CAPITULO 1.
La vista de Sargoth es preciosa desde aqui. Se divisa la extensa ciudad, ocupando todo el espacio entre las desembocaduras de los ríos Vyl y Boruk, con sus inmensos rascacielos de acero y cristal presidiendo la bahía... una imagen de postal que quedaría mucho mejor en un dia soleado, pero el tiempo está empeorando por momentos. Cuando salí de Wercheg lucía un sol radiante y solo unas oscuras y amenazadoras nubes se vislumbraban en el horizonte, sobre el mar. Pero la tormenta ha avanzado rápidamente, dandonos alcance. El sol ha desaparecido tras una cortina de nubes negras como el carbon, dispuestas a descargar en cualquier momento, y la tarde se ha convertido en noche prematuramente. De repente se oye un rugido fuerte que parte del cielo y una luz cegadora lo ilumina todo…
- ¿Está muerto?
- No, el rayo cayó en el mástil. Creo que solo está desvanecido.
Atontado, solo oigo voces. Recuerdo haber visto una luz y luego nada. Debe ser el rayo al que se refieren y yo soy el desvanecido. Abro los ojos y lo que veo me deja más confuso todavía. Estoy rodeado por una serie de extraños personajes que parecen salidos de algún mercadillo medieval que me miran preocupados, aunque no recuerdo haber visto embarcar a nadie disfrazado.
- ¡Ha despertado!. Loado sea Thor. ¿Os encontráis mejor?- me pregunta un extraño personaje vestido con una pesada sotana y una amplia tonsura sobre su cabeza, que solo deja una franja de pelo circular rodeando su reluciente cráneo a modo de corona y que le da aspecto curandero que acaba de escaparse de un videojuego medieval.
- No sabría decir... ¿donde estoy?-respondo confuso mientras veo una gran vela rasgada que cuelga del mástil. No consigo entender de donde donde ha salido esa vela y ese mastil, lo unico que está claro que ya no me encuentro a bordodel ferry de Wercheg.
- En un navío camino de Sargoth
- ¿Y dónde está mi ferry?
- ¿El qué? ¿habéis perdido algo?- me contesta extrañado el curandero.
La verdad es que me siento como bajo los efectos de algún alucinogeno. Con ayuda del hombre de la sotana consigo incorporarme pero lo que veo no ayuda a tranquilizarme. En la costa, en vez de aparecer los rascacielos de Sargoth solo se ve una amplia extensión de tierra salpicada de bosques.
- ¿Pero dónde está Sargoth?
- Ya estamos cerca, allí - me dice señalando una especie de campamento de barracas de madera que se vislumbra en el horizonte.
- ¿Eso es Sargoth?
- Sí, señor. La ciudad más grande del Reino del Norte.
- ¿Pero qué pasa? ¿Hemos vuelto a la edad media?
- No os entiendo.
- ¿Qué día es hoy?
- Hoy es el octavo dia del einmánuður del tercer año de reinado de Ragnar Loffricsson, nuestro señor.[23 de marzo de 1257]
La respuesta me deja helado. Estamos en mes de einmánuður pero no entiendo que quiere decir con lo del reinado de Ragnar no-se-que-más. La monarquia fue abolida hace más de un siglo en nuestro país y el nombre de Rey Ragnar me suena a alguno de los reyes medievales que estudiaba en clase de historia. Y yo estoy seguro que no vivo en la edad media, aunque la realidad que me rodea no parece confirmarlo.
Al llegar a tierra ya ha anochecido y apenas se ve nada con la escasa luz que proporcionan unas pocas antorchas que intentan alumbrar el puerto.
- Señor, os dejáis el caballo- oigo una voz a mi espalda nada más desembarcar. Es uno de los miembros de la tripulación que viene hacia mí con un caballo negro.
- No, yo había dejado en las bodegas del ferry mi coche, un Faarn 407… - pero al ver la cara de extrañeza del joven desisto de continuar con mi explicación, cojo el caballo por las riendas y continúo mi camino.
No sé muy bien a donde ir, así que al ver un cartelón que pone “posada” me dirijo hacia allí. Es un lugar bastante cutre, sucio y con olor a humedad, pero no tengo ganas de seguir dando vueltas sin dirección y con un caballo a cuestas. Pido alojamiento por una noche por la que el posadero me pide 2 denarios.
- Mmm, no sé si…-comienzo a decir mientras hecho mano a mi bolsillo.
En la cartera llevo la tarjeta de crédito, pero no creo que aquí sirva de mucho. También llevo algo de dinero suelto, aunque no sé si aquí aceptaran los billetes de 5 calradios. De repente me doy cuenta que ya no llevo mi ropa, mi traje ha desaparecido y ahora voy vestido con una sencilla camisa y unas calzas. En mi cintura llevo una bolsa y al abrirla aparecen algunas monedas que parecen salidas de un anticuario. Sin mucha convicción le doy una al posadero, que la acepta y me devuelve 3 más pequeñas.
Agotado por la extraña experiencia que estoy viviendo me meto en una fría habitación y me acuesto en un duro jergón de madera que parece no disponer de colchón, intentando conciliar el sueño y poder despertar de esta pesadilla.
Última edición por garfielz77 el Dom Dic 04, 2016 12:05 pm, editado 2 veces