedra donde había un gran mapa de la zona. El rio Kuom estaba marcado con varias "X" lo que significaba que el Jarl tenía planeado presentar batalla en la orilla.

-¿Qué te parece Dermat? -Preguntó el Jarl.
-Tiene buena pinta. ¿Pero como piensas atraerlos, señor?
-Tenía pensado pedirte consejo. Tu te has enfrentado a esa horda, ¿Qué opinas?
Pense durante un par de minutos y dí con una posible solución:
-Estoy casi seguro de que les atrae el ruido. Tras el grito de uno de mis hombres salieron por todas partes. Si ponemos tambores en la zona y tocan al unisono les atraeran a nosotros.
-Pues decidido, preparate. Mañana partimos a la batalla.

A la mañana siguiente, un poco despues del amanecer, casi 100 hombres salíamos del castillo con Jarl Tulba a la cabeza, tras 5 horas de marcha en completo silencio llegamos al rio Kuom. Descansamos una hora y el Jarl ordenó que los 5 tambores empezaran a sonar.

Mientras tanto, el Jarl formó a sus tropas: serían 3 lineas: en primera linea los arqueros (que pasarían detrás al acercarse los campesinos), en segunda linea los hombres menos experimentados y finalmente en reserva la élite del ejército: campeones nórdicos que actuarían como reserva junto con el Jarl y su estado mayor, es decir, nosotros.
Pasó la primera media hora y no venían los campesinos. Cuando la primera hora estaba cerca de consumirse, Stein empezó a criticar mi forma de atraerlos, pero un gruñido le calló en seco: habían aparecido los campesinos... por el lado contrario, ahora nosotros lucharíamos con el rio a la espalda y el enemigo se acercaba demasiado rápido como para cambiar la formación.

El Jarl desenvainó su espada, acto que repetimos todos y ordenó que los arqueron disparasen a discrección. Las flechas se clavaban en sus pechos y estomagos, pero no caían.
-¡Arqueros, apuntad a la cabeza!¡Infantes, rebanadsela! -grité llenó de odio y rabia, preparado para dejarme llevar por la vorágine de sangre que se avecinaba.
100, 50, 25 metros, levanté mi espada y esperé...

Menuda contrariedad  esos no-muertos tienen mucha suerte jaja

Capítulo 3 La carta de auxilio.

Con todo el impulso que pude reunir, baje mi espada en un poderoso tajo que corto medía cabeza del campesino, explotando esta en una orgía de sangre.

La batalla se extendía por toda la linea nórdica, los hombres del Jarl, profesionales entrenados se batían con fiereza y maestria: la linea aguantaba. Creía que podríamos vencer, y lo creí hasta que ví al Jarl morir.

Los soldados y yo estabamos acostumbrados a luchar, a matar pero no estabamos acostumbrados a dirigir nuestros sablazos a un lugar tan esquivo y pequeño como es el cuello, mentalmente nos agotabamos muy rápido, nuestros reflejos empezaban a volverse lentos y nuestros tajos, pesados.

El primero en fallar y, por tanto, que condenó al grupo fue el propio Jarl, la presión mental y física pudo con él: su espadazo, destinado a la garganta se clavó en el hombro de su enemigo que solo perdió momentaneamente el impulso y antes de que Tulba pudiese reaccionar se lanzó a por su presa.

La linéa se quebró, los soldados que guardaban los flancos al Jarl cayeron al ser atacados por varios puntos, los enemigos penetraron en la formación. Los novatos no pudieron aguantar tanta presión y en apenas unos minutos perdieron la compostura. Gran parte de la primera linea había sido aniquilada, los novatos estaban en plena huida y, los arqueros, en un principio obligados a luchar cuerpo a cuerpo contra la horda enemiga acabaron por darse a la fuga con los novatos.

Arqueros y novatos se lanzaron al rio, intentaron cruzarlo con la esperanza de que los campesinos se centrasen en los que aun luchaban con valentía contra ellos. Pero no fue así, el ruido provocado por el chapoteo provocó que los enemigos que aun me atacaban se lanzasen a por los hombres del rio. La carniceria fue rápida, solo unos pocos alcanzaron la otra orilla y corrieron a los bosques.

Los pocos que habíamos aguantado la compostura aprovechamos la persecución de gran parte de nuestros enemigos para huir por el frente: hizimos un camino a espadazos. No me averguenza decir que corrí sin mirar atras, tuve que correr cientos de metros antes de dejar de oir los gritos y quejidos de los heridos. Sabiendo que esos ya no serían mis hermanos de sangre me obligué a mi mismo a concentrarme en seguir con vida.

LLegamos al Castillo de Chalbek cerca del mediodía del dia siguiente a la aparatosa derrota de Kuom. De los 93 soldados que partimos para castigar la insurrección, solo volvimos al castillo 7, otros pocos habían conseguido huir por el rio, pero no me hacía ilusiones: no quedaríamos mas de 20 soldados en toda la zona.

Desolado me dirigí a la Sala del Señor, cogí un papiro y una pluma (gracías a mi padre, Noble de Autum, una isla costera que mantiene relaciones comerciales con los Nórdicos, había aprendido a escribir y leer) y le escribí una carta de auxilio al rey:

Rey Ragnar de Sargoth.

Una insurrección de campesinos, poseidos por el espíritu de Necros, se ha extendido por toda la región, ayer el Jarl Tulba junto con 93 hombres fue a acabar con dicha insurreción, yo iba con ellos.

La batalla tuvó lugar junto al Rio Kuom, el Jarl y mas de 70 hombres dieron su vida intentando frenar al despiadado enemigo, pero no tengo dudas de una cosa: su muerte fue en vano. Mi propia experiencia me dice que aquellos hermanos de armas cuyo cuerpo no haya sido grandemente mutilado nutriran la horda de los poseidos para, mañana atacar las tierras que hoy defendieron con su honor y su vida.

Toda la región está indefensa contra el enemigo, que es cada día más fuerte y numeroso. Pido al sabio Rey que envie a sus ejércitos a defender la zona y ha acabar con todos los enemigos que pueblan los bosques.

Su subdito: El Comandante Dermat. Comandante en jefe de las fuerzas del Castillo de Chalbek

Ordené a un soldado que saliese en dirección a Sargoth rapidamente. Cogí una daga y me acerqué a la chimnea: me hize un corte en la mano y dejé que la sangre cayese sobre el fuego:

-Juro por los Dioses que destrozaré a todos y cada uno de esos cabrones y sus aliados.

Dicho el juramento. Preparé a los hombres para el estado de sitio.

dermat escribió:Capítulo 3 La carta de auxilio.

Con todo el impulso que pude reunir, baje mi espada en un poderoso tajo que corto medía cabeza del campesino, explotando esta en una orgía de sangre.

La batalla se extendía por toda la linea nórdica, los hombres del Jarl, profesionales entrenados se batían con fiereza y maestria: la linea aguantaba. Creía que podríamos vencer, y lo creí hasta que ví al Jarl morir.

Los soldados y yo estabamos acostumbrados a luchar, a matar pero no estabamos acostumbrados a dirigir nuestros sablazos a un lugar tan esquivo y pequeño como es el cuello, mentalmente nos agotabamos muy rápido, nuestros reflejos empezaban a volverse lentos y nuestros tajos, pesados.

El primero en fallar y, por tanto, que condenó al grupo fue el propio Jarl, la presión mental y física pudo con él: su espadazo, destinado a la garganta se clavó en el hombro de su enemigo que solo perdió momentaneamente el impulso y antes de que Tulba pudiese reaccionar se lanzó a por su presa.

La linéa se quebró, los soldados que guardaban los flancos al Jarl cayeron al ser atacados por varios puntos, los enemigos penetraron en la formación. Los novatos no pudieron aguantar tanta presión y en apenas unos minutos perdieron la compostura. Gran parte de la primera linea había sido aniquilada, los novatos estaban en plena huida y, los arqueros, en un principio obligados a luchar cuerpo a cuerpo contra la horda enemiga acabaron por darse a la fuga con los novatos.

Arqueros y novatos se lanzaron al rio, intentaron cruzarlo con la esperanza de que los campesinos se centrasen en los que aun luchaban con valentía contra ellos. Pero no fue así, el ruido provocado por el chapoteo provocó que los enemigos que aun me atacaban se lanzasen a por los hombres del rio. La carniceria fue rápida, solo unos pocos alcanzaron la otra orilla y corrieron a los bosques.

Los pocos que habíamos aguantado la compostura aprovechamos la persecución de gran parte de nuestros enemigos para huir por el frente: hizimos un camino a espadazos. No me averguenza decir que corrí sin mirar atras, tuve que correr cientos de metros antes de dejar de oir los gritos y quejidos de los heridos. Sabiendo que esos ya no serían mis hermanos de sangre me obligué a mi mismo a concentrarme en seguir con vida.

LLegamos al Castillo de Chalbek cerca del mediodía del dia siguiente a la aparatosa derrota de Kuom. De los 93 soldados que partimos para castigar la insurrección, solo volvimos al castillo 7, otros pocos habían conseguido huir por el rio, pero no me hacía ilusiones: no quedaríamos mas de 20 soldados en toda la zona.

Desolado me dirigí a la Sala del Señor, cogí un papiro y una pluma (gracías a mi padre, Noble de Autum, una isla costera que mantiene relaciones comerciales con los Nórdicos, había aprendido a escribir y leer) y le escribí una carta de auxilio al rey:

Rey Ragnar de Sargoth.

Una insurrección de campesinos, poseidos por el espíritu de Necros, se ha extendido por toda la región, ayer el Jarl Tulba junto con 93 hombres fue a acabar con dicha insurreción, yo iba con ellos.

La batalla tuvó lugar junto al Rio Kuom, el Jarl y mas de 70 hombres dieron su vida intentando frenar al despiadado enemigo, pero no tengo dudas de una cosa: su muerte fue en vano. Mi propia experiencia me dice que aquellos hermanos de armas cuyo cuerpo no haya sido grandemente mutilado nutriran la horda de los poseidos para, mañana atacar las tierras que hoy defendieron con su honor y su vida.

Toda la región está indefensa contra el enemigo, que es cada día más fuerte y numeroso. Pido al sabio Rey que envie a sus ejércitos a defender la zona y ha acabar con todos los enemigos que pueblan los bosques.

Su subdito: El Comandante Dermat. Comandante en jefe de las fuerzas del Castillo de Chalbek

Ordené a un soldado que saliese en dirección a Sargoth rapidamente. Cogí una daga y me acerqué a la chimnea: me hize un corte en la mano y dejé que la sangre cayese sobre el fuego:

-Juro por los Dioses que destrozaré a todos y cada uno de esos cabrones y sus aliados.

Dicho el juramento. Preparé a los hombres para el estado de sitio.

¡Brillante! no se por que me recuerda al elder scrolls (aunque este no tenga zombies xD) sigue así.

Capítulo 4 La respuesta del rey.

Hace 2 días que el mensajero salió hacia Sargoth. En ese tiempo ningún enemigo perteneciente a esa horda infernal se ha acercado a los muros del castillo. Chalbek esta en sus horas bajas, quedan menos de 20 soldados para defender lo que antaño defendían 100, no me hago ilusiones, si el Rey no llega pronto, seremos completamente aniquilados.

Mientras tanto en Sargoth.

Los gritos se extendían por la ciudad amurallada, las personas corrían hacia el centro de la ciudad, los soldados intentaban mantener en orden el rio de habitantes que convergía en la plaza mayor.

Hoy era el gran día, la final del torneo y nadie quería perderselo.

Su amado rey Ragnar se iba a enfrentar a Aurora, la doncella llameante. Hija menor del difunto rey Harlaus que se había hecho un nombre como general en la guerra civil Swadiana luchando contra los Rodhooks, primero y contra los insurgentes despues. Como resultado de la guerra civil su hermana mayor, Prisma había subido al trono apoyada por los nórdicos. Por eso, Aurora estaba en Sargoth, para firmar un tratado de ayuda mutua y comercio durante los próximos 5 años.

La gente ascendía por las gradas hasta los asientos, cuando todos estaban en su lugar y los gritos habían bajado en intensidad, el Maestro de Ceremonias se asomó por el palco:

-Bienvenidos señores y señoras de Sargoth. Y nuestros invitados de Swadia. Nos hemos reunido aquí para comtemplar la gloriosa lucha entre nuestro rey Ragnar y Aurora, la doncella llameante. ¡Qué pasen los contrincantes!

Por la izquiera entró Ragnar, sus armas serían un escudo y una espada de madera. Por la derecha, entró Aurora con una espada de dos manos. Ambos se acercaron y se saludaron como muestra de respeto.

-¡Qué empieze el combateeee!-gritó el Maestro.

Ragnar se lanzó contra Aurora, lanzó un potente espadazo que fue esquivado por los graciles movimientos de Aurora. Ragnar lanzaba espadazos a diestro y siniestro, pero ninguno acertaba a Aurora que haciendo gala de una velocidad increible y unos reflejos aun mejores esquivaba los golpes.

Ragnar cogió un gran impulso y lanzó un ataque de arriba a abajo, Aurora giro sobre si misma y, con el impulso, lanzó su primer ataque con ambas manos que dió de lleno en el escudo de Ragnar, rompiendolo en mil pedazos.

Ahora era Aurora la que estaba atacando incansablemente y Ragnar, cada vez mas a la defensiva, hacía todo lo que podía para evitar un golpe de lleno. Durante unos minutos Ragnar consiguió bloquear los golpes de Aurora, pero ya se esta haciendo mayor y tiene menos resistencia, finalmente un golpe de Aurora hizo que su espada saliese volando y, antes de que la gente sepa que esta pasando, Ragnar esta inconsciente en el suelo y Aurora se alza como campeona.

Terminado el torneo Ragnar, su esposa y Aurora estaban reunidos en el Castillo para hablar del futuro de ambos reinos cuando un soldado llamó a la puerta.

-Adelante -dijo el Rey.
-Señor -hizo un saludo militar al Rey-Señoras-saludo que acompañó con reverencias a la Reina y Aurora -Ha llegado este mensaje.

El soldado le tendió la carta, que el Rey empezó a leer, según avanzaba en los contenidos de la carta, su cara se ensombrecía. Le pasó la carta a la Reina que tambien mostró preocupación, ciertamente el nombre de Necros no gusta a nadie y, si este viene acompañado con la noticia de la muerte de un Jarl, menos todavia.

-Soldado. ¡Reune al resto de nobles en una hora en el patio de armas!¡Que venga el Mariscal!
-A la orden, señor. -El soldado volvió a saludar a todos y se marchó corriendo.
-¿Qué pasa Majestad? -Preguntó Aurora, pues nunca había visto esa cara en su anfitrión.
-Nada de lo que debas preocuparte. Un asunto del Reino del Norte que nos atañe a nosotros y a nuestro ejército. Ve a tus aposentos y descansa, en poco tiempo deberas volver a Swadia.
-Rey Ragnar, con todos mis respetos -dijo Aurora algo enfadada-Usted y su Reino ayudaron a mi hermana a mantener su trono contra los disidentes. Yo, como condesa de Suno, me comprometo a ayudarle en estos momentos de preocupación. Si bien, mis 80 hombres no son suficientes para una acción militar a gran escala, les apoyaré cuanto pueda.
-Entonces quedaté aquí. Tú, yo y el Mariscal vamos a decidir como castigar nuestra propia insurrección.

Genial,Rep+.
Pero tengo algunas sugerencias:
1)Eso de "Los Espiritus",no me cierra,seria una buena excusa para que las medievales mentes entiendan un Virus,Mas una bacteria que modifica las proteínas generadas por las celulas,creando esto un modificado de la rabia,¿os gusta?.
2) Créeme haz que esos Zombies coman y se hidraten,ya que un cuerpo en esas condiciones no duraran para exparcirse por Calradia,mas con sus lentos desplazamienos.
3)Creo que tendrían que ser mas "Bobos",lo de la sonrisa,no cierra,talvez una boca entre cerrada seria mejor.
------
Claro solo son sugerencias,es vuestro AAR,haz lo que te parezca mejor.
Un vida larga prospera para usted.-

Gracias por las sugerencias Prodigy que son siempre bienvenidas.

1-En primer lugar como toda buena historia de zombies se me ocurrió lo del virus, pero luego tuve una preguntilla existencial: como descubren esas gentes con tecnología medieval un virus?
2-Es buena idea, seguramente ponga un par de escenas de ese tipo ¿Me dejas?
3-Bueno... sobre eso tengo una idea sobre zombies que manejan armas xD

Tal vez,por que antes de combertirce en Zombies,escupen espuma blanca (?)
Pero hombre es u AAR,haz lo que quieras con las esenas de Comida.
---
Por cierto una de tus escenas me hizo recordar a WWZ(Guerra mundial Z).

¿Cual?

El ruido,¿Eso los atrae?
-Si, demasiado.
Y como escaparon?
-Con el constante uso de Municiones...

---
Dejando el Spam,si necesitas ayuda con el AAR,solo Mándame un MP.

Tranquilo Mike,esta apurado, estas haciendo Spam.
Que buen ejemplo...

Capítulo 5 Traidor traicionado.

Desde el día anterior los primeros poseidos merodeaban por el exterior del castillo, aporreaban los muros y, cuando se cansaban, volvían al bosque. Pero siempre volvían, como si les atrajesemos.

Se habían reunido en torno a 100 poseidos en el exterior del castillo, ya habían recorrido el perimetro del castillo, buscando una entrada que no encontraron. En este momento ya llevaban dos horas aporreando la puerta principal, intentado echarla abajo con sus manos desnudas. El ruido era insoportable, no por su volumen sino por su continuidad, interminable, regular.

Pasaron los días, 6 en total, encerrados en el castillo. Día a día el numero de poseidos que se reunia en torno al castillo aumentaba, llegarían ya a los 150. Pero nos sentiamos seguros en el castillo, tras las murallas y almenas que unas manos no podrían derribar... o eso pensabamos.

Todo ocurrió muy deprisa, las puertas se abrieron de par en par en pleno amanecer, solo había 4 hombres contandome a mí en el patio de armas, el resto dormía en los barracones. Nunca nos imaginamos a un traidor.

El soldado abrió la puerta en el momento del cambio de guardia, cuando nadie prestaba atención. Y los poseidos entraron en tropel, demasiados para hacerles frente. Los pocos soldados que había en el patio de armas murieron sin tener tiempo a defenderse. Corrí a la fortaleza y, con los 2 hombres que vigiliban la Sala del Señor me atrincheré. Formamos barricadas en la entrada y subimos a la almena principal. Atrancamos la escotilla de acceso y vimos el espectaculo: los civiles del castillo fueron masacrados, los soldados asesinados en sus camas. El castillo había caido.

El traidor, era un ambicioso joven. Sabía que quería poder pero nunca me imaginé que fuese capaz de algo así. Los poseidos, inexplicablemente pasaban por su lado, sin tocarle.

De repente, el relincho de un caballo captó mi atención: Un jinete con armadura negra y caballo igualmente negro. Con su cara tapada por una capucha igualmente negra se acercó al traidor. El de negro dijo unas cuantas palabras, que despertaron la ira del traidor:

-¡Me prometisteis el control del castillo!¡Lo hicisteis!

El de negro ni se inmutó. Gritó una palabra en un extraño idioma y los poseidos se abalanzaron sobre el soldado. El de negro no aparto la vista como si disfrutara del dantesco espectaculo. Pero ese cabrón no tendría tiempo para disfrutar de su cobarde victoria: el sonido prolongado de varios cuernos nos avisaron de la llegada del ejército del Rey. Respondí con mi cuerno, para avisarles de la caida del castillo. La verdadera batalla iba a empezar.

Genial,no esperaba menos.