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Lord_Eleazar
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Lord Eleazar, Europe 1200
Muelos- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Bien bien, ya veo que Eleazar a corto plazo tiene el objetivo de reforzarse, ya no comanda una pequeña ''banda'' de guerreros, ahora debe mandar una verdadera hueste, un ejército que ponga los pelos de punta a todo enemigo.
SirAlbert II- Hombre de armas
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Leyendo este capítulo me ha venido a la mente un post de Eleazar bastante viejo (creo que de MountandBlade.es) en el que manifestaba su amor por los caballos en la saga M&B
¿Realmente utilizas en M&B ejércitos completa (o muy mayormente) compuestos por caballería?
¿Realmente utilizas en M&B ejércitos completa (o muy mayormente) compuestos por caballería?
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¡¡SUBSIDIOS DE GUERRA!!
-Grito habitual de los diplomáticos aragoneses y portugueses a su entrada en la corte castellana. (XV-?)
Lord_Eleazar- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Oh sí. 100% caballería a partir del año de partida normalmente. Sólo llevo infantería porque son aprendices que aún no han adquirido sus caballos. Todo empezó hace mucho tiempo cuando se me ocurrió: "Oye, Eli, ¿por qué no coges todos los caballeros Swadianos que tienes repartidos por toda Calradia y los juntas en un ejército-monotropa?" Y mira tú, eran unos 150 caballeros Swadianos. Mi único ejército invencible, carísimo de mantener, pero inbatible. Así que lo reformé: 50% caballeros Swadianos, Vaegires y 50% de arqueros a caballo khergitas. PLAS! El ejército perfecto. Para asedios y para campo abierto. Velocísimo en transporte. Con exploración 10 podía ir con 200 jinetes casi a 8.0 de velocidad. Con esos 200 jinetes podía tomar al asalto cualquier castillo, pues las mazas de guerra/escudo de los caballeros swadianos, los bardiches vaegires y los arcos de francotirador khergitas eran tremendos también en asedios. Desde entonces estoy enganchado a este juego, 5 años o 6 ya. Soy adicto a esa sensación de poner cualquier banda sonora de peli épica y encabezar una carga. ¡Una carga de caballería! El suelo tiembla, las lanzas en ristre, el enemigo en una línea de infantes que huele a la caca que les provocamos. Adoro la caballería. Lo primero que siempre hago al empezar una partida es comprar caballos. Aunque sean cojos. Montones de caballos para mi inventario y mis compañeros. Es lo mejor de mount and Blade. Y sirve en casi todos los mods.SirAlbert II escribió: Leyendo este capítulo me ha venido a la mente un post de Eleazar bastante viejo (creo que de MountandBlade.es) en el que manifestaba su amor por los caballos en la saga M&B
¿Realmente utilizas en M&B ejércitos completa (o muy mayormente) compuestos por caballería?
Para muestra un botón:
¡¡¡¡ZAPOROZHYE!!!!!!
Lord_Eleazar- Espadachín
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Facción : Calradia
- Mensaje n°54
Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Las invasiones bárbaras
Mientras Eleazar y sus compañeros se dedicaban a reparar y completar las defensas y guarnición de Breda el Sacro Imperio Romano permanecía en paz... Temporalmente. El mariscal del reino convocaba a las huestes para entrenarse en la coordinación y combinación de las diferentes mesnadas feudales de cada señor. Recorrían las fronteras del Imperio, y Eleazar aprovechaba para reclutar campesinos de las aldeas y jóvenes pajes e hijos de caballeros para su mesnada. Nuestro héroe conoció así a los condes, obispos y margraves que formaban la nobleza del Imperio... Bueno, al menos a un porcentaje de las docenas de ellos, pues tan vasto territorio era gestionado por una enorme cantidad de nobles.
La nueva unidad formada por jóvenes aprendices de caballero funcionaba bien al mando del magister equitum y el jefe de entrenadores, se estaban destacando en batalla, aunque los enemigos por ahora, con el Imperio en paz, eran salteadores y rebeldes, perfectos para que una nueva unidad cogiera práctica y experiencia. Los jóvenes pajes iban ascendiendo en la escala social, supervisados por Eleazar y sus entrenadores, hasta alcanzar la categoría de caballeros noveles del ordo ministerialis. Desde ahí ascenderían a la categoría de caballeros imperiales. Eleazar, hasta hace poco había sido él mismo un caballero ministerialis, con el señorío de la aldea de Rhatenow, aunque al ser su señor directo el mismo Emperador tenía el "reichfreiheit" o Inmediación Imperial, no teniendo vasallaje de segundo grado, eso le permitía ciertos derechos y privilegios, como poner a su servicio a otros nobles jovenes de grado inferior cuyos padres fueran caballeros ministerialis vasallos de condes o margraves a su vez vasallos del Emperador. Eso permitía aumentar la hueste de Eleazar con tropas de origen noble rápidamente, pero al obtener el señorío de Breda Eleazar había alcanzado la categoría imperial de "Hochadel": La alta nobleza, a la que sólo se ascendía descendiendo de linajes de probada categoría, como el de Ramiro de Prenderfast, un "edelfrei" o noble libre de rancio abolengo, cuyos ancestros se documentaban entre los reyes de Kent y Wessex, igualando en categoría a Eleazar con los condes y margraves y obispos militantes del imperio, lo cual, entre otros muchos derechos y privilegios, le otorgaba el derecho de nombrar caballeros imperiales vasallos de él mismo a ministerialis libres, o "reichritters", pero aún no podía nombrar caballeros de más categoría; sólo los duques, príncipes y electores del Imperio podían nombrar a sus vasallos mili electi u otorgar tierras y señoríos. Eleazar no descartaba que en su futuro alcanzase esos méritos. Era ambicioso y confiaba desmesuradamente en sus capacidades. A veces, en mitad de la noche en su camareta noble de Breda soñaba con que los siete electores imperiales le eligieran Emperador. ¿Por qué no? La corona Imperial no era hereditaria, sino electa en el Sacro Imperio Romano.
Cuando la guardia de Breda tenía ya los 100 infantes y tropas de proyectiles y el ejército de Eleazar sus buenos 50 jóvenes pajes y ministerialis el Conde del Palatinado, hermano del Emperador, convocó una fiesta. Eleazar acudió con su recién adquirida mejor armadura para impresionar a los Lores imperiales del Hochadel, haciéndose acompañar por sus camaradas expertos en protocolo y diplomacia: Astolfo de Benevento, y dos de sus heraldos y mensajeros: Blondel de Neslé y Raimbaut de Vaqueiras. Cuando el banquete nocturno terminó a Eleazar se le aproximó una dama, con gran cortesía Eleazar le hizo una reverencia aprendida de Astolfo e inquirió por el linaje de la doncella. Ella dijo ser Lady Agnes, hija del Señor de Bar, fortaleza y ciudad imperial cerca de la frontera con Francia. La dama preguntó a Eleazar si no era uno de los miembros de su séquito el famoso trovador provenzal Raimbaut de Vaqueiras y que, de ser él, que por favor les honrase tocando y cantando para la insigne concurrencia. Eleazar aceptó y Raimbaut tomó su laud, se sentó sobre un escavel junto a la banda de músicos de la corte del Conde del palatinado y ante la nobleza del Imperio comenzó a tocar:
Calenda maia ni fuelhs de faia
ni chanz d’auzelh ni flors de gaia.
Non es qu’em plaia, pros domna gaia,
tro qu’un isnelh messertgier aia.
Del vostre belh cors qu’em retraia
plazer novelh qu amors m’atraia,
e jaia e’mtraia vas vos, domna veraia;
e chaia de plaia lgelos ans que’m n’estraia.
Ma bell' amia, Per Dieu non sia
Qe ja.l gelos de mon dan ria,
Qe car vendria Sa gelozia,
Si aitals dos amantz partia;
Q'ieu ja joios mais non seria,
Ni jois ses vos pro no.m tenria;
Tal via FariaQ'oms ja mais no.m veiria;
Cell dia Morria,
Donna pros, q'ie.us perdria
Con er perduda Ni m'er renduda
Donna, s'enanz non l'ai aguda
Qe drutz ni druda Non es per cuda;
Mas qant amantz en drut si muda,
L'onors es granz qe.l n'es creguda,
E.l bels semblanz fai far tal bruda;
Qe nuda Tenguda No.us ai, ni d'als vencuda;
Volguda, Cresuda Vos ai, ses autr'ajuda.
Tart m'esjauzira, Pos ja.m partira,
Bells Cavalhiers, de vos ab ira,
Q'ailhors no.s vira
Mos cors, ni.m tira
Mos deziriers, q'als non dezira;
Q'a lauzengiers sai q'abellira,
Donna, q'estiers non lur garira:
Tals vira, Sentira Mos danz, qi.lls vos grazira,
Qe.us mira, Cossira Cuidanz, don cors sospira.
Tant gent comensa, Part totas gensa,
Na Beatritz, e pren creissensa
Vostra valensa; Per ma credensa,
De pretz garnitz vostra tenensa
E de bels ditz, senes failhensa;
De faitz grazitz tenetz semensa;
Siensa, Sufrensa Avetz e coneissensa;
Valensa Ses tensa Vistetz ab benvolensa.
Donna grazida, Qecs lauz' e crida
Vostra valor q'es abellida,
E qi.us oblida, Pauc li val vida,
Per q'ie.us azor, donn' eissernida;
Qar per gencor vos ai chauzida
E per meilhor, de prez complida,
Blandida, Servida Genses q'Erecs Enida.
Bastida, Finida, N'Engles, ai l'estampida.
...
Mientras Raimbaut tocaba, la dama de Bar, muy cerca de Eleazar, le acarició sensualmente los dedos y se retiró tras un tapiz que tapaba una puerta discreta. Eleazar la siguió con precaución y al otro lado del tapiz Agnes de Bar le abrazó e introdujo su lengua en la boca del caballero. "Os deseo, español, vuestra fama es grande, dicen que sois circunciso como un judío, quiero verlo. Ahora". Y tomándole de la mano le arrastró hasta un discreto cuarto donde se despojó con rapidez fruto de la práctica mostrando sus blancos senos y su monte de suave vello castaño. Eleazar la tomó mientras el lejano canto de Raimbaut tapaba los discretos gemidos de la dama. "Soy vuestra, español, soy toda vuestra, jamás había sentido algo así, caballero circunciso, Dios del cielo, qué gozo, qué cosa, qué maravilla, dadme más, dadme todo, soy vuestra, circunciso, ¡vuestra!" Y con rapidez, antes de que Raimbaut tocase su último acorde, Eleazar llevó al paraíso a Agnes, hija del señor de Bar, noble dama del Sacro Imperio Romano.
Mientras la dama arreglaba sus vestidos Eleazar salió por la puerta del tapiz para ver que su salida no había sido inadvertida por todos los concurrentes: Un malencarado noble esperaba justo tras el tapiz y paró a Eleazar con el pecho. "Soy Amedo de Saboya, y Agnes es mia. ¿Entiendes?" Susurró el italiano güelfo al servicio del Imperio. "Tú y yo y nuestras espadas. Ahora mismo". Eleazar asintió marchándose de la sala cada uno por una puerta, pero a Eleazar le había observado más gente: "No salgáis aún, milord" dijo un maduro caballero calvo. "Soy el marques Manfredo del Vasto y pretendo desde hace meses a dama Agnes". Eleazar le interrumpió: "Ya, ya, ya sé lo que vais a decir. Pero si no os importa en lugar de tener el duelo ahora mismo lo tendremos dentro de media hora, antes tengo que tratar un asunto de honor con otro pretendiente de vuestra dama, podéis acompañarme si sospecháis una jugarreta". A la pareja susurrante se acercó otro caballero "Eleazar, marqués, yo también lucharé por la mano de mi dama". Eleazar reía por lo bajo. "¿Y vos sois?" El caballero parecía más ofendido por la ignorancia de Eleazar que por los obvios sucesos que habían dejado a nuestro héroe sudoroso y despeinado. "Yo soy el Conde Heinrich de Brandenburgo, mozalbete insolente". Eleazar levantó la mano interrumpiendo. "De vos, señor Conde, me encargaré dentro de una hora. No antes". Sin dejarles decir nada más Eleazar se encaminó a la escalera que llevaba al patio del castillo en donde le esperaba otro caballero malencarado. "Sé lo que vais a decir: Mi espada y yo os atenderemos dentro de hora y media. ¿De acuerdo? Y si no os fiáis de mi palabra seguidme y ved como me encargo de vuestros compañeros. He de deciros que vuestra amante está muy concurrida y solicitada". Apretando el paso Eleazar bajó las escaleras de dos en dos temeroso de que abajo le esperasen seis o siete amantes más mientras el italiano imperial que le seguía gritaba que parara y que no podía dejar al mismísimo duque Castruccio degli Antelminelli con la palabra en la boca y no sé qué sobre lavar honores con sangre, cosa que Eleazar pensó poco sensato, pues la sangre ensuciaba más que limpiaba.
Una vez en el patio, seguido de cerca por los cuatro desafiadores, Eleazar llamó a Astolfo que estaba felicitando a Raimbaut por su actuación junto a los músicos del palatinado y compartiendo una botella con otros sirvientes. Eleazar le entregó su armadura y le requirió como testigo del duelo, entonces se encaminaron todos al campo abierto que existía tras la capilla del castillo, Eleazar desenfundó su espada y llamó con un gesto de la mano a Amedo de Saboya, esperó a que desenfundase y le descargó un tremendo tajo en el hombro dejando al noble por los suelos más conmocionado y sorprendido que herido.
"Nobles caballeros, tienen suerte, mi primera cita ha terminado antes de lo esperado así que podré atender al siguiente ahora mismo sin más demora".
El calvo marqués se quitó su capa y tomando su espada dijo: "A mi no me vais a pillar con ataques de sorpresa". Y sin decir más comenzó a atacar con habilidad y tenazmente, buscando un punto flaco, Eleazar se cubría bien, intentaba no cansarse pensando en sus duelos siguientes pero el marqués levantaba alto su espada y descargaba fuertes golpes. Eleazar vio su oportunidad, pues el marqués luchaba como lo haría contra un caballero con cota de malla: fuertes golpes para romper escudos y traspasar mallas, así que Eleazar fintó y clavó su arma bajo la axila sonriendo al ver el gesto de Manfredo del Vasto de bajar el escudo que claramente no llevaba. Cosa de la costumbre de la batalla y la falta de duelos, pero sus contrincantes no imaginaban que Eleazar había estado practicando todos los días sus habilidades de duelo desde que se enfrentó a Enghelbert von Görz, el que se ofendió cuando Eleazar no le dijo si era güelfo o gibelino, y estaba seguro de que Basileos Akritas, el instructor bizantino que le había estado enseñando, era un luchador mucho más desafiante que estos cuatro nobles.
"Caballeros. Sé que gente de vuestra calidad me permitirá unos minutos de descanso hasta el siguiente duelo. Esperaremos un poco mientras bebo un trago de vino y me seco el sudor y en seguida estaré con vos, Conde Heinrich". El noble asintió, un poco pálido al ver en el suelo a Manfredo y a Amedo. Pasado un rato Eleazar se puso de nuevo en pie, estiró los músculos y blandió su espada con algunas filigranas. "Vamos, Conde Heinrich, os toca".
Muy prudentemente el Conde avanzó en posición defensiva, sin amagar ataque, girando alrededor de Eleazar que esperaba la primera acometida, siempre intentando no cansarse. Al fin el Conde de Brandenburgo atacó lanzando un grito de combate un poco dubitativo, Eleazar lo desvió con la punta de la espada y hurtó el cuerpo, dejando que el impulso del contrario le desequilibrara y al caer el contrincante al suelo le puso la punta de la espada en la nuca. "Daos por vencido u os rajo, conde". El conde dijo que sí, más asustado que enfadado.
"Eleazar, mi buen amigo, ambos somos hombres de mundo y nobles razonables". Dijo asustado el duque Castruccio degli Antelminelli. "Sois ducho con la espada, y la dama de Bar tampoco merece que derramemos nuestra noble sangre, que diablos, os la cedo a vos, toda vuestra". Eleazar bramó, un poco sobreactuado: "¿Decís que Dama Agnes es una buscona? ¡Venid aquí ahora mismo, bellaco, que os haré pagar caros vuestros insultos!" El noble avanzó reticente y presentó una defensa pobre y atemorizada. Eleazar se atrevió a suponer el olor de los deshechos humanos saliendo de los calzones del noble, aunque se cuidó mucho de hacerlo notar. Con tres o cuatro golpes desarmó al duque y le arañó la mejilla con la punta de la espada. El duque se tiró teatralmente al suelo sin hacer ni amago de recoger su arma. "¡Soy vencido, soy vencido, no riñamos más, amigo mio!"
"Pues bien, caballeros, os agradezco vuestras atenciones y me alegro que nuestros asuntos hayan terminado para bien mio, pero os diré a los cuatro que esto me ha enseñado que rondar a Lady Agnes de Bar es peligroso para todo el mundo, sé que vuestras señorías no la rondarán de nuevo, pero yo tampoco la trataré más, pues sospecho que es una dama que genera... muchos y variados peligros. Que tengan vuestras señorías muy buenas tardes". Y Eleazar alargó su espada a Astolfo y le requirió la armadura, que se puso con su ayuda. "Eleazar, muchacho, qué derroche de bravura. Bravura y chulería. Mañana mismo se hablará de esto en todo el Imperio, yo mismo ayudaré a que eso pase". Eleazar asintió y susurró. "Lo sé, Astolfo, he exagerado lo más posible mi imagen de matón y mata sietes, no quiero ir por ahí partiéndole la jeta a todos los lores del Imperio, Ibn Arabi me explicó que por cada lady en edad de merecer en el reino de Otón IV hay unos doce lores... Y la dama Agnes me pareció al catarla que había perdido su virginidad muchos años antes de cruzarse conmigo. Con una poca de suerte encontraré una dama con una buena dote y buenas tierras en la península ibérica. Recordad que Lady Blanca de León adora mis... "poemas", ya sabes". Astolfo estalló en carcajadas. "¡Vamos a celebrarlo, zagal, tú llegarás lejos, Señor de Breda, lejos, muy lejos, al cementerio o a la alcoba de una reina, pero lejos!"
Así regresaron al salón del banquete donde Raimbaut era felicitado y agasajado por los nobles. Eleazar se alegró al ver como el conde del Palatinado le deslizaba discretamente a su amigo una abultada bolsa monedero y señalaba a Blondel de Neslé. Eleazar vio como Raimbaut se acercaba a Blondel, le daba la bolsita, y le susurraba algo a lo que Blondel contestó señalando a Eleazar y ambos se aproximaron. "Eleazar, milord, el Conde del Palatinado me invita a usar mi arte, ya sabéis que Raimbaut es un trovador pero yo soy un ministril, que es lo mismo pero más caballero que poeta, y no como Raimbaut, que es al revés." dijo el rubio caballero franco. Eleazar dio su visto bueno alegremente y la concurrencia volvió a rodear a los músicos que recibían instrucciones de Blondel de Neslé.
Blondel tomó su arpa de mano y le sacó algunas notas mientras, con voz dulce, declamaba: "Habéis de saber, nobles lores y dulces damas, que a pesar de ser yo un franco serví en Acre y Jerusalem al gracioso y noble Rey de Inglaterra, el hace poco fallecido Ricardo, el de corazón de Leon, y cuando mi anterior señor volvía de la cruzada fue hecho prisionero por el malvado Leopoldo de Austria, que le quería mal por algunas cosas que ya no tienen importancia, pidiendo por mi señor alto rescate. Queriéndole bien, tomé mi arpa y mi espada y recorrí uno tras otro los castillos del Imperio, cantando el canto favorito de Ricardo, que tanto amaba escuchar tarde en la noche de mi boca, de torreón en torreón y de mazmorra en mazmorra, esperando que, tarde o temprano, mi rey y señor continuase los versos que tan bien conoció cuando era libre, y así saber en donde el malvado Leopoldo le retenía, e intentar, de poder ser, el rescate de mi amado... Rey." Blondel bajó la vista tocando leves notas en su arpa. "Y este es el canto que cantaba, que en la inexpugnable Dürstein fue contestado por mi rey, dando final a mi búsqueda". Y Blondel comenzó a cantar con una voz dulce y cristalina, pura y aguda, como la de una dama delicada, como la de una doncella enamorada:
Eleazar no cabía en su asombro... Nunca había oído aún cantar a sus dos compañeros franceses. Y Eleazar advirtió las lágrimas sutiles que Blondel derramaba al cantar el canto con que buscó al fallecido Corazón de Leon. Mientras las monedas llovían sobre el ruborizado Blondel de Neslé, un cansado, herido y sucísimo mensajero entró a trompicones en la sala noble del castillo y, a gritos clamó: "¡Dinamarca ha invadido el Imperio! Los Daneses nos han invadido, por Belcebú, traición y muerte, nobles caballeros, los gibelinos de Hohenstauffen nos han vendido y les han abierto sus fortalezas. Medio Imperio ha caído, traición y miseria. ¡TRAICIÓN Y MUERTE! Con engaños los gibelinos informaron a los daneses de dónde y cuándo atacar y ayudaron a que el Emperador esté aislado sólo con su hueste, de la que formo parte. Le capturarán y matarán. ¡Traición y guerra, guerra de nuevo en el Imperio, ayudad al emperador, salvadle antes de que perezca, traición y muerte!" Y se derrumbó en el suelo sollozando mientras un charco rojo oscuro se ensanchaba bajo su pecho...
Traición y muerte... Los daneses han invadido el Imperio... Eleazar levantó el puño apretado y se dio cuenta al fin de que los lores reunidos en el salón del Conde del Palatinado eran todos güelfos. "Güelfo soy pues, por Abraham, Muhammad y Cristo, güelfo me han obligado a ser las circunstancias... A la batalla iré pues, en busca del Emperador, no luchará solo en este trance, eso juro y eso mantengo... Y yo he dejado cuatro lores de mi nuevo bando medio muertos, hay que ver". Susurró para sí mismo. Sin demorarse ni un instante bajó de nuevo las escaleras, atrajo a los suyos con un par de órdenes secas y abandonó el Palatinado en busca de su hueste, en busca de su veloz mesnada de jinetes y jóvenes caballeros, para llegar el primero al rescate, en busca del Emperador.
¡Guerra! ¡El Emperador Otón está en peligro! ¡Apresuraos, apresuraos al rescate!
[Próximo capítulo: En Busca del Emperador]
Mientras Eleazar y sus compañeros se dedicaban a reparar y completar las defensas y guarnición de Breda el Sacro Imperio Romano permanecía en paz... Temporalmente. El mariscal del reino convocaba a las huestes para entrenarse en la coordinación y combinación de las diferentes mesnadas feudales de cada señor. Recorrían las fronteras del Imperio, y Eleazar aprovechaba para reclutar campesinos de las aldeas y jóvenes pajes e hijos de caballeros para su mesnada. Nuestro héroe conoció así a los condes, obispos y margraves que formaban la nobleza del Imperio... Bueno, al menos a un porcentaje de las docenas de ellos, pues tan vasto territorio era gestionado por una enorme cantidad de nobles.
La nueva unidad formada por jóvenes aprendices de caballero funcionaba bien al mando del magister equitum y el jefe de entrenadores, se estaban destacando en batalla, aunque los enemigos por ahora, con el Imperio en paz, eran salteadores y rebeldes, perfectos para que una nueva unidad cogiera práctica y experiencia. Los jóvenes pajes iban ascendiendo en la escala social, supervisados por Eleazar y sus entrenadores, hasta alcanzar la categoría de caballeros noveles del ordo ministerialis. Desde ahí ascenderían a la categoría de caballeros imperiales. Eleazar, hasta hace poco había sido él mismo un caballero ministerialis, con el señorío de la aldea de Rhatenow, aunque al ser su señor directo el mismo Emperador tenía el "reichfreiheit" o Inmediación Imperial, no teniendo vasallaje de segundo grado, eso le permitía ciertos derechos y privilegios, como poner a su servicio a otros nobles jovenes de grado inferior cuyos padres fueran caballeros ministerialis vasallos de condes o margraves a su vez vasallos del Emperador. Eso permitía aumentar la hueste de Eleazar con tropas de origen noble rápidamente, pero al obtener el señorío de Breda Eleazar había alcanzado la categoría imperial de "Hochadel": La alta nobleza, a la que sólo se ascendía descendiendo de linajes de probada categoría, como el de Ramiro de Prenderfast, un "edelfrei" o noble libre de rancio abolengo, cuyos ancestros se documentaban entre los reyes de Kent y Wessex, igualando en categoría a Eleazar con los condes y margraves y obispos militantes del imperio, lo cual, entre otros muchos derechos y privilegios, le otorgaba el derecho de nombrar caballeros imperiales vasallos de él mismo a ministerialis libres, o "reichritters", pero aún no podía nombrar caballeros de más categoría; sólo los duques, príncipes y electores del Imperio podían nombrar a sus vasallos mili electi u otorgar tierras y señoríos. Eleazar no descartaba que en su futuro alcanzase esos méritos. Era ambicioso y confiaba desmesuradamente en sus capacidades. A veces, en mitad de la noche en su camareta noble de Breda soñaba con que los siete electores imperiales le eligieran Emperador. ¿Por qué no? La corona Imperial no era hereditaria, sino electa en el Sacro Imperio Romano.
Cuando la guardia de Breda tenía ya los 100 infantes y tropas de proyectiles y el ejército de Eleazar sus buenos 50 jóvenes pajes y ministerialis el Conde del Palatinado, hermano del Emperador, convocó una fiesta. Eleazar acudió con su recién adquirida mejor armadura para impresionar a los Lores imperiales del Hochadel, haciéndose acompañar por sus camaradas expertos en protocolo y diplomacia: Astolfo de Benevento, y dos de sus heraldos y mensajeros: Blondel de Neslé y Raimbaut de Vaqueiras. Cuando el banquete nocturno terminó a Eleazar se le aproximó una dama, con gran cortesía Eleazar le hizo una reverencia aprendida de Astolfo e inquirió por el linaje de la doncella. Ella dijo ser Lady Agnes, hija del Señor de Bar, fortaleza y ciudad imperial cerca de la frontera con Francia. La dama preguntó a Eleazar si no era uno de los miembros de su séquito el famoso trovador provenzal Raimbaut de Vaqueiras y que, de ser él, que por favor les honrase tocando y cantando para la insigne concurrencia. Eleazar aceptó y Raimbaut tomó su laud, se sentó sobre un escavel junto a la banda de músicos de la corte del Conde del palatinado y ante la nobleza del Imperio comenzó a tocar:
Calenda maia ni fuelhs de faia
ni chanz d’auzelh ni flors de gaia.
Non es qu’em plaia, pros domna gaia,
tro qu’un isnelh messertgier aia.
Del vostre belh cors qu’em retraia
plazer novelh qu amors m’atraia,
e jaia e’mtraia vas vos, domna veraia;
e chaia de plaia lgelos ans que’m n’estraia.
Ma bell' amia, Per Dieu non sia
Qe ja.l gelos de mon dan ria,
Qe car vendria Sa gelozia,
Si aitals dos amantz partia;
Q'ieu ja joios mais non seria,
Ni jois ses vos pro no.m tenria;
Tal via FariaQ'oms ja mais no.m veiria;
Cell dia Morria,
Donna pros, q'ie.us perdria
Con er perduda Ni m'er renduda
Donna, s'enanz non l'ai aguda
Qe drutz ni druda Non es per cuda;
Mas qant amantz en drut si muda,
L'onors es granz qe.l n'es creguda,
E.l bels semblanz fai far tal bruda;
Qe nuda Tenguda No.us ai, ni d'als vencuda;
Volguda, Cresuda Vos ai, ses autr'ajuda.
Tart m'esjauzira, Pos ja.m partira,
Bells Cavalhiers, de vos ab ira,
Q'ailhors no.s vira
Mos cors, ni.m tira
Mos deziriers, q'als non dezira;
Q'a lauzengiers sai q'abellira,
Donna, q'estiers non lur garira:
Tals vira, Sentira Mos danz, qi.lls vos grazira,
Qe.us mira, Cossira Cuidanz, don cors sospira.
Tant gent comensa, Part totas gensa,
Na Beatritz, e pren creissensa
Vostra valensa; Per ma credensa,
De pretz garnitz vostra tenensa
E de bels ditz, senes failhensa;
De faitz grazitz tenetz semensa;
Siensa, Sufrensa Avetz e coneissensa;
Valensa Ses tensa Vistetz ab benvolensa.
Donna grazida, Qecs lauz' e crida
Vostra valor q'es abellida,
E qi.us oblida, Pauc li val vida,
Per q'ie.us azor, donn' eissernida;
Qar per gencor vos ai chauzida
E per meilhor, de prez complida,
Blandida, Servida Genses q'Erecs Enida.
Bastida, Finida, N'Engles, ai l'estampida.
...
Mientras Raimbaut tocaba, la dama de Bar, muy cerca de Eleazar, le acarició sensualmente los dedos y se retiró tras un tapiz que tapaba una puerta discreta. Eleazar la siguió con precaución y al otro lado del tapiz Agnes de Bar le abrazó e introdujo su lengua en la boca del caballero. "Os deseo, español, vuestra fama es grande, dicen que sois circunciso como un judío, quiero verlo. Ahora". Y tomándole de la mano le arrastró hasta un discreto cuarto donde se despojó con rapidez fruto de la práctica mostrando sus blancos senos y su monte de suave vello castaño. Eleazar la tomó mientras el lejano canto de Raimbaut tapaba los discretos gemidos de la dama. "Soy vuestra, español, soy toda vuestra, jamás había sentido algo así, caballero circunciso, Dios del cielo, qué gozo, qué cosa, qué maravilla, dadme más, dadme todo, soy vuestra, circunciso, ¡vuestra!" Y con rapidez, antes de que Raimbaut tocase su último acorde, Eleazar llevó al paraíso a Agnes, hija del señor de Bar, noble dama del Sacro Imperio Romano.
Mientras la dama arreglaba sus vestidos Eleazar salió por la puerta del tapiz para ver que su salida no había sido inadvertida por todos los concurrentes: Un malencarado noble esperaba justo tras el tapiz y paró a Eleazar con el pecho. "Soy Amedo de Saboya, y Agnes es mia. ¿Entiendes?" Susurró el italiano güelfo al servicio del Imperio. "Tú y yo y nuestras espadas. Ahora mismo". Eleazar asintió marchándose de la sala cada uno por una puerta, pero a Eleazar le había observado más gente: "No salgáis aún, milord" dijo un maduro caballero calvo. "Soy el marques Manfredo del Vasto y pretendo desde hace meses a dama Agnes". Eleazar le interrumpió: "Ya, ya, ya sé lo que vais a decir. Pero si no os importa en lugar de tener el duelo ahora mismo lo tendremos dentro de media hora, antes tengo que tratar un asunto de honor con otro pretendiente de vuestra dama, podéis acompañarme si sospecháis una jugarreta". A la pareja susurrante se acercó otro caballero "Eleazar, marqués, yo también lucharé por la mano de mi dama". Eleazar reía por lo bajo. "¿Y vos sois?" El caballero parecía más ofendido por la ignorancia de Eleazar que por los obvios sucesos que habían dejado a nuestro héroe sudoroso y despeinado. "Yo soy el Conde Heinrich de Brandenburgo, mozalbete insolente". Eleazar levantó la mano interrumpiendo. "De vos, señor Conde, me encargaré dentro de una hora. No antes". Sin dejarles decir nada más Eleazar se encaminó a la escalera que llevaba al patio del castillo en donde le esperaba otro caballero malencarado. "Sé lo que vais a decir: Mi espada y yo os atenderemos dentro de hora y media. ¿De acuerdo? Y si no os fiáis de mi palabra seguidme y ved como me encargo de vuestros compañeros. He de deciros que vuestra amante está muy concurrida y solicitada". Apretando el paso Eleazar bajó las escaleras de dos en dos temeroso de que abajo le esperasen seis o siete amantes más mientras el italiano imperial que le seguía gritaba que parara y que no podía dejar al mismísimo duque Castruccio degli Antelminelli con la palabra en la boca y no sé qué sobre lavar honores con sangre, cosa que Eleazar pensó poco sensato, pues la sangre ensuciaba más que limpiaba.
Una vez en el patio, seguido de cerca por los cuatro desafiadores, Eleazar llamó a Astolfo que estaba felicitando a Raimbaut por su actuación junto a los músicos del palatinado y compartiendo una botella con otros sirvientes. Eleazar le entregó su armadura y le requirió como testigo del duelo, entonces se encaminaron todos al campo abierto que existía tras la capilla del castillo, Eleazar desenfundó su espada y llamó con un gesto de la mano a Amedo de Saboya, esperó a que desenfundase y le descargó un tremendo tajo en el hombro dejando al noble por los suelos más conmocionado y sorprendido que herido.
"Nobles caballeros, tienen suerte, mi primera cita ha terminado antes de lo esperado así que podré atender al siguiente ahora mismo sin más demora".
El calvo marqués se quitó su capa y tomando su espada dijo: "A mi no me vais a pillar con ataques de sorpresa". Y sin decir más comenzó a atacar con habilidad y tenazmente, buscando un punto flaco, Eleazar se cubría bien, intentaba no cansarse pensando en sus duelos siguientes pero el marqués levantaba alto su espada y descargaba fuertes golpes. Eleazar vio su oportunidad, pues el marqués luchaba como lo haría contra un caballero con cota de malla: fuertes golpes para romper escudos y traspasar mallas, así que Eleazar fintó y clavó su arma bajo la axila sonriendo al ver el gesto de Manfredo del Vasto de bajar el escudo que claramente no llevaba. Cosa de la costumbre de la batalla y la falta de duelos, pero sus contrincantes no imaginaban que Eleazar había estado practicando todos los días sus habilidades de duelo desde que se enfrentó a Enghelbert von Görz, el que se ofendió cuando Eleazar no le dijo si era güelfo o gibelino, y estaba seguro de que Basileos Akritas, el instructor bizantino que le había estado enseñando, era un luchador mucho más desafiante que estos cuatro nobles.
"Caballeros. Sé que gente de vuestra calidad me permitirá unos minutos de descanso hasta el siguiente duelo. Esperaremos un poco mientras bebo un trago de vino y me seco el sudor y en seguida estaré con vos, Conde Heinrich". El noble asintió, un poco pálido al ver en el suelo a Manfredo y a Amedo. Pasado un rato Eleazar se puso de nuevo en pie, estiró los músculos y blandió su espada con algunas filigranas. "Vamos, Conde Heinrich, os toca".
Muy prudentemente el Conde avanzó en posición defensiva, sin amagar ataque, girando alrededor de Eleazar que esperaba la primera acometida, siempre intentando no cansarse. Al fin el Conde de Brandenburgo atacó lanzando un grito de combate un poco dubitativo, Eleazar lo desvió con la punta de la espada y hurtó el cuerpo, dejando que el impulso del contrario le desequilibrara y al caer el contrincante al suelo le puso la punta de la espada en la nuca. "Daos por vencido u os rajo, conde". El conde dijo que sí, más asustado que enfadado.
"Eleazar, mi buen amigo, ambos somos hombres de mundo y nobles razonables". Dijo asustado el duque Castruccio degli Antelminelli. "Sois ducho con la espada, y la dama de Bar tampoco merece que derramemos nuestra noble sangre, que diablos, os la cedo a vos, toda vuestra". Eleazar bramó, un poco sobreactuado: "¿Decís que Dama Agnes es una buscona? ¡Venid aquí ahora mismo, bellaco, que os haré pagar caros vuestros insultos!" El noble avanzó reticente y presentó una defensa pobre y atemorizada. Eleazar se atrevió a suponer el olor de los deshechos humanos saliendo de los calzones del noble, aunque se cuidó mucho de hacerlo notar. Con tres o cuatro golpes desarmó al duque y le arañó la mejilla con la punta de la espada. El duque se tiró teatralmente al suelo sin hacer ni amago de recoger su arma. "¡Soy vencido, soy vencido, no riñamos más, amigo mio!"
"Pues bien, caballeros, os agradezco vuestras atenciones y me alegro que nuestros asuntos hayan terminado para bien mio, pero os diré a los cuatro que esto me ha enseñado que rondar a Lady Agnes de Bar es peligroso para todo el mundo, sé que vuestras señorías no la rondarán de nuevo, pero yo tampoco la trataré más, pues sospecho que es una dama que genera... muchos y variados peligros. Que tengan vuestras señorías muy buenas tardes". Y Eleazar alargó su espada a Astolfo y le requirió la armadura, que se puso con su ayuda. "Eleazar, muchacho, qué derroche de bravura. Bravura y chulería. Mañana mismo se hablará de esto en todo el Imperio, yo mismo ayudaré a que eso pase". Eleazar asintió y susurró. "Lo sé, Astolfo, he exagerado lo más posible mi imagen de matón y mata sietes, no quiero ir por ahí partiéndole la jeta a todos los lores del Imperio, Ibn Arabi me explicó que por cada lady en edad de merecer en el reino de Otón IV hay unos doce lores... Y la dama Agnes me pareció al catarla que había perdido su virginidad muchos años antes de cruzarse conmigo. Con una poca de suerte encontraré una dama con una buena dote y buenas tierras en la península ibérica. Recordad que Lady Blanca de León adora mis... "poemas", ya sabes". Astolfo estalló en carcajadas. "¡Vamos a celebrarlo, zagal, tú llegarás lejos, Señor de Breda, lejos, muy lejos, al cementerio o a la alcoba de una reina, pero lejos!"
Así regresaron al salón del banquete donde Raimbaut era felicitado y agasajado por los nobles. Eleazar se alegró al ver como el conde del Palatinado le deslizaba discretamente a su amigo una abultada bolsa monedero y señalaba a Blondel de Neslé. Eleazar vio como Raimbaut se acercaba a Blondel, le daba la bolsita, y le susurraba algo a lo que Blondel contestó señalando a Eleazar y ambos se aproximaron. "Eleazar, milord, el Conde del Palatinado me invita a usar mi arte, ya sabéis que Raimbaut es un trovador pero yo soy un ministril, que es lo mismo pero más caballero que poeta, y no como Raimbaut, que es al revés." dijo el rubio caballero franco. Eleazar dio su visto bueno alegremente y la concurrencia volvió a rodear a los músicos que recibían instrucciones de Blondel de Neslé.
Blondel tomó su arpa de mano y le sacó algunas notas mientras, con voz dulce, declamaba: "Habéis de saber, nobles lores y dulces damas, que a pesar de ser yo un franco serví en Acre y Jerusalem al gracioso y noble Rey de Inglaterra, el hace poco fallecido Ricardo, el de corazón de Leon, y cuando mi anterior señor volvía de la cruzada fue hecho prisionero por el malvado Leopoldo de Austria, que le quería mal por algunas cosas que ya no tienen importancia, pidiendo por mi señor alto rescate. Queriéndole bien, tomé mi arpa y mi espada y recorrí uno tras otro los castillos del Imperio, cantando el canto favorito de Ricardo, que tanto amaba escuchar tarde en la noche de mi boca, de torreón en torreón y de mazmorra en mazmorra, esperando que, tarde o temprano, mi rey y señor continuase los versos que tan bien conoció cuando era libre, y así saber en donde el malvado Leopoldo le retenía, e intentar, de poder ser, el rescate de mi amado... Rey." Blondel bajó la vista tocando leves notas en su arpa. "Y este es el canto que cantaba, que en la inexpugnable Dürstein fue contestado por mi rey, dando final a mi búsqueda". Y Blondel comenzó a cantar con una voz dulce y cristalina, pura y aguda, como la de una dama delicada, como la de una doncella enamorada:
Eleazar no cabía en su asombro... Nunca había oído aún cantar a sus dos compañeros franceses. Y Eleazar advirtió las lágrimas sutiles que Blondel derramaba al cantar el canto con que buscó al fallecido Corazón de Leon. Mientras las monedas llovían sobre el ruborizado Blondel de Neslé, un cansado, herido y sucísimo mensajero entró a trompicones en la sala noble del castillo y, a gritos clamó: "¡Dinamarca ha invadido el Imperio! Los Daneses nos han invadido, por Belcebú, traición y muerte, nobles caballeros, los gibelinos de Hohenstauffen nos han vendido y les han abierto sus fortalezas. Medio Imperio ha caído, traición y miseria. ¡TRAICIÓN Y MUERTE! Con engaños los gibelinos informaron a los daneses de dónde y cuándo atacar y ayudaron a que el Emperador esté aislado sólo con su hueste, de la que formo parte. Le capturarán y matarán. ¡Traición y guerra, guerra de nuevo en el Imperio, ayudad al emperador, salvadle antes de que perezca, traición y muerte!" Y se derrumbó en el suelo sollozando mientras un charco rojo oscuro se ensanchaba bajo su pecho...
Traición y muerte... Los daneses han invadido el Imperio... Eleazar levantó el puño apretado y se dio cuenta al fin de que los lores reunidos en el salón del Conde del Palatinado eran todos güelfos. "Güelfo soy pues, por Abraham, Muhammad y Cristo, güelfo me han obligado a ser las circunstancias... A la batalla iré pues, en busca del Emperador, no luchará solo en este trance, eso juro y eso mantengo... Y yo he dejado cuatro lores de mi nuevo bando medio muertos, hay que ver". Susurró para sí mismo. Sin demorarse ni un instante bajó de nuevo las escaleras, atrajo a los suyos con un par de órdenes secas y abandonó el Palatinado en busca de su hueste, en busca de su veloz mesnada de jinetes y jóvenes caballeros, para llegar el primero al rescate, en busca del Emperador.
¡Guerra! ¡El Emperador Otón está en peligro! ¡Apresuraos, apresuraos al rescate!
[Próximo capítulo: En Busca del Emperador]
Muelos- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
¡¿6 DUELOS?! WTF?!
Bueno la dama de Bar bien lo ha valido, ella y sus placeres
Ahora viene lo serio ¿Dinamarca es uno de los reinos más poderosos o es muy inferior al Imperio?
Bueno la dama de Bar bien lo ha valido, ella y sus placeres
Ahora viene lo serio ¿Dinamarca es uno de los reinos más poderosos o es muy inferior al Imperio?
Neodrako- Usuario VIP
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Es muy muy poderoso, solo mi opinion. el imperio es mas grande y rico pero los guerreros daneses no van a ser tonteria
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Lord_Eleazar- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
CUATRO duelos. Un duque, un marqués, un conde y Lord Amedo de Saboya, fundador de ramas nobiliarias de historia suculenta.Muelos escribió:¡¿6 DUELOS?! WTF?!
Bueno la dama de Bar bien lo ha valido, ella y sus placeres
Ahora viene lo serio ¿Dinamarca es uno de los reinos más poderosos o es muy inferior al Imperio?
¿Poderosa Dinamarca? Estamos hablando de un reino que se ha atrevido a declararle la guerra al mismísimo Sacro Imperio Romano. Tiene casi tantos lores como tienen los germanos, casi tantos feudos y bastante más mala hostia. Su caballería pesada es igual a la imperial, sus arqueros mucho mejores que los germanos aunque carece de buenos ballesteros, sus lores están cargaditos de tropas numerosas y de alto nivel y en la primera semana de la invasión se hicieron con casi un tercio del Imperio. Dinamarca es una potencia poderosísima en esta época. Históricamente invadieron el Imperio aprovechando la guerra civil entre güelfos y Gibelinos. El Rey Knut VI (Canuto, de 37 años en el 1200), era hijo de Valdemar I, que juró lealtad a Barbarroja (Federico I Hohenstauffen), el Emperador más glorioso del sacro Imperio, Knut rompió su juramento de lealtad y liberó del vasallaje imperial a dinamarca invadiendo alemania llegando a tomar toda pomerania hasta el rio Elba. La máxima extensión que jamás tuvo Dinamarca. Después de sus conquistas Knut VI se declaró Vendernes Konge, Rex Vandalorum, y nunca más el Imperio pudo recuperar el vasallaje de Dinamarca. Curiosamente Knut VI estaba casado con la hermana de Otón IV, aunque como ella era viuda de Federico IV Hohenstauffen (segundo cabeza de la Casa gibelina) decidió vivir con Knut en celibato y murieron sin descendencia. Así que Knut está medio emparentado con las cabezas de los güelfos y los gibelinos, por eso los atacó por igual y por igual se alió con unos y otros por su beneficio.
Lord_Eleazar- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
La búsqueda del Emperador
Eleazar interceptó al mariscal danés que dirigía el acoso y cerco de la hueste imperial. El duque Bogislaw Bolgast, señor de Pomerania, era un noble cuya Casa del Grifo había servido a reyes polacos, daneses e imperiales. Había otro Duque del grifo, el hermano del Bolgast, también llamado Bogislaw, pero cuyo grifo campaba en fondo azul. Curiosamente el hermano actualmente era un fiel súbdito imperial... ¿O no?
"El recien ascendido Señor de Breda, supongo. He oído hablar de vos, dicen que se os da bien luchar en los torneos de equipos de caballeros. Sois un caballero habilidoso, Eleazar de Prenderfast. Antes de desenvainar nuestras espadas debéis al menos escuchar mi oferta. Aceptadla o morid. Es vuestra última oportunidad. El legítimo Rey de Romanos Felipe II Hohenstauffen ha jurado lealtad al rey Knut de Suecia y con él su bando gibelino. Otón tiene los días contados, muy pronto colgará su cadaver de mis almenas. Baviera y Pomerania, casi todo el este del Imperio ha caído en nuestro poder. El Rey de Bohemia, antiguo duque que Barbarroja elevó a la realeza también está con nosotros. Los condados y ducados neerlandeses son nuestros aliados, sólo tenéis Sajonia y Suabia, y algunos restos de los lores italianos imperiales güelfos. Esto se ha planeado con tiempo, joven, estáis perdido. Arrodilláos o pereced. Felipe será el próximo Emperador, juradle lealtad, ayudadnos a exterminar la hueste güelfa y prosperaréis. Es sólo negocios, nada personal".
Eleazar torció el gesto y sujetó bien las riendas de su caballo de batalla con la barda imperial, regalo de Otón IV. "No queda sino batirnos, danés". "Habéis firmado vuestra sentencia de muerte. ¡A las armas!" Y el duque Bogislaw, el grifo rojo, volvió grupas y retornó a su línea de batalla mientras Eleazar hacia lo propio. Ambas caballerías iniciaron la carga, el suelo tembló, los gallardetes flamearon, se lanzaron gritos de guerra, y cuando quedaban 100 metros para que la carga de Eleazar cruzara sus lanzas con los daneses Guillem dio la orden planeada: "¡Hurtad el flanco, hurtad el flanco, hurtaaaad el flaaaaancooooo!" y como un sólo hombre los 150 jinetes de Eleazar giraron 30 grados al norte y rodearon la línea de batalla danesa, sin dejar de correr a rienda suelta, con los caballos imperiales soltando espuma por la boca, llenos los lomos y los cuartos traseros de sudor, los músculos tensos, la hueste Eleazarina corrió rodeando la hueste del grifo rojo hasta interceptar a las tropas danesas que luchaban a muerte contra la hueste imperial de Otón IV. "¡A la carga, bastardos, por el Emperador, por el Emperadooooor!" Gritó el magister equitum de Eleazar, y esta vez sí, las lanzas de gallardetes rojos con franja de oro de Eleazar, formando una perfecta línea de asalto, impactaron contra la retaguardia de la infantería danesa que presionaba contra las pocas docenas de caballeros desmontados que rodeaban al Emperador, luchando cuerpo a cuerpo y a pie envuelto en los colores de su guardia imperial.
"¡Sus y a ellos!" Gritaba Guillem "¡Por Santiago y cierra España!" gritaba Trueno "¡Hijoputaaaas!" gritaba Valkadin Glog, aunque en búlgaro, así que nadie le entendía salvo Bogdan, la lanza de Eleazar se quebró contra el escudo de un blindado caballero danés y sacó su hacha de larga hasta, su arma favorita, que le permitía segar infantes y quebrar escudos golpe a golpe. Abriéndose paso a hachazos hasta donde el Emperador vendía cara su vida. "¡Otóooooooon, Otóoooon, que ya llego, ya llegoooo!" Hachazos a izquierda y derecha, segando infantes descendientes de Vikingos. El Emperador giró el rostro para sonreírle a Eleazar y gritarle un ahoy, su yelmo ensangrentado, su armadura tallada abollada y rota, distracción que un infante pesado, un tennant danés aprovechó para descargar su maza claveteada sobre la espalda del soberano, ataque cobarde y rastrero "¡Noooo!" gritó Eleazar y espoleó a su montura cuando un ministerialis eleazarino le seccionó la nuca al tennant, y juntos, ministerialis y el Señor de Breda, rodearon al caído Emperador, defendiendo su cuerpo, quizá herido, quizá muerto, de los envites de los infantes cercanos.
Mientras tanto Bogdan y Korhoglu perseguían con sus estandartes (unidad de 10 jinetes ligeros) a los arqueros a caballo y Trueno, Holger y Dobryniya dirigían carga, retirada, contracarga una y otra vez contra la caballeria real danesa, la flor y nata de los caballeros. Era la táctica del "torna fulle", aprendida e imitada del servicio eleazarino en los ejércitos califales almohades, permitía que el enemigo confiado en su superior armadura interpretase la retirada de la caballería ligera como una huída desorganizada y al perseguirles quedasen rotas y abiertas sus líneas. Así la entrenada y tácticamente superior caballería de Breda podía ir poco a poco exterminando al enemigo, primero a la lenta caballería pesada, luego a los rápidos jinetes de apoyo, luego a las tropas de proyectiles, luego, últimos de todos, a la infantería en bloques cerrados, que eran masacrados por los ligeros ballesteros imperiales a caballo dirigidos por Robin Hood y Guillermo Tell. Moviendo por los bordes del grueso del enemigo, rodeando sus fuerzas principales, hurtando los flancos y atacando las bolsas separadas del núcleo central, una fuerza ligera de gran movilidad como la de Eleazar podía vencer a fuerzas que duplicaran y triplicaran el tamaño de la hueste de Breda con un número de bajas relativamente muy inferior, pero en este caso las fuerzas danesas que intentaban capturar a Otón decuplicaban la fuerza eleazarina. Sólo la aparición de la reserva de infantería de la guardia imperial de Otón, que con la intervención de Eleazar pudo al fin acudir a esta zona del combate, permitió a nuestro héroe echar el cuerpo de Otón en la grupa de su caballo, y seguido de cerca por el ministerialis que había asesinado al danés que hirió al Emperador, retirarse a la seguridad de la loma donde los ballesteros a pie de Otón mantenían una posición segura.
Viendo su hueste desorganizada, al emperador presumiblemente muerto o herido de muerte, la caballería de Eleazar exterminando sistemáticamente a los grupos aislados daneses sin aceptar el combate directo, Lord Niels Grossen y Lord Abilgaard, que dirigían la emboscada, ordenaron con sus trompetas de batalla la retirada danesa. Eleazar era dueño del campo. Y escoltando los flancos de la infantería de la guardia imperial, llevaron a Otón hasta la retaguardia eleazarina, donde rápidamente la cirujana Hildegarda, ayudada por el boticario y mago Eustache el monje rasgaron y apalancaron túnica y cota de malla del Emperador para tratar sus heridas, que no eran demasiado graves. Otón vivía, y con la ayuda de Eleazar, cuando volvió en sí, vendado y desastrado, insistió en montar en un caballo y regresar a su capital, Slesvig, ciudad conquistada a los daneses al principio de 1200.
"Os debo la vida, Von Prenderfast, seréis recompensado por esto. Yo debo volar a Slesvig, debo nombrar un nuevo mariscal imperial, debo unirme a mis hermanos y dirigir la contra ofensiva güelfa. Felipe Hohenstauffen pagará cara su traición. Medio Imperio ha caído en sus manos. Debo ir a Slesvig, no me lo impediréis, esquivaremos a las legiones danesas, vos tenéis una mesnada veloz, tenéis otra misión, no necesito escolta a mi hogar: Debéis ir como el viento a Praga, a la Bohemia imperial, y notificar a mis fieles vasallos que yo aún vivo y que el asesinato largamente planeado ha fallado. Convocad a los lores del este, Eleazar, traed la hueste Bohemia, recordad al Rey Otokar sus verdaderas lealtades, o confirmadme su traición, maldito sea Otokar el Bohemio y su deslealtad, yo mismo confirmé sus derechos reales. Obedeced mis ordenes, no las discutáis, soy vuestro señor. ¡Volad a Bohemia!" Eleazar pudo hablar al fin. "¡Mi señor, vos sabréis lo que hacéis, es vuesto Imperio, pero quiero pediros una gracia: Éste ministerialis os ha salvado matando al tennant que iba a remataros. Os pido que vos mismo le nombréis mili electi del Imperio". El Emperador asintió dolorido y ojeroso. "Arrodilláos, ministerialis. Yo, Otón Imperator, os nombro caballero vasallo secundos, bajo mi égida y bajo la de mi vasallo primus, Eleazar de Breda. Levantáos, sois ahora uno de mis miles electus". Y Otón cabalgó, con la mano en el costado, sujetándose sus costillas rotas, rumbo a Slesvig mientras Eleazar reorganizaba a su caballería, con el orgulloso primer mili electi eleazarino, sonriente y feliz a su costado derecho, la hueste emprendió el trote que les sacaría de la zona invadida por los daneses en su viaje a la Bohemia Imperial.
Cuando pasaron tres horas de marcha, de una colina que bordeaba el camino imperial bajó una escuadra de caballeros daneses llevando uno el estandarte del grifo rojo y otro una bandera blanca de tregua. Encabezados por el duque rojo, el mariscal danés, interceptaron la columna de Breda y el duque Bogislaw se encaró con nuestro héroe.
"Valiente y loco. Yo os saludo, primer y único vencedor de la legión danesa. Os dejaré ir, iros, partid lejos, a Praga, a Polonia, a los principados de Rus, iros y no volváis y respetaré Breda y a los vuestros. No quemaré ni reduciré a escombros vuestras tierras mientras no volváis. Sabed que miles de daneses seguiremos a Otón, asediaremos Slesvig, esa ratonera, esa trampa mortal, sabemos sus túneles de fuga, sabemos de sus debilidades y puntos ciegos, fue nuestra hasta hace 10 meses. Otón caerá en nuestras manos, quemaremos la ciudad y marcharemos sobre Suabia a sangre y fuego. No volváis, loco y valiente. Partid en paz, habéis ganado la vida un día más esta jornada".
Eleazar se llevó la mano derecha a la visera de su yelmo y la levantó con el canto de su mano, en un saludo seco y marcial, que luego sería honrado por los ejércitos futuros remembrando a los caballeros de la época, aunque ya no lucieran yelmos ni cimeras. Apretando los dientes, la boca seca, el odio ardiendo, nada contestó. Espoleó su caballo imperial con las espuelas doradas que el mismo Inocencio III le regaló y reemprendió la marcha a Bohemia. Sabía que el duque rojo tenía razón. Sabía que Otón caería, pero también sabía que, pasase lo que pasase en Bohemia Eleazar retornaría, y no vendría solo.
Mandando a Bogdan y Korhoglu al mando de sus pequeñas unidades de batidores ligeros, Eleazar obtuvo informes de que efectivamente Otokar I se había levantado en armas contra Otón, y que Olomouc y casi la mitad de la Bohemia que era hasta ayer vasalla del Imperio se había rebelado. Bogdan informó que la fortaleza de Deccin, cercana a Praga, estaba casi abandonada, pues su lord gibelino había partido a doblar la rodilla ante el Rey Knud de Dinamarca con ánimo de salvar el cuello. Eleazar decidió que Deccin sería su base Bohemia, y sin aviso, sin apenas ballesteros, sin arqueros ni armas de asedio, usando de la sorpresa y la oscuridad, pasó a cuchillo a sus apenas 50 defensores de guarnición, inexpertos y mal equipados. Liberando a todos los prisioneros de las mazmorras de Deccin les ordenó guarnecer la fortaleza hasta que Eleazar volviese, y sin tomar posesión para él mismo partió veloz, dejando atrás sólo a los jinetes heridos y los prisioneros liberados, rumbo a Praga, en donde el Duque se negó a recibir al Señor de Breda, diciendo que no reconocía la autoridad de Eleazar como representante de Otón, y que sabía bien que Otón estaba muerto o capturado en Szczecin, feudo del Duque Bogislaw Slawno, en la frontera con Polonia, tierra recién conquistada por Dinamarca. Eleazar escupió al suelo y decidió desobedecer sus órdenes: Nada de entrevistarse con Otokar, nada de reunir a los vasallos imperiales de Bohemia, a marchas forzadas, parando sólo cuando los caballos no podían más para comer galleta y cecina, gachas de trigo y hacer sus necesidades, la hueste eleazarina recorrió media Bohemia y Pomerania hasta llegar a los muros de Szczecin y con bandera blanca hacer sonar el cuerno de guerra que Guillem el lugarteniente usaba para dar las órdenes:
"ttwwwwwwwwtttttttttt!!!!, twwwwwwwwwwwweeeeeeet! ¡Ha del castillo, ha del castillo! Liberad a vuestros prisioneros o preparáos para asedio y asalto. ¡Haaaaaa deeeel castiiiiilloooo!"
El Duque Bogislaw Slawno salió solo en su caballo y se paró a 5 pasos de la bandera blanca.
"Español... Mi hermano el rojo me ha escrito contándome tu azaña. Con dos cojones. Gilipollas, pero con dos cojones. ¿Qué quieres? ¿Reventar mis puertas y liberar a tu amo? Dirijo una guarnición de más de 100 guerreros pomeranios y mi guardia tiene más de 30 caballeros daneses. Vete a tu casa, niño, o te partiré la jeta y me haré una cometa con tus banderas. Anda, lárgate con viento fresco o repintaré mis almenas de bonito rojo entrañas. Te usaré a ti de pintura, si intentas nada. ¿Te lo he dejado claro, mozalbete? Ea, pues con viento fresco". Eleazar no contestó y ambos volvieron, uno a su castillo, el otro a su campamento de asedio. Ibn Arabi, ayudado por Eustache y Franchesco dirigieron la veloz construcción de arietes, manteletes, escalas y catapultas básicas. Robin y Guillermo Tell, Bogdan y Korhoglu, Trueno y Valkadin y Dobriniya dirigieron cada uno minúsculas unidades de ballesteros y jinetes desmontados que patrullaban alrededor de Szczecin convirtiendo en saeteros a los mensajeros o tropas salidas de la fortaleza y derribando cualquier paloma mensajera que veían en el cielo. Aunque menos de 150 jinetes, las tropas de Breda no cejaban en su asedio. Roger Godberg dirigía la guardia del campamento, reforzándolo con estacas y un foso no demasiado profundo, con más estacas afiladas en el fondo. Y Eleazar junto a Holger y Guillem recorrían los muros buscando el punto debil donde colocar las escalas y a donde dirigir la balista y la catapulta que Ibn Arabi levantaba. Con los preparativos del asalto a medio hacer, Eleazar y sus ministerialis, aprovechando la noche, se aproximaron a la muralla, en silencio, con las cotas y filos manchados de barro intentando minar el lienzo del muro o al menos tomar una torre usando cuerdas y ganchos.
Pero un vigía debió ver u oir algo porque dio la voz de alarma y al muro acudió medio castillo, las almenas se llenaron de daneses y Eleazar ordenó la retirada llevándose corriendo a los asaltantes heridos. La primera intentona había fracasado y más de 15 hombres habían muerto o resultado heridos.
Pero a la tarde siguiente los preparativos estuvieron listos: Las grandes rocas partían las almenas, los virotes de balista limpiaban de defensas las torres y los valientes ministeriales eleazarinos pudieron tocar el muro, posar una enorme escala compuesta y montar una cabeza de puente protegidos por manteletes que rápidamente recibieron una lluvia de flechas, piedras y chorros de brea y aceite hirviendo.
Con los ballesteros desmontados limpiando de tiradores las almenas, la tropa eleazarina, gritando e infundándose valor unos a otros comenzaron a escalar el muro. Muchos caían aún antes de tocar las almenas, otros trepaban para morir en lo más alto, eleazar vació dos carcajs de flechas de la estepa, hechas por Korhoglu especialmente para su señor, y mató a muchos, muchos arqueros daneses, una flecha, una cabeza, dos o tres flechas por víctima, mejorando la puntería, practicando el tiro a la cabeza, fallando y fallando pero cada fallo era un tiro más cerca del blanco, vacíos los carcajs recorrió la zona de la escala, arrancando del barro las propias flechas que los daneses les habían disparado, como Robin Hood le había enseñado hacer, y se las devolvió, manchadas de barro o de sangre imperial, a los malditos daneses, más tiros, más flechas, hasta que las manos le escocían y los músculos de los brazos le ardían de tensar el arco. Cuando ya no le quedaron flechas arrojó a sus pies el arco, se desprendió de los carcajs vacíos y empuñó el largo hacha a dos manos que llevaba colgado a la espalda y trepó a la muralla. Encontró docenas de cadáveres imperiales y daneses, y a sus jovenes caballeros limpiando paso a paso la muralla de enemigos, pero lo mejor es que encontró cadáveres de arqueros daneses, y tomando sus arcos y flechas usó las propias armas enemigas para acabar con todo danés que se le ponía a tiro. Cuando no quedaron más proyectiles se lanzó al asalto, junto a sus caballeros y compañeros, al cuerpo a cuerpo, buscando las esquinas, con una retaguardia de refuerzo de ballesteros y miembros del campamento como Eteriani, Margueri, Franchesco, Ibn Arabi y los menos fuertes atrás y con una vanguardia de ministerialis y compañeros poderosos como Holger, Fulk, Trueno, Guillem, los caballeros francos, Basileos y Arn, Guillermo y Robin, los dos Rogers y todos los demás, abriéndose paso, muerto a muerto, tajo a tajo, hasta las mismas puertas de la torre del homenaje de la fortaleza. Reventados y diezmados, Eleazar gritó al duque del grifo rojo que saliese y que luchase contra él. Pero nadie contestó. Él mismo reventó a hachazos las altas puertas y al entrar encontró vacío el sancta santorum. No había nadie. Preocupado corrió buscando las mazmorras temiendo lo peor, pero encontró en una oscura y húmeda celda a Otón, desnudo y torturado. El duque Bogislaw Slawno había huído. La fuerza en minoría de Eleazar había vencido y la fortaleza era suya. Los pocos defensores tiraron sus armas y se entregaron, Sznzecin era de nuevo imperial.
"Ele... Leaza... Me has libre. Me has liberado *coff coff* Eres mi loco. Eres un loco, mi lord favorito, el único que me queda" El Emperador lloriqueaba, en estado de shock. Eleazar le abrazó y susurró palabras de consuelo hasta que Otón se recuperó un poco y secándose las lágrimas con la sobrevesta ensangrentada del Señor de Breda, salió de la celda y se puso una túnica que antaño lució las galas de un poderoso Emperador. "Como mi Imperio, Eleazar, mi ropa está rota y partida. Y ya no vale nada". Eleazar apretó los puños. "¡No digas eso, Otón, nada se ha perdido! Lucharemos, venceremos, recuperaremos los feudos perdidos y arrojaremos de nuevo a los Vikingos al mar. Lo juro por el Dios de Abraham, Cristo y Muhammad". Otón le miró serio y vencido. "Quiero creerte, Eleazar... Amigo".
Eleazar repitió su táctica de dejar el feudo conquistado al cargo de la infantería liberada de las mazmorras, en este caso unos sesenta polacos y bohemios y muchos ex bandidos y saqueadores que hacían hasta esa tarde compañía a Otón en su cautiverio, y dejando atrás de nuevo a sus jinetes heridos, Eleazar escoltó al Emperador con los supervivientes de la mesnada...
18 jinetes y 28 compañeros...
El rescate del Emperador Otón IV le había costado a Eleazar el exterminio del 80 % de su mesnada. Aunque el botín de Deccin y Szczecin era enorme, botín y prisioneros cuyo rescate daría más dinero, casi 10 veces lo invertido en contratar, equipar y entrenar a los 140 muertos que la conquista había costado a Eleazar, pero las vidas, el tiempo y el potencial perdido era casi irreemplazable. Un duro golpe para Eleazar, que rápidamente escoltó al Emperador hasta Praga donde el Lord Imperial le abrió rápidamente las puertas al fin y dobló la rodilla renovando el juramento de fidelidad al Señor de la Casa Güelfa. Eleazar entregó sus 50 prisioneros al intermediario de los rescates, obteniendo un importante beneficio y vendió el equipo y materiales saqueados de Szczecin. Con más dinero del que se sentía seguro de llevar en su caravana, rápidamente invirtió parte del botín en abrir delegaciones de su imperio textil en Praga y Olomouc y con el resto contrató todo paje, ballestero, sargento y campesino Bohemio que pudo encontrar, recuperando apenas la mitad de su mesnada, aunque sin apenas caballos y con un entrenamiento básico. Arturus, el mili electi que Otón nombró en la Gran Batalla del Rescate del Emperador, había sobrevivido, como Eleazar no esperaba menos de alguien de su valor y capacidad, pero era el único caballero que servía en su hueste, además de los caballeros compañeros.
Ya bastante recuperado, Otón mandó llamar a Eleazar en el salón noble de Praga, y ahí, en presencia de la nobleza bohemia fiel, abrazó y besó en las dos mejillas a Eleazar, y le proclamó Señor Margrave de Szczecin Y TAMBIÉN de Ceccin, con todas sus tierras y rentas. Eleazar paralizó su rostro para no mostrar su reacción. Szczecin estaba en la otra punta del Imperio con respecto a Breda, y no tenía oro ni posibilidades de defender ambas fortalezas si Dinamarca seguía conquistando una tras otra las fortalezas imperiales, como estaba haciendo por toda Suabia, Sajonia y en general el norte imperial. Pero al menos las nuevas rentas permitirían ordenar a las aldeas vasallas de ambas fortalezas que reforzasen las dos guarniciones bohemias arrebatadas a los daneses.
Eleazar rápidamente preparó ambos nuevos feudos con un castellano reclutador en cada uno y mientras preparaba sus defensas recibió un mensaje imperial: Dinamarca había firmado una tregua con Otón, al no poder asesinarlo, y alargar la guerra, la tregua les serviría para reorganizarse y blindar sus docenas de castillos imperiales conquistados. Eleazar destrozó la nota del mensajero y maldijo como un carretero la mala suerte de servir a tal soberano y tener tal ralea de enemigos.
¡El Imperio ahora sólo estaba en guerra oficialmente contra el Rey Otokar de Bohemia y sus aliados gibelinos!
[Próximo capítulo, las guerras Bohemias]
Eleazar interceptó al mariscal danés que dirigía el acoso y cerco de la hueste imperial. El duque Bogislaw Bolgast, señor de Pomerania, era un noble cuya Casa del Grifo había servido a reyes polacos, daneses e imperiales. Había otro Duque del grifo, el hermano del Bolgast, también llamado Bogislaw, pero cuyo grifo campaba en fondo azul. Curiosamente el hermano actualmente era un fiel súbdito imperial... ¿O no?
"El recien ascendido Señor de Breda, supongo. He oído hablar de vos, dicen que se os da bien luchar en los torneos de equipos de caballeros. Sois un caballero habilidoso, Eleazar de Prenderfast. Antes de desenvainar nuestras espadas debéis al menos escuchar mi oferta. Aceptadla o morid. Es vuestra última oportunidad. El legítimo Rey de Romanos Felipe II Hohenstauffen ha jurado lealtad al rey Knut de Suecia y con él su bando gibelino. Otón tiene los días contados, muy pronto colgará su cadaver de mis almenas. Baviera y Pomerania, casi todo el este del Imperio ha caído en nuestro poder. El Rey de Bohemia, antiguo duque que Barbarroja elevó a la realeza también está con nosotros. Los condados y ducados neerlandeses son nuestros aliados, sólo tenéis Sajonia y Suabia, y algunos restos de los lores italianos imperiales güelfos. Esto se ha planeado con tiempo, joven, estáis perdido. Arrodilláos o pereced. Felipe será el próximo Emperador, juradle lealtad, ayudadnos a exterminar la hueste güelfa y prosperaréis. Es sólo negocios, nada personal".
Eleazar torció el gesto y sujetó bien las riendas de su caballo de batalla con la barda imperial, regalo de Otón IV. "No queda sino batirnos, danés". "Habéis firmado vuestra sentencia de muerte. ¡A las armas!" Y el duque Bogislaw, el grifo rojo, volvió grupas y retornó a su línea de batalla mientras Eleazar hacia lo propio. Ambas caballerías iniciaron la carga, el suelo tembló, los gallardetes flamearon, se lanzaron gritos de guerra, y cuando quedaban 100 metros para que la carga de Eleazar cruzara sus lanzas con los daneses Guillem dio la orden planeada: "¡Hurtad el flanco, hurtad el flanco, hurtaaaad el flaaaaancooooo!" y como un sólo hombre los 150 jinetes de Eleazar giraron 30 grados al norte y rodearon la línea de batalla danesa, sin dejar de correr a rienda suelta, con los caballos imperiales soltando espuma por la boca, llenos los lomos y los cuartos traseros de sudor, los músculos tensos, la hueste Eleazarina corrió rodeando la hueste del grifo rojo hasta interceptar a las tropas danesas que luchaban a muerte contra la hueste imperial de Otón IV. "¡A la carga, bastardos, por el Emperador, por el Emperadooooor!" Gritó el magister equitum de Eleazar, y esta vez sí, las lanzas de gallardetes rojos con franja de oro de Eleazar, formando una perfecta línea de asalto, impactaron contra la retaguardia de la infantería danesa que presionaba contra las pocas docenas de caballeros desmontados que rodeaban al Emperador, luchando cuerpo a cuerpo y a pie envuelto en los colores de su guardia imperial.
"¡Sus y a ellos!" Gritaba Guillem "¡Por Santiago y cierra España!" gritaba Trueno "¡Hijoputaaaas!" gritaba Valkadin Glog, aunque en búlgaro, así que nadie le entendía salvo Bogdan, la lanza de Eleazar se quebró contra el escudo de un blindado caballero danés y sacó su hacha de larga hasta, su arma favorita, que le permitía segar infantes y quebrar escudos golpe a golpe. Abriéndose paso a hachazos hasta donde el Emperador vendía cara su vida. "¡Otóooooooon, Otóoooon, que ya llego, ya llegoooo!" Hachazos a izquierda y derecha, segando infantes descendientes de Vikingos. El Emperador giró el rostro para sonreírle a Eleazar y gritarle un ahoy, su yelmo ensangrentado, su armadura tallada abollada y rota, distracción que un infante pesado, un tennant danés aprovechó para descargar su maza claveteada sobre la espalda del soberano, ataque cobarde y rastrero "¡Noooo!" gritó Eleazar y espoleó a su montura cuando un ministerialis eleazarino le seccionó la nuca al tennant, y juntos, ministerialis y el Señor de Breda, rodearon al caído Emperador, defendiendo su cuerpo, quizá herido, quizá muerto, de los envites de los infantes cercanos.
Mientras tanto Bogdan y Korhoglu perseguían con sus estandartes (unidad de 10 jinetes ligeros) a los arqueros a caballo y Trueno, Holger y Dobryniya dirigían carga, retirada, contracarga una y otra vez contra la caballeria real danesa, la flor y nata de los caballeros. Era la táctica del "torna fulle", aprendida e imitada del servicio eleazarino en los ejércitos califales almohades, permitía que el enemigo confiado en su superior armadura interpretase la retirada de la caballería ligera como una huída desorganizada y al perseguirles quedasen rotas y abiertas sus líneas. Así la entrenada y tácticamente superior caballería de Breda podía ir poco a poco exterminando al enemigo, primero a la lenta caballería pesada, luego a los rápidos jinetes de apoyo, luego a las tropas de proyectiles, luego, últimos de todos, a la infantería en bloques cerrados, que eran masacrados por los ligeros ballesteros imperiales a caballo dirigidos por Robin Hood y Guillermo Tell. Moviendo por los bordes del grueso del enemigo, rodeando sus fuerzas principales, hurtando los flancos y atacando las bolsas separadas del núcleo central, una fuerza ligera de gran movilidad como la de Eleazar podía vencer a fuerzas que duplicaran y triplicaran el tamaño de la hueste de Breda con un número de bajas relativamente muy inferior, pero en este caso las fuerzas danesas que intentaban capturar a Otón decuplicaban la fuerza eleazarina. Sólo la aparición de la reserva de infantería de la guardia imperial de Otón, que con la intervención de Eleazar pudo al fin acudir a esta zona del combate, permitió a nuestro héroe echar el cuerpo de Otón en la grupa de su caballo, y seguido de cerca por el ministerialis que había asesinado al danés que hirió al Emperador, retirarse a la seguridad de la loma donde los ballesteros a pie de Otón mantenían una posición segura.
Viendo su hueste desorganizada, al emperador presumiblemente muerto o herido de muerte, la caballería de Eleazar exterminando sistemáticamente a los grupos aislados daneses sin aceptar el combate directo, Lord Niels Grossen y Lord Abilgaard, que dirigían la emboscada, ordenaron con sus trompetas de batalla la retirada danesa. Eleazar era dueño del campo. Y escoltando los flancos de la infantería de la guardia imperial, llevaron a Otón hasta la retaguardia eleazarina, donde rápidamente la cirujana Hildegarda, ayudada por el boticario y mago Eustache el monje rasgaron y apalancaron túnica y cota de malla del Emperador para tratar sus heridas, que no eran demasiado graves. Otón vivía, y con la ayuda de Eleazar, cuando volvió en sí, vendado y desastrado, insistió en montar en un caballo y regresar a su capital, Slesvig, ciudad conquistada a los daneses al principio de 1200.
"Os debo la vida, Von Prenderfast, seréis recompensado por esto. Yo debo volar a Slesvig, debo nombrar un nuevo mariscal imperial, debo unirme a mis hermanos y dirigir la contra ofensiva güelfa. Felipe Hohenstauffen pagará cara su traición. Medio Imperio ha caído en sus manos. Debo ir a Slesvig, no me lo impediréis, esquivaremos a las legiones danesas, vos tenéis una mesnada veloz, tenéis otra misión, no necesito escolta a mi hogar: Debéis ir como el viento a Praga, a la Bohemia imperial, y notificar a mis fieles vasallos que yo aún vivo y que el asesinato largamente planeado ha fallado. Convocad a los lores del este, Eleazar, traed la hueste Bohemia, recordad al Rey Otokar sus verdaderas lealtades, o confirmadme su traición, maldito sea Otokar el Bohemio y su deslealtad, yo mismo confirmé sus derechos reales. Obedeced mis ordenes, no las discutáis, soy vuestro señor. ¡Volad a Bohemia!" Eleazar pudo hablar al fin. "¡Mi señor, vos sabréis lo que hacéis, es vuesto Imperio, pero quiero pediros una gracia: Éste ministerialis os ha salvado matando al tennant que iba a remataros. Os pido que vos mismo le nombréis mili electi del Imperio". El Emperador asintió dolorido y ojeroso. "Arrodilláos, ministerialis. Yo, Otón Imperator, os nombro caballero vasallo secundos, bajo mi égida y bajo la de mi vasallo primus, Eleazar de Breda. Levantáos, sois ahora uno de mis miles electus". Y Otón cabalgó, con la mano en el costado, sujetándose sus costillas rotas, rumbo a Slesvig mientras Eleazar reorganizaba a su caballería, con el orgulloso primer mili electi eleazarino, sonriente y feliz a su costado derecho, la hueste emprendió el trote que les sacaría de la zona invadida por los daneses en su viaje a la Bohemia Imperial.
Cuando pasaron tres horas de marcha, de una colina que bordeaba el camino imperial bajó una escuadra de caballeros daneses llevando uno el estandarte del grifo rojo y otro una bandera blanca de tregua. Encabezados por el duque rojo, el mariscal danés, interceptaron la columna de Breda y el duque Bogislaw se encaró con nuestro héroe.
"Valiente y loco. Yo os saludo, primer y único vencedor de la legión danesa. Os dejaré ir, iros, partid lejos, a Praga, a Polonia, a los principados de Rus, iros y no volváis y respetaré Breda y a los vuestros. No quemaré ni reduciré a escombros vuestras tierras mientras no volváis. Sabed que miles de daneses seguiremos a Otón, asediaremos Slesvig, esa ratonera, esa trampa mortal, sabemos sus túneles de fuga, sabemos de sus debilidades y puntos ciegos, fue nuestra hasta hace 10 meses. Otón caerá en nuestras manos, quemaremos la ciudad y marcharemos sobre Suabia a sangre y fuego. No volváis, loco y valiente. Partid en paz, habéis ganado la vida un día más esta jornada".
Eleazar se llevó la mano derecha a la visera de su yelmo y la levantó con el canto de su mano, en un saludo seco y marcial, que luego sería honrado por los ejércitos futuros remembrando a los caballeros de la época, aunque ya no lucieran yelmos ni cimeras. Apretando los dientes, la boca seca, el odio ardiendo, nada contestó. Espoleó su caballo imperial con las espuelas doradas que el mismo Inocencio III le regaló y reemprendió la marcha a Bohemia. Sabía que el duque rojo tenía razón. Sabía que Otón caería, pero también sabía que, pasase lo que pasase en Bohemia Eleazar retornaría, y no vendría solo.
Mandando a Bogdan y Korhoglu al mando de sus pequeñas unidades de batidores ligeros, Eleazar obtuvo informes de que efectivamente Otokar I se había levantado en armas contra Otón, y que Olomouc y casi la mitad de la Bohemia que era hasta ayer vasalla del Imperio se había rebelado. Bogdan informó que la fortaleza de Deccin, cercana a Praga, estaba casi abandonada, pues su lord gibelino había partido a doblar la rodilla ante el Rey Knud de Dinamarca con ánimo de salvar el cuello. Eleazar decidió que Deccin sería su base Bohemia, y sin aviso, sin apenas ballesteros, sin arqueros ni armas de asedio, usando de la sorpresa y la oscuridad, pasó a cuchillo a sus apenas 50 defensores de guarnición, inexpertos y mal equipados. Liberando a todos los prisioneros de las mazmorras de Deccin les ordenó guarnecer la fortaleza hasta que Eleazar volviese, y sin tomar posesión para él mismo partió veloz, dejando atrás sólo a los jinetes heridos y los prisioneros liberados, rumbo a Praga, en donde el Duque se negó a recibir al Señor de Breda, diciendo que no reconocía la autoridad de Eleazar como representante de Otón, y que sabía bien que Otón estaba muerto o capturado en Szczecin, feudo del Duque Bogislaw Slawno, en la frontera con Polonia, tierra recién conquistada por Dinamarca. Eleazar escupió al suelo y decidió desobedecer sus órdenes: Nada de entrevistarse con Otokar, nada de reunir a los vasallos imperiales de Bohemia, a marchas forzadas, parando sólo cuando los caballos no podían más para comer galleta y cecina, gachas de trigo y hacer sus necesidades, la hueste eleazarina recorrió media Bohemia y Pomerania hasta llegar a los muros de Szczecin y con bandera blanca hacer sonar el cuerno de guerra que Guillem el lugarteniente usaba para dar las órdenes:
"ttwwwwwwwwtttttttttt!!!!, twwwwwwwwwwwweeeeeeet! ¡Ha del castillo, ha del castillo! Liberad a vuestros prisioneros o preparáos para asedio y asalto. ¡Haaaaaa deeeel castiiiiilloooo!"
El Duque Bogislaw Slawno salió solo en su caballo y se paró a 5 pasos de la bandera blanca.
"Español... Mi hermano el rojo me ha escrito contándome tu azaña. Con dos cojones. Gilipollas, pero con dos cojones. ¿Qué quieres? ¿Reventar mis puertas y liberar a tu amo? Dirijo una guarnición de más de 100 guerreros pomeranios y mi guardia tiene más de 30 caballeros daneses. Vete a tu casa, niño, o te partiré la jeta y me haré una cometa con tus banderas. Anda, lárgate con viento fresco o repintaré mis almenas de bonito rojo entrañas. Te usaré a ti de pintura, si intentas nada. ¿Te lo he dejado claro, mozalbete? Ea, pues con viento fresco". Eleazar no contestó y ambos volvieron, uno a su castillo, el otro a su campamento de asedio. Ibn Arabi, ayudado por Eustache y Franchesco dirigieron la veloz construcción de arietes, manteletes, escalas y catapultas básicas. Robin y Guillermo Tell, Bogdan y Korhoglu, Trueno y Valkadin y Dobriniya dirigieron cada uno minúsculas unidades de ballesteros y jinetes desmontados que patrullaban alrededor de Szczecin convirtiendo en saeteros a los mensajeros o tropas salidas de la fortaleza y derribando cualquier paloma mensajera que veían en el cielo. Aunque menos de 150 jinetes, las tropas de Breda no cejaban en su asedio. Roger Godberg dirigía la guardia del campamento, reforzándolo con estacas y un foso no demasiado profundo, con más estacas afiladas en el fondo. Y Eleazar junto a Holger y Guillem recorrían los muros buscando el punto debil donde colocar las escalas y a donde dirigir la balista y la catapulta que Ibn Arabi levantaba. Con los preparativos del asalto a medio hacer, Eleazar y sus ministerialis, aprovechando la noche, se aproximaron a la muralla, en silencio, con las cotas y filos manchados de barro intentando minar el lienzo del muro o al menos tomar una torre usando cuerdas y ganchos.
Pero un vigía debió ver u oir algo porque dio la voz de alarma y al muro acudió medio castillo, las almenas se llenaron de daneses y Eleazar ordenó la retirada llevándose corriendo a los asaltantes heridos. La primera intentona había fracasado y más de 15 hombres habían muerto o resultado heridos.
Pero a la tarde siguiente los preparativos estuvieron listos: Las grandes rocas partían las almenas, los virotes de balista limpiaban de defensas las torres y los valientes ministeriales eleazarinos pudieron tocar el muro, posar una enorme escala compuesta y montar una cabeza de puente protegidos por manteletes que rápidamente recibieron una lluvia de flechas, piedras y chorros de brea y aceite hirviendo.
Con los ballesteros desmontados limpiando de tiradores las almenas, la tropa eleazarina, gritando e infundándose valor unos a otros comenzaron a escalar el muro. Muchos caían aún antes de tocar las almenas, otros trepaban para morir en lo más alto, eleazar vació dos carcajs de flechas de la estepa, hechas por Korhoglu especialmente para su señor, y mató a muchos, muchos arqueros daneses, una flecha, una cabeza, dos o tres flechas por víctima, mejorando la puntería, practicando el tiro a la cabeza, fallando y fallando pero cada fallo era un tiro más cerca del blanco, vacíos los carcajs recorrió la zona de la escala, arrancando del barro las propias flechas que los daneses les habían disparado, como Robin Hood le había enseñado hacer, y se las devolvió, manchadas de barro o de sangre imperial, a los malditos daneses, más tiros, más flechas, hasta que las manos le escocían y los músculos de los brazos le ardían de tensar el arco. Cuando ya no le quedaron flechas arrojó a sus pies el arco, se desprendió de los carcajs vacíos y empuñó el largo hacha a dos manos que llevaba colgado a la espalda y trepó a la muralla. Encontró docenas de cadáveres imperiales y daneses, y a sus jovenes caballeros limpiando paso a paso la muralla de enemigos, pero lo mejor es que encontró cadáveres de arqueros daneses, y tomando sus arcos y flechas usó las propias armas enemigas para acabar con todo danés que se le ponía a tiro. Cuando no quedaron más proyectiles se lanzó al asalto, junto a sus caballeros y compañeros, al cuerpo a cuerpo, buscando las esquinas, con una retaguardia de refuerzo de ballesteros y miembros del campamento como Eteriani, Margueri, Franchesco, Ibn Arabi y los menos fuertes atrás y con una vanguardia de ministerialis y compañeros poderosos como Holger, Fulk, Trueno, Guillem, los caballeros francos, Basileos y Arn, Guillermo y Robin, los dos Rogers y todos los demás, abriéndose paso, muerto a muerto, tajo a tajo, hasta las mismas puertas de la torre del homenaje de la fortaleza. Reventados y diezmados, Eleazar gritó al duque del grifo rojo que saliese y que luchase contra él. Pero nadie contestó. Él mismo reventó a hachazos las altas puertas y al entrar encontró vacío el sancta santorum. No había nadie. Preocupado corrió buscando las mazmorras temiendo lo peor, pero encontró en una oscura y húmeda celda a Otón, desnudo y torturado. El duque Bogislaw Slawno había huído. La fuerza en minoría de Eleazar había vencido y la fortaleza era suya. Los pocos defensores tiraron sus armas y se entregaron, Sznzecin era de nuevo imperial.
"Ele... Leaza... Me has libre. Me has liberado *coff coff* Eres mi loco. Eres un loco, mi lord favorito, el único que me queda" El Emperador lloriqueaba, en estado de shock. Eleazar le abrazó y susurró palabras de consuelo hasta que Otón se recuperó un poco y secándose las lágrimas con la sobrevesta ensangrentada del Señor de Breda, salió de la celda y se puso una túnica que antaño lució las galas de un poderoso Emperador. "Como mi Imperio, Eleazar, mi ropa está rota y partida. Y ya no vale nada". Eleazar apretó los puños. "¡No digas eso, Otón, nada se ha perdido! Lucharemos, venceremos, recuperaremos los feudos perdidos y arrojaremos de nuevo a los Vikingos al mar. Lo juro por el Dios de Abraham, Cristo y Muhammad". Otón le miró serio y vencido. "Quiero creerte, Eleazar... Amigo".
Eleazar repitió su táctica de dejar el feudo conquistado al cargo de la infantería liberada de las mazmorras, en este caso unos sesenta polacos y bohemios y muchos ex bandidos y saqueadores que hacían hasta esa tarde compañía a Otón en su cautiverio, y dejando atrás de nuevo a sus jinetes heridos, Eleazar escoltó al Emperador con los supervivientes de la mesnada...
18 jinetes y 28 compañeros...
El rescate del Emperador Otón IV le había costado a Eleazar el exterminio del 80 % de su mesnada. Aunque el botín de Deccin y Szczecin era enorme, botín y prisioneros cuyo rescate daría más dinero, casi 10 veces lo invertido en contratar, equipar y entrenar a los 140 muertos que la conquista había costado a Eleazar, pero las vidas, el tiempo y el potencial perdido era casi irreemplazable. Un duro golpe para Eleazar, que rápidamente escoltó al Emperador hasta Praga donde el Lord Imperial le abrió rápidamente las puertas al fin y dobló la rodilla renovando el juramento de fidelidad al Señor de la Casa Güelfa. Eleazar entregó sus 50 prisioneros al intermediario de los rescates, obteniendo un importante beneficio y vendió el equipo y materiales saqueados de Szczecin. Con más dinero del que se sentía seguro de llevar en su caravana, rápidamente invirtió parte del botín en abrir delegaciones de su imperio textil en Praga y Olomouc y con el resto contrató todo paje, ballestero, sargento y campesino Bohemio que pudo encontrar, recuperando apenas la mitad de su mesnada, aunque sin apenas caballos y con un entrenamiento básico. Arturus, el mili electi que Otón nombró en la Gran Batalla del Rescate del Emperador, había sobrevivido, como Eleazar no esperaba menos de alguien de su valor y capacidad, pero era el único caballero que servía en su hueste, además de los caballeros compañeros.
Ya bastante recuperado, Otón mandó llamar a Eleazar en el salón noble de Praga, y ahí, en presencia de la nobleza bohemia fiel, abrazó y besó en las dos mejillas a Eleazar, y le proclamó Señor Margrave de Szczecin Y TAMBIÉN de Ceccin, con todas sus tierras y rentas. Eleazar paralizó su rostro para no mostrar su reacción. Szczecin estaba en la otra punta del Imperio con respecto a Breda, y no tenía oro ni posibilidades de defender ambas fortalezas si Dinamarca seguía conquistando una tras otra las fortalezas imperiales, como estaba haciendo por toda Suabia, Sajonia y en general el norte imperial. Pero al menos las nuevas rentas permitirían ordenar a las aldeas vasallas de ambas fortalezas que reforzasen las dos guarniciones bohemias arrebatadas a los daneses.
Eleazar rápidamente preparó ambos nuevos feudos con un castellano reclutador en cada uno y mientras preparaba sus defensas recibió un mensaje imperial: Dinamarca había firmado una tregua con Otón, al no poder asesinarlo, y alargar la guerra, la tregua les serviría para reorganizarse y blindar sus docenas de castillos imperiales conquistados. Eleazar destrozó la nota del mensajero y maldijo como un carretero la mala suerte de servir a tal soberano y tener tal ralea de enemigos.
¡El Imperio ahora sólo estaba en guerra oficialmente contra el Rey Otokar de Bohemia y sus aliados gibelinos!
[Próximo capítulo, las guerras Bohemias]
Muelos- Espadachín
- Mensajes : 104
- Mensaje n°59
Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Bueno, la tregua le dará tiempo a los daneses a reforzarse aún más y asestar un golpe fatal al Imperio de Otón, pero también le dará tiempo a Eleazar a reforzar sus dos nuevas propiedades lo suficiente para que su conquista le cueste cara a los daneses si es que la intentan, eso sí, teniendo cuidado de los bohemios que están cerca.
¿Tan dramática está la situación de Otón como la pintas realmente o es más recurso literario? ¿Sólo Sajonia y Suabia enserio?
¿Tan dramática está la situación de Otón como la pintas realmente o es más recurso literario? ¿Sólo Sajonia y Suabia enserio?
Lord_Eleazar- Espadachín
- Mensajes : 172
Facción : Calradia
- Mensaje n°60
Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Una debacle, una fragmentación, una destrucción imperial, un desmembramiento con docenas de lores traicionando al inutil de Otón y largándose a Dinamarca, Venecia, Francia, Lombardía y (no sé por qué) Escocia. La mecánica del juego, no tan bien trabajada como Brytenwalda o clash, sin la mejora diplomática, hace que la IA de las facciones actúe así: Declaras la guerra a un país vecino que haya provocado tu reino EN CUANTO estás en paz, sin mirar peligro o capacidad, la IA obliga (de ahí el horror de que Castilla, León, Navarra y Aragón SIEMPRE guerreen entre ellas en vez de atacar junto a Portugal al califato almohade, lo que provoca el exterminio portugues). Así que la IA de E1200 obligó al Imperio a declarar la guerra a Dinamarca, que pasaba por ahí y dijo "pues ea, a partirles la jeta a estos kartoffens" pero es más: la IA del juego obligó a Bohemia a declarar la guerra al Imperio al ser el único país ofensor de Otokar en esos momentos, pero aún diré más: La IA del juego obligó a los principados y ducados flamencos a declarar la guerra al Imperio en uno u otro momento del comienzo de la partida. Y a la liga lombarda, y a los escoceses, aún no sé muy bien por qué. Así que en apenas 5 meses de partida me enfrenté a más de ocho facciones que querían mordisquear al todopoderoso Imperio. De tal manera que las docenas de fortalezas conquistadas, las políticas de reparto vanilla-warband de feudos para facciones de más de 20 lores, el chorreo de bajas de las mesnadas imperiales, sustituídas por tropas sin experiencia, iba dejando al Imperio impregnado de descontento, feudos perdidos centrales y feudos ganados lejanos, extendiendo el territorio, pero llenándolo de agujeros, una pesadilla estratégica, con el enemigo en casa y tus feudos en el quinto pino, uno en cada punta del país, unos en holanda, otros en Bohemia otros en Noruega... El infierno. Pero la IA, cabrona ella, también obliga a firmar la paz con la facción en guerra más antigua, aunque ya la tengas diezmada y sometida, la IA automáticamente ofrece la paz al enemigo más antiguo en liza... El Imperio ofrece la paz a Dinamarca, a pesar de ser el objetivo más jugoso, al entrar en guerra con el provocador Bohemio. Y luego hará la paz con Bohemia en cuanto otro provocador mindundi ataque al Imperio en otro frente, dejando la conquista a medio hacer y los lores enemigos medio muertos libres y felices... Echo de menos tremendamente las políticas de Brytenwalda en este mod. Terriblemente. Pero qué se le va a hacer, uno se adapta a la guerra según viene. Es lo que los humanos hacemos. Pero esta política... Esta estrategia... Hace que una facción con más de 30 lores como el Imperio... Se llene de descontento y traición... Y de eso hablaremos en breve.Muelos escribió:Bueno, la tregua le dará tiempo a los daneses a reforzarse aún más y asestar un golpe fatal al Imperio de Otón, pero también le dará tiempo a Eleazar a reforzar sus dos nuevas propiedades lo suficiente para que su conquista le cueste cara a los daneses si es que la intentan, eso sí, teniendo cuidado de los bohemios que están cerca.
¿Tan dramática está la situación de Otón como la pintas realmente o es más recurso literario? ¿Sólo Sajonia y Suabia enserio?
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- Mensaje n°61
Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Desde luego una de las mejores historias del foro ^^.
¿Sabes que cada cierto tiempo celebramos concursos de AARs?
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Prefiero vivir un dia como lechón que 100 años como cordero
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Lord_Eleazar- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Sí, sí, lo sé, y gracias. Pero os confesaré algo: Este AAR lo hago más por amor al arte y por darme gusto. Es mi forma de mostrar el cariño y aprecio por mi juego favorito. Por eso no me apunto a concursos o similares, quiero que el AAR se haga sin prisa ni presión, sólo según mis criterios, a mi ritmo y como apetezca según el rato. Me gustaría terminarlo, esto es: Contar toda la partida, así que llevará tiempo, pero este es un asunto entre Europe1200 y yo, y se va a enterar ese continente chulesco y viejales de lo que vale un peine :3Neodrako escribió:Desde luego una de las mejores historias del foro ^^.
¿Sabes que cada cierto tiempo celebramos concursos de AARs?
garfielz77- Miliciano
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Si que ha progresado Eleazar desde la ultima vez que lo vi. Ahora es un importante señor que tras batallar por toda europa tiene una buena coleccion de feudos en sus manos. Pero seguro que no se conformará con las migajas del pastel si puede aspirar a alguna corona.
Lord_Eleazar- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
INTERMEDIO: De Coronas y geoestrategia
"Corona, ¿Qué coño dices de una corona, estás loco, Eleazar, loco, eres un crío soñador, un bebé con aires de grandeza". Dijo Lothair von Erlangen en un susurro a su señor en la soledad de su cámara particular en el castillo de Breda.
"¿Y por qué no? ¿Por qué no iba yo a aspirar a tener sobre mi frente la corona del Rey de Romanos y poder ser así Emperador del Sacro Imperio?" Lothair, el magister equitum de la hueste de Eleazar golpeó la mesa junto a su catre y derramó un cuenco con vino de Brabante. "Porque vuestro orígen es incierto, vuestra sangre está en entredicho, vuestros feudos recién otorgados, sois un advenedizo, los guelfos y gibelinos caerían unidos contra vos y os borrarían del mapa en dos semanas. ¿Y qué que seáis margrave de Levvin y Szczecin en Bohemia y Barón de Breda en Bravante y Lord de Rathenow en Baviera? Hay otro duque por encima de vos en Bohemia, el Señor de Brandenburgo ha obtenido ese honor y es duque de toda Bohemia (incluída la zona en posesión de los rebeldes a recuperar) y la posesión de Praga así lo demuestra, ahora que Olomouc, la segunda ciudad de Bohemia, está en manos rebeldes, en poder del gibelino Rey Otokar I, que si ganase Felipe II Hohenstauffen conservaría corona e independencia, aunque no dejaría de ser vasallo imperial. ¿No lo entiendes? En Brabante hay un nuevo duque, vasallo de Otón, que hasta hace poco no era mas que Margrave de la Baja Lorena y ha sido ascendido al eliminar el ducado gibelino de Bravante. ¿Y qué que tengas 4 feudos bastante ricos? Acaban de ser obtenidos, sus hombres apenas os conocen, no os seguirían a la rebelión, no gritarían que os impongan la corona, no tenéis muchos amigos en el Imperio que os apoyasen si fundaseis un nuevo frente además del guelfo y gibelino: El bando eleazarino. ¡Qué disparate! Deja de soñar, pipiolo, te lo digo entre tú y yo, que podría ser tu padre, si no lo soy, dadas las dudas de tu origen, céntrate en lo que tienes que hacer, es simple: Prosperar, reunir una hueste poderosa, mejorar y defender tus feudos, ganarte el amor de tus súbditos y vasallos, entrenarte a ti mismo y a los tuyos, convertirte de facto en lo que eres de título: Un Lord Imperial, todo un Margrave, todo un señor. Y cuando lo seas, si no te matan a ti y a todos los tuyos en el intento, dentro de muuuuucho tiempo, entonces podrás EMPEZAR a soñar con coronas y reinos. ¿Está claro?" Eleazar tenía la cara roja, pero Lothair poseía su entera confianza, no en vano el magister equitum le había enseñado a él mismo a cargar con la lanza de caballería dominando con las rodillas a su enorme caballo regalo del mismo Emperador. "Tienes razón, Lothair, seré paciente, pero no dejaré de soñar".
Lothair palmeó con fuerza la espalda de su joven señor y desplegó sobre su catre unos cuantos mapas:
"Mira bien este mapa, muchacho, te ayudará a entender mejor la situación geopolítica en la que andamos metidos hasta las orejas" Dijo el jefe de la caballería pesada y máximo jefe de los jinetes de Eleazar. "Aquí puedes ver las zonas de influencia que han sido o son parte de la órbita imperial en nuestro siglo XIII, mira atentamente".
EL SUROESTE: Borgoña, Lombardía, Suabia y Franconia
"En rosa oscuro, al suroeste, tenemos Borgoña, la liga lombarda, Suabia y Franconia, que son los territorios tradicionalmente de los gibelinos: Felipe II Hohenstaufen es el señor de Suabia y gran parte de Franconia, Borgoña está medio conquistada por Francia tras las guerras de principio de 1200 en que Otón se enfrentó a los gabachos para ayudar a nuestros amigos Juan sin Tierra y/o el joven duque de Bretaña, que tanto daba uno u otro. El Rey Francés nos partió la cara y nos quitó media Borgoña. Su capital actual es Dijon. La liga Lombarda, de facto un territorio independiente, clama por su independencia, Felipe Hohestauffen se la ha prometido si le apoyan en contra de Otón, así que lucharán en nuestra contra, más ahora que el Imperio venció en su lucha contra Venecia, Génova y la liga florentina. Toda esa zona está más allá de nuestra influencia a día de hoy, a pesar de que contamos con la ayuda nominal de el Patrimonium Petri, la lealtad papal va y viene según sopla el viento, y la fuerza Siciliana, gibelina también, podría atacar cualquier día a Inocencio III y quitarnos su apoyo".
EL NOROESTE: ALTA Y BAJA LORENA, HOLANDA, BRAVANTE, FRISIA
"Convencidos o sobornados por Felipe II Hohenstauffen, Brabante, Holanda, y de un momento a otro, Frisia, se han declarado a favor de los gibelinos, levantándose en armas en contra de Otón IV. La zona de la alta y baja Lorena serán, con las tierras bajas holandesas, los campos de batalla de mañana".
EL SURESTE: BAVIERA, AUSTRIA, VERONA, ESTIRIA
"Las tierras al sureste de Baviera, feudo guelfo, están tranquilas y en nuestro poder. Baviera y Sajonia, los feudos de Otón y sus hermanos, están atados y bien atados. No serán campos de batalla en breve, pero sí una de nuestras zonas principales de reclutamiento de fieles".
EL NORESTE: BOHEMIA, BRANDENBURGO, POMERANIA
"Esta es la zona que la traición danesa nos ha arrebatado. Siendo tradicionalmente una zona guelfa, la invasión del Rey Canuto de Dinamarca nos ha arrebatado casi toda Pomerania, salvo los feudos que tú conquistaste. Aunque ahora estemos en una tregua, gran parte de Pomerania, Hostein, Turingia y Silesia están en poder danés. Pero es más; el Rey gibelino de Bohemia, Otokar I, vasallo hasta ayer del Imperio, ha obtenido la independencia de facto si apoya a Felipe Hohenstauffen. Y ahí es donde tenemos que partir a cruzar nuestras espadas con los Bohemios rebeldes y sus aliados gibelinos ahora que estamos temporalmente en paz con los invasores daneses. ¿Entiendes nuestra situación, Eleazar de Prenderfast, Margrave de Levvin y Szczecin, Barón de Breda, Señor de Rathenow?".
Eleazar observó el mapa y le pareció que un Imperio que sólo dominaba de hecho Sajonia, Baviera, Bravante, Verona y la mitad de Bohemia no era un Imperio muy poderoso que digamos. "Sí, Lothair, entiendo la situación".
"Pues ea" Dijo el experimentado caballero germano. "Coge tu hacha y tu arco, tu mejor armadura, y vamos a reclutar tropas, hacer aliados, y partirles las jetas a todos esos hijoputas que nos han desafiado. ¡No saben con quién se han ido a meter, no!"
[FIN DEL INTERMEDIO: Próximo capítulo, las guerras Bohemias]
"Corona, ¿Qué coño dices de una corona, estás loco, Eleazar, loco, eres un crío soñador, un bebé con aires de grandeza". Dijo Lothair von Erlangen en un susurro a su señor en la soledad de su cámara particular en el castillo de Breda.
"¿Y por qué no? ¿Por qué no iba yo a aspirar a tener sobre mi frente la corona del Rey de Romanos y poder ser así Emperador del Sacro Imperio?" Lothair, el magister equitum de la hueste de Eleazar golpeó la mesa junto a su catre y derramó un cuenco con vino de Brabante. "Porque vuestro orígen es incierto, vuestra sangre está en entredicho, vuestros feudos recién otorgados, sois un advenedizo, los guelfos y gibelinos caerían unidos contra vos y os borrarían del mapa en dos semanas. ¿Y qué que seáis margrave de Levvin y Szczecin en Bohemia y Barón de Breda en Bravante y Lord de Rathenow en Baviera? Hay otro duque por encima de vos en Bohemia, el Señor de Brandenburgo ha obtenido ese honor y es duque de toda Bohemia (incluída la zona en posesión de los rebeldes a recuperar) y la posesión de Praga así lo demuestra, ahora que Olomouc, la segunda ciudad de Bohemia, está en manos rebeldes, en poder del gibelino Rey Otokar I, que si ganase Felipe II Hohenstauffen conservaría corona e independencia, aunque no dejaría de ser vasallo imperial. ¿No lo entiendes? En Brabante hay un nuevo duque, vasallo de Otón, que hasta hace poco no era mas que Margrave de la Baja Lorena y ha sido ascendido al eliminar el ducado gibelino de Bravante. ¿Y qué que tengas 4 feudos bastante ricos? Acaban de ser obtenidos, sus hombres apenas os conocen, no os seguirían a la rebelión, no gritarían que os impongan la corona, no tenéis muchos amigos en el Imperio que os apoyasen si fundaseis un nuevo frente además del guelfo y gibelino: El bando eleazarino. ¡Qué disparate! Deja de soñar, pipiolo, te lo digo entre tú y yo, que podría ser tu padre, si no lo soy, dadas las dudas de tu origen, céntrate en lo que tienes que hacer, es simple: Prosperar, reunir una hueste poderosa, mejorar y defender tus feudos, ganarte el amor de tus súbditos y vasallos, entrenarte a ti mismo y a los tuyos, convertirte de facto en lo que eres de título: Un Lord Imperial, todo un Margrave, todo un señor. Y cuando lo seas, si no te matan a ti y a todos los tuyos en el intento, dentro de muuuuucho tiempo, entonces podrás EMPEZAR a soñar con coronas y reinos. ¿Está claro?" Eleazar tenía la cara roja, pero Lothair poseía su entera confianza, no en vano el magister equitum le había enseñado a él mismo a cargar con la lanza de caballería dominando con las rodillas a su enorme caballo regalo del mismo Emperador. "Tienes razón, Lothair, seré paciente, pero no dejaré de soñar".
Lothair palmeó con fuerza la espalda de su joven señor y desplegó sobre su catre unos cuantos mapas:
"Mira bien este mapa, muchacho, te ayudará a entender mejor la situación geopolítica en la que andamos metidos hasta las orejas" Dijo el jefe de la caballería pesada y máximo jefe de los jinetes de Eleazar. "Aquí puedes ver las zonas de influencia que han sido o son parte de la órbita imperial en nuestro siglo XIII, mira atentamente".
EL SUROESTE: Borgoña, Lombardía, Suabia y Franconia
"En rosa oscuro, al suroeste, tenemos Borgoña, la liga lombarda, Suabia y Franconia, que son los territorios tradicionalmente de los gibelinos: Felipe II Hohenstaufen es el señor de Suabia y gran parte de Franconia, Borgoña está medio conquistada por Francia tras las guerras de principio de 1200 en que Otón se enfrentó a los gabachos para ayudar a nuestros amigos Juan sin Tierra y/o el joven duque de Bretaña, que tanto daba uno u otro. El Rey Francés nos partió la cara y nos quitó media Borgoña. Su capital actual es Dijon. La liga Lombarda, de facto un territorio independiente, clama por su independencia, Felipe Hohestauffen se la ha prometido si le apoyan en contra de Otón, así que lucharán en nuestra contra, más ahora que el Imperio venció en su lucha contra Venecia, Génova y la liga florentina. Toda esa zona está más allá de nuestra influencia a día de hoy, a pesar de que contamos con la ayuda nominal de el Patrimonium Petri, la lealtad papal va y viene según sopla el viento, y la fuerza Siciliana, gibelina también, podría atacar cualquier día a Inocencio III y quitarnos su apoyo".
EL NOROESTE: ALTA Y BAJA LORENA, HOLANDA, BRAVANTE, FRISIA
"Convencidos o sobornados por Felipe II Hohenstauffen, Brabante, Holanda, y de un momento a otro, Frisia, se han declarado a favor de los gibelinos, levantándose en armas en contra de Otón IV. La zona de la alta y baja Lorena serán, con las tierras bajas holandesas, los campos de batalla de mañana".
EL SURESTE: BAVIERA, AUSTRIA, VERONA, ESTIRIA
"Las tierras al sureste de Baviera, feudo guelfo, están tranquilas y en nuestro poder. Baviera y Sajonia, los feudos de Otón y sus hermanos, están atados y bien atados. No serán campos de batalla en breve, pero sí una de nuestras zonas principales de reclutamiento de fieles".
EL NORESTE: BOHEMIA, BRANDENBURGO, POMERANIA
"Esta es la zona que la traición danesa nos ha arrebatado. Siendo tradicionalmente una zona guelfa, la invasión del Rey Canuto de Dinamarca nos ha arrebatado casi toda Pomerania, salvo los feudos que tú conquistaste. Aunque ahora estemos en una tregua, gran parte de Pomerania, Hostein, Turingia y Silesia están en poder danés. Pero es más; el Rey gibelino de Bohemia, Otokar I, vasallo hasta ayer del Imperio, ha obtenido la independencia de facto si apoya a Felipe Hohenstauffen. Y ahí es donde tenemos que partir a cruzar nuestras espadas con los Bohemios rebeldes y sus aliados gibelinos ahora que estamos temporalmente en paz con los invasores daneses. ¿Entiendes nuestra situación, Eleazar de Prenderfast, Margrave de Levvin y Szczecin, Barón de Breda, Señor de Rathenow?".
Eleazar observó el mapa y le pareció que un Imperio que sólo dominaba de hecho Sajonia, Baviera, Bravante, Verona y la mitad de Bohemia no era un Imperio muy poderoso que digamos. "Sí, Lothair, entiendo la situación".
"Pues ea" Dijo el experimentado caballero germano. "Coge tu hacha y tu arco, tu mejor armadura, y vamos a reclutar tropas, hacer aliados, y partirles las jetas a todos esos hijoputas que nos han desafiado. ¡No saben con quién se han ido a meter, no!"
[FIN DEL INTERMEDIO: Próximo capítulo, las guerras Bohemias]
Lord_Eleazar- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Las guerras Bohemias
Abandonando Breda al mando del único miles electus con que Eleazar contaba, con otros 99 infantes y tropas de proyectiles y una pequeña unidad de jinetes ligeros tuaregs y castellanos, Eleazar tomó a sus jóvenes caballeros ministerialis, pajes y escuderos que había reclutado por todo el Imperio en poder de Otón IV, su señor, cabeza del partido guelfo, para recuperar de manos del rebelde exvasallo imperial: El Rey Otokar I de Bohemia. Traidor y vendido. Que había doblado la rodilla ante Felipe II Hohenstauffen, cabeza del partido gibelino, con la condición de ser súbdito del Imperio Gibelino, pero Rey independiente de su reino.
Los bohemios gibelinos dominaban Olomouc y todas sus fortalezas y feudos cercanos. Media Bohemia, y casi toda la Silesia imperial que no había caído en poder de Dinamarca. Desde Breda, Eleazar fue reclutando en cada fortaleza guelfa las jóvenes tropas que desearon unírsele. Una fuerza de más de 120 jinetes ligeros, inexpertos hijos de nobles del ordo ministerialis, cabalgaba en pos de Eleazar, Margrave de Szczecin y Decín.
El mismísimo nuevo Duque de Praga, señor de toda Bohemia cuando fuera reconquistada, mandaba las tropas guelfas en el frente por orden directa del Emperador Otón IV. Eleazar debía acudir allí, ahora que Breda estaba bastante bien defendida por infantes y tiradores bravantinos y sajones, reclutados en su mayor parte en Rathenow, cuya lealtad había sido ganada por su señor invirtiendo en nuevas construcciones, mejoras, ganado y semillas de trigo con que recuperar su esplendor y bonanza económica.
Los nuevos feudos eleazarinos de Decín y Szczecin estaban mal defendidos y maltrechos. Las dos fortalezas, de madera y tierra, medio abandonadas y sufriendo aún las consecuencias de la conquista danesa de la que Eleazar los había liberado. Las rentas eran paupérrimas, su situación estratégica terrible dada su proximidad a la zona en poder bohemio. Eleazar debía reclutar arqueros e infantes de la bohemia fiel a los guelfos, darles un somero entrenamiento a cargo del jefe de guardias, Roger Godberg, y reforzar con ellos las nuevas guarniciones de su recién adquirido margraviato.
Las órdenes de Otón para Eleazar eran ponerse a las órdenes del Duque de Praga, éste mandó a Eleazar y su hueste a internarse en territorio enemigo, cerca de Olomouc, capital rebelde, y capturar para él a un lord bohemio al que interrogar y retener a cambio de rescate.
Mientras tanto, la mayor parte de los lores guelfos, con el Duque de Praga y el mismo Emperador Otón IV, habían puesto cerco y asedio al feudo bohemio de Zvikov, en donde el Rey Otokar I había reunido a todos sus vasallos, salvo sus lores menores. Tras capturar a un lord Bohemio y adquirir la información de que un agente Lombardo, un tal Pirolamo de la Mirindola, había ofrecido a Otokar I una inmensa fortuna en plata si apoyaba a Felipe Hohenstauffen, Eleazar marchó a Zvikov a informar al mariscal Imperial, el Duque de Praga, y al mismo Emperador.
El Duque se mostró complacido con la tarea de Eleazar y ordenó que seis de los jóvenes caballeros ministerialis del Margrave circunciso fueran ascendidos a la categoría de Mili Electi. Eso satisfizo mucho a nuestro héroe. El Duque también ordenó a Eleazar que participase en el siguiente asalto imperial a Zvikov, en donde el mismo Rey Otokar se refugiaba con el grueso de sus fuerzas y las de otros ocho lores bohemios. 1393 guerreros imperiales se enfrentaron en los muros de Zvikov a cientos y cientos de guerreros bohemios. La batalla fue una matanza, no se dio ni pidió cuartel, pero la mayor parte de lores bohemios pudieron huir por el tunel de escape de la fortaleza.
Con la fuerza de asalto bohemia reducida tras la gran victoria de Zvikov, Eleazar decidió arriesgarse el todo por el todo, y mientras el Duque de Praga y las fuerzas guelfas se retiraban a Praga, Eleazar quiso aprovechar la debilidad de la capital de Otokar: Olomouc. Apenas defendida dado que el Rey Bohemio la abandonó con la mayor parte de sus tropas rumbo a Zvikov, los apenas 130 y pocos guerreros de Eleazar podían tomar la debilitada ciudad.
En un ataque relámpago, antes de que las fuerzas bohemias se reorganizasen, Eleazar aprovechó para asaltar Olomouc, y con grandes pérdidas, aprovechando la superior calidad de sus jinetes ministerialis, sus ballesteros a caballo y la ayuda de sus compañeros, Eleazar asaltó y tomó la capital rebelde de los enemigos bohemios. Como siempre, liberó a los prisioneros imperiales de las mazmorras con la condición de que sirvieran una temporada como guarnición de Olomouc para Eleazar. Apenas unos 150 prisioneros liberados accedieron a defender la recién conquistada ciudad. Dejando en la ciudad a sus jinetes, Eleazar recorrió a toda velocidad los feudos fieles guelfos reclutando infantes y tiradores para ayudar a guarnecer Olomouc mientras Raimbaud, uno de los heraldos del Margrave, recorría el Imperio buscando a Otón IV para darle la grata noticia de la conquista de la capital de Otokar I.
En el regreso de Raimbaut, Eleazar recibió de su heraldo un documento de puño y letra del Emperador en el que se le nombraba Señor de Olomouc, en calidad de Margrave de Bohemia: Segundo al mando del territorio sólo bajo el mandato del Duque de Praga, aunque Eleazar ya no sería vasallo secundus del duque, sino sólo vasallo primus del mismo Emperador. Eleazar poseía al fin su primera ciudad, aunque no era la primera que asediaba, asaltaba y conquistaba. Rápidamente invirtió sus nuevas rentas y los frutos del pillaje y botín de Olomouc en entrenar, reforzar y reclutar más infantes y tiradores para Olomouc, Decín (cerca de Praga), y Szczecin, en Pomerania, rodeada de feudos conquistados por Dinamarca. Aunque Eleazar invirtió gran parte de sus beneficios en guarniciones para sus feudos del este, no dejó de reforzar su caballería con nuevos aprendices de caballeros bohemios fieles a Otón y con una cada vez mayor unidad de ballesteros imperiales a caballo. Tropas de proyectiles versátiles que en un asedio, desmontados, hacían una tarea importantísima de apoyo.
El tesoro de Eleazar estaba vacío: Invertido íntegramente en reforzar Olomouc, Decín y Szczecin, así que partió a tierras francesas a participar en un torneo de caballeros, cuyo inmenso premio, 16000 coronas, le permitiría mantener el nivel que su categoría de Margrave de frontera le exigía.
Con apenas una escolta de escuderos mercenarios de variados orígenes, rusos, húngaros, polacos e ingleses, Eleazar partió a toda velocidad hasta Toulousse, en donde el torneo iba a empezar en breve. Allí conoció a un poderoso Lord Francés, Sire Simon de Montfort, el mariscal de Francia, encargado por el Rey y por el Papa de exterminar a los herejes cátaros de Tolosa. Pero dado que las batallas habían llegado a un entente, el mariscal de Francia había ofrecido a sus enemigos herejes una tregua que ahora celebraban los franceses con un torneo.
Eleazar y su equipo de jóvenes caballeros tolosanos se crecieron con la reciente paz entre ambos reinos, y a pesar de que Eleazar no compartía las creencias cátaras ayudó a sus compañeros con los que ya había luchado en Londres y París y juntos, coordinando sus cargas de lanceros y ordenando a los espadachines rodear a los equipos contrarios, Eleazar y los Tolosanos vencieron el torneo y su jugoso premio. Eleazar realmente necesitaba esas 16000 monedas. Y ya no le importaba que el público gritase "¡CIRCUNCISO, CIRCUNCISO! ¡BESCHNITTEN, BESCHNITTEN!" Pues lo hacían con aprecio y orgullo. Por desgracia, en Toulousse Eleazar recibió malas noticias: Holanda se había levantado en armas y abandonado a Otón. Su Conde traicionaba el vasallaje imperial y se declaraba independiente, apoyando a Felipe y su rebelión gibelina. Eleazar sabía lo que significaba esto. Muy pronto a Holanda le seguiría Frisia. Pues la caída de Bravante había soliviantado toda la frontera Oeste del Imperio en contra de Otón. Pronto Breda estaría en peligro.
[Próximo capítulo: Molinos y diques]
Abandonando Breda al mando del único miles electus con que Eleazar contaba, con otros 99 infantes y tropas de proyectiles y una pequeña unidad de jinetes ligeros tuaregs y castellanos, Eleazar tomó a sus jóvenes caballeros ministerialis, pajes y escuderos que había reclutado por todo el Imperio en poder de Otón IV, su señor, cabeza del partido guelfo, para recuperar de manos del rebelde exvasallo imperial: El Rey Otokar I de Bohemia. Traidor y vendido. Que había doblado la rodilla ante Felipe II Hohenstauffen, cabeza del partido gibelino, con la condición de ser súbdito del Imperio Gibelino, pero Rey independiente de su reino.
Los bohemios gibelinos dominaban Olomouc y todas sus fortalezas y feudos cercanos. Media Bohemia, y casi toda la Silesia imperial que no había caído en poder de Dinamarca. Desde Breda, Eleazar fue reclutando en cada fortaleza guelfa las jóvenes tropas que desearon unírsele. Una fuerza de más de 120 jinetes ligeros, inexpertos hijos de nobles del ordo ministerialis, cabalgaba en pos de Eleazar, Margrave de Szczecin y Decín.
El mismísimo nuevo Duque de Praga, señor de toda Bohemia cuando fuera reconquistada, mandaba las tropas guelfas en el frente por orden directa del Emperador Otón IV. Eleazar debía acudir allí, ahora que Breda estaba bastante bien defendida por infantes y tiradores bravantinos y sajones, reclutados en su mayor parte en Rathenow, cuya lealtad había sido ganada por su señor invirtiendo en nuevas construcciones, mejoras, ganado y semillas de trigo con que recuperar su esplendor y bonanza económica.
Los nuevos feudos eleazarinos de Decín y Szczecin estaban mal defendidos y maltrechos. Las dos fortalezas, de madera y tierra, medio abandonadas y sufriendo aún las consecuencias de la conquista danesa de la que Eleazar los había liberado. Las rentas eran paupérrimas, su situación estratégica terrible dada su proximidad a la zona en poder bohemio. Eleazar debía reclutar arqueros e infantes de la bohemia fiel a los guelfos, darles un somero entrenamiento a cargo del jefe de guardias, Roger Godberg, y reforzar con ellos las nuevas guarniciones de su recién adquirido margraviato.
Las órdenes de Otón para Eleazar eran ponerse a las órdenes del Duque de Praga, éste mandó a Eleazar y su hueste a internarse en territorio enemigo, cerca de Olomouc, capital rebelde, y capturar para él a un lord bohemio al que interrogar y retener a cambio de rescate.
Mientras tanto, la mayor parte de los lores guelfos, con el Duque de Praga y el mismo Emperador Otón IV, habían puesto cerco y asedio al feudo bohemio de Zvikov, en donde el Rey Otokar I había reunido a todos sus vasallos, salvo sus lores menores. Tras capturar a un lord Bohemio y adquirir la información de que un agente Lombardo, un tal Pirolamo de la Mirindola, había ofrecido a Otokar I una inmensa fortuna en plata si apoyaba a Felipe Hohenstauffen, Eleazar marchó a Zvikov a informar al mariscal Imperial, el Duque de Praga, y al mismo Emperador.
El Duque se mostró complacido con la tarea de Eleazar y ordenó que seis de los jóvenes caballeros ministerialis del Margrave circunciso fueran ascendidos a la categoría de Mili Electi. Eso satisfizo mucho a nuestro héroe. El Duque también ordenó a Eleazar que participase en el siguiente asalto imperial a Zvikov, en donde el mismo Rey Otokar se refugiaba con el grueso de sus fuerzas y las de otros ocho lores bohemios. 1393 guerreros imperiales se enfrentaron en los muros de Zvikov a cientos y cientos de guerreros bohemios. La batalla fue una matanza, no se dio ni pidió cuartel, pero la mayor parte de lores bohemios pudieron huir por el tunel de escape de la fortaleza.
Con la fuerza de asalto bohemia reducida tras la gran victoria de Zvikov, Eleazar decidió arriesgarse el todo por el todo, y mientras el Duque de Praga y las fuerzas guelfas se retiraban a Praga, Eleazar quiso aprovechar la debilidad de la capital de Otokar: Olomouc. Apenas defendida dado que el Rey Bohemio la abandonó con la mayor parte de sus tropas rumbo a Zvikov, los apenas 130 y pocos guerreros de Eleazar podían tomar la debilitada ciudad.
En un ataque relámpago, antes de que las fuerzas bohemias se reorganizasen, Eleazar aprovechó para asaltar Olomouc, y con grandes pérdidas, aprovechando la superior calidad de sus jinetes ministerialis, sus ballesteros a caballo y la ayuda de sus compañeros, Eleazar asaltó y tomó la capital rebelde de los enemigos bohemios. Como siempre, liberó a los prisioneros imperiales de las mazmorras con la condición de que sirvieran una temporada como guarnición de Olomouc para Eleazar. Apenas unos 150 prisioneros liberados accedieron a defender la recién conquistada ciudad. Dejando en la ciudad a sus jinetes, Eleazar recorrió a toda velocidad los feudos fieles guelfos reclutando infantes y tiradores para ayudar a guarnecer Olomouc mientras Raimbaud, uno de los heraldos del Margrave, recorría el Imperio buscando a Otón IV para darle la grata noticia de la conquista de la capital de Otokar I.
En el regreso de Raimbaut, Eleazar recibió de su heraldo un documento de puño y letra del Emperador en el que se le nombraba Señor de Olomouc, en calidad de Margrave de Bohemia: Segundo al mando del territorio sólo bajo el mandato del Duque de Praga, aunque Eleazar ya no sería vasallo secundus del duque, sino sólo vasallo primus del mismo Emperador. Eleazar poseía al fin su primera ciudad, aunque no era la primera que asediaba, asaltaba y conquistaba. Rápidamente invirtió sus nuevas rentas y los frutos del pillaje y botín de Olomouc en entrenar, reforzar y reclutar más infantes y tiradores para Olomouc, Decín (cerca de Praga), y Szczecin, en Pomerania, rodeada de feudos conquistados por Dinamarca. Aunque Eleazar invirtió gran parte de sus beneficios en guarniciones para sus feudos del este, no dejó de reforzar su caballería con nuevos aprendices de caballeros bohemios fieles a Otón y con una cada vez mayor unidad de ballesteros imperiales a caballo. Tropas de proyectiles versátiles que en un asedio, desmontados, hacían una tarea importantísima de apoyo.
El tesoro de Eleazar estaba vacío: Invertido íntegramente en reforzar Olomouc, Decín y Szczecin, así que partió a tierras francesas a participar en un torneo de caballeros, cuyo inmenso premio, 16000 coronas, le permitiría mantener el nivel que su categoría de Margrave de frontera le exigía.
Con apenas una escolta de escuderos mercenarios de variados orígenes, rusos, húngaros, polacos e ingleses, Eleazar partió a toda velocidad hasta Toulousse, en donde el torneo iba a empezar en breve. Allí conoció a un poderoso Lord Francés, Sire Simon de Montfort, el mariscal de Francia, encargado por el Rey y por el Papa de exterminar a los herejes cátaros de Tolosa. Pero dado que las batallas habían llegado a un entente, el mariscal de Francia había ofrecido a sus enemigos herejes una tregua que ahora celebraban los franceses con un torneo.
Eleazar y su equipo de jóvenes caballeros tolosanos se crecieron con la reciente paz entre ambos reinos, y a pesar de que Eleazar no compartía las creencias cátaras ayudó a sus compañeros con los que ya había luchado en Londres y París y juntos, coordinando sus cargas de lanceros y ordenando a los espadachines rodear a los equipos contrarios, Eleazar y los Tolosanos vencieron el torneo y su jugoso premio. Eleazar realmente necesitaba esas 16000 monedas. Y ya no le importaba que el público gritase "¡CIRCUNCISO, CIRCUNCISO! ¡BESCHNITTEN, BESCHNITTEN!" Pues lo hacían con aprecio y orgullo. Por desgracia, en Toulousse Eleazar recibió malas noticias: Holanda se había levantado en armas y abandonado a Otón. Su Conde traicionaba el vasallaje imperial y se declaraba independiente, apoyando a Felipe y su rebelión gibelina. Eleazar sabía lo que significaba esto. Muy pronto a Holanda le seguiría Frisia. Pues la caída de Bravante había soliviantado toda la frontera Oeste del Imperio en contra de Otón. Pronto Breda estaría en peligro.
[Próximo capítulo: Molinos y diques]
Última edición por Lord_Eleazar el Miér Dic 11, 2013 11:31 am, editado 1 vez
Muelos- Espadachín
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- Mensaje n°66
Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Este Imperio de los güelfos arde por los 4 costados, menudo caos, cuando parecía encauzarse la situación bohemia, salta en armas Holanda, esperemos que Breda pueda resistir un hipotético asalto de sus hostiles vecinos.
Lord_Eleazar- Espadachín
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- Mensaje n°67
Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Molinos y diques
Las tierras entre Francia y el Sacro Imperio Romano siempre han estado en entredicho. Unas veces han pertenecido a uno u a otro. Culpa de Carlomagno y su intento de unificar a francos y germanos de forma que desde Bremen a Paris todos esos pueblos no han sido realmente ni una ni otra cosa.
Con la caída del ducado de Brabante Otón IV soliviantó las lealtades teóricas de los condados y ducados entre el Imperio y Francia. Legalmente súbditos del Imperio, todos estos señoríos se estaban contagiando de las ideologías italianas: ¿Por qué debemos ser súbditos del Imperio si la Liga Lombarda, Génova, Venecia, el Papado, Bohemia, Nápoles, Austria, Dinamarca y otros son, en mayor o menor medida, independientes de la Corona Imperial? La idea genial de Felipe II Hohenstauffen es ofrecerles a todos estos señoríos dos bienes:
-1- Inmensas cantidades de dinero de origen incierto, aunque la información obtenida por Eleazar de que un agente Lombardo, un tal Pirolamo de la Mirindola, había financiado a Otokar I de Bohemia, hacía sugerir la inferencia Lombarda.
-2- La promesa de que al jurar lealtad nominal a la Casa Gibelina se obtendía de facto la independencia de gobierno y rentas.
Otón no podía competir con tales ofertas, pero los lores imperiales gibelinos estaban tomando un partido con el que Felipe no contaba: Con la presencia poderosa de reyes como Canuto de Dinamarca y Otokar de Bohemia algunos lores imperiales estaban abandonando la lealtad al emperador guelfo y al gibelino y doblando sus rodillas ante estos otros reyes. A Eleazar le habían llegado noticias de que la animadversión de los lores les estaba motivando a jurar lealtad también a la Liga Lombarda o a Francia, según el poder estable más próximo a los feudos que el Lord Imperial poseyera. En definitiva: El Imperio estaba desmembrado y sin visos de ser recuperado sin una Corona fuerte y rica.
El pequeño condado de Holanda, al norte de Breda, a orillas del mar del Norte, estaba gobernado por el Conde Dirk de Holanda, Teodorico VII en latín, cuyas armas son un león rojo en campo amarillo. Era hermano del señor de Frisia, cuya lealtad estaba en duda dada la rebelión holandesa. Los frisones eran un pueblo salvaje y duro, que despreciaba la caballería para combatir con infantería pesada, mucho mejor adaptada a sus tierras pantanosas que se inundaban cada año cuando el mar las cubría. El Condado de Flandes, el último componente de los llamados "países bajos", también estaba emparentado con los lores de Frisia y Holanda, y con el señor del extinto ducado de Bravante. Flamencos, frisios y holandeses no podían competir con la pesada caballería imperial, pero sí ser una defensa inexpugnable en sus castillos y fortalezas. Estos señores querían del Imperio el mismo trato que Otokar I de Bohemia había recibido del anterior emperador: Enrique VI, el padre del actual niño-rey de Sicilia. Querían una corona, un reino independiente, aunque súbdito de nombre del Imperio. Otón, vista la deslealtad de Otokar, que había servido dos años a los guelfos y ahora a los gibelinos, distaba mucho de desear repetir los errores de su antecesor. Felipe, por su parte, se había aliado con todo señor vasallo del Imperio que le diese la más mínima ventaja en su guerra contra Otón. Por desgracia, luchando en dos frentes, separados por las inmensas distancias del Imperio, era dificil luchar al mismo tiempo en el Este y el Oeste y dar una respuesta contundente. Eleazar temía que Otón ofreciera a Otokar de Bohemia una tregua como la ofrecida a Canuto de Dinamarca, lo cual le permitiría recuperarse de la escabechina que las tropas imperiales habían hecho con las fuerzas bohemias ese mes.
Eleazar reunió a sus compañeros y juntos decidieron abandonar temporalmente el frente bohemio, ahora tranquilo tras el aniquilamiento del ejército enemigo, para partir a tierras holandesas. El Condado no era para nada poderoso. No tenía muchas fortalezas ni muchas fuerzas, quizás podría ser pacificado o reducido con un golpe de mano rápido y contundente. Además las fuerzas de los feudos orientales de Eleazar ahora estaban mucho mejor defendidos que Breda, cuya defensa preocupaba a Eleazar y sus hombres.
Cuando la mesnada de Eleazar el Margrave estaba llegando a Breda se cruzó con el mariscal holandes, su Conde y todos sus lores. Eleazar sopesó la idea de retirarse, pero decidió al fin enfrentarse a los holandeses, probar sus fuerzas y retirarse si eran demasiado superiores.
Frescos y motivados, los vasallos y lores de Holanda se lanzaron sobre la mesnada del Margrave Eleazar a muerte, en la melée nuestro héroe buscó al Conde Dirk, con ánimo de eliminarle o capturarle, lo cual permitiría negociar la paz y el retorno al vasallaje a Otón. El Conde no fue un desafío personal para Eleazar, curtido y experto guerrero a caballo, entrenado por los mejores, más joven, más experimentado, más rápido y mortal.
Con una daga en el cuello del Señor de Holanda, Eleazar gritó que detuvieran la lucha o segaría su vida, pero que de capitular liberaría al Conde. El mariscal holandes, el Castellano Hendrik Van Kuyc, negoció los términos del rescate.
"Lord Eleazar, su fama le precede, y sus actos son dignos de su fama. He ordenado la retirada y mi superior ejército está a la espera de que recupere a nuestro señor de vuestras manos. No tenemos conflictos entre nosotros, no tenemos ofensas ni venganzas. Solucionemos esto como caballeros y todo será para bien. Negáos a devolver a mi señor y yo y mis pares perseguiremos a cada uno de vuestros vasallos, quemaremos cada uno de vuestros feudos, asaltaremos cada una de vuestras fortalezas hasta recuperar a mi señor. ¿Os comportaréis como un caballero, Lord Eleazar, o convertiremos esto en un asunto personal?" Eleazar pidió consejo a Ibn Arabi. El sabio anciano recomendó que, dadas las circunstancias, con el ejército holandes en pleno, era una locura retener al Conde Dirk. Eleazar tuvo que ceder: Devolvió al Conde al mariscal holandes a cambio de un salvoconducto hasta Breda y el compromiso de que ningún ejército holandés pondría sitio a los feudos de Eleazar. No era para nada un trato favorable, pues el intento de forzar el retorno a la lealtad a Otón ni siquiera quiso ser negociado por el enemigo.
Eleazar se retiró del campo a toda velocidad y puso rumbo a Breda donde entendió por qué los holandeses habían aceptado tan rápidamente el no atacar Breda:
Breda ya se encontraba asediado por fuerzas frisias. Eleazar había perdido al conde a cambio de nada. Quizás debió matarle y abrirse paso entre las numerosas tropas holandesas a sangre y fuego... No... Hubiera sido una locura. Rápidamente las pequeñas unidades de exploradores de Korhoglu y Bogdan informaron que la fuerza asediante estaba formada por infantes y tiradores de élite frisios. No un verdadero desafío para la caballería imperial de Eleazar, pero invencibles en el asalto o la defensa de una muralla. No podía permitírseles que tomasen la poco defendida Breda, pues no se podría recuperar fácilmente el feudo. Eleazar ordenó a sus jinetes el ataque y exterminio de los infantes y tiradores enemigos antes de que asaltasen Breda.
Lord Nicolaas van Borssele fue pillado completamente desprevenido. Las fuerzas frisias esperaban que el ejército holandés retuviera o exterminara a las fuerzas imperiales que vinieran de oriente, pero la captura del Conde Dirk por Eleazar le había dado paso expedito, permitiendo caer por sorpresa sobre los asediantes. Las fuerzas frisias fueron aplastadas, casi literalmente, por los caballeros ministerialis y los únicos siete mili electi de Eleazar y sus compañeros.
Una vez recuperado el botín y dejando a los heridos en Breda Eleazar partió en busca de los refuerzos frisios, Lord Cirksena los dirigía hacia Breda pero fue interceptado por la mesnada de Eleazar. El combate resultante fue breve pero sangriento, el Lord Frisio no tuvo esta vez oportunidad de retirarse, como hizo Lord Nicolaas, así que Eleazar estrenó sus mazmorras con el Lord, aunque, al ser su primer lord capturado le trató con el máximo respeto y ordenó que se le alimentase y tratase como su dignidad correspondía. Blondel de Neslé, heraldo de Eleazar, fue enviado a Frisia para pedir el honorable rescate, que Blondel trajo en un carro cargado de oro y escoltado por la guardia del propio Lord Cirksena, que venía a escoltar a su señor rescatado. Esas 9100 monedas le vendrían muy bien a Eleazar, que las invirtió en ordenar el reclutamiento de nuevos infantes y tiradores para reforzar Breda y jinetes ministerialis y ballesteros a caballo para recuperar las bajas en la caballería de los enfrentamientos con Dirk, Nicolaas y Cirksena.
Eleazar acuarteló a su caballería en Breda y recorrió sus feudos reuniendo sus refuerzos. A los pocos días un mensajero imperial trajo la noticia que Eleazar esperaba y temía:
Era un error estratégico. Otokar I de Bohemia se reforzaría y volvería a rebelarse, pues la tregua no incluía el retorno a la lealtad a Otón. Sólo era un aplazamiento de la guerra. Otón podría haberse enfrentado a Holanda, Frisia y Bohemia dividiendo sus fuerzas, pero el Emperador no lo creía prudente. El mensajero informaba que el grueso de tropas imperiales estaba exterminando la oposición en los países bajos, y daba permiso a Eleazar para seguir haciendo labores de guarnición y defensa en Breda, no siendo necesitado por Otón o el mariscal Imperial, cargo ahora en manos del nuevo Duque de Brabante, anterior Margrave de Lorena.
Aprovechando el cambio estratégico, Eleazar acuarteló a todos sus hombres en Breda y voló con una minúscula escolta a sus feudos orientales: la ciudad Bohemia de Olomouc, el castillo de Decín y la fortaleza en Pomerania de Slezczecin.
Dejando apenas un puñado de hombres en cada fortaleza, confiando en que el enemigo gibelino estaría luchando en los países bajos, Eleazar retornó a Breda en cabeza de unos 300 infantes y tiradores bohemios fieles. La estrategia se basaba en que se necesitaba esos infantes para defender Breda de las fuerzas conjuntas holandesa y frisia, y esperando que ningún lord enemigo cruzase todo el Imperio para aprovechar la debilidad de los feudos eleazarinos. Eleazar, de todos modos, se despidió de su sala del trono de Olomouc, pues temía que nunca volvería a ver sus estandartes colgando de esa hermosa sala.
Al retornar a Breda y organizar su defensa con casi 450 infantes y tiradores, la mesnada abandonó la fortaleza con unos 120 jinetes ministerialis, dejando en reserva las tropas ligeras tuareg y las tropas pesadas de los mili electi. Un mensajero imperial ordenaba a Eleazar acudir a la defensa de la recién conquistada capital frisia, Antwerpen, que estaba a punto de ser recuperada por el ejército holandés. Reluctante, pues no se sentía a gusto atacando a los holandeses, Eleazar acudió a la defensa de la poco defendida ciudad recién conquistada pero cumplió con su deber.
Los exploradores de Eleazar fueron claros: No había nada que hacer, así que la mesnada eleazarina se retiró a una colina defendible a la vista de Antwerpen y esperó a que el asalto holandés terminase de recuperar la ciudad, pasar a cuchillo a sus defensores imperiales y colocar una nueva guarnición holandesa. La espera se le hizo eterna a Eleazar, pero no podía acudir al rescate, sería un suicidio completo. El plan, sin embargo, era coherente: Una vez el Conde Dirk de Holanda se retiró con su ejército de nuevo a sus tierras, el Margrave pudo tranquilamente dar un ultimátum a la cansada recién formada guarnición holandesa: "Entregad la ciudad y viviréis. Defendedla y la asaltaremos sin cuartel ni prisioneros. Los agotados holandeses aceptaron la rendición y pudieron rumbo a Holanda sin bajas ni pérdidas. Antwerpen estaba de nuevo en manos imperiales. Sin embargo no se podía repetir este juego: Si el ejército holandes o frisio volvía Antwerpen volvería a perderse, pues Eleazar no pensaba financiar la guarnición de esta ciudad a menos que Otón se la concediese. Diez guardias dejó protegiendo las 3 puertas de la ciudad. Ni uno más. Blondel partió a rienda suelta a buscar al Emperador para obtener la propiedad de Antwerpen, y en la espera la caballería de Eleazar se acuarteló en la ciudad, pero al retornar al día siguiente el heraldo informó a nuestro héroe que no recibiría una segunda ciudad en feudo, pues Antwerpen sería para otro lord imperial, pero a cambio de sus desvelos le entregaba Leyden y Plazn, las últimas fortalezas holandesa y bohemia que Otón había tomado y conquistado con su mesnada personal. No podía quejarse, aunque Antwerpen estaba junto a Breda y hubiera sido más sencillo defender feudos vecinos que estas dos nuevas preocupaciones. Eleazar destacó a Roger Godberg a sus nuevos feudos para montar guarniciones reducidas con un entrenamiento ligero, y creo que jamás puso su pie en ellas personalmente.
El Emperador había dado un regalo envenenado: Leyden era el feudo fronterizo con la última fortaleza que le quedaba a Holanda, donde se habían reunido todos los lores holandeses junto a su conde al huir tras enfrentarse al mariscal y al Emperador en su campaña de conquista holandesa. Eleazar no lo dudó, era la oportunidad de acabar con la guerra en los países bajos: Reunió a todos sus jinetes y las guarniciones íntegras de Breda, Leyden, Olomouc, Decín y Slezczen y atacó Egmont, el último refugio holandés.
El asedio de Egmont
Mientras Holger distribuía patrullas de tiradores y lanceros formando un cerco alrededor de Egmont y en el campamento asediante se levantaban arietes, escalas y bombardas, Eleazar se acercó en la primera mañana del asedio a observar la fortaleza, buscando puntos débiles y oportunidades.
La fortaleza estaba bien defendida, las tropas motivadas y decididas a luchar hasta el último hombre, sabiéndose los últimos defensores del Condado de Dirk van Holland. Eleazar se acercó con una ligera escolta y una bandera blanca ante las puertas del castillo a ofrecer una honrosa rendición. El Conde Dirk rechazó el ofrecimiento riendo socarrón.
De inmediato Eleazar ordenó el asalto, pero la defensa fue rocosa y con grandes pérdidas entre los inexpertos infantes y tiradores de las guarniciones de Eleazar, con malas equipaciones, se vieron obligados a retirarse. El primer asalto había fracasado.
Pero en la noche siguiente Paolo Barelli, el asesino y saqueador napolitano, se presentó ante Eleazar, vestido de negro y pardo y con la cara y la espada cubiertos de ollín. "Eleazar, ven conmigo. Juntos reventaremos y minaremos esa fortaleza aprovechando esta adorable y encantadora noche". Eleazar estuvo de acuerdo.
Utilizando sus arcos, en silencio, amparados en la oscuridad, Paolo y Eleazar fueron asesinando uno a uno a los centinelas de la torre norte. Alzaron silenciosamente una escala y treparon al muro sin ser advertidos, listos para emprender la retirada en cuanto se diera la alarma. Buscaron entre las almenas el lugar donde los lores supervivientes holandeses se encontraban, y reptando se aproximaron a ellos con intención de asesinarlos o incapacitarlos. Los lores no supieron qué se les venía encima, y sólo uno tuvo tiempo de sacar su arma, aunque no de dar la alarma antes de caer víctimas de flecha y daga.
El mariscal Hendryk van Kuyc mordió el polvo con una certera flecha clavada en el visor izquierdo de su yelmo. Y el resto de lores holandeses fueron silenciados uno a uno por Eleazar y su experto asesino.
La lluvia y la oscuridad ocultaba a los infiltrados mientras en el campamento asediante las tropas de Eleazar dormían ajenas a la misión secreta.
Con miedo de ser descubiertos o que se advirtiera la caída de los lores y los guardias en la torre norte, Eleazar localizó al fin a su objetivo: Dirk, Conde de Holanda, que dormía en sus habitaciones con la armadura completa, la espada en la mano, el escudo próximo. El noble advirtió el frio que entró con Eleazar y Paolo a sus habitaciones, despertó y de un salto empuñó sus armas. Sorprendidos, Eleazar y Paolo no reaccionaron, dándole tiempo a su objetivo hasta a ponerse su rico yelmo.
Aunque de poco le valió. Eleazar clavó su daga en la cintura del noble, paralizó sus brazos y piernas con una llave y le partió al Conde la columna vertebral. El cadaver enemigo formó en el suelo un giñapo deforme y roto. El Conde Dirk van Holland había muerto como un perro.
Eleazar y su asesino saqueador abandonaron Egmont y fueron a recuperarse al campamento. Sabían lo que pasaría al día siguiente: Los supervivientes encontraron a sus nobles asesinados o gravemente heridos y a su conde partido en dos sobre un charco de sangre... No tuvieron alternativa y rindieron la última plaza holandesa arriando su bandera que Eleazar sustituyó por la bandera Imperial de Otón IV.
Eleazar envió a Roland, el heraldo francés, a notificar al Emperador su gran victoria, aunque no así el sistema empleado en acabar con sus enemigos. Al retornar Roland Eleazar no se sorprendió en absoluto de haber sido recompensado con el título de propiedad de Egmont, la fortaleza recién tomada, pero sí se sorprendió del otro documento que Roland le traía, lleno de iluminaciones, dorados y cintas y sellos oficiales. Roland le traía un título nobiliario:
Eleazar había sido nombrado por Otón IV como el nuevo Conde de Holanda.
¡Conde de Holanda!
La celebración en Egmont fue lo nunca visto, todo un día y una noche de cachondeo y francachela entre la infantería y caballería Eleazarina. Pero al día siguiente, cansados y todo, Eleazar ordenó a sus compañeros dividirse, tomar cada uno 100 infantes y arqueros y llevar esa tropa a las diferentes fortalezas occidentales de Eleazar: Leyden, Breda y Egmont.
Con una ligera escolta de mercenarios de variados países, al mando de Valkadin y Dobryniya, Eleazar acudió a agradecer y jurar su nuevo cargo ante el Emperador, que a la sazón asediaba las fortalezas rebeldes frisias.
"¿Qué hacéis aquí, mi más joven Conde?" Dijo Otón IV. "¿No os han informado que vuestro recién conquistado Egmont está bajo asedio?" Eleazar negó sorprendido e incómodo. "Parto de inmediato, Majestad". El Emperador le detuvo con un gesto. "Nada de eso, querido amigo, mi más leal y afortunado vasallo, nada de eso". Y con unas pocas órdenes el Emperador Guelfo, Otón IV, ordenó a sus lores abandonar temporalmente el asedio y asalto de Starum, rescatar Egmont, y asediar Medemlake. La fuerza en movimiento, los cientos de pesados mili electi, las legiones imperiales, invencibles e imparables, arrasaron al lord que asediaba Egmont casi sin apenas detenerse, y con el mismo impulso llegaron a Medemlake, la asediaron y destrozaron a sus defensores un un único día. Holanda y Frisia estaban vencidas y aniquiladas. La paz reinaba de nuevo en los países bajos.
"Eleazar" Dijo el Emperador una vez que quedaron tranquilos en el campamento, últimos tras disolver el ejército y permitir el retorno de los lores a sus feudos. "¿Sois consciente de que la mayor parte del éxito de esta operación os la debemos a vos?" Eleazar enrojeció. "Señor, yo sólo obré de la mejor manera para defender Breda". El Emperador sonreía pícaramente. "Mi joven Conde... Creo que os he recompensado con largueza, y que ahora podéis estar satisfecho con vuestras posesiones, rentas y feudos, pero recordad que todo lo que habéis ganado con vuestras espadas también lo debéis a mi corona y a mi apoyo... Venga, amigo mio, retiráos y descansad, os lo habéis ganado.
"Mi señor... Hay algo que me gustaría pediros... Quisiera... Quisiera rescatar a mi madre, capturada y retenida en Dijon..." El Emperador abrió desmesuradamente los ojos. "De eso... Conde Eleazar de Holanda... De eso hablaremos más adelante, ahora volved a Egmont y descansad. Meditaré en la gracia que me pedís... Meditaré largo y tendido, adios, amigo mio".
[Próximo capítulo: El rescate de Dijon]
Las tierras entre Francia y el Sacro Imperio Romano siempre han estado en entredicho. Unas veces han pertenecido a uno u a otro. Culpa de Carlomagno y su intento de unificar a francos y germanos de forma que desde Bremen a Paris todos esos pueblos no han sido realmente ni una ni otra cosa.
Con la caída del ducado de Brabante Otón IV soliviantó las lealtades teóricas de los condados y ducados entre el Imperio y Francia. Legalmente súbditos del Imperio, todos estos señoríos se estaban contagiando de las ideologías italianas: ¿Por qué debemos ser súbditos del Imperio si la Liga Lombarda, Génova, Venecia, el Papado, Bohemia, Nápoles, Austria, Dinamarca y otros son, en mayor o menor medida, independientes de la Corona Imperial? La idea genial de Felipe II Hohenstauffen es ofrecerles a todos estos señoríos dos bienes:
-1- Inmensas cantidades de dinero de origen incierto, aunque la información obtenida por Eleazar de que un agente Lombardo, un tal Pirolamo de la Mirindola, había financiado a Otokar I de Bohemia, hacía sugerir la inferencia Lombarda.
-2- La promesa de que al jurar lealtad nominal a la Casa Gibelina se obtendía de facto la independencia de gobierno y rentas.
Otón no podía competir con tales ofertas, pero los lores imperiales gibelinos estaban tomando un partido con el que Felipe no contaba: Con la presencia poderosa de reyes como Canuto de Dinamarca y Otokar de Bohemia algunos lores imperiales estaban abandonando la lealtad al emperador guelfo y al gibelino y doblando sus rodillas ante estos otros reyes. A Eleazar le habían llegado noticias de que la animadversión de los lores les estaba motivando a jurar lealtad también a la Liga Lombarda o a Francia, según el poder estable más próximo a los feudos que el Lord Imperial poseyera. En definitiva: El Imperio estaba desmembrado y sin visos de ser recuperado sin una Corona fuerte y rica.
El pequeño condado de Holanda, al norte de Breda, a orillas del mar del Norte, estaba gobernado por el Conde Dirk de Holanda, Teodorico VII en latín, cuyas armas son un león rojo en campo amarillo. Era hermano del señor de Frisia, cuya lealtad estaba en duda dada la rebelión holandesa. Los frisones eran un pueblo salvaje y duro, que despreciaba la caballería para combatir con infantería pesada, mucho mejor adaptada a sus tierras pantanosas que se inundaban cada año cuando el mar las cubría. El Condado de Flandes, el último componente de los llamados "países bajos", también estaba emparentado con los lores de Frisia y Holanda, y con el señor del extinto ducado de Bravante. Flamencos, frisios y holandeses no podían competir con la pesada caballería imperial, pero sí ser una defensa inexpugnable en sus castillos y fortalezas. Estos señores querían del Imperio el mismo trato que Otokar I de Bohemia había recibido del anterior emperador: Enrique VI, el padre del actual niño-rey de Sicilia. Querían una corona, un reino independiente, aunque súbdito de nombre del Imperio. Otón, vista la deslealtad de Otokar, que había servido dos años a los guelfos y ahora a los gibelinos, distaba mucho de desear repetir los errores de su antecesor. Felipe, por su parte, se había aliado con todo señor vasallo del Imperio que le diese la más mínima ventaja en su guerra contra Otón. Por desgracia, luchando en dos frentes, separados por las inmensas distancias del Imperio, era dificil luchar al mismo tiempo en el Este y el Oeste y dar una respuesta contundente. Eleazar temía que Otón ofreciera a Otokar de Bohemia una tregua como la ofrecida a Canuto de Dinamarca, lo cual le permitiría recuperarse de la escabechina que las tropas imperiales habían hecho con las fuerzas bohemias ese mes.
Eleazar reunió a sus compañeros y juntos decidieron abandonar temporalmente el frente bohemio, ahora tranquilo tras el aniquilamiento del ejército enemigo, para partir a tierras holandesas. El Condado no era para nada poderoso. No tenía muchas fortalezas ni muchas fuerzas, quizás podría ser pacificado o reducido con un golpe de mano rápido y contundente. Además las fuerzas de los feudos orientales de Eleazar ahora estaban mucho mejor defendidos que Breda, cuya defensa preocupaba a Eleazar y sus hombres.
Cuando la mesnada de Eleazar el Margrave estaba llegando a Breda se cruzó con el mariscal holandes, su Conde y todos sus lores. Eleazar sopesó la idea de retirarse, pero decidió al fin enfrentarse a los holandeses, probar sus fuerzas y retirarse si eran demasiado superiores.
Frescos y motivados, los vasallos y lores de Holanda se lanzaron sobre la mesnada del Margrave Eleazar a muerte, en la melée nuestro héroe buscó al Conde Dirk, con ánimo de eliminarle o capturarle, lo cual permitiría negociar la paz y el retorno al vasallaje a Otón. El Conde no fue un desafío personal para Eleazar, curtido y experto guerrero a caballo, entrenado por los mejores, más joven, más experimentado, más rápido y mortal.
Con una daga en el cuello del Señor de Holanda, Eleazar gritó que detuvieran la lucha o segaría su vida, pero que de capitular liberaría al Conde. El mariscal holandes, el Castellano Hendrik Van Kuyc, negoció los términos del rescate.
"Lord Eleazar, su fama le precede, y sus actos son dignos de su fama. He ordenado la retirada y mi superior ejército está a la espera de que recupere a nuestro señor de vuestras manos. No tenemos conflictos entre nosotros, no tenemos ofensas ni venganzas. Solucionemos esto como caballeros y todo será para bien. Negáos a devolver a mi señor y yo y mis pares perseguiremos a cada uno de vuestros vasallos, quemaremos cada uno de vuestros feudos, asaltaremos cada una de vuestras fortalezas hasta recuperar a mi señor. ¿Os comportaréis como un caballero, Lord Eleazar, o convertiremos esto en un asunto personal?" Eleazar pidió consejo a Ibn Arabi. El sabio anciano recomendó que, dadas las circunstancias, con el ejército holandes en pleno, era una locura retener al Conde Dirk. Eleazar tuvo que ceder: Devolvió al Conde al mariscal holandes a cambio de un salvoconducto hasta Breda y el compromiso de que ningún ejército holandés pondría sitio a los feudos de Eleazar. No era para nada un trato favorable, pues el intento de forzar el retorno a la lealtad a Otón ni siquiera quiso ser negociado por el enemigo.
Eleazar se retiró del campo a toda velocidad y puso rumbo a Breda donde entendió por qué los holandeses habían aceptado tan rápidamente el no atacar Breda:
Breda ya se encontraba asediado por fuerzas frisias. Eleazar había perdido al conde a cambio de nada. Quizás debió matarle y abrirse paso entre las numerosas tropas holandesas a sangre y fuego... No... Hubiera sido una locura. Rápidamente las pequeñas unidades de exploradores de Korhoglu y Bogdan informaron que la fuerza asediante estaba formada por infantes y tiradores de élite frisios. No un verdadero desafío para la caballería imperial de Eleazar, pero invencibles en el asalto o la defensa de una muralla. No podía permitírseles que tomasen la poco defendida Breda, pues no se podría recuperar fácilmente el feudo. Eleazar ordenó a sus jinetes el ataque y exterminio de los infantes y tiradores enemigos antes de que asaltasen Breda.
Lord Nicolaas van Borssele fue pillado completamente desprevenido. Las fuerzas frisias esperaban que el ejército holandés retuviera o exterminara a las fuerzas imperiales que vinieran de oriente, pero la captura del Conde Dirk por Eleazar le había dado paso expedito, permitiendo caer por sorpresa sobre los asediantes. Las fuerzas frisias fueron aplastadas, casi literalmente, por los caballeros ministerialis y los únicos siete mili electi de Eleazar y sus compañeros.
Una vez recuperado el botín y dejando a los heridos en Breda Eleazar partió en busca de los refuerzos frisios, Lord Cirksena los dirigía hacia Breda pero fue interceptado por la mesnada de Eleazar. El combate resultante fue breve pero sangriento, el Lord Frisio no tuvo esta vez oportunidad de retirarse, como hizo Lord Nicolaas, así que Eleazar estrenó sus mazmorras con el Lord, aunque, al ser su primer lord capturado le trató con el máximo respeto y ordenó que se le alimentase y tratase como su dignidad correspondía. Blondel de Neslé, heraldo de Eleazar, fue enviado a Frisia para pedir el honorable rescate, que Blondel trajo en un carro cargado de oro y escoltado por la guardia del propio Lord Cirksena, que venía a escoltar a su señor rescatado. Esas 9100 monedas le vendrían muy bien a Eleazar, que las invirtió en ordenar el reclutamiento de nuevos infantes y tiradores para reforzar Breda y jinetes ministerialis y ballesteros a caballo para recuperar las bajas en la caballería de los enfrentamientos con Dirk, Nicolaas y Cirksena.
Eleazar acuarteló a su caballería en Breda y recorrió sus feudos reuniendo sus refuerzos. A los pocos días un mensajero imperial trajo la noticia que Eleazar esperaba y temía:
Era un error estratégico. Otokar I de Bohemia se reforzaría y volvería a rebelarse, pues la tregua no incluía el retorno a la lealtad a Otón. Sólo era un aplazamiento de la guerra. Otón podría haberse enfrentado a Holanda, Frisia y Bohemia dividiendo sus fuerzas, pero el Emperador no lo creía prudente. El mensajero informaba que el grueso de tropas imperiales estaba exterminando la oposición en los países bajos, y daba permiso a Eleazar para seguir haciendo labores de guarnición y defensa en Breda, no siendo necesitado por Otón o el mariscal Imperial, cargo ahora en manos del nuevo Duque de Brabante, anterior Margrave de Lorena.
Aprovechando el cambio estratégico, Eleazar acuarteló a todos sus hombres en Breda y voló con una minúscula escolta a sus feudos orientales: la ciudad Bohemia de Olomouc, el castillo de Decín y la fortaleza en Pomerania de Slezczecin.
Dejando apenas un puñado de hombres en cada fortaleza, confiando en que el enemigo gibelino estaría luchando en los países bajos, Eleazar retornó a Breda en cabeza de unos 300 infantes y tiradores bohemios fieles. La estrategia se basaba en que se necesitaba esos infantes para defender Breda de las fuerzas conjuntas holandesa y frisia, y esperando que ningún lord enemigo cruzase todo el Imperio para aprovechar la debilidad de los feudos eleazarinos. Eleazar, de todos modos, se despidió de su sala del trono de Olomouc, pues temía que nunca volvería a ver sus estandartes colgando de esa hermosa sala.
Al retornar a Breda y organizar su defensa con casi 450 infantes y tiradores, la mesnada abandonó la fortaleza con unos 120 jinetes ministerialis, dejando en reserva las tropas ligeras tuareg y las tropas pesadas de los mili electi. Un mensajero imperial ordenaba a Eleazar acudir a la defensa de la recién conquistada capital frisia, Antwerpen, que estaba a punto de ser recuperada por el ejército holandés. Reluctante, pues no se sentía a gusto atacando a los holandeses, Eleazar acudió a la defensa de la poco defendida ciudad recién conquistada pero cumplió con su deber.
Los exploradores de Eleazar fueron claros: No había nada que hacer, así que la mesnada eleazarina se retiró a una colina defendible a la vista de Antwerpen y esperó a que el asalto holandés terminase de recuperar la ciudad, pasar a cuchillo a sus defensores imperiales y colocar una nueva guarnición holandesa. La espera se le hizo eterna a Eleazar, pero no podía acudir al rescate, sería un suicidio completo. El plan, sin embargo, era coherente: Una vez el Conde Dirk de Holanda se retiró con su ejército de nuevo a sus tierras, el Margrave pudo tranquilamente dar un ultimátum a la cansada recién formada guarnición holandesa: "Entregad la ciudad y viviréis. Defendedla y la asaltaremos sin cuartel ni prisioneros. Los agotados holandeses aceptaron la rendición y pudieron rumbo a Holanda sin bajas ni pérdidas. Antwerpen estaba de nuevo en manos imperiales. Sin embargo no se podía repetir este juego: Si el ejército holandes o frisio volvía Antwerpen volvería a perderse, pues Eleazar no pensaba financiar la guarnición de esta ciudad a menos que Otón se la concediese. Diez guardias dejó protegiendo las 3 puertas de la ciudad. Ni uno más. Blondel partió a rienda suelta a buscar al Emperador para obtener la propiedad de Antwerpen, y en la espera la caballería de Eleazar se acuarteló en la ciudad, pero al retornar al día siguiente el heraldo informó a nuestro héroe que no recibiría una segunda ciudad en feudo, pues Antwerpen sería para otro lord imperial, pero a cambio de sus desvelos le entregaba Leyden y Plazn, las últimas fortalezas holandesa y bohemia que Otón había tomado y conquistado con su mesnada personal. No podía quejarse, aunque Antwerpen estaba junto a Breda y hubiera sido más sencillo defender feudos vecinos que estas dos nuevas preocupaciones. Eleazar destacó a Roger Godberg a sus nuevos feudos para montar guarniciones reducidas con un entrenamiento ligero, y creo que jamás puso su pie en ellas personalmente.
El Emperador había dado un regalo envenenado: Leyden era el feudo fronterizo con la última fortaleza que le quedaba a Holanda, donde se habían reunido todos los lores holandeses junto a su conde al huir tras enfrentarse al mariscal y al Emperador en su campaña de conquista holandesa. Eleazar no lo dudó, era la oportunidad de acabar con la guerra en los países bajos: Reunió a todos sus jinetes y las guarniciones íntegras de Breda, Leyden, Olomouc, Decín y Slezczen y atacó Egmont, el último refugio holandés.
El asedio de Egmont
Mientras Holger distribuía patrullas de tiradores y lanceros formando un cerco alrededor de Egmont y en el campamento asediante se levantaban arietes, escalas y bombardas, Eleazar se acercó en la primera mañana del asedio a observar la fortaleza, buscando puntos débiles y oportunidades.
La fortaleza estaba bien defendida, las tropas motivadas y decididas a luchar hasta el último hombre, sabiéndose los últimos defensores del Condado de Dirk van Holland. Eleazar se acercó con una ligera escolta y una bandera blanca ante las puertas del castillo a ofrecer una honrosa rendición. El Conde Dirk rechazó el ofrecimiento riendo socarrón.
De inmediato Eleazar ordenó el asalto, pero la defensa fue rocosa y con grandes pérdidas entre los inexpertos infantes y tiradores de las guarniciones de Eleazar, con malas equipaciones, se vieron obligados a retirarse. El primer asalto había fracasado.
Pero en la noche siguiente Paolo Barelli, el asesino y saqueador napolitano, se presentó ante Eleazar, vestido de negro y pardo y con la cara y la espada cubiertos de ollín. "Eleazar, ven conmigo. Juntos reventaremos y minaremos esa fortaleza aprovechando esta adorable y encantadora noche". Eleazar estuvo de acuerdo.
Utilizando sus arcos, en silencio, amparados en la oscuridad, Paolo y Eleazar fueron asesinando uno a uno a los centinelas de la torre norte. Alzaron silenciosamente una escala y treparon al muro sin ser advertidos, listos para emprender la retirada en cuanto se diera la alarma. Buscaron entre las almenas el lugar donde los lores supervivientes holandeses se encontraban, y reptando se aproximaron a ellos con intención de asesinarlos o incapacitarlos. Los lores no supieron qué se les venía encima, y sólo uno tuvo tiempo de sacar su arma, aunque no de dar la alarma antes de caer víctimas de flecha y daga.
El mariscal Hendryk van Kuyc mordió el polvo con una certera flecha clavada en el visor izquierdo de su yelmo. Y el resto de lores holandeses fueron silenciados uno a uno por Eleazar y su experto asesino.
La lluvia y la oscuridad ocultaba a los infiltrados mientras en el campamento asediante las tropas de Eleazar dormían ajenas a la misión secreta.
Con miedo de ser descubiertos o que se advirtiera la caída de los lores y los guardias en la torre norte, Eleazar localizó al fin a su objetivo: Dirk, Conde de Holanda, que dormía en sus habitaciones con la armadura completa, la espada en la mano, el escudo próximo. El noble advirtió el frio que entró con Eleazar y Paolo a sus habitaciones, despertó y de un salto empuñó sus armas. Sorprendidos, Eleazar y Paolo no reaccionaron, dándole tiempo a su objetivo hasta a ponerse su rico yelmo.
Aunque de poco le valió. Eleazar clavó su daga en la cintura del noble, paralizó sus brazos y piernas con una llave y le partió al Conde la columna vertebral. El cadaver enemigo formó en el suelo un giñapo deforme y roto. El Conde Dirk van Holland había muerto como un perro.
Eleazar y su asesino saqueador abandonaron Egmont y fueron a recuperarse al campamento. Sabían lo que pasaría al día siguiente: Los supervivientes encontraron a sus nobles asesinados o gravemente heridos y a su conde partido en dos sobre un charco de sangre... No tuvieron alternativa y rindieron la última plaza holandesa arriando su bandera que Eleazar sustituyó por la bandera Imperial de Otón IV.
Eleazar envió a Roland, el heraldo francés, a notificar al Emperador su gran victoria, aunque no así el sistema empleado en acabar con sus enemigos. Al retornar Roland Eleazar no se sorprendió en absoluto de haber sido recompensado con el título de propiedad de Egmont, la fortaleza recién tomada, pero sí se sorprendió del otro documento que Roland le traía, lleno de iluminaciones, dorados y cintas y sellos oficiales. Roland le traía un título nobiliario:
Eleazar había sido nombrado por Otón IV como el nuevo Conde de Holanda.
¡Conde de Holanda!
La celebración en Egmont fue lo nunca visto, todo un día y una noche de cachondeo y francachela entre la infantería y caballería Eleazarina. Pero al día siguiente, cansados y todo, Eleazar ordenó a sus compañeros dividirse, tomar cada uno 100 infantes y arqueros y llevar esa tropa a las diferentes fortalezas occidentales de Eleazar: Leyden, Breda y Egmont.
Con una ligera escolta de mercenarios de variados países, al mando de Valkadin y Dobryniya, Eleazar acudió a agradecer y jurar su nuevo cargo ante el Emperador, que a la sazón asediaba las fortalezas rebeldes frisias.
"¿Qué hacéis aquí, mi más joven Conde?" Dijo Otón IV. "¿No os han informado que vuestro recién conquistado Egmont está bajo asedio?" Eleazar negó sorprendido e incómodo. "Parto de inmediato, Majestad". El Emperador le detuvo con un gesto. "Nada de eso, querido amigo, mi más leal y afortunado vasallo, nada de eso". Y con unas pocas órdenes el Emperador Guelfo, Otón IV, ordenó a sus lores abandonar temporalmente el asedio y asalto de Starum, rescatar Egmont, y asediar Medemlake. La fuerza en movimiento, los cientos de pesados mili electi, las legiones imperiales, invencibles e imparables, arrasaron al lord que asediaba Egmont casi sin apenas detenerse, y con el mismo impulso llegaron a Medemlake, la asediaron y destrozaron a sus defensores un un único día. Holanda y Frisia estaban vencidas y aniquiladas. La paz reinaba de nuevo en los países bajos.
"Eleazar" Dijo el Emperador una vez que quedaron tranquilos en el campamento, últimos tras disolver el ejército y permitir el retorno de los lores a sus feudos. "¿Sois consciente de que la mayor parte del éxito de esta operación os la debemos a vos?" Eleazar enrojeció. "Señor, yo sólo obré de la mejor manera para defender Breda". El Emperador sonreía pícaramente. "Mi joven Conde... Creo que os he recompensado con largueza, y que ahora podéis estar satisfecho con vuestras posesiones, rentas y feudos, pero recordad que todo lo que habéis ganado con vuestras espadas también lo debéis a mi corona y a mi apoyo... Venga, amigo mio, retiráos y descansad, os lo habéis ganado.
"Mi señor... Hay algo que me gustaría pediros... Quisiera... Quisiera rescatar a mi madre, capturada y retenida en Dijon..." El Emperador abrió desmesuradamente los ojos. "De eso... Conde Eleazar de Holanda... De eso hablaremos más adelante, ahora volved a Egmont y descansad. Meditaré en la gracia que me pedís... Meditaré largo y tendido, adios, amigo mio".
[Próximo capítulo: El rescate de Dijon]
Lord_Eleazar- Espadachín
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Re: Lord Eleazar, Europe 1200
EL RESCATE DE DIJON
Eleazar, Conde de Holanda, Margrave de Bohemia, señor de la ciudad de Olomouc, 3 fortalezas holandesas, 3 fortalezas bohemias y una pequeña aldea de Baviera que perteneció a su padre, dedicó las siguientes semanas de paz a reforzar su posición, ayudar a sus vecinos con tareas y reclutamientos, fundar nuevas sucursales de su imperio textil en ciudades del Imperio y países vecinos, reclutar tiradores e infantes holandeses para reforzar las guarniciones de sus feudos, reclutar nuevos jóvenes pajes y escuderos hijos de caballeros ministerialis para recuperar las bajas y reunir una pequeña unidad de ballesteros a caballo germanos con algunos hombres de armas a caballo. Eleazar y sus hombres vivían un tiempo feliz. No les afectaban las noticias de lores imperiales que traicionaban a Otón IV y se unían a las huestes gibelinas de Felipe II Hohenstauffen. Eleazar tenía abundancia de rentas, feudos que mejorar, instalaciones que mandar construir y tropas que entrenar. Durante ese periodo Eleazar asistió a un par de torneos y con ayuda de sus compañeros caballeros tolosanos reunió un buen capital que invirtió en mejorar sus tierras y tropas. Ya contaba entre sus hombres con doce caballeros mili electi, la mejor caballería pesada de Europa, y como Conde había adquirido entre sus privilegios el de nombrar caballeros de ese ordo a los ministerialis que adquirieran suficientes méritos. Caros de mantener, amortizaban su coste ellos mismos con el inmenso poderío de su equipo y entrenamiento.
Pero una mañana a Eleazar le despertaron las trompetas de la guardia. Ante el castillo de Breda, que usaba como base principal, se había presentado el mismísimo Emperador a la cabeza de su hueste personal. Eleazar se vistió presuroso y bajó a recibirle. No podía sospechar a que venía esta sorpresa.
"Lo he meditado seriamente, y entiendo tus motivos: Debemos dar un golpe de mano a los franceses, para impedir que aprovechen la debilidad imperial y que no participen en la guerra civil que nos ocupa. Será una guerra breve, no más que lo imprescindible para forzar a Francia a firmar un nuevo tratado de no agresión que asegure años de paz entre nuestros reinos. Esta guerra ha sido sugerida por ti, y como tal eres candidato a dirigirla, mi buen conde. Aunque no tienes el puesto de Mariscal asegurado. Eleazar, amigo mio, sea como sea tú y yo juntos asaltaremos los muros que aprisionan a tu madre, la viuda del Rey Ricardo Corazón de León. ¡Llama a tus mesnadas! ¡Organiza tus filas! ¡Partimos a la guerra contra Francia!"
El Emperador entregó a Eleazar el título de propiedad de la cuarta y última fortaleza holandesa que estaba pendiente de asignar a un lord. Middelburch formaba una frontera con sus otro cuatro castillos holandeses, una frontera natural facil de defender que creaba un estado con igualdad de entidad, pueblo y cultura. Eleazar estaba muy satisfecho.
También le hizo entrega de Haarlem, una pequeña aldea dentro de los confines de sus 4 fortalezas holandesas.
Cuando todo estuvo listo Otón y Eleazar encabezaron a las inmensas huestes imperiales camino a la frontera. Había que aprovechar la sorpresa, dado que Francia estaba oficialmente en guerra contra Inglaterra, con el grueso de sus ejércitos reconquistando Bretaña y Occitania.
Lo primero que hizo el enemigo fue movilizar sus alianzas: Con un poco de escozor Eleazar recibió la noticia de la declaración de guerra de Venecia y Flandes contra el Imperio. Dos enemigos menores que sin embargo extenderían el frente. No realmente una amenaza para Otón y sus ejércitos, pero un dolor de cabeza añadido.
Sin que ninguna tropa francesa interceptase al ejército imperial, Otón y Eleazar dirigieron el asalto a Dijon, la ciudad borgoñona que antaño perteneció al Imperio y que ahora era la prisión de la madre de Eleazar.
Aunque el asalto decuplicaba las defensas, durante la escalada de los muros uno de los obispos imperiales, Elector del Imperio, fue derribado y herido por un virote borgoñón. Eleazar protegió al herido sacerdote guerrero hasta que sus acólitos le retiraron del frente hacia el campamento de Eleazar, donde la cirujana de Bingen le arrancaría el proyectil y le curaría hábilmente.
En apenas unas horas Dijon se rindió, y un heraldo real francés se presentó ante los muros de Dijon, ahora cuartel del ejército imperial. Otón subió a los muros recién conquistados para oir su mensaje: "¡Su gracia Imperial! Mi Rey y Señor no desea más guerra con su amigo e igual, el Emperador Otón IV, señor de todo el Sacro Imperio Romano y así le reconoce ante todos los reyes del Orbe. Mi Rey clama vuestro derecho al trono y no desea que entre ambos pueblos amigos se derrame más sangre. Mi Rey declara, a su vez, al traidor Felipe Hohenstauffen enemigo de Francia y proscritos a todos los franceses que le presten ayuda o cobijo. ¿Aceptaréis, noble Emperador, la mano que Francia os ofrece?" Otón envió al mensajero su respuesta afirmativa, confirmando que el Imperio guardaría la posesión de la conquistada Dijon. El francés aceptó como hecho consumado. Francia perdía Dijon, pero aseguraba la paz con un poderoso aunque debilitado enemigo para centrarse en su guerra contra Inglaterra. El Imperio a su vez se podría regodear en su guerra contra los débiles venecianos y flamencos. Otón estaba muy satisfecho. Eleazar lo estaba aún más.
"Eleazar... ¿Sabes que Enrique I de Inglaterra, el Corazón de León, era mi tio, no? Pues sí. No sólo por liberar a tu madre, sino a la viuda de mi tio, al que tanto tengo que agradecer mi posición, decidí tomar Dijon al asalto". El Emperador parecía emocionado. "Ricardo, al que no conociste, fue un príncipe glorioso. Tú podrías ser su hijo, y sólo la palabra de tu madre y la mía, tal vez la de nuestro amigo Inocencio III, papa, bastarían para declararte hijo legítimo de Ricardo... ¿Te interesaría?" Eleazar guardó silencio. "Señor... No sé bien quien es mi padre, pero sí sé que hoy hemos conquistado Dijon y la paz a Francia pero aún no he podido reunirme con mi madre. ¿Me dais licencia?" Otón asintió. "Encontraréis a vuestra señora en los aposentos más ricos del palacio de Dijon acompañada de las monjas cistercienses. Partid, amigo mio".
Lady Berenguela de Navarra, menos de cuarenta años, hermosa, delicada, señorial, recibió a Eleazar sentada en un hermoso escabel. Eleazar avanzó turbado y por un gesto sonriente de su madre calló de rodillas ante ella. "Madre"... La dama puso su blanca mano en la cabeza de nuestro héroe. "A mi también me embarga la emoción. Ni los cielos ni los hombres pueden negar que eres la viva imagen de tu padre. Mi Felipe, pues ese es tu nombre verdadero, el que yo te puse, tú eres hijo de Ramiro de Prenderfast, aunque ese no es su verdadero nombre... Yo te diré su nombre verdadero, hijo mio, pues tu brazo y tu espada ya pueden defender tu honra y tu poder por sí mismos, como tus actos últimos han demostrado. El Rey de Francia, Felipe, que siempre me ha tratado con honor aunque me privó de libertad, y por el cual tú llevas tu nombre, me ha contado todas tus aventuras, desde el día en que te provocó ha tenido un ojo puesto en ti, y sospechaba que algo heróico harías. Sabe, hijo mio, que has ganado un admirador en el rey de Francia, y que buscará tu amistad más que tu castigo". Eleazar apretó la mano de su madre. "¿Quién es mi padre, señora, cuál es su nombre?" Felipe, hijo mio... Tu padre guardó muchos años el secreto, yo no puedo darte mas que este documento que me entregó para ti. No deshonres a tu madre exigiendola a darte el secreto que ni todo el poder de Francia me ha arrancado. Te entregaré los documentos que permiten descifrar el código de sus diarios secretos... Él... Tendrá ahí escrito todo lo que debes saber. Todo lo que es preciso que sepas. Yo juré no rebelar sus misterios mientras viviera. ¿Respetarás nuestras palabras?” Eleazar asintió con un nudo en su garganta y sin poder contenerse más abrazó a su madre, llorando él, llorando ella, 19 años separados por la política y la guerra de los hombres, temiendo uno y otra que el reencuentro fuera un sueño, una breve pausa en sus exilios. Pero a Eleazar, a Felipe de Prenderfast, hijo de Berenguela de Navarra, le aguardaban aún muchas más sorpresas:
Berenguela de Navarra, Reina de Inglaterra viuda de Inglaterra, duquesa de Normandía y condesa de Anjou, entregó un cofre a Eleazar, que éste abrió, para ver una serie de documentos.
"Estos" dijo la alta dama, "son los títulos que heredas por mi y por tu sangre materna. Y debes saber que conllevan pesada carga. Tu tío, mi hermano, el último Rey de Navarra, ha muerto sin descendencia, si no se encuentra al perdido príncipe de Viana, tu primo. Eres el heredero del Trono de Navarra. Como hijo mio, eres también el heredero del trono ducal de Normandía y ya eres vizconde de Anjou, hasta que yo muera y asciendas al título de conde de mi querido Felipe Augusto, el rey de Francia. Estos últimos títulos franceses son el motivo por el cual he estado estos años prisionera: Felipe me exigía que se los diese, y se los hubiera dado si no los hubiera guardado para ti, hijo mio. Tuyos serán cuando yo te falte. Tienes ese derecho ante Dios y ante los hombres. Pero el trono de Navarra ya debería ser tuyo, las tierras de mis padres usurpadas por el malvado Reino de Castilla, que extermino las huestes de tu tio, tomó sus fortalezas y colgó de las almenas de Pamplona el cuerpo de mi pobre hermano, el último Rey legítimo de Navarra, que por su muerte te pasa a ti legítimamente su corona, pues en nuestro reino las coronas también pasan por línea femenina, en nuestro caso a través de mi derecho. ¿Entiendes la pesada carga que te entrego, hijo mio?" La dama Berenguela lloró dulce pero amargamente, acostumbrada a padecer por la política que su sangre había transmitido a su hijo secreto. "Pero esta carga... esta... dolorosa y terrible condena que en tu pecho impongo sólo es parte de tus cuitas y trabajos, de tus peligros y amenazas... Pronto sabrás que tu padre... Ramiro... Tu padre que fue mi esposo legítimo amado, motivo por el cual Ricardo nunca compartió mi lecho, pues ya estaba casada, tu padre, hijo mio amado, tu padre vive".
Eleazar quedó anonadado. Estrechando contra su pecho su carta de nacimiento, sus títulos franceses a heredar en el futuro, los legajos que le reconocían como heredero directo de la corona de Navarra y de Pamplona, y sobre todo las claves para desentrañar el código del diario de su padre perdido pero vivo... ¡Vivo! ¡El padre de Eleazar, Ramiro de Prenderfast, vive!
[Próximo capítulo: La búsqueda de Ramiro de Prenderfast]
Eleazar, Conde de Holanda, Margrave de Bohemia, señor de la ciudad de Olomouc, 3 fortalezas holandesas, 3 fortalezas bohemias y una pequeña aldea de Baviera que perteneció a su padre, dedicó las siguientes semanas de paz a reforzar su posición, ayudar a sus vecinos con tareas y reclutamientos, fundar nuevas sucursales de su imperio textil en ciudades del Imperio y países vecinos, reclutar tiradores e infantes holandeses para reforzar las guarniciones de sus feudos, reclutar nuevos jóvenes pajes y escuderos hijos de caballeros ministerialis para recuperar las bajas y reunir una pequeña unidad de ballesteros a caballo germanos con algunos hombres de armas a caballo. Eleazar y sus hombres vivían un tiempo feliz. No les afectaban las noticias de lores imperiales que traicionaban a Otón IV y se unían a las huestes gibelinas de Felipe II Hohenstauffen. Eleazar tenía abundancia de rentas, feudos que mejorar, instalaciones que mandar construir y tropas que entrenar. Durante ese periodo Eleazar asistió a un par de torneos y con ayuda de sus compañeros caballeros tolosanos reunió un buen capital que invirtió en mejorar sus tierras y tropas. Ya contaba entre sus hombres con doce caballeros mili electi, la mejor caballería pesada de Europa, y como Conde había adquirido entre sus privilegios el de nombrar caballeros de ese ordo a los ministerialis que adquirieran suficientes méritos. Caros de mantener, amortizaban su coste ellos mismos con el inmenso poderío de su equipo y entrenamiento.
Pero una mañana a Eleazar le despertaron las trompetas de la guardia. Ante el castillo de Breda, que usaba como base principal, se había presentado el mismísimo Emperador a la cabeza de su hueste personal. Eleazar se vistió presuroso y bajó a recibirle. No podía sospechar a que venía esta sorpresa.
"Lo he meditado seriamente, y entiendo tus motivos: Debemos dar un golpe de mano a los franceses, para impedir que aprovechen la debilidad imperial y que no participen en la guerra civil que nos ocupa. Será una guerra breve, no más que lo imprescindible para forzar a Francia a firmar un nuevo tratado de no agresión que asegure años de paz entre nuestros reinos. Esta guerra ha sido sugerida por ti, y como tal eres candidato a dirigirla, mi buen conde. Aunque no tienes el puesto de Mariscal asegurado. Eleazar, amigo mio, sea como sea tú y yo juntos asaltaremos los muros que aprisionan a tu madre, la viuda del Rey Ricardo Corazón de León. ¡Llama a tus mesnadas! ¡Organiza tus filas! ¡Partimos a la guerra contra Francia!"
El Emperador entregó a Eleazar el título de propiedad de la cuarta y última fortaleza holandesa que estaba pendiente de asignar a un lord. Middelburch formaba una frontera con sus otro cuatro castillos holandeses, una frontera natural facil de defender que creaba un estado con igualdad de entidad, pueblo y cultura. Eleazar estaba muy satisfecho.
También le hizo entrega de Haarlem, una pequeña aldea dentro de los confines de sus 4 fortalezas holandesas.
Cuando todo estuvo listo Otón y Eleazar encabezaron a las inmensas huestes imperiales camino a la frontera. Había que aprovechar la sorpresa, dado que Francia estaba oficialmente en guerra contra Inglaterra, con el grueso de sus ejércitos reconquistando Bretaña y Occitania.
Lo primero que hizo el enemigo fue movilizar sus alianzas: Con un poco de escozor Eleazar recibió la noticia de la declaración de guerra de Venecia y Flandes contra el Imperio. Dos enemigos menores que sin embargo extenderían el frente. No realmente una amenaza para Otón y sus ejércitos, pero un dolor de cabeza añadido.
Sin que ninguna tropa francesa interceptase al ejército imperial, Otón y Eleazar dirigieron el asalto a Dijon, la ciudad borgoñona que antaño perteneció al Imperio y que ahora era la prisión de la madre de Eleazar.
Aunque el asalto decuplicaba las defensas, durante la escalada de los muros uno de los obispos imperiales, Elector del Imperio, fue derribado y herido por un virote borgoñón. Eleazar protegió al herido sacerdote guerrero hasta que sus acólitos le retiraron del frente hacia el campamento de Eleazar, donde la cirujana de Bingen le arrancaría el proyectil y le curaría hábilmente.
En apenas unas horas Dijon se rindió, y un heraldo real francés se presentó ante los muros de Dijon, ahora cuartel del ejército imperial. Otón subió a los muros recién conquistados para oir su mensaje: "¡Su gracia Imperial! Mi Rey y Señor no desea más guerra con su amigo e igual, el Emperador Otón IV, señor de todo el Sacro Imperio Romano y así le reconoce ante todos los reyes del Orbe. Mi Rey clama vuestro derecho al trono y no desea que entre ambos pueblos amigos se derrame más sangre. Mi Rey declara, a su vez, al traidor Felipe Hohenstauffen enemigo de Francia y proscritos a todos los franceses que le presten ayuda o cobijo. ¿Aceptaréis, noble Emperador, la mano que Francia os ofrece?" Otón envió al mensajero su respuesta afirmativa, confirmando que el Imperio guardaría la posesión de la conquistada Dijon. El francés aceptó como hecho consumado. Francia perdía Dijon, pero aseguraba la paz con un poderoso aunque debilitado enemigo para centrarse en su guerra contra Inglaterra. El Imperio a su vez se podría regodear en su guerra contra los débiles venecianos y flamencos. Otón estaba muy satisfecho. Eleazar lo estaba aún más.
"Eleazar... ¿Sabes que Enrique I de Inglaterra, el Corazón de León, era mi tio, no? Pues sí. No sólo por liberar a tu madre, sino a la viuda de mi tio, al que tanto tengo que agradecer mi posición, decidí tomar Dijon al asalto". El Emperador parecía emocionado. "Ricardo, al que no conociste, fue un príncipe glorioso. Tú podrías ser su hijo, y sólo la palabra de tu madre y la mía, tal vez la de nuestro amigo Inocencio III, papa, bastarían para declararte hijo legítimo de Ricardo... ¿Te interesaría?" Eleazar guardó silencio. "Señor... No sé bien quien es mi padre, pero sí sé que hoy hemos conquistado Dijon y la paz a Francia pero aún no he podido reunirme con mi madre. ¿Me dais licencia?" Otón asintió. "Encontraréis a vuestra señora en los aposentos más ricos del palacio de Dijon acompañada de las monjas cistercienses. Partid, amigo mio".
Lady Berenguela de Navarra, menos de cuarenta años, hermosa, delicada, señorial, recibió a Eleazar sentada en un hermoso escabel. Eleazar avanzó turbado y por un gesto sonriente de su madre calló de rodillas ante ella. "Madre"... La dama puso su blanca mano en la cabeza de nuestro héroe. "A mi también me embarga la emoción. Ni los cielos ni los hombres pueden negar que eres la viva imagen de tu padre. Mi Felipe, pues ese es tu nombre verdadero, el que yo te puse, tú eres hijo de Ramiro de Prenderfast, aunque ese no es su verdadero nombre... Yo te diré su nombre verdadero, hijo mio, pues tu brazo y tu espada ya pueden defender tu honra y tu poder por sí mismos, como tus actos últimos han demostrado. El Rey de Francia, Felipe, que siempre me ha tratado con honor aunque me privó de libertad, y por el cual tú llevas tu nombre, me ha contado todas tus aventuras, desde el día en que te provocó ha tenido un ojo puesto en ti, y sospechaba que algo heróico harías. Sabe, hijo mio, que has ganado un admirador en el rey de Francia, y que buscará tu amistad más que tu castigo". Eleazar apretó la mano de su madre. "¿Quién es mi padre, señora, cuál es su nombre?" Felipe, hijo mio... Tu padre guardó muchos años el secreto, yo no puedo darte mas que este documento que me entregó para ti. No deshonres a tu madre exigiendola a darte el secreto que ni todo el poder de Francia me ha arrancado. Te entregaré los documentos que permiten descifrar el código de sus diarios secretos... Él... Tendrá ahí escrito todo lo que debes saber. Todo lo que es preciso que sepas. Yo juré no rebelar sus misterios mientras viviera. ¿Respetarás nuestras palabras?” Eleazar asintió con un nudo en su garganta y sin poder contenerse más abrazó a su madre, llorando él, llorando ella, 19 años separados por la política y la guerra de los hombres, temiendo uno y otra que el reencuentro fuera un sueño, una breve pausa en sus exilios. Pero a Eleazar, a Felipe de Prenderfast, hijo de Berenguela de Navarra, le aguardaban aún muchas más sorpresas:
Berenguela de Navarra, Reina de Inglaterra viuda de Inglaterra, duquesa de Normandía y condesa de Anjou, entregó un cofre a Eleazar, que éste abrió, para ver una serie de documentos.
"Estos" dijo la alta dama, "son los títulos que heredas por mi y por tu sangre materna. Y debes saber que conllevan pesada carga. Tu tío, mi hermano, el último Rey de Navarra, ha muerto sin descendencia, si no se encuentra al perdido príncipe de Viana, tu primo. Eres el heredero del Trono de Navarra. Como hijo mio, eres también el heredero del trono ducal de Normandía y ya eres vizconde de Anjou, hasta que yo muera y asciendas al título de conde de mi querido Felipe Augusto, el rey de Francia. Estos últimos títulos franceses son el motivo por el cual he estado estos años prisionera: Felipe me exigía que se los diese, y se los hubiera dado si no los hubiera guardado para ti, hijo mio. Tuyos serán cuando yo te falte. Tienes ese derecho ante Dios y ante los hombres. Pero el trono de Navarra ya debería ser tuyo, las tierras de mis padres usurpadas por el malvado Reino de Castilla, que extermino las huestes de tu tio, tomó sus fortalezas y colgó de las almenas de Pamplona el cuerpo de mi pobre hermano, el último Rey legítimo de Navarra, que por su muerte te pasa a ti legítimamente su corona, pues en nuestro reino las coronas también pasan por línea femenina, en nuestro caso a través de mi derecho. ¿Entiendes la pesada carga que te entrego, hijo mio?" La dama Berenguela lloró dulce pero amargamente, acostumbrada a padecer por la política que su sangre había transmitido a su hijo secreto. "Pero esta carga... esta... dolorosa y terrible condena que en tu pecho impongo sólo es parte de tus cuitas y trabajos, de tus peligros y amenazas... Pronto sabrás que tu padre... Ramiro... Tu padre que fue mi esposo legítimo amado, motivo por el cual Ricardo nunca compartió mi lecho, pues ya estaba casada, tu padre, hijo mio amado, tu padre vive".
Eleazar quedó anonadado. Estrechando contra su pecho su carta de nacimiento, sus títulos franceses a heredar en el futuro, los legajos que le reconocían como heredero directo de la corona de Navarra y de Pamplona, y sobre todo las claves para desentrañar el código del diario de su padre perdido pero vivo... ¡Vivo! ¡El padre de Eleazar, Ramiro de Prenderfast, vive!
[Próximo capítulo: La búsqueda de Ramiro de Prenderfast]
Muelos- Espadachín
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- Mensaje n°69
Re: Lord Eleazar, Europe 1200
Más fortalezas, aldeas, riquezas y títulos heredados y una madre que es reina, liberada. Lejos quedan los tiempos en los que Eleazar era un simple hombre de armas de la Corona de Aragón. Pronto Castilla recibirá la desagradable visita de Eleazar
¿Cual es el estado actual de la Península Ibérica? La última vez la abandonaste sumida en el caos con guerras entre reinos cristianos y órdenes.
¿Al firmar la paz con Francia, también se firma con Flandes y Venecia? Si no es así, podría ser una buena oportunidad de extender tus dominios desde Holanda hacia Flandes
¿Cual es el estado actual de la Península Ibérica? La última vez la abandonaste sumida en el caos con guerras entre reinos cristianos y órdenes.
¿Al firmar la paz con Francia, también se firma con Flandes y Venecia? Si no es así, podría ser una buena oportunidad de extender tus dominios desde Holanda hacia Flandes