¡Saludos, guerreros de Calradia!
La semana pasada hablamos de la política, la historia y los grandes personajes de las tres facciones imperiales. Hoy, analizaremos cómo están representadas en el juego.
A nivel militar, el equipo y las tropas del Imperio se basan en los siglos del IX al XI, precisamente el periodo del resurgir de los bizantinos. Las tropas más famosas de los bizantinos son los catafractos, caballería armada que salía a combatir con un arsenal de lanzas, sables y mazas largas. Pero los bizantinos también tenían caballería media y ligera como complemento, así como lanceros y hostigadores. Eso, sin mencionar a todos los mercenarios de los que pudiesen echar mano. Eran maestros de las armas combinadas, autores de manuales militares como el Strategikon (que aconsejaba ser pacientes en vez de buscar la gloria de manera alocada) y pioneros en el arte de darle un enfoque científico a la guerra.
El Imperio también desplegará caballería pesada, férreos lanceros y hostigadores. Además, gracias a nuestro sistema mejorado de órdenes, los jugadores podrán experimentar con las armas combinadas. Las mejoras realizadas en los cálculos morales, tales como el impacto que produce acabar con un gran número de tropas de golpe, pueden permitir que algunas tácticas, como las cargas por el flanco, sean más efectivas. Los catafractos imperiales también están diseñados para realizar ataques oportunistas, aunque hay que calcularlos mejor que la apisonadora vlandiana. Les hemos dado lanzas kontos a dos manos; sí, son un pequeño anacronismo, ya que son más antiguas que las primeras armas medievales..., pero creemos que aportan una variedad interesante. Sin escudo, la carga frontal de los catafractos puede ser más fácil de interrumpir con disparos; pero, si el enemigo no tiene tropas de apoyo a distancia, el alcance extra de esas lanzas kontos puede ser devastador. Sus mazas pesadas también pueden asestar golpes letales, sobre todo si se blanden a lomos de un caballo a toda velocidad.
Tal y como ocurre con los romanos, se cree que el Imperio ha impuesto una especie de Pax Calradica en su núcleo central, aunque también afecta a las fronteras en constante guerra. La paz y la estabilidad han permitido el crecimiento de las ciudades, así que se cree que el Imperio está un poco más desarrollado que los reinos exteriores. En Bannerlord hemos introducido diferentes formas de mostrar esta inversión acumulada. Podemos modificar la potencia económica de una ciudad a partir de las tiendas que tiene o de su poder defensivo, con muros exteriores de entre una y tres alturas, cada una de las cuales aporta cosas diferentes.
Tal y como ocurre en todos los reinos de Calradia, las variaciones entre las regiones del Imperio se notarán sobre todo a través de las facciones menores. Las fronteras del Imperio suelen ser más bastas y caóticas que la zona central, algo que en el juego se representa a través de los hombres de la frontera. Aunque son ferozmente leales al Imperio, adoptan muchas de las costumbres de las tribus a las que se enfrentan, ya sea a nivel de armamento o al preferir los feudos de sangre antes que un juicio amparado por la legislación vigente. Los observadores del país al norte son una representación de los akritai, los famosos hombres de frontera de Anatolia. Al sur y al este, las colonias de fugitivos y los vagabundos de espíritu libre han aprendido a vivir y a cabalgar igual que la gente de la estepa a la que se enfrentan, dando lugar a los eleftheroi. Se basan en los cosacos de la Tercera Roma (más que de la Segunda), aunque seguramente no se diferencien demasiado de los que vigilaban las fronteras bizantinas en el Mar Negro. Y, por supuesto, tenemos una facción basada en los varegos, que serán los temibles guardias del Emperador que, en los tumultos tras la muerte de Arenicos, han formado un grupo de mercenarios.
Un aventurero puede llegar a hacerse un nombre en los reinos exteriores, pero, para llegar hasta la cima del poder en el juego, será necesario hacer frente al Imperio y a su legado. Puede ser un Atila que les devuelva la humildad, un Justiniano que los restaure o un Carlomagno que los haga renacer con una nueva forma en un nuevo territorio. Poneos la túnica morada o pisoteadla en el suelo con los cascos de vuestro caballo. La elección es vuestra.
En el blog de la próxima semana hablaremos con uno de los programadores de nuestro equipo de desarrollo del motor gráfico: Gökhan Uras. Si tenéis alguna pregunta que hacerle, no dudéis en dejárnosla en los comentarios. Como siempre, elegiremos una para añadirla a la entrevista.
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