Tome la cruz y la carta y con curiosidad eché una mirada al capitano. Finalmente los acomodé en un morral y me lo colgué del hombro. Sujeté bien las pistolas al cinto y me colgué el rifle de la espalda, escondiéndolo bajo mi abrigo y ciñendo el sable a la cintura de manera clara.
"¿Qué esperamos lograr con esto capitán?"
-ya veras...- me contesta misterioso y sin mas desembarco y me dirijo hacia el centro de la pequeña ciudad. Moviéndome cuidadosamente por las calles y callejones. Las calles abandonadas dan un falso aire de seguridad. optando por evitar la atención de las pandillas y matones que seguramente ya conocían mi apariencia y sobre todo, como se vería mi cabeza en una charola de plata, desistiendo varias veces de robar algún auto. Ya saben, para no estrellarlo y todo eso.
Se acerca ya el medio dia cuando llego al susodicho edificio. Espiando desde una esquina lejana observo buscando alguna forma de emboscada. Sintiéndome segura rápidamente entro al edificio y dos guardias me interceptan. haciendo todo tipo de preguntas tontas. Observandolos solo un momento me doy cuenta que no son precisamente profesionales. Finalmente los convencí de que venía con un mensaje para Cosimo. Sin perderme de vista me llevan hasta el 4to piso donde el hombre se encuentra sentado. Vestido con un traje café sorprendente mente muy limpio y fumando un buen tabaco. El tipo recién había apagado la radio. Me sentí en un verdadero problema.
"¿Que quieres niña?" me pregunta secamente sin quitar la vista de algunas cuentas que tenia en la mano. Sin contestar le entrego la cruz de plata y distraídamente la toma. La observa un poco y levanta la mirada con el ceño fruncido. "¿Es esto una amenaza?" Se alzo furioso e inmediatamente sus matones me encañonan con sus armas. Tratando de no perder la calma saco la carta y se la entrego. Desconfiadamente el hombre la lee desconfiadamente y sonríe "ya veo... Caballeros ofrézcanle a la damita una habitación. ¡Y que no salga!" sin tiempo siquiera de alcanzar las pistolas me hacen levantar y me quitan todas mis armas. me llevan a un cuarto vacío sin muebles y sencillamente cierran la puerta.
"Vaya... esto es inconveniente..."
"¿Qué esperamos lograr con esto capitán?"
-ya veras...- me contesta misterioso y sin mas desembarco y me dirijo hacia el centro de la pequeña ciudad. Moviéndome cuidadosamente por las calles y callejones. Las calles abandonadas dan un falso aire de seguridad. optando por evitar la atención de las pandillas y matones que seguramente ya conocían mi apariencia y sobre todo, como se vería mi cabeza en una charola de plata, desistiendo varias veces de robar algún auto. Ya saben, para no estrellarlo y todo eso.
Se acerca ya el medio dia cuando llego al susodicho edificio. Espiando desde una esquina lejana observo buscando alguna forma de emboscada. Sintiéndome segura rápidamente entro al edificio y dos guardias me interceptan. haciendo todo tipo de preguntas tontas. Observandolos solo un momento me doy cuenta que no son precisamente profesionales. Finalmente los convencí de que venía con un mensaje para Cosimo. Sin perderme de vista me llevan hasta el 4to piso donde el hombre se encuentra sentado. Vestido con un traje café sorprendente mente muy limpio y fumando un buen tabaco. El tipo recién había apagado la radio. Me sentí en un verdadero problema.
"¿Que quieres niña?" me pregunta secamente sin quitar la vista de algunas cuentas que tenia en la mano. Sin contestar le entrego la cruz de plata y distraídamente la toma. La observa un poco y levanta la mirada con el ceño fruncido. "¿Es esto una amenaza?" Se alzo furioso e inmediatamente sus matones me encañonan con sus armas. Tratando de no perder la calma saco la carta y se la entrego. Desconfiadamente el hombre la lee desconfiadamente y sonríe "ya veo... Caballeros ofrézcanle a la damita una habitación. ¡Y que no salga!" sin tiempo siquiera de alcanzar las pistolas me hacen levantar y me quitan todas mis armas. me llevan a un cuarto vacío sin muebles y sencillamente cierran la puerta.
"Vaya... esto es inconveniente..."