Tras descansar unas horas nos dirigimos a Ismirala que nos abrió las puertas de par en par despues avanzamos sobre Wercheg, entrando primero en el castillo de alburq cuya guarnición se rindió sin presentar batalla. los defensores de Wercheg abrieron las puertas y entramos, los soldados y ciudadanos vaegires fueron convertidos en Horda mientras que casi 200 voluntarios se unieron a nuestra causa. Llegamos a la ciudad con 600 hombres, salimos con 1000.
Avanzamos por la costa, hacia Rivacheg. El castillo de Bolugha se rindió sin presentar batalla, al igual que Rivacheg. Luego nos dirigimos al castillo de Jeirbe que fue conquistado tras prometer la vida a sus ocupantes. Nos dirigimos a Curaw por el puente vigilado por el castillo Slezkh donde vencimos a una pequeña fuerza vaegir de 50 hombres. Como represalia quemamos el castillo hasta los cimientos, convertimos en horda a toda la población civil y militar. El mismo destino sufrió Curaw, en cuanto a sus residentes se refiere, como castigo por obligarnos a asediar durante una semana la ciudad. En este momento nuestras fuerzas llegaban a los 1500 hombres entre los soldados y la Horda.
Envié a Edvard a Khudan con cerca de 400 hombres. El general de Khudan decidió abrir las puertas a Edvard para salvar la población. Pero tanto él como los soldados fueron convertidos en Horda.
Edvard volvió a Curaw, donde le esperaba. Decidí no avanzar sobre el resto de posesiones Vaegires, esperando que el Rey Vaegir, Lelus I, se arrastrase buscando la paz.
MIENTRAS TANTO EN REYVADIN.
Amanecía cuando varios soldados dirigidos por el Jefe del Estado Mayor Vaegir entraron en los aposentos de Killus, hombre fuerte vaegir durante los últimos 5 años. Quién había conseguido el poder adulando al Rey y matando a sus competidores y detractores. Al verse apresado, el ministro montó en colera.
-¿¡Qué significa esto!? -Exigió saber Killus- Soy vuestro superior ¡Soltadme!
-Se te acusa de llevar a la ruina a nuestro Reino -Dijo el capitán del destacamento -Por ello serás ejecutado en breve.
-¿¡Como os atreveis!?¡Soltadme!
Entre berridos y maldiciones fue llevado hasta la plaza central de la ciudad, donde frente a una furiosa multitud le recibió a golpe de fruta podrida. La ejecución fue rápida, en apenas unos minutos su cabeza ya no estaba unida a su cuerpo. En palacio, el Rey montaba en colera ante su Estado Mayor.
-¿¡Como os atreveis a actuar sin mi consentimiento!? -Dijo el Rey Lelus- Ese hombre ha hecho innumerables servicios al reino.
-¡Lo ha llevado a la ruina! -Rugió el Jefe de Estado Mayor, Texum.
-¡Mentira! -Contestó el Rey, completamente enfadado- ¡Gracias a él el plebeyo de Dixben está derrotado en Sargoth!¡Gracias a su liderazgo y nuestro glorioso ejército!
-¿Qué dice, señor? -Contesto Texum- ¿¡Que Dixben esta derrotado en Sargoth!?¡No me haga reir!¿¡Cuantas mentiras le ha dicho para permanecer en el cargo!?
-¡Killus no me mentiría!¡Es mi hombre de mayor confianza! -Rugió el Rey, fuera de sí.
-Entonces explicadme Majestad porque os ha dicho eso cuando la realidad es muy diferente-Texum cogió aire- ¡Dixben derrotó a nuestro ejército en las llanuras de Ismirala!¡Ha tomado Wercheg, Curaw, Rivacheg y Khudan y gran parte de nuestros castillos!
Lelus perdió el color de su cara.
-¡Eso es imposible!¡El propio Killus venció a Dixben!
-¿¡Cómo si no salió de la ciudad!?
Lelus no tenía más razones para creer en ex ministro. Miro al resto de hombres que había en la Sala del Trono.
-¿¡Todo esto es cierto!? -Los hombres apartaron la mirada. Lelus se desesperó-¿¡Cómo le permitís campar a sus anchas por nuestro reino!?¡Enviad un ejército a por él!
-No podemos -Contestó Texum.
Lelus se ponía cada vez más nervioso.
-¡Claro que puedes!¡Yo os lo ordeno! -Gritó el Rey, fuera de sí.
-No tenemos hombres a los que enviar, señor.
El Rey adquirió un color cadavérico.
-¡Mi ejército personal!¡No puede haber mucha diferencia numérica!
-Su ejército esta formado por 227 hombres frente a los aproximadamente 1500 de Dixben y suben en número día a día.
-¡Yo mismo dirigiré a mis soldados!¡Soy un gran general!¡Como el legendario Dermat!
Los hombres le miraron. Había perdido la cabeza.
-¿En cuantas guerras ha participado señor? -Le preguntó Texum.
-En ninguna -Contestó Lelus.
-¿Cuantas batallas ha luchado?
-En ninguna -Volvió a contestar el Rey.
-¿Cuántas campañas has comandado?
-¡Ninguna! -El Rey volvió a perder los nervios- ¿¡Y qué más da!?¡Soy mejor que ese plebeyo!
-¡Ese plebeyo ha luchado siempre al frente de sus tropas! Normalmente en inferioridad númerica y de recursos. Siempre ha sabido sobreponerse y conseguir victoria tras victoria. Tiene un ejército bien entrenado y que le seguiría al infierno. Tiene unos compañeros leales hasta la muerte. No puedes compararte a él, Majestad.
-¿¡Cómo os atreveis!?¡Venceré a ese advenedizo y luego os colgaré!
-¿Con qué ejército? -Preguntó Texum- No has salido de la capital en los cinco años que llevas en el trono. Vuestros hombres jamás os seguirán. ¡Vuestro padre debe estar revolviendose en su tumba!
-¿¡Cómo os atreveís!?¡Apresadle! -Ningún guardia se movió- ¿¡No me habeís oido!?¡¡APRESADLE!!
-¿Lo entendeis ahora?¡Nadie os es fiel aquí! -Y tras esperar unos segundos para que el Rey entendiese la situación. Gritó -¡Soldados encerrad al traidor!
Los soldados se abalanzaron sobre el ahora depuesto Rey. Y lo llevarón a las mazmorras.
-¿Qué haremos ahora? -Preguntó Nixias, uno de los generales más viejos. Fiel soldado y leal sudbito del padre de Lelus- No podemos enfrentarnos a Dixben.
-Cortaremos la cabeza a Lelus y se la enviaremos a Dixben a Curaw. Tambien le notificaremos nuestra total rendición a cambio de respetar las vidas del resto de ciudadanos y soldados vaegires. A cambio, le entregaremos a nuestros primogénitos como rehenes.
Nixias miró al suelo y suspiró.
-Es la única forma de conseguir la paz.
Al cabo de dos horas, Lelus fue ejecutado frente a toda la ciudad. Era el Rey más odiado de la historia de su reino. Su cabeza fue enviada junto a los rehenes a Curaw. Los rehenes esperaron escondidos en las afueras. Solo un emisario entró a la ciudad.
VUELTA AL RELATO EN PRIMERA PERSONA.
Zack se me acercó. Parecía nervioso.
-¡Dixben!
-¿Qué ocurre, amigo?
-Ha habido un golpe de estado. El Rey Vaegir, Lelus I ha sido derrocado. El nuevo gobierno nos envía un emisario con la cabeza del antiguo Rey y una propuesta de paz.
-Llamad a Edvard, Tikka y Maria. Que se presenten con sus mejores galas y traed tambien las mías. Cuando estemos vestidos, dejad pasar al emisario.
Tardamos casi una hora en estar listos. Después entró el emisario.
-Es un honor conocer a tan laureado general -Dijo el emisario- Soy Texum, Jefe del Estado Mayor Vaegir y presidente del nuevo gobierno.
-Es un placer conocerle -Contesté- ¿Por qué un hombre en su posición se arriesga tanto?
-Creo que estos asuntos es mejor tratarlos cara a cara. Sin intermediarios -Contestó el hombre.
-Pienso igual -Contesté -Decidme pues, la proposicón de paz que tenéis para mí.
-Las posesiones restantes del Reino pasarán a ser vuestras ipso facto. Del mismo modo los restos del ejército se unirán al vuestro para luchar juntos. A cambio, vosotros no derramareis más sangre de ciudadanos vaegires.
-Es una oferta tentadora y realmente no hace falta que vuestro pais siga sufriendo ¿Pero cómo sé que no es un estratagema y no nos traicionareis en plena batalla?
Texum suspiró.
-Los altos mandos han accedido a entregar a sus primogénitos como rehenes durante 1 año como garantía. Del mismo modo han jurado seguir vuestras ordenes hasta el final y el honor es nuestra posesión más preciada, sin él no somos nada.
Miré a mis amigos, quienes asintieron.
-¿Cuanto tardarán en llegar los primogénitos? -Pregunté a Texum.
-Si juraís cumplir vuestra parte del trato les haré venir en seguida. Yo me iré a Reyvadin y los rehenes se quedarán aquí.
-Muy bien -Dije- Juro que ni los ciudadanos vaegires, ni los rehenes sufrirán daño alguno de forma injustificada mientras cumplais vuestra parte del trato.
Ambos nos dimos la mano y Texum se fue. La guerra por el Norte y Vaegir había terminado.
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Perdón por el tochazo, pero espero que os guste.