Pues he vuelto al foro y quiero aportar algo que tengo guardado entre las hojas de mi carpeta. Esto es un AAR (repito al menos en teoría) del mod en el que he quemado más horas,el cual planeo usar para pulir un poco mi narrativa. Cualquier sugerencia,corrección,consejo o recomendación sobre mi escritura será bien recibida y tomada en cuenta puesto que estoy bastante verde en las narraciones de longitud y secuenciadas.
Sin más dilación,camaradas de Caballeros de Calradia,les presento la historia de Rolland Bravewynd:
Los árboles del Bosque Real se veían tristes,llorosos,con la delgada llovizna que lo empapaba todo fría y gris. La tarde se colaba entre la altas copas de los arboles como la gélida y húmeda briza se colaba entre las anillas de metal y el cuero de su armadura erizandole la piel. Pero a el ya no le importaba,y tampoco a su caballo. Todos avanzaban resignados por el retorcido sendero entre la arboleda,plagado de pedruscos y raíces que parecía no conducir a ningún lado. La comitiva estaba silenciosa,no descansaban desde hacía dos días y el agua del cielo junto con la soledad de los bosques les habían quitado las pocas fuerzas que les quedaban.
En el carromato Roderik "el huesos" y Ben Boiling tiritaban bajo las gruesas mantas empapadas y pieles mohosas seriamente afectados por la enfermedad.A las riendas del carromato iba el corpulento Patrek,entre el sueño y la vigilia. Escoltando las provisiones y los enfermos que iban en el carromato estaban tres jinetes.El propio Rolland,el enorme e imponente caballero norteño Ser Arnolf Wells en su armadura mellada por la batalla y su escudero Harlan Flores.
Dos ancianos enfermos,un mozo de cuadras,un caballero hosco,un bastardo y el propio Rolland.No era un grupo muy amenazador,como habían demostrado aquellos diez campesinos que habían tratado de cortarles el paso una semana atrás. Ni siquiera tuvieron que desenvainar su acero,con solo arrollarlos con los caballos y seis ya yacían muertos en el suelo.Ben y Flores cazaron a los restantes y los colgaron a la vera del camino. Dos días después de eso Ben Boiling siguió al viejo Roderik al carromato.
Mientras Rolland recordaba las caras de los pobres diablos colgados un rayo cortó los cielos trayendolo de nuevo al ahora,al bosque,al camino.Y no solo a el,Patrek se erguía recto en busca de algún peligro y Ben Boiling había sacado la cabeza de entre las mantas por primera vez en días.
Rolland se preguntaba por qué a la gente le asustaban tanto los rayos y truenos,incluso en las tierras de la tormenta. Las palabras de la casa Bravewynd eran Somos la Tormenta y el oso pardo de su estandarte sostenía un rayo como si fuese una lanza.El nunca había tenido miedo a las tormentas,tampoco sus hermanos y por supuesto su padre no tendría miedo de algo de viento y un par de rayos,Ser Duncan Bravewynd ni tenía miedo a nada ni a nadie.
Llevaba cinco años como escudero y pupilo del caballero de Campoespino.Ser Garth Thornfield era ahora su señor y debía obedecerlo,era lo que su padre le había dicho cuando este llego a la Atalaya de Vientobravo con su comitiva para buscarlo.Rolland obedeció a su padre y aún lo hacía.Obedeció cuando Ser Garth le dijo que debía acompañar a Ser Arnolf a recoger al mercader pero ¿Por qué debía ir el? o más importante ¿Quién era este mercader como para que un caballero debiera buscarlo? por supuesto no se lo había preguntado en voz alta,Ser Garth no iba a molestarse en convenserlo ni darle razones el esperaba resultados.
Llegaron a la aldea de pescadores bajo el difuminado brillo de la luna que apenas se colaba tras las nubes.Era un poblado pequeño y antiguo.Protegido de los vientos del mar gracias a un grupo de pinos soldado que crecían apretado sobre la escarpada linea de costa.Salvo por una cala estrecha que era el centro del poblado,donde unas cuantas barcazas cargadas de redes.
Ser Arnolf se adelantó hacia una de las cabañas.Golpeó la puerta cuatro veces y se escuchó una maldición desde dentro. Luego de unos momentos un hombretón grueso y calvo salió con un palo.A pesar de que Wells le sacaba una cabeza y estaba vestido de acero el hombre parecía preparado para pelear.Hasta que Ser Arnolf dijo:
-Busco al mercader,me envía el caballero de las espinas-
El hombre estudió de arriba a abajo al norteño con desconfianza,para luego dar media vuelta y entrar de nuevo en la casa. El que salió luego no era ni por asomo el mismo.Era un tyroshí en toda regla,con una barba roja como la sangre con tres puntas de un azul profundo y unos largos y delgados bigotes dorados.Tenía un par de ojos de un verde vivo,tan vivo como el verde del cabello que llevaba suelto hasta los hombros y cubría su regordete cuerpo con una camisa de seda con un bordado demasiado estrambótico,incluso para un hombre de las ciudades libres.Un hombre así estaría fuera de lugar incluso en Desembarco del Rey ¿Qué hacia en una aldea olvidada en la costa de poniente?
Con una sonrisa amplia los observó y dijo:
-Soy Alequo Rantarys,entrad,descansad,comed y dormid que mañana un nuevo viento soplará sobre Poniente-
Sin más dilación,camaradas de Caballeros de Calradia,les presento la historia de Rolland Bravewynd:
Los árboles del Bosque Real se veían tristes,llorosos,con la delgada llovizna que lo empapaba todo fría y gris. La tarde se colaba entre la altas copas de los arboles como la gélida y húmeda briza se colaba entre las anillas de metal y el cuero de su armadura erizandole la piel. Pero a el ya no le importaba,y tampoco a su caballo. Todos avanzaban resignados por el retorcido sendero entre la arboleda,plagado de pedruscos y raíces que parecía no conducir a ningún lado. La comitiva estaba silenciosa,no descansaban desde hacía dos días y el agua del cielo junto con la soledad de los bosques les habían quitado las pocas fuerzas que les quedaban.
En el carromato Roderik "el huesos" y Ben Boiling tiritaban bajo las gruesas mantas empapadas y pieles mohosas seriamente afectados por la enfermedad.A las riendas del carromato iba el corpulento Patrek,entre el sueño y la vigilia. Escoltando las provisiones y los enfermos que iban en el carromato estaban tres jinetes.El propio Rolland,el enorme e imponente caballero norteño Ser Arnolf Wells en su armadura mellada por la batalla y su escudero Harlan Flores.
Dos ancianos enfermos,un mozo de cuadras,un caballero hosco,un bastardo y el propio Rolland.No era un grupo muy amenazador,como habían demostrado aquellos diez campesinos que habían tratado de cortarles el paso una semana atrás. Ni siquiera tuvieron que desenvainar su acero,con solo arrollarlos con los caballos y seis ya yacían muertos en el suelo.Ben y Flores cazaron a los restantes y los colgaron a la vera del camino. Dos días después de eso Ben Boiling siguió al viejo Roderik al carromato.
Mientras Rolland recordaba las caras de los pobres diablos colgados un rayo cortó los cielos trayendolo de nuevo al ahora,al bosque,al camino.Y no solo a el,Patrek se erguía recto en busca de algún peligro y Ben Boiling había sacado la cabeza de entre las mantas por primera vez en días.
Rolland se preguntaba por qué a la gente le asustaban tanto los rayos y truenos,incluso en las tierras de la tormenta. Las palabras de la casa Bravewynd eran Somos la Tormenta y el oso pardo de su estandarte sostenía un rayo como si fuese una lanza.El nunca había tenido miedo a las tormentas,tampoco sus hermanos y por supuesto su padre no tendría miedo de algo de viento y un par de rayos,Ser Duncan Bravewynd ni tenía miedo a nada ni a nadie.
Llevaba cinco años como escudero y pupilo del caballero de Campoespino.Ser Garth Thornfield era ahora su señor y debía obedecerlo,era lo que su padre le había dicho cuando este llego a la Atalaya de Vientobravo con su comitiva para buscarlo.Rolland obedeció a su padre y aún lo hacía.Obedeció cuando Ser Garth le dijo que debía acompañar a Ser Arnolf a recoger al mercader pero ¿Por qué debía ir el? o más importante ¿Quién era este mercader como para que un caballero debiera buscarlo? por supuesto no se lo había preguntado en voz alta,Ser Garth no iba a molestarse en convenserlo ni darle razones el esperaba resultados.
Llegaron a la aldea de pescadores bajo el difuminado brillo de la luna que apenas se colaba tras las nubes.Era un poblado pequeño y antiguo.Protegido de los vientos del mar gracias a un grupo de pinos soldado que crecían apretado sobre la escarpada linea de costa.Salvo por una cala estrecha que era el centro del poblado,donde unas cuantas barcazas cargadas de redes.
Ser Arnolf se adelantó hacia una de las cabañas.Golpeó la puerta cuatro veces y se escuchó una maldición desde dentro. Luego de unos momentos un hombretón grueso y calvo salió con un palo.A pesar de que Wells le sacaba una cabeza y estaba vestido de acero el hombre parecía preparado para pelear.Hasta que Ser Arnolf dijo:
-Busco al mercader,me envía el caballero de las espinas-
El hombre estudió de arriba a abajo al norteño con desconfianza,para luego dar media vuelta y entrar de nuevo en la casa. El que salió luego no era ni por asomo el mismo.Era un tyroshí en toda regla,con una barba roja como la sangre con tres puntas de un azul profundo y unos largos y delgados bigotes dorados.Tenía un par de ojos de un verde vivo,tan vivo como el verde del cabello que llevaba suelto hasta los hombros y cubría su regordete cuerpo con una camisa de seda con un bordado demasiado estrambótico,incluso para un hombre de las ciudades libres.Un hombre así estaría fuera de lugar incluso en Desembarco del Rey ¿Qué hacia en una aldea olvidada en la costa de poniente?
Con una sonrisa amplia los observó y dijo:
-Soy Alequo Rantarys,entrad,descansad,comed y dormid que mañana un nuevo viento soplará sobre Poniente-
