Día 1:
Es el primer dia de trabajo, estoy tan contento de poder ayudar a mis padres. Por fín van a verme con orgullo, no puedo esperar a que me pagen mi primer lingote de oro. Dicen que el laberinto es enorme, pero con la ayuda de los Barakas el trabajo se facilita. Lo único que tengo que hacer es alzar los bultos llenos de diamantes, plata y oro. Llevarlos ante el encargado de mi división y recibir un lingote de oro por cada diez bultos.
Día 2:
Todo va muy bien, me han pagado exactamente como prometieron, he hecho muchos amigos y he conocido tantas cosas. Uno de ellos es Yuishente, otro es Morkantano y también una chica hermosa que dice ser de Warkará, pero yo insisto en que viene desde la mismísima Malakias. Pienso cortejar con ella, y tal vez crear una familia, que ella no trabaje, que me deje todo a mí. Tengo tantos planes para mi vida ¡Gracias a este laberinto, gracias a Thongar!
Día 15:
Hoy emos visto al viejo rey Baraka. Llevaba consigo una pequeña caja de metal adornada con demonios de oro. Debe contener algo muy valioso dentro, pues estaba escoltado por más de mil lanceros, no es mi deber pensar en qué es lo que llevan allí, pero la curiosidad es muy grande.
Día 65:
La magia de los Barakas nos hace avanzar en el tunel como si hubieran pasado cien años. No entiendo cómo hacen esos hombres, pero son tan poderosos que rompen montañas de roca con solo mirarlas. Algunos de mis amigos me han dicho que en las divisiones más profundas, los hombres están desertando; pues según dicen escuchan una rugido tan grande que hace temblar el suelo. Si me dieran la oportunidad de ir allá abajo, no dudaría en aceptar, quiero escuchar y sentirlo yo mismo.
Día 100:
Me he ofrecido para la división profunda de escavación, en donde pagan mejor y dan de comer grandes cerdos a cada trabajador. He estado bajando por más de dos semanas, y los guardias Barakas dicen que no estámos cerca. Que los dioses me den fuerza, no se en qué me estoy metiendo.
Día 375:
Cuantos días, cuantas horas de largas caminatas. El equipo me pesa y la oscuridad es agoviante, estoy desesperado. El jefe Baraka nos ha dicho que solo faltan dos días, eso es una luz en esta inmensa soledad, aunque ya me estoy arrepintiendo, tendré que vivir muchos años aquí abajo, pues para salir son tres semanas y cuatro días a buen paso. No hay vuelta atrás, ya estoy hasta el cuello en esto, así que no me queda de otra.
Día 376:
Llegamos un día menos de los pensados, tan pronto como bajé mi equipaje, el rugido atronador de un titán escondido en la noche me hizo temblar hasta la médula. Ha valido la pena llegar hasta acá, quiero ver todo, quiero conocer, quiero trabajar hasta el cansancio. No entiendo por qué este extraño sentimiento de hambre, nunca había sido tan curioso y desde que ví esa caja, todo ha cambiado.
Día 420:
Resulta que el rugido era producido por una especie de Troll gigante, el hijo de puta estaba atrapado entre dos enormes rocas y los Barakas están haciendo hasta lo imposible para hechizarlo. Me imagino qué harían los reyes de Sarkus al ver semejante bicho, pronto los Barakas dominarán el mundo y no me parece malo; son muy generosos conmigo.
Día 567:
La rutina es una mierda, estoy perdiendo la cabeza, quiero ver la luz del Malakias, escuchar el canto de los pajaros, bañarme en un río bajo el cielo estrellado. Todos los días me levanto cuando suena la estúpida trompeta, salgo de mi tienda, me lavo el rostro y agarro mi pico. Desayunamos mientras trabajamos, no descanzamos ni un solo segundo. Los sabios Barakas nos dan una extraña poción azúl que nos quita toda la pereza y aumenta nuestra fuerza. El estrés se propaga entre los trabajadores, algunos se han amotinado y hasta lograron matar a un guardia Baraka. Esto ha generado desconfianza entre los Barakas y trabajadores, las miradas hostiles son comúnes y muchos están desertando. He decidido no volver a escribir en este diario hasta que algo nuevo suceda, pero según van las cosas, en dos años o más se va a terminar la tortura. Extraño a mis padres, quiero verlos y abrazarlos, llevarles todo este oro para que se compren una granja, aquí el oro es basura.
Día 1095:
Escribo esto para dar testimonio de lo que ha sucedido en este laberinto. Las construcción ha terminado, he escuchado hablar sobre una corona con poderes extraordinarios. Todo el laberinto es una trampa diseñada perfectamente para matar, no se puede salir de este lugar, los Barakas se han asegurado de asesinar a cada uno de sus trabajadores; pues no quieren que existan personas en la superficie que conozcan el laberinto. Estoy vivo de milagro, me he escapado de la división y he intentado localizar la corona, si la encuentro y la uso podría acabar con todos esos idiotas y salir de aquí. No entiendo a quién estoy escribiendo, creo que la locura invade mi ser.
Nieve y Polvo: Los reyes de sarkus
Es el primer dia de trabajo, estoy tan contento de poder ayudar a mis padres. Por fín van a verme con orgullo, no puedo esperar a que me pagen mi primer lingote de oro. Dicen que el laberinto es enorme, pero con la ayuda de los Barakas el trabajo se facilita. Lo único que tengo que hacer es alzar los bultos llenos de diamantes, plata y oro. Llevarlos ante el encargado de mi división y recibir un lingote de oro por cada diez bultos.
Día 2:
Todo va muy bien, me han pagado exactamente como prometieron, he hecho muchos amigos y he conocido tantas cosas. Uno de ellos es Yuishente, otro es Morkantano y también una chica hermosa que dice ser de Warkará, pero yo insisto en que viene desde la mismísima Malakias. Pienso cortejar con ella, y tal vez crear una familia, que ella no trabaje, que me deje todo a mí. Tengo tantos planes para mi vida ¡Gracias a este laberinto, gracias a Thongar!
Día 15:
Hoy emos visto al viejo rey Baraka. Llevaba consigo una pequeña caja de metal adornada con demonios de oro. Debe contener algo muy valioso dentro, pues estaba escoltado por más de mil lanceros, no es mi deber pensar en qué es lo que llevan allí, pero la curiosidad es muy grande.
Día 65:
La magia de los Barakas nos hace avanzar en el tunel como si hubieran pasado cien años. No entiendo cómo hacen esos hombres, pero son tan poderosos que rompen montañas de roca con solo mirarlas. Algunos de mis amigos me han dicho que en las divisiones más profundas, los hombres están desertando; pues según dicen escuchan una rugido tan grande que hace temblar el suelo. Si me dieran la oportunidad de ir allá abajo, no dudaría en aceptar, quiero escuchar y sentirlo yo mismo.
Día 100:
Me he ofrecido para la división profunda de escavación, en donde pagan mejor y dan de comer grandes cerdos a cada trabajador. He estado bajando por más de dos semanas, y los guardias Barakas dicen que no estámos cerca. Que los dioses me den fuerza, no se en qué me estoy metiendo.
Día 375:
Cuantos días, cuantas horas de largas caminatas. El equipo me pesa y la oscuridad es agoviante, estoy desesperado. El jefe Baraka nos ha dicho que solo faltan dos días, eso es una luz en esta inmensa soledad, aunque ya me estoy arrepintiendo, tendré que vivir muchos años aquí abajo, pues para salir son tres semanas y cuatro días a buen paso. No hay vuelta atrás, ya estoy hasta el cuello en esto, así que no me queda de otra.
Día 376:
Llegamos un día menos de los pensados, tan pronto como bajé mi equipaje, el rugido atronador de un titán escondido en la noche me hizo temblar hasta la médula. Ha valido la pena llegar hasta acá, quiero ver todo, quiero conocer, quiero trabajar hasta el cansancio. No entiendo por qué este extraño sentimiento de hambre, nunca había sido tan curioso y desde que ví esa caja, todo ha cambiado.
Día 420:
Resulta que el rugido era producido por una especie de Troll gigante, el hijo de puta estaba atrapado entre dos enormes rocas y los Barakas están haciendo hasta lo imposible para hechizarlo. Me imagino qué harían los reyes de Sarkus al ver semejante bicho, pronto los Barakas dominarán el mundo y no me parece malo; son muy generosos conmigo.
Día 567:
La rutina es una mierda, estoy perdiendo la cabeza, quiero ver la luz del Malakias, escuchar el canto de los pajaros, bañarme en un río bajo el cielo estrellado. Todos los días me levanto cuando suena la estúpida trompeta, salgo de mi tienda, me lavo el rostro y agarro mi pico. Desayunamos mientras trabajamos, no descanzamos ni un solo segundo. Los sabios Barakas nos dan una extraña poción azúl que nos quita toda la pereza y aumenta nuestra fuerza. El estrés se propaga entre los trabajadores, algunos se han amotinado y hasta lograron matar a un guardia Baraka. Esto ha generado desconfianza entre los Barakas y trabajadores, las miradas hostiles son comúnes y muchos están desertando. He decidido no volver a escribir en este diario hasta que algo nuevo suceda, pero según van las cosas, en dos años o más se va a terminar la tortura. Extraño a mis padres, quiero verlos y abrazarlos, llevarles todo este oro para que se compren una granja, aquí el oro es basura.
Día 1095:
Escribo esto para dar testimonio de lo que ha sucedido en este laberinto. Las construcción ha terminado, he escuchado hablar sobre una corona con poderes extraordinarios. Todo el laberinto es una trampa diseñada perfectamente para matar, no se puede salir de este lugar, los Barakas se han asegurado de asesinar a cada uno de sus trabajadores; pues no quieren que existan personas en la superficie que conozcan el laberinto. Estoy vivo de milagro, me he escapado de la división y he intentado localizar la corona, si la encuentro y la uso podría acabar con todos esos idiotas y salir de aquí. No entiendo a quién estoy escribiendo, creo que la locura invade mi ser.
Nieve y Polvo: Los reyes de sarkus