Neomythology ¡Actualizado cada 2-3 días! :D

Es un gran trabajo, ahora mismo no tengo mucho tiempo pero cuando pueda lo leeré entero lo viejo que ya e visto y lo nuevo que tendré que ver.

Animo y a continuar la gran obra

¡Se pone fuerte el asunto! Habrá que ver que nos trae éste nuevo enemigo...

Mientras el dialogo se sostenía en el aire, Jostian subía arriba a atender a Sirial. Estaba mejor de lo que esperaba. Por suerte solo eran unos cortes poco profundos. Un corte en la mejilla, otro en la ceja, uno en el labio inferior  pero ninguno en los ojos ni otros lugares críticos. El problema es que algunos se le habían quedado incrustados.
Sirial, callada y sentada apoyada en la pared, tranquila y relajada quizá por el shock, miraba a Jostian como con muchísima delicadeza le iba quitando los cristales de su piel.
-No noto nada…-le dijo a Jostian.
-Pronto estarás mejor no te preocupes. Mira si puedes moverte.
-No me entiendes, quiero decir que no me estás haciendo daño…siento el calor en tus manos pero no el dolor.
-Lograré que me lo repitas cuado termine de quitártelos todos, no te preocupes.
Jostian mantuvo una leve sonrisa desde entonces, la ira de antes se transformó en cariño y precaución.

Mil, luchaba como podía contra los bandidos. Recibía ya varias heridas y cortes. Pronto comenzaba a sentirse superado, estaba a punto de pedir ayuda hasta que se le ocurrió una idea…

Tomó prestada, ya para siempre, fuerza de su espíritu, se armó de valor, empujó los tres bandidos escaleras abajo a cambio de recibir un par de cortes más…ésta vez muy graves. Retrocedió y reventó lo poco de puerta que quedaba con su hacha mientras con otra mano se tapaba la herida en el vientre. Cogió una antorcha que restaba en el suelo con su mano ensangrentada de su sangre y sus enemigos, y la lanzó a los restos de la puerta. Así el enemigo no molestaría.

Después de esto, Mil se sentó en el suelo, apoyado en el arco de la entrada de la pequeña iglesia, mirando las montañas vagamente iluminadas. Giró su cabeza para ver a su rey con quién había podido luchar codo con codo luchar con valentía contra ese ser tenebroso…
Miró arriba, viendo el cariño de un príncipe humano compartido con una princesa elfa de otra raza… Miró el símbolo de la iglesia de paladínes que representaba fe y esperanza.

Con todo eso, una sonrisa y sus heridas, suspiró. Lentamente, cerró sus ojos, orgulloso de lo que había logrado. No los volvió a abrir.

Mil, guardián del pueblo fronterizo, murió con honor defendiendo a su rey, sus amigos, pensando en la gente que salvarían lo que quedaba de su pueblo en las colinas de su base. Los buenos seres le prepararían una gran bienvenida. En aquel sitio donde la gente que va, no quiere regresar, donde el nuevo trabajo, consiste en proteger a la gente que más has amado.

El rey sabía lo que había pasado. Su expresión se tornó seria, sus golpes más certeros, más duros y más potentes. La venganza para un hombre de virtudes y lealtad, le daba más fuerza a los nuevos latidos de su corazón.

La guadaña era parada por la espada del rey, la pesada bola de hierro, bloqueada por su escudo.
La contienda parecía igualada.
Un grito de mujer de la casa central alertó a todos. Nos temíamos lo peor. Líbian bajó la guardia solo un instante y fue herido en su muslo izquierdo.

-¡Argh!-Una queja de Líbian demostró que le habían herido.
-¡Vela por ti y luego por tu pueblo!  La maza caía con potencia hacia la cabeza del rey que tenía una rodilla en el suelo. Líbian levantó su escudo lo más rápido que pudo, pero no fue eso lo que paró la mortal arma del segador.

El escudo de su hijo estaba firme delante de su rey. De pie y con coraje, sujetando la maza con ambos brazos, con la velocidad del instinto descendió el de su espada y golpeó con la empuñadura el hombro del Segador. Si fuese un hombre normal debería haberse quedado sin clavícula.

-Rey e hijo, arquera elfa detrás de mi… No sería sabio continuar, aunque seguro que podría con todos…Si me voy, es porque me basta con lo que he logrado ahora…os espero en el campamento. Saludos.

Jostian corrió hacia él pero lanzó un salto sobrenatural hacia atrás y volvió por la ventana de dónde vino.

Desapareció junto con el cielo tenebroso.
-¡Padre! ¿Cómo estás?
-Bien, bien… la herida es poco profunda, esa arma desgarra y no está muy afilada… pero entre el grito y mi consciencia que sabía que me había concentrado pude esquivar bastante bien… Juro que nunca más me distraeré. En una cosa tiene razón, primero hay que pensar en uno y luego en los demás, porque sin ti, no hay demás… al menos si necesitan tu ayuda.

Se miró de nuevo la pierna y solo vio un corte pequeño, de milímetros de profundidad… pero la piel de alrededor se volvía azul…

Mañana pongo lo que es el final del capitulo IV.
Será una publicación más larga pero tendrá que esperar un poquito ^^

No puedes dejarnos así Hitlands!!! Tengo ganas de leer ese capítulo más largo

Lo vamos a esperar con ansias .

Lo prometido es deuda    


Parecía que no venían más enemigos pero escuché un cristal roto en la casa central o en la casa en llamas. No supe distinguir cual era.

Íbamos despachando los últimos enemigos que quedaban y después de matar unos cuantos, seis enemigos huyeron al campamento.
Líbian pasó cerca del cuerpo de Mil. Le miró breves instantes y le dijo: “Volveré.”

Ybskhäar y los dos lobos salieron de la casa en llamas, vivos. No encontraron nada.
Fuimos fuera, nos reunimos rápidamente. Líbian cojeando un poco, dijo que Mil había muerto en acción. Pero hubo poco tiempo para él, había que salvar a Nubo y los de la casa.

Entramos en la casa principal,  ver si quedaba alguien vivo. Fuimos subiendo y al llegar al último piso, solo había bandidos muertos…y Bästisnäll que acababa de subir. Habían intentado entrar hasta por las ventanas escalando el edificio.
Abrimos la trampilla y Líbian  dijo con voz preocupada pero calmada.
-Somos nosotros ¿Estáis bien?
-Si…vamos a bajar-Dijo una de las mujeres.
-¿Qué ha pasado?-Pregunté.
-Cuando Nubo se dio cuenta por la pequeña ventanita que Ybskhäar no encontraba su hijo, se puso nervioso y más cuando vio que empezaban a subir enemigos por la ventana. Saltó de la trampilla y mató todo lo que se moviera. Luego saltó por la ventana y se fue al campamento…
-Ese insensato…-Dijo Gálem moviendo la cabeza horizontalmente.
-No podemos ir ahora, debemos descansar unos instantes. Mi padre está herido y creo que no tiene buena pinta.-Dijo Jostian.

Líbian mostró su pierna. Tenía un tono entre verde y azul, como un mar de algas.

-¡No! Sé que es eso.-Dijo Djafvik alteradísimo.-El enemigo tal vez haya ganado ahora… Sin lugar a dudas era letal. Éste es un veneno que mata a la victima al poco rato, consiste en matar las células y convertirse en algo peor. Nunca había visto nada igual dado que solo lo he estudiado y desde tiempos de necromancia que no se registraban casos…de eso hace casi veinte años ya… Jamás pensé que sería tan fácil de reconocer. Desde luego es como si tuvieras un pequeño mar de algas ahí dentro.

-¿Se refería a esto el Segador cuando dijo que tenía suficiente con lo que había hecho aquí?-Preguntó Sirial retóricamente.
-¿Algo habrá que se pueda hacer no? ¿Algo de magia?-Dijo Jostian mirando a Djafvik.
-La magia sanadora se me escapa…
Gálem comenzaba a impacientarse.
-A la próxima Líbian te tendré a mi lado.-Dijo.
-Hay algo que se puede hacer. Mi padre murió por algo similar a esto. Hace dieciocho años exactamente, no veinte. Ahí no teníamos medios.
-Hay una única cosa que se puede hacer ahora…para sanarte-Dijo Hélebrin.-En mi pueblo y el de cada raza elfa cada cien años cultivamos una poción…un…elixir. Lo cura todo. Si es una enfermedad real… Lo guardaba para Sirial. Dudaba que yo tuviera que usarlo. Intentamos investigar como hacer cada menos años…

-Líbian si no hay más remedio tómatelo-Dijo Sirial.-Tal vez tengas razón yo también hubiese luchado por mi pueblo así que acéptalo. Ve con cuidado y si lucháis con él, nunca os dejéis golpear.

Líbian asintió tímidamente la cabeza unas cuantas veces. Culpable.

-¿Hay que ir a por alguna hierba? ¿Agua?-Preguntó Líbian.

-No Líbian. Nunca he tratado esta enfermedad y no quiero arriesgarme a ver que sucede. Úntatela rápido. No tengas reparos en usarla toda. Deja de ser útil poco después de abrir la botella.

Líbian tomó ese elixir y se echo un poco en el muslo. Cicatrizó al instante y se volvió color vivo de nuevo.

-Es increíble lo que puede hacer la magia y la alquimia elfica.-Díje gratamente impresionado.
-Si, pero es cada cien años, no es para menos…-Comentó Hélebrin.

-Amigos, sé que estáis fatigados pero podemos salvar a Nubo y a las mujeres ¡Vayamos a por ellos!-Dijo Bästisnäll.

-¿Estáis conmigo?-Preguntó Líbian
-Estamos contigo, eres nuestro rey y ellas de los nuestros-Dijo Urane.
-Te acompañaremos-Dijo Hélebrin.
-¡Sea pues!-Finalizó Líbian.

Una anciana se acercó al Rey Líbian para ofrecerle algo:
-Señor Líbian, tenemos cuatro cosas muy preciadas en nuestro pueblo… Nuestra gente, el hacha, nuestros caballos y el arma de fuego de Nubo. Se la ha llevado. No sé que tal le irá pero causa grandes desastres esa arma al enemigo.
Nuestra gente está bien…La que queda enterraremos a Mil con su daga y su lanza. Le hemos visto caer desde aquí arriba. Si liberáis las mujeres las acogeremos bien y luego iremos a la Ciudad de Plata andando. Tenemos recursos escondidos para el viaje.

Los caballos están en un pasadizo subterráneo entre unos escombros. Seguidme y os llevaré a él. Pero antes coge el hacha de las catacumbas.
-Gracias, sois muy amable-Dijo Líbian.
-Es lo mínimo… que te sirva en tu batalla. ¡Únela con tu otra hacha y lucha ferozmente contra el enemigo!-Dijo un campesino.

Así que con un gesto de aprobación, bajamos a las pequeñas catacumbas y vimos un hacha posada en una estanteria de roble. Líbian la tomó con cautela y admiración y vio brillar en ella mil mundos y esperanza.
-Era de un buen líder de antes de la creación de Hitlands…-Dijo Líbian. Mi padre me habló de ella.

-Kyros, tus dos espadas…sé que te encantan las espadas. Toma también la mía.  Llévala en la espalda.
-¿Estáis seguro?-Creo que titubee un poco ¡Era la espada del rey!
-Totalmente, Jostian tiene una muy parecida y no le gusta ir con dos armas a la vez y yo iré con mi hacha, y ésta nueva en la otra mano y si la situación lo requiere, usaré mi escudo.

Acepté la espada. Admirado, Jostian me felicitó sin rencores. Le dije que la usaría para sacarle de apuros. Nos echamos unas risas que duraron poco.

-Hay prisa Kyros, sigamos- Dijo Gálem.

Fuimos subiendo de nuevo.
-Me sobra una espada… Ybskhäar, ¿La quieres?-Pregunté.
Ybskhäar cogió mi otra espada sin decir nada sonriéndome de reojo y se la puso detrás como yo.

Salimos de allí y cuatro casas al lado entre unos escombros había una puerta de madera en el suelo. La abrieron los campesinos y subieron más de una docena de caballos al trote.
-No entiendo porque no cogisteis caballos…-Preguntó Moseph.
-Bueno, digamos que todo vuestro ejército los está usando. Éstos son de granja así que no son adecuados para la batalla, como mucho de carga. Ni se os ocurra batallar con ellos, saldrían con el rabo entre las patas.

-¿Cuántas mujeres hay en la colina?-Preguntó Ladsia.
-Unas veinticuatro mujeres  habían secuestrado aproximadamente y las llevaron al campamento.-Contestó la anciana. Que vayan volviendo los caballos con dos jinetes. Sabrán volver solos. Mucha suerte.
-Volveremos por duplicado.-Aunque Líbian no pudo justificarlo, parecía seguro e iba para promesa.

Así que tras despedirnos, fuimos subiendo al trote. Ya era de noche pero había luna y algo de luz tras las montañas. Nos acercábamos al campamento  y el cielo violeta tenebroso a nosotros. Empezó a llover fuerte, en cuestión de pocos segundos. Sentí inseguridad. Los demás, no sé.

Fin del capítulo IV

Relato de Kyros, capítulo V: Un nuevo reto.

Fuimos llegando al campamento que no estaba nada lejos. Solo teníamos que subir una cuesta del valle. Ya era prácticamente de noche, el cielo ahora si estaba oscuro y algunas nubes del este tenían un color rojizo de los últimos alientos del sol.
Dicho campamento, estaba formado por unos postes de madera, una torre en la entrada, pero ninguna puerta. Era una entrada pobre, fácil de acceder y huir... A menos que estuviera guarnecida como hace unas horas. Por suerte había algunas antorchas que luchaban para no ser apagadas por la lluvia.

Lo sorprendente fue ver a los bandidos que huyeron masacrados. No eran heridas de guadaña, más bien heridas de una fina y ligera espada pero afilada y buena.

-Nubo supera mis expectativas.- Dijo Gálem que se sorprendió al ver un bandido acribillado con muchas quemaduras y perforaciones. Parecía que le gustaba disparar a bocajarro.


Líbian bajó del caballo e inspeccionó el cadáver. Tenía trocitos de metal clavados en diversas partes del cuerpo. Eran metralla y perdigones.

-Nubo usa una escopeta enana-Dijo Líbian. Pólvora decente y..el acero de su espada… a juzgar por las finas perforaciones parece de artesanía Imperial humana… Una buena combinación.

Líbian giró la cabeza para ver si encontraba más pistas de él o mujeres. De las mujeres no pudo ver nada, solo vio un camino que daba vueltas para ascender una pequeña colina. Y en esa misma cima, un puente que conectaba con otra cima ésta vez inaccesible desde la otra montaña.

-Bueno-Dijo Hélebrin. Tan solo tenemos que subir un poco siguiendo los cadáveres que ha dejado éste sujeto por el camino.

Por suerte, el camino tenía antorchas repartidas con la parte superior cubiertas de un metal en forma de cono. Así que  la lluvia no apagaría las llamas.

-¡El tiempo apremia! Tenemos que llegar a Nubo antes de que él se una a los rastros que estamos encontrando.
Tras oír las palabras del rey vimos como volvía a montar y todos subimos sin ninguna otra demora. El camino era ancho y la velocidad podía tolerarse.
Una vez arriba y con Jûhrm algo mareado por las vueltas, vimos unas mujeres correr hacia nosotros, casi desnudas, llevaban solo telas por no decir sábanas hechas jirones.

Ésta vez desmontamos todos.
-¡No sois bandidos! Nubo nos dijo que fuésemos al pueblo, luchó tenazmente contra más de una docena de bandidos y era impresionante, no pude ni contar las heridas que tenía pero la última vez estaba todavía con aliento para aguantar más fatiga.  
Parece que sigue vivo…
-Soy el Rey Líbian y… me alegro de que esté vivo  sea más duro que su testarudez. Pues tiene más valor que diez soldados juntos de mi ciudad ¡Pero no más cabeza! Tenemos prisa así que lanzaré preguntas  y quiero respuestas cortas. ¿Estáis todas aquí?
-Sí, a las que nos querían ninguna murió.
-Montad nuestros caballos, Sirial acompáñales por favor. ¿Qué os han hecho?
-Estábamos maniatadas, pretendían jugar con nosotras al destrozar el campamento…no han podido tocar a casi ninguna… aun así parece que las tornas han dado un giro brusco.
-Sí habéis tenido suerte dentro de lo peor. Lamento el mal trago. ¡Montad, Montad ya! ¿Sabéis algo de Imlel?
-No, no le hemos visto.
-¿Y del Segador?
-Nada.
-A mi me pareció escuchar unos pasos antes de que Nubo nos liberara hacía lo lejos del puente. Soy la madre de Imlel y mujer de Nubo… Estoy contigo, es lo más terco que he visto. Pero le quiero tanto como él quiere a su orgullo y a los suyos. No pude detenerle aunque tampoco sé si quería dejar a la suerte la probabilidad de que Imlel estuviese ahí arriba.
-¡De acuerdo! Sirial por favor, llévalas al pueblo velozmente y vuelve si estás en condiciones para luchar.
-Como gustes Líbian, estoy bastante bien de los cortes.

Sirial que parecía algo más tolerante a las órdenes  de Líbian a diferencia de Hélebrin, las  acató sin poner mala cara. Líbian dejó claro antes de partir que él llevaría la marcha aunque Hélebrin podría tomar acciones más independientes. No obstante, las órdenes serían para cooperar y serían cuestionadas solo si había tiempo. Líbian tendría el mando hasta llegar a territorio elfo.

Los caballos eran bastante mansos y ya habían corrido un trecho, así que ahora irían más despacio para las mujeres cansadas y/o inexpertas en cabalgar.

Me pasó por la cabeza que quizá Imlel había huido del campo de batalla.

-Vale-Dijo Gálem.-Es nuestro turno.
Nos mantuvimos la mirada apenas un instante y fuimos a paso ligero hacia el puente.
Ahora los bárbaros parecíamos nosotros, corriendo en territorio hostil y todo destrozado. Con alguna antorcha, acechando bajo la lluvia. El puente ya estaba cerca y no divisábamos enemigos.

Unos instantes antes del puente Moseph se frenó en seco.
-¡Líbian! ¡Mire! ¡Aquí hay unas huellas muy pesadas!
Por el camino no encontraba ningún cadáver de persona obesa. Y las huellas apuntaban que había cruzado el puente.
-El segador carga con algo o alguien-Dijo Ybskhäar.-Al lado parece ser que están las botas de Nubo. La tormenta hace que las huellas se vayan rápido y el fango las erosione…

Vi que las huellas de Nubo aunque no eran tan profundas eran más claras.
-No creo que Nubo haya luchado aquí con El segador cargando algo. Las huellas de Nubo son más recientes-Dije.-Ganamos terreno y estamos cerca.

-Muy bieeen mi buen Kyr, ¡Vas mejorando!-Me dijo Ybskhäar que sonreía mientras me ponía su mano en el hombro.-¡Sigamos! Aflojemos el paso un poco, hay que llegar frescos si hay un confrontamiento.

Fuimos a un paso igualmente ligero pero más lento para reponer algo de fuerzas y aliento. Ybskhäar gozaba de la razón. Más nos valía reponer fuerzas si teníamos otro enfrentamiento.
A saber si Nubo ya había caído y lo que nos esperaba era una horda de bandidos con arcos tensados… Eso fue lo que no aflojáramos mucho el paso porque todavía había tiempo.

Un minuto más tarde nos encontrábamos en el puente. Vimos a lo lejos las siluetas de algunos caballos en la noche llegando al pueblo. Gracias a la antorcha de Sirial. Ella tenía que ir a un paso más lento por la poca luz.

AL cruzar el puente ocurrió algo espeluznante. Nuestras antorchas se apagaron todas a la vez. Un trueno cayó y el cielo era completamente violeta de nuevo. Unas tinieblas sacadas de la creatividad de una mente corrompida.

-Bien chicos…estad alerta, aun hay cadáveres de bandidos y eso es bueno.-Comentó Líbian con el aire algo sostenido para tranquilizar el ambiente.-Desenvainad, muchachos, la pelea esta cerca.

“No hay arcos tensados, no hay arcos tensados” Pensaba yo.

A medida que subíamos el poco camino que tenía la otra pequeña montaña que comenzaba por el lado opuesto de la anterior, encontrábamos más luz…en la oscuridad. Esa luz violeta se intensificaba pero sabíamos que era oscura. Era el mal…

Cuando solo quedaban dos vueltas más, subimos con cuidado y unas voces se nos hacían cada vez más cercanas hasta que pude escuchar alguna con claridad.

-¡Suéltame engendro del diablo! -¡Papá! ¡Estoy seguro de que puedes con él! ¡No importa que me mate, cárgatelo de una vez!

Y así supe que ya estábamos metidos de lleno en el destino.

-¡Oh! Que grata sorpresa, los del pueblo. ¿Qué tal su pierna rey Líbian? ¿Le duele mucho?-Preguntó el Segador con lo que parecía un ojo medio cerrado.
-Subestimas nuestra fuerza Segador. Mis aliados son fuertes. ¡Fracasaste en tu intento!
-Gracias por venir Líbian y compañía-Dijo Nubo. Se encontraba herido con sangre en toda su ropa. Su antigua camisa beige ahora era toda roja. Y sus heridas de la rodilla y del hombro eran un adorno a su nueva colección que se había atribuido.
-En serio…¿Hélebrin?-Cortó el Segador. –Has usado un elixir que tu pueblo tarda en hacer cien años para alguien que ni siquiera es elfo? ¿Para alguien que se ha buscado eso en batalla? Te arrepentirás  y lo sabes.
-No cuestiones mi sabiduría. Ahora podía salvarle.  Mañana ya me ocuparé de los demás.
-Como gustes rey elfo…
-Cerradle la boca de una vez.-Dijo Imlel.
Imlel era un chico valiente y temerario como su padre. Con mucho odio a los que dañaron a su pueblo. Tendría entre trece y dieciséis años. Catorce, recordé que dijo Nubo.

-Ahora que estamos todos, incluso los no invitados. Que comience la ceremonia ¿No?
Dicho esto, el Segador levantó su guadaña con fuerza y pretendía acabar con Imlel y quedarse sin rehén.
-¡Si muero caerás pronto Segador!-Gritó Imlel.
-¡Loco!-Gritó Nubo lanzando su sable. Todos juraríamos que iba directo a la cabeza del segador y que la guadaña no podría pararlo. Pero el segador movió esa pesada guadaña como si de un lápiz se tratara y desvió el sable perfectamente para que la trayectoria fuese justo al abdomen de Imlel.
Expresó el dolor con un grito agonizante.
-¿Qué te duelen más Nubo, los sablazos que tienes o el que le has propinado a tu hijo?

Nubo se tendió en pie, con las heridas, en un instante cogió mi espada sin que pudiera reaccionar y cargó con la espada del Rey.
-¡Nubo no seas loco, no aguantarás así!- Desenvainé mi espada corta y me llevé el escudo en frente y me dispuse a ayudar.
Pero a medida que Nubo se acercaba al Segador, la guadaña lo hacía más a Imlel todavía más rápido.
Tarde o temprano el golpe llegaría.
La sangre brotó del corazón de Imlel. La guadaña estaba incrustada en él y en el árbol que tenía detrás.
Murió.

En ese momento Nubo cayó rendido al suelo. Arrodillado mirando al suelo las gotas de su frente que caían entre sudor, sangre y lágrimas por la impotencia.
-Uno menos. La ceremonia de la caída de los héroes de la ciudad ha sido inaugurada.-Dijo el Segador con desgana. Aunque se apreciaba que guardaba rencor.- No lo hago “principalmente” por placer. Es también por necesidad. Necesito mataros, de veras…El mundo sería un lugar mejor sin guerras ¿No?

-Agarré a Nubo con fuerza y le dije al oído: “Caerá ante nuestro acero”.
Nubo se levantó conmigo, gravemente herido y con la concentración algo mermada, más por la sangre perdida y cansancio que por letalidad…. Y yo, con miedo pero con mucha fuerza y ganas de terminar con él.
-Kyros, basta. No tienes la destreza que hay que tener para acabar con él. Y tú Nubo estás herido. Ésta vez de verdad. No pretendo ofender pero no haréis nada más que dar el segundo paso de ésta ceremonia.-Dijo Gálem.
-Gasté mi último disparo con ese bandido de ahí al lado…Debí haberlo guardado. Gálem, no me falles, le dejo en tus manos.
Tras decir esto, Nubo se sentó y le arrastré a un lado alejado del Segador. Y entonces Gálem le lanzó una mirada y le dijo: Caerá ante nuestro acero.

-Supongo que no tengo que recordarte que tengas cuidado Gálem.-Dijo Líbian.
-Correcto, no tenías que recordármelo.

Gálem se quitó el abrigo que tenía y ahora se le veían los brazos y sus venas dilatadas por su ira. Desenvainó su espada, la golpeó con fuerza al suelo. Era una espada tan fuerte que ningún golpe podía dañar el filo. También hecha por buenos herreros Imperiales como la de Nubo.
-Segador, o como te llames voy a ser tu contrincante. Gálem, máximo oficial de la ciudad de plata, y señor de los paladines de Hitlands. ¿Sabes que significa eso?
-Yo solo lo entiendo como una calavera más en el árbol.
-No, más sencillo. Estás muerto.
-Oh…podría ser.
El segador avanzó de forma vacilante y soberbia hacia nosotros después de esas palabras y Gálem hacia él con total firmeza.

Estaban ya a solo dos metros. Pararon y se miraron.
-Eres despreciable.-Dijo Gálem. Y acto seguido le escupió a los pies. –A ti-Continuó-No tendré problemas para matarte.

Escupir era algo más típico de Ybskhäar o Jûhrm. Jamás vi a Gálem escupir a ninguna otra persona...Y eso pronto se entendería.

El Segador atacó con la parte contundente del arma. La bola de hierro fue esquivada por Gálem pero la cadena rodeó la gran espada.
-Vaya señor Gálem ¿Qué pasaría si ahora usted fuese desarmado por éste ser despreciable?

El Segador levantó su guadaña con fuerza o al menos lo intentó. Gálem no era tan fuerte como la monstruosa fuerza de Bästisnäll. Aunque casi. Pero sin duda tenía mucha más técnica.
Gálem seguía sujetando su espada, firme con una mirada de odio y deseo de acabar con el Segador.
-¿Te burlas de mi fuerza maldito?-Dijo Gálem.

Gálem retiró la espada con fuerza y el Segador apartó la cadena.


-Está más igualado de lo que piensas, Segador.
- Me gusta haceros creer que tenéis alguna oportunidad.

Las armas chocaron y el impacto de acero sobre acero se hacía una melodía en la lluvia.

-¿No deberíamos ayudarle, Líbian?-Pregunté.
-Gálem es posiblemente el mejor guerrero en todo Hitlands y me atrevería a decir que rivalizaría con los mejores del continente. Dejo por ello, que elija su batalla y su lugar de muerte si quiere. Dado que él conoce mejor sus habilidades y opciones que yo. Pero creo que puedes estar algo más tranquilo. Él es algo más fuerte que yo, creo que tiene bastantes opciones- me sonrió.

Siguieron peleando hasta que la batalla llegó a un momento en el que Gálem desvió la guadaña del Segador y con su empuñadura consiguió desencapuchar al Segador. Al mismo tiempo el Segador le dio un pequeño arañazo en la parte exterior del antebrazo a Gálem, un poco más arriba de la mitad.
Todos quedamos sorprendidos. Y entendí porque Gálem escupió. Como dije…nunca lo haría a una persona pero los paladines tienen un archienemigo.

-¿Quién o qué eres tú?-Preguntó Jostian.
Gálem ya le había visto la cara antes por eso ahora ya no se inmutaba.

El color de sus ojos…amarillo brillante. Su piel muy pálida, demasiado con un tono azul…nada vivo.

-¿Qué sino un no muerto nigromante tiene los ojos amarillos y sigue siendo cuerdo?-Dijo Gálem.
-Si te interesa, antes eran azules, muy claros, casi blancos creo recordar…y si quieres te digo mi nombre. Semawtwn…actual señor de los no muertos. Recordaréis mi nombre y cuando lo escuchéis os estremeceréis.


Lamento muchisimo haberme demorado. Hemos estado ocupados los moderadores ests días y no he tenido mucho tiempo. De hecho, llevo más de una semana sin escribir, casi dos por tema de tiempo y estoy tirando de lo que ya tengo escrito. Espero pero, que compense con esta buena parte algo más extensa. Un saludo a todos y se agradece vuestra lectura. Sois inspiración para mi. Pronto seguiré escribiendo. Muy pronto Esperad publicaciones normalizadas desde ya ^^

Muy buen capítulo; ya quiero ver el desenlace del combate .

Soon...:

Hay un desenlace de otra historia que a lo mejor se torna más interesante ju ju ju...

Yo hoy por hoy y por mi tiempo no soy tu mejor lector pero te leo y pienso que es una gran obra y es de obligada lectura para todo usuario que lo sepa apreciar.

Gracias Neo Todos tenemos un tiempo limitado ^^

Para cuando el siguiente? Cuando Hitlands, cuando?
He tenido que dejar un libro a medias porque estoy leyendo tu historia, estarás contento

Está bien, haré un esfuerzo y mañana subo un poco más

Genial!

-¡Gálem!-Gritó Urane.
-Si y ya habéis tomado una poción. Que desperdicio en serio.- Semawtwn seguía hablando tranquilo moviendo la cabeza de lado a lado, como si estuviese mirando una escena que no iba con él.

La herida del brazo de Gálem se tornaba azul…
-Así que el veneno no es tu arma, tu tienes ese veneno…
-Si, y quien muere por él, se vuelve como yo, claro que más inútil y su consciencia no es tan…consciente…digamos que sigue un poco más mi consciencia. Es un privilegio que yo de ese veneno en persona.

Primero Mil, luego Imlel no sé si Nubo saldrá de ésta que está casi inconsciente…¿También Gálem? No podía ser.

-Os aconsejo que le matéis antes de que os cause problemas. Gálem podría ser un temible no muerto.

Gálem miraba su herida, no sé si con temor o con rabia…algo había en sus ojos.
Ante su mirada en el brazo, murmuró estas palabras que terminaron en grito.
-No, no me arrepentiré, no me arrepentiré. No me arrepentiré. ¡ No me arrepentiré jamás!

Algo que no me imaginaba que pudiera ocurrir, ocurrió.

Gálem se rebanó un pequeño trozo de su piel con su espada. Ante el dolor y la angustia puso su brazo en frente a su pecho.
Se podía ver un trozo del radio.

Se hizo un silencio prolongado ante nuestras caras de sorpresa mientras Gálem se lo cubría con un trozo de la tela que suele cubrir su espada. ¿Tendría efectos curativos ese tejido también?

-Esto ha llegado muy lejos Semawtwn. -Dijo Gálem con los dientes algo apretados.- Y esto termina aquí.

El brazo intacto derecho de Gálem se fortaleció aún más. El otro no dio señales de volverse azul...aunque sangraba mucho.

-Desde luego tienes agallas. Pero me resultará sencillo volver a toca…

Gálem le calló con un golpe de espada que le arrolló dos metros atrás.

Ahora el que avanzaba vacilando era Gálem, con la mirada casi perdida.
-¡No escaparás!-Gritaba entre dientes.

Semawtwn se levantó despacio, mirando el suelo y se le escapó una risa burlona por la nariz.
Corrió a una velocidad inhumana hacia Gálem y se puso detrás. Gálem giró rápido y le asestó un golpe que el Segador bloqueó.
Ybskhäar, Urane, Ladsia, Moseph y Jûrhm estaban a punto de saltar a por Semawtwn.
-Sé que vais a atacar a los vampiros. Nos veremos allí. Lo prometo. Pero para ello tengo que irme rápido porque antes…he de jugar un papel importante en un lugar que está bastante lejos.

El segador desapareció, de repente. Parece que también sabía usar magia…
Todos estábamos exhaustos y con la moral mermada. Y me di cuenta entonces…de que el enemigo, no contento con eso, tenía un arquero sobre un árbol con su arma tensada que apuntaba hacia Nubo, a veinte pasos de mi. Y si disparaba, yo no iba a llegar.

La cuerda empujó la flecha y la flecha empujó el cuerpo atravesándolo. El bandido estaba muerto y Sirial que acababa de llegar le disparó desde el caballo. La flecha del bandido cayó a dos palmos de Nubo. Nubo ni se inmutó. Escuchamos un ruido de dolor del bandido que cayó del árbol y la fuerte sacudida del suelo.

Sirial miró a su alrededor y no tuvo que preguntar nada.

-Hoy hago una promesa. Hombres y elfos son testigos. Yo, Nubo…juro matar a Semawtwn. ¿¡Me oyes!? ¡Te mataré!
Su grito se perdió en la lluvia, y justo en ese entonces el cielo cambió de color a uno más normal. Semawtwn se quedó para escuchar esas palabras.

Después de ese grito, Nubo cayó rendido al suelo, inconsciente pero vivo.


Sirial, subió a Nubo a su caballo con la ayuda de Bästisnäll.
-Líbian, nos vemos en el pueblo, le atenderé allí con las aldeanas…
-Eres una valiosa miembro para éste grupo Sirial, gracias por tu paciencia. No tardaremos.

La lluvia cesó y las luces de la luna volvieron y la tenebrosa oscuridad desapareció. Aunque nos enturbiaba el corazón el hecho de tener que bajar con el cuerpo sin vida de Imlel.

Diez minutos más tarde estábamos en las afueras del pueblo. Las luces de la gran casa estaban abiertas. Curaron a Nubo mientras estaba medio inconsciente y totalmente fatigado.
Le contamos a la mujer de Nubo todo lo que pasó…yo no te contaré todo lo que lloró.

Conseguimos poner a Nubo fuera de peligro, que despertó una hora más tarde. Gálem fue vendado en mejores condiciones.

Esa misma noche enterramos a Imlel juto a Mil. Nubo me dijo, entre lágrima y sonrisa que eran grandes amigos. Y entre algún sollozo afirmó que estarían bien acompañados el uno con el otro.

Subimos a la posada con silencio y desgana.
Nos ofrecieron pan, nueces y algo de uvas ya que las frutas que hizo Djafvik en la batalla desaparecieron. Y aunque Djafvik podría haber hecho más, las mujeres insistieron. Una cena rápida, no teníamos mucha hambre después de todo.
Luego nos ofrecieron unas habitaciones. Todos en la gran casa. La otra que dejó de arder gracias al esfuerzo de las mujeres, seguía sin estar disponible. La mañana siguiente quemaríamos los bandidos de las afueras de la casa. Ahora estaba limpia…también gracias a las mujeres que se encargaron antes de que llegáramos. “Qué menos” decían.
Fui a una habitación y me tocó dormir con Ladsia, Uráne y algunas de  las aldeanas. Creo que Nubo también iba a dormir en esa habitación pero se quedó en el primer piso, en el comedor…en la mesa y en sus pensamientos. Perdido.

Poco a poco el sueño se fue apoderando de mi y Jostian que estaba en la puerta me dijo:
-Duerme bien amigo…sobretodo hoy.
-Amanece mejor.
Un guiño y cerré la puerta. Me tumbé en la cama, mirando la ventana y desee algo que tenía que desear:”Buenas noches Pueblo del Rosco”.
Mis ojos se cerraron y mi sueño se abrió.



-Ros… Kyros…
Entre un calor en mi mano debajo de otra más cálida y unas palabras apacibles de Ladsia me desperté.
-Has dormido once horas… espero que estés en plena forma para el viaje de hoy…Te necesitaré…mos.

Abrí los ojos con desgana y los suaves rayos de sol en toda contra, sin atender mucho a lo que Ladsia me decía.

-¿Otra vez el rey te ha ordenado venir a despertarme? Es una misión…muy peligrosa…
-Ja ja. No. Ésta vez vine por mi misma. Pero si es tan peligrosa tal vez tenga que hacerla otra persona…
-No, no, que ya me voy acostumbrando y además lo haces bien. En las expediciones de patrulla Jostian solía tirarme el equipaje en todas las costillas.
-¿Y funcionaba?
- Muchísimo pero sé por donde vas y mejor que sigas como siempre que me encanta.

Creo que era el momento más agradable que había tenido desde la salida pero por desgracia nuestras miradas dejaron de intercambiarse en el momento que Jostian atravesaba la muerta con el equipaje e la mano.
-¡Anda! Ya estás despierto…se me han adelantado…¡Arriba colega que hay trabajo!
-No entiendo como estás tan animado después de lo de ayer…

Jostian se acercó a mi oído.
-No dormí con una elfa pero sí hablé con ella mucho rato ésta noche, decía que gracias a mi…-

Ladsia se fue mirándome con una sonrisa y cerrando la puerta.

-aba mejor. ¿Me estas escuchando Kyros? ¿No estás despierto del todo?
Jostian se preparaba para tirarme su equipaje.
-Lo siento estaba absorto…lo de ayer en la cima…ya sabes.
-No te preocupes, decía que Sirial me decía que gracias a mi no le dolía casi nada de los cristales, estaba casi ilesa y en forma. En resumen que se encontraba mejor.
Le dije que no fue nada y que estaba encantado de estar con ella y de ayudar a su gente, especialmente si eran como ella. Me pasó la mano detrás de la nuca y me besó la frente. Estuvimos hablando un tiempo más sobre el tema de su pueblo y la abracé…algo poco común allí.
-Bueno, pues las elfas son muy cerradas…¡Que una princesa te haya dado algo más que una sonrisa es muy bueno!
-Ésta es silvana, es más de bosque y pueblo, más salvaje y natural.
-Tal vez en un futuro recibas algo más.
-No tengo prisa para recibir ahora, solo quiero más oportunidades para poder dar porque…lo que te dije en la ciudad de plata no era broma, creo que estoy enamorandome.
-¡Un flechazo! Recuerda por eso que la belleza no es el factor más importnte.
-Aparte es bella, pero lo que me gusta es, su ternura, su mirada, sonrisa y lo agradable que es.
-Lo sé, solo trato de decirte que si la belleza fuese todo el amor, yo también estaría enamorado de quien acaba de salir por la puerta.

Jostian dejó caer el equipaje al suelo.
-Está bien, no volveré a ser yo el que te despierte-Rió.
Fui incorporándome y vistiéndome mientras hablábamos.
-A este paso lo único que voy a desear éstos días es que sea de noche para descansar y ser despertado cada día con más cariño.

Salimos de la habitación sintiéndonos aún más iguales el uno del otro de lo que ya éramos.

El instinto más básico del hombre hace su aparición . Buen capítulo; hacía falta algo de calma luego de tanta lucha y desastre.

De la misma forma que el señor de los anillos tiene sus minas de moria (acción) y Lothlorien (tiempos de calma) lo mismo pasa en mi obra. Los momentos de calma no solo serán nexos de acción a acción, también son los puntos donde se conocen más a los protagonistas. gracias por tu comentario.

Hace un tiempo no me aparecía por el foro, nada más decir que buen trabajo Hitlands, sigue así!

Gracias Gil-Galad. Espero que lo vayas leyendo poquito a poquito en tus ratos libres ^^

Bajamos hasta el primer piso, y vimos a Nubo en el comedor sentado en una silla con un brazo en la mesa.
-Hola chicos, ¿Qué tal habéis dormido?
-Yo muy bien por mi parte-Dije-Estaba exhausto… ¿Tú conseguiste descansar?
-Pude descansar sentado del cansancio físico. El cansancio mental, pese a ser mayor, no se puede combatir con la idea de dormir.

Vi a su mujer dormida en el sillón grande. Parecía que también estuvo en vela pero al final se durmió por el cansancio… fue la primera en curar a Nubo y estar a su lado.
Nubo se giró y se encontró a su mujer durmiendo.
-Hoy hago yo el desayuno-Dijo.

Fuimos a la planta baja lugar donde tenían la cocina y quisimos bajar con él.
Al ver la puerta entreabierta de la cocina supuse que las aldeanas ya habían madrugado para tener el desayuno más que listo para ahora.
Pero me equivoqué. No era una aldeana la persona que cocinaba.
El Rey Líbian se había quitado la armadura y estaba preparando un festín.
Nubo, asombrado pretendía decirle que eso era trabajo de otras personas.
-Cuando los subyugados se quejan de la desigualdad ¿No tienen en cuenta a los “poderosos” que no les dejan hacer los trabajos “menores”? En mi reino todo es y será igualdad con justicia asimismo los que tengan buen corazón y se esfuercen ganarán méritos y autoestima. Siempre habrá un nivel mínimo de vida aceptable para los que simplemente trabajen y formen parte de mi gente. No hay  trabajos pequeños, hay gente pequeña y aunque para hacer grandes trabajos hay que ser una gran persona, para ayudar, solo hay que querer. Mi buen amigo y padre de Kyros, Marc Albar era el mejor cocinero y amigo que he conocido. Se sacrificaba mucho por los suyos hasta el punto de caer enfermo si hacia falta.
Toda aquella buena persona de otra raza que venga a mi reino, será bienvenido como uno de los nuestros.

-Obviamente respetando nuestra forma de vida sin imponer la suya.-Dijo Nubo.

-Llevo muchos años luchando para que mi casa esté bien. Quiero que mi gente y sus familias recojan los frutos de lo que han sembrado al venir aquí a ayudarme cuando los demás nos dieron la espalda…pero…en su casa, cada uno es libre de hacer lo que quiera. Si mi vecino quiere respetar al viejo imperio y venerarlo, que lo haga en su casa tranquilamente y lo hable con sus amigos si quiere. Pero que ayude a florecer los frutos de Hitlands aquí.
Pues aquí no solo se es de Hitlands por nacer o no en ella, se es por contribuir a su prosperidad, y respetar lo que hemos logrado y respetar a los que nos ayudan.

-Entonces yo, Hélebrin ¿No soy de tu ciudad por poner a tu gente en peligro por pedir refuerzos?
-Eres de mi pueblo Hélebrin, por luchar contra fuerzas que en un futuro que podrían intentar dañarnos. Nos prevenís del mal aunque tampoco os queda alternativa. Quizá no hubieseis hecho el mismo gesto por nosotros aunque hubieseis dudado. Quizás si.
Pero… estoy seguro de que si os ayudamos hoy, jamás nos daréis la espalda como me hizo el imperio humano a mi familia en el día de mañana.

-Perdonad que vuelva a cortaros-Dijo Nubo.- Yo y mi mujer hemos hablado antes con Bästisnäll y me contó todo sobre el tema de  los vampiros y elfos. Deduje que si iba con vosotros podría vengarme del Segador. Mi mujer me dijo que si iba me matarían. Le dije que debía seguir lo que me dictaba mi corazón y que ese corazón estaba siendo apuñalado por la mera existencia de ese. Me dijo que el odio y la venganza no traerían a Imlel de vuelta. Insistí hasta conseguir que me dejase ir. A cambio, ella me acompañaría.
Le advertí del riesgo, insistí. Insistí hasta que me dejó…en los dos sentidos. Me dejo ir pero si iba con ella. Si no, se acababa lo nuestro porque no quería otra pérdida familiar.
Iré solo, pero con vosotros.
-No es por llevar la contraria- Dijo Djafvik. Pero…¿No somos demasiados ya? Seríamos catorce… ¿Somos misión de infiltración o de choque?

-Somos lo que somos porque así lo hemos decidido entre todos.-Dijo Gálem que se estaba terminando el desayuno.-Nubo, seguro que tu mujer no se ha planteado lo que también harías por ella y si lo piensa, piensa ahora el porque de no quedarse con ella. Sabes que las mujeres también pueden odiar pero no vio lo que pasó allí arriba.
Puede creer que ha sido una muerte digna en batalla y que eres un rencoroso en busca de venganza. Pero ambos sabemos que no es así. Ese ser llamado Semawtwn es un peligro para todos.
Yo te comprendo si tú comprendes que esto no es solo un tema personal tuyo. Si es así y haces caso a Líbian, por mi podemos ir juntos.

-Yo Líbian, apruebo que quieras venir. Eres libre por ayudar a defender este pueblo de Hitlands durante varios días y bastante bien teniendo las oportunidades que tenías. Si vienes, te ascenderé a rango de hidalgo de la ciudad de plata, pero como obligación, tu vida estará a mis órdenes e incumplir una orden supondrá un castigo dependiendo de la gravedad. Por ejemplo, salir del último piso es una infracción grave. ¿Aceptas estar bajo mi mando para ir con nosotros?

Dos días más y pongo la última parte de éste capítulo

-Ya lo he perdido todo Líbian. Antes era imperial y tenía mi nombre de mediana nobleza. Solo tengo sed de justicia. Cuando la sacie toda, habré alcanzado el cielo o la justicia que busco. Acepto mi cargo y mis obligaciones.

-Bien, ahora subamos y comamos nosotros también Iremos a caballo. Tú dormirás y nosotros cabalgaremos. El primer día harás algo de guardia luego nos iremos turnando.

-Ah, y por favor mejor ponte ropa nueva, no vayas tan andrajoso.-Añadió Gálem.
-¿No le estarás cogiendo celos a mi armadura de lino? Ahora mismo me pongo algo.
Gálem y Nubo empezaban a hacer migas.

Líbian, Gálem que ya se había adelantado y yo, cogimos unos grandes tablones de madera con comida de frutas mezcladas y los subimos al comedor.
Todos comimos algo callados y Nubo y su mujer Ina se miraron un par de veces cuando el otro no miraba. Uno esperando que ella no dejara su amor la otra esperaba que su ex amado se quedara con ella.

Al terminar recogimos todo el equipo. Volvimos a bajar fuera, montamos a caballo y nos despedimos de la gente del rosco. Nubo iba con una armadura de cuero, paño y apenas algo de malla en el pecho. Bastante elegante aunque poco cubierto. (Nosotros no íbamos muy cubiertos tampoco).
-Es bonito. Bastante mejor que los otros harapos-Dijo Gálem.
-Gracias.-Contestó Nubo.
-Espero que también sea útil.
-No lo dudes.
-¡Bien! Pues otro más. –Suspiró Djafvik mirando a Líbian.
-A estas alturas ya deberías conocerme.-Le rió.-Aún se unirán más ya verás jaja.

Sacudimos las riendas y nos fuimos alejando pero Nubo se quedó atrás hablando con Ina.

-Ina, no sé si volveré.
-Si no vuelves nunca más te amaré.
-Si vuelvo…con una prueba de que el segador está muerto ¿Volverás conmigo?
-Si vuelves…con o sin prueba. Pero si mueres, olvídate de mí en el más allá.
Nubo bajó la mirada, montó su caballo, y se giró, avanzando con pésimo trote.
-¡Nubo!-Gritó lamentadamente Ina…Parecían ya sus últimas palabras para convencerle…¿O tal vez no?

El caballo se detuvo.
-Por favor…Vuelve…vivo.
Nubo dio dos pataditas suaves a las costillas del caballo, un arre virtuoso y la bestia acometió con vigor hacia nuestra dirección, y fue así como dejamos atrás el pueblo del rosco.

-Tal vez, a fin de cuentas, aún me quede algo más que odio. Pero solo si sobrevivo.
-Nos has dejado tu espada-Contestó Bästisnäll.- Sabes que eso supone que aparte de tener un nuevo objetivo en común; te damos nuestros hombros para apoyarte, nuestros codos para protegerte y nuestras piernas para que trabajen el doble si hay que cargar contigo.  Aunque Gálem también te echará una mano, solo UNA.-Se mofo afablemente Bästis.
-Cuando cicatrice verás grandullón.

-Líbian, si consigo ayudaros con los elfos y acabar con el segador, Semawtwn, luego seguiré bajo vuestras ordenes. ¿Podré ser guardia del pueblo del rosco?
-Así ha sido hijo…y así será.

Nubo se sintió con fuerzas de nuevo.
Líbian miró las alejadas montañas del territorio enano y reconoció el terreno  fronterizo.
-¡Rumbo ciudad enana!

Fin del capítulo V.