Luego de que se me tildara la PC mientras escribia, tras un largo rato analizando las cosas, he decidido volver a escribir. En este caso, la historia sera otra a la que pensaba escribir, puesto que anteriormente, las escribia en un borrador primero, pero esta ves no...
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Capítulo 5
-Vengo de parte del Rey Harlaus, legítimo soberano de estas tierras y de toda Calradia. Traigo un mensaje del mismo.- Así se presento el emisario, con un tono arrogante.¿Por que no nos dejan ser libres?. ¿Cual es el precio a pagar por nuestra libertad?.
-Vengo a hablar con Ragnar.- Un soldado entro al castillo a llamarlo. Sin dudarlo, el rey salió de su despacho.
-Entra, emisario. Orcajo, guardias...- Acompañé al rey a adentro. El rey se sentó en su trono, con tapizado rojo de la mejor calidad de Jelkala, con el esqueleto de Oro e incrustaciones de Diamante del Sultanato Sarrani. Yo, me senté en una silla de madera, con el esqueleto destartalado, e incrustaciones de Moho y un toque de humedad.
-Si, ¿que tienes para decir?.- Preguntó el rey.
-El Rey Harlaus, les ordena reconocerlo como legitimo rey de las tierras del Reino del Norte, reconocerlo como amo y señor, y a cambio, les dará tierras en Suno para Orcajo y contratos hereditarios. Mientras que Ragnar podrá contar con las tierras que posee actualmente, mas tierras a elegir. Me olvidaba, que un cofre lleno de Oro los espera a los dos. En caso de declinar la oferta, se verá obligado a hacerlo por las malas.- dijo. Yo, asombrado no podia abrir la boca.
-Bueno, era algo a lo que no queria llegar. Pero nuestras vidas estan en peligro. No podremos contra sus fuerzas. Así, que, creo, que será lo mejor para todos, pasar a, ser parte del Reino de Swadia.-
-Nó.- Grité golpeando la mesa. -Yo me declino a esa oferta, no quiero sus sucias tierras ni su Oro manchado de sangre..., tu, Ragnar, haz lo que quieras, yo me voy...- Abrí las puertas de un golpe, y fui directo a la casa de mi familia.
-Madre, padre, junten todo lo que puedan, nos vamos de aquí. Por su bien se los digo, no hagan preguntas, solo junten las cosas y siganme.- Junto con mi familia, nos marchamos hacia la aldea de Ruvar, en la frontera con el Reino Vaegir. Allí tengo muchos viejos amigos, todos ellos de herencia guerrera, participando en muchas batallas, en especial contra los vaegires.
3 MESES DESPUES.
Las cosas fueron como yo me lo esperaba. El Rey Harlaus, para atraer a sus nobles a venir hacia nuestras tierras, implantó una ley de "no reglas". Con esta ley, los nobles en sus nuevas tierras, podían hacer lo que querían, sin que nadie les diga nada. El Conde Rafard seria el nuevo vasallo de esta area, quien no tardó en venir.
Ya estamos cansados de que nos traten mal. Estamos esperando la gota que rebalse el vaso. Trabajamos día y noche, y aún así nos vamos a dormir con hambre, en nuestras camas echas de pasto seco, mientras que ellos duermen en camas de Lana acolchada. Nuestras mujeres son violadas, nuestros hombres asesinados por querer defender las, pero esto se acabará pronto. En secreto, nos hemos estado reuniendo durante las madrugadas. Nuestro plan, es armar una revuelta comenzando con nuestra aldea, Ruvar, para luego ir aldea en aldea, en todo el Reino del Norte, y así comenzar nuestra revolución.
Mi madre tiene que alimentar a mis hermanos, pero nadie en las aldeas tiene denares para poder comprar algo de alimento.
Un día, ya no podíamos mas del hambre, mi madre y yo, decidimos ir a robar algunas coles y algo de trigo a una huerta, cuando se hiciera de noche.
Ya de noche, nos ponemos en marcha. Mi padre se quedo haciendo de campana, y avisaría si algún soldado swadiano se acercaba
-Madre, por favor, no hagas ruido, te lo suplico.- le dije susurrandole.
-Trataré de no hacerlo.- me susurró. Cuando ya teníamos todo lo que podíamos en los sacos, mi padre nos avisa que alguien se acercaba. Mi madre, siempre se pone nerviosa en cualquier situación de riesgo, y llendose corriendo con la comida, un soldado la divisa, el soldado pega un chifle que puso en alerta a los demás Soldados nocturnos.
-Madre, sube a mi caballo y ve a buscar a los niños y huye, nos veremos en el bosque. Estaremos bien.- Subió a mi caballo y fue en busca de los niños. Mi padre y yo, desenvainamos nuestras espadas, matamos al guardia y tratamos de huir.
Cuando llegamos al bosque, mi madre aún no había llegado.
-Estoy preocupado por tu madre y los niños.- me dijo mi padre.
-Yo igual... yo igual.- No podíamos volver, nos matarían. Cuando ya amanecía, dimos por echo que la habían agarrado.
Robamos un caballo de un establo que estaba cerca del bosque, agarramos nuestras armas, y fuimos hacia Ruvar. Yo manejaría y mi padre se sentaría detras, manejando su espada.
Cuando llegamos a Ruvar, a paso lento, los soldados se quedan quietos.
Estiramos nuestros brazos, mostrando que no tenemos armas. Un soldado se acerca a agarrar al caballo y pongo mis manos en mi nuca. El soldado me mira, y de la espalda, saco una espada y mato al guardia. Entonces los soldados se arman, y van a buscarnos. Un lancero aparece y nos derriba del caballo, y mi padre le clava su espada en la panza. Los ciudadanos del lugar, también cansados del trato de los swadianos, empiezan a luchar contra los soldados. Superados en número, los swadianos no tienen nada que hacer, y caen muertos. Mi padre y yo, vamos hacia la casa amurallada del Conde Rafard, donde con nuestros compañeros, lo tomamos prisionero. Lo arrastramos y golpeamos hasta el tronco de ejecuciones.
-Donde estan mi madre y mis hermanos.- le grito. En eso, veo el pañuelo de mi madre tirado en el suelo. Los habían matado a todos. Sin dudarlo, lo degüello con mi espada. Los ciudadanos gritan mi nombre. Me han aceptado como su libertador.
La revolución ha comenzado...
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Capítulo 5
-Vengo de parte del Rey Harlaus, legítimo soberano de estas tierras y de toda Calradia. Traigo un mensaje del mismo.- Así se presento el emisario, con un tono arrogante.¿Por que no nos dejan ser libres?. ¿Cual es el precio a pagar por nuestra libertad?.
-Vengo a hablar con Ragnar.- Un soldado entro al castillo a llamarlo. Sin dudarlo, el rey salió de su despacho.
-Entra, emisario. Orcajo, guardias...- Acompañé al rey a adentro. El rey se sentó en su trono, con tapizado rojo de la mejor calidad de Jelkala, con el esqueleto de Oro e incrustaciones de Diamante del Sultanato Sarrani. Yo, me senté en una silla de madera, con el esqueleto destartalado, e incrustaciones de Moho y un toque de humedad.
-Si, ¿que tienes para decir?.- Preguntó el rey.
-El Rey Harlaus, les ordena reconocerlo como legitimo rey de las tierras del Reino del Norte, reconocerlo como amo y señor, y a cambio, les dará tierras en Suno para Orcajo y contratos hereditarios. Mientras que Ragnar podrá contar con las tierras que posee actualmente, mas tierras a elegir. Me olvidaba, que un cofre lleno de Oro los espera a los dos. En caso de declinar la oferta, se verá obligado a hacerlo por las malas.- dijo. Yo, asombrado no podia abrir la boca.
-Bueno, era algo a lo que no queria llegar. Pero nuestras vidas estan en peligro. No podremos contra sus fuerzas. Así, que, creo, que será lo mejor para todos, pasar a, ser parte del Reino de Swadia.-
-Nó.- Grité golpeando la mesa. -Yo me declino a esa oferta, no quiero sus sucias tierras ni su Oro manchado de sangre..., tu, Ragnar, haz lo que quieras, yo me voy...- Abrí las puertas de un golpe, y fui directo a la casa de mi familia.
-Madre, padre, junten todo lo que puedan, nos vamos de aquí. Por su bien se los digo, no hagan preguntas, solo junten las cosas y siganme.- Junto con mi familia, nos marchamos hacia la aldea de Ruvar, en la frontera con el Reino Vaegir. Allí tengo muchos viejos amigos, todos ellos de herencia guerrera, participando en muchas batallas, en especial contra los vaegires.
3 MESES DESPUES.
Las cosas fueron como yo me lo esperaba. El Rey Harlaus, para atraer a sus nobles a venir hacia nuestras tierras, implantó una ley de "no reglas". Con esta ley, los nobles en sus nuevas tierras, podían hacer lo que querían, sin que nadie les diga nada. El Conde Rafard seria el nuevo vasallo de esta area, quien no tardó en venir.
Ya estamos cansados de que nos traten mal. Estamos esperando la gota que rebalse el vaso. Trabajamos día y noche, y aún así nos vamos a dormir con hambre, en nuestras camas echas de pasto seco, mientras que ellos duermen en camas de Lana acolchada. Nuestras mujeres son violadas, nuestros hombres asesinados por querer defender las, pero esto se acabará pronto. En secreto, nos hemos estado reuniendo durante las madrugadas. Nuestro plan, es armar una revuelta comenzando con nuestra aldea, Ruvar, para luego ir aldea en aldea, en todo el Reino del Norte, y así comenzar nuestra revolución.
Mi madre tiene que alimentar a mis hermanos, pero nadie en las aldeas tiene denares para poder comprar algo de alimento.
Un día, ya no podíamos mas del hambre, mi madre y yo, decidimos ir a robar algunas coles y algo de trigo a una huerta, cuando se hiciera de noche.
Ya de noche, nos ponemos en marcha. Mi padre se quedo haciendo de campana, y avisaría si algún soldado swadiano se acercaba
-Madre, por favor, no hagas ruido, te lo suplico.- le dije susurrandole.
-Trataré de no hacerlo.- me susurró. Cuando ya teníamos todo lo que podíamos en los sacos, mi padre nos avisa que alguien se acercaba. Mi madre, siempre se pone nerviosa en cualquier situación de riesgo, y llendose corriendo con la comida, un soldado la divisa, el soldado pega un chifle que puso en alerta a los demás Soldados nocturnos.
-Madre, sube a mi caballo y ve a buscar a los niños y huye, nos veremos en el bosque. Estaremos bien.- Subió a mi caballo y fue en busca de los niños. Mi padre y yo, desenvainamos nuestras espadas, matamos al guardia y tratamos de huir.
Cuando llegamos al bosque, mi madre aún no había llegado.
-Estoy preocupado por tu madre y los niños.- me dijo mi padre.
-Yo igual... yo igual.- No podíamos volver, nos matarían. Cuando ya amanecía, dimos por echo que la habían agarrado.
Robamos un caballo de un establo que estaba cerca del bosque, agarramos nuestras armas, y fuimos hacia Ruvar. Yo manejaría y mi padre se sentaría detras, manejando su espada.
Cuando llegamos a Ruvar, a paso lento, los soldados se quedan quietos.
Estiramos nuestros brazos, mostrando que no tenemos armas. Un soldado se acerca a agarrar al caballo y pongo mis manos en mi nuca. El soldado me mira, y de la espalda, saco una espada y mato al guardia. Entonces los soldados se arman, y van a buscarnos. Un lancero aparece y nos derriba del caballo, y mi padre le clava su espada en la panza. Los ciudadanos del lugar, también cansados del trato de los swadianos, empiezan a luchar contra los soldados. Superados en número, los swadianos no tienen nada que hacer, y caen muertos. Mi padre y yo, vamos hacia la casa amurallada del Conde Rafard, donde con nuestros compañeros, lo tomamos prisionero. Lo arrastramos y golpeamos hasta el tronco de ejecuciones.
-Donde estan mi madre y mis hermanos.- le grito. En eso, veo el pañuelo de mi madre tirado en el suelo. Los habían matado a todos. Sin dudarlo, lo degüello con mi espada. Los ciudadanos gritan mi nombre. Me han aceptado como su libertador.
La revolución ha comenzado...
Última edición por Jarl Orcajo el Vie Feb 08, 2013 10:37 pm, editado 1 vez