PRÓLOGO
Mare Nostrum
Patria de Pirro
Nos encontramos en una época de guerras, desconfianzas, hambrunas, pobrezas, solo hace 3 años desde que Pirro de Épiro se marcho a Grecia con el rabo entre las piernas, todo sus éxitos desbaratados por los romanos que tuvieron que extender sus brazos y aceptar a numerosos pueblos como nuevos hermanos de armas.
Uno de estos pueblos es la vieja leona luchadora de Cartago, un imperio comercial que se extiende por el Mediterráneo donde los choques entre romanos y africanos van menguando las relaciones dejando siempre mal sabor de boca.
Península Itálica gobernada casi en exclusivo por la República de Roma.
Territorios turdetanos.
Cartago posee una de las mejores armadas hasta la hora conocidas por todos los pueblos, sus hombres campan por los campos sicilianos,africanos e hispanos, donde un pequeño asentamiento está tomando forma uniendo a numerosas colonias africanas, respaldadas por un ejército cuya misión en parar los posibles ataques a manos de los pueblos iberos, especialmente al pueblo belicoso de los Turdetanos que a la mínima ocasión aprovechan para saquear los territorios tan legalmente establecidos por Cartago en aquella rica y próspera península donde multitud de culturas vivían bajo un mismo techo.
Capítulo I: Amada Sicilia
Cartago desde el final de la guerra con Épiro buscaba nuevos horizontes a los que expandirse, bueno, tal vez estemos en lo erróneo, Cartago no es una sola voz dirigida por un dictador o rey, Cartago es una vieja república con tradiciones a las que se someten, aunque un pequeño sector del Senado busca nuevas metas militares a la que fortalecer el nombre de la república otros creen que es mejor reconstruir y no destruir, una gran mayoría de los senadores piensa así cortando las alas de expansión a la estancada Cartago, aunque parecía que el único conflicto que se tendría en aquellos tiempos sería el conflicto con los diversos pueblos turdetanos que se oponían a la influencia cartaginesa, la vecina ciudad de Siracusa gobernada por un viejo acompañante de Pirro el cual se había casado con la hija de el hombre más poderoso de Siracusa, las gentes de la ciudad lo habían nombrado comandante en jefe de sus ejércitos, su nombre, Hierón, según él, azote de los enemigos de Siracusa.
Hierón buscaba fáciles campañas militares que le pusieran en bandeja la corona de Siracusa, sus primeras acciones fueron contra los mercenarios mamertinos todo un éxito, Cartago no poseía un ejército defendiendo a la ciudad de Lilibea, por lo que un ataque rápido como el mismísimo trueno de Zeus le daría su tan codiciada corona.
Declaración de guerra
Por ello mando matar a los embajadores africanos, los cuales sus cabezas viajaron por cortesía de Hierón a la ciudad de Lilibea, Cartago nada más saber esa ofensa, voto el envío de refuerzos a los cuáles encabezaría un general prometedor, de la dinastía Barca, un tal Aníbal (no confundirse con el gran Aníbal)
Al mismo tiempo que se producía la agresión griega, los africanos vasallos de Cartago habían mandado un comité al Senada cartaginés con la petición de ayuda en la guerra declarada por las tribus de los getulos.
Claramente no se podía dejar a un aliado tirado, pues Cartago les había brindado protección, aunque no se pensaba en un conflicto largo, los cartagineses de Hispania habían recibido ordenes de que si los Getulos lanzasen una ofensiva, desembarcar en Tingis y contraatacar.
A los pocos meses de comenzar el conflicto con los griegos de Siracusa, el recién coronado Hierón marcho con sus tropas a la ciudad de Lilibea con paso rápido y alegre, sin ningún ejército del que servirse de la defensa de la ciudad, las arcas del estado se fundieron pagando a mercenarios griegos e itálicos para su defensa mientras que los refuerzos de Aníbal llegaban por el mar.
Hierón sabía que si los refuerzos africanos llegaban le pillarían en medio del asedio provocando dos frentes en la batalla y su total aniquilación, por ello se retiró a suelo griego y mando un alto el fuego a cambio de una generosa contribución a las arcas del Senado africano.
Retirada de Hieron a Siracusa.
Mientras que Hierón II de Siracusa ya se relamía de las heridas aún no provocadas, Aníbal desembarcaba en Sicilia donde aumento las filas del ejército con mercenarios y más griegos que se les unían contra el rey griego.
Aníbal avanzó aún en inferioridad numérica y con tropas menos experimentadas que las griegas, Hierón creyendo una victoria fácil salió al encuentro africano.
Sin duda la balanza se decantaría para el griego, mejores tropas, más caballería... pero Aníbal conocedor de estos fatales datos, había recibido "donaciones anónimas de ciertos senadores" unas majestuosas bestias enseñadas para romper y demoler filas enemigas.
Campamento africano, tienda de Aníbal
-Bien, las bestias se ocultaran en los árboles de la derecha, en la primera linea dispondremos a los hoplitas y a los mercenarios, segunda hostigadores, una vez carguen los elefantes, una carga general, que los griegos flanqueen y los hoplitas aguanten, cuando vean a los animales acercarse huirán.-Decía seguro de sí mismo el joven y prometedor general, rodeado de sus capitanes.-También, quiero que los itálicos protegan la retaguardia, no me gustaría tener a los tarantinos a mis espaldas, con o sin elefantes. Señores hoy es un gran día, Cartago respondera esta osadía y todo el mundo sabrá de lo que somos capaces de hacer.-Dijo mientras salía de la tienda y contemplaba al ejército ya en posición marchando a la batalla.
Mientras se preparaban los últimos retoques, el rey griego se lanzó al ataque, Aníbal marchó rápidamente con sus tropas a colocarlas según la estrategia que se había tomado.
Al cabo de unas horas, los ejércitos enemigos se veían las caras.
La táctica del griego simple pero efectiva, cargar contra los menos preparados hoplitas africanos y romper la formación, así pues se lanzó una carga general.
Ala izquierda griega.
-Hijos de Alejandro, ¡cargad! decía el capitán de uno de los regimientos, un veterano por todo el número de cicatrices en su cara.
Pero a los 200 o 300 metros de encontrarse con los libios, el bosque empezó a emitir salvajes ruidos que paralizaron a los griegos de la izquierda, asustados formaron su muro de escudos, los ruidos empezaron a dejar ver gigantescas figuras que salían del bosque, enormes bestias que cargaban contra ellos.
-¡Aguantad!¡Son solo bestias!¡Nosotros somos hijos de Zeus!
No se sabe como, ningún griego no abandonó la posición, pero por muchos griegos que fueran, esas bestias no pararían y pasarían por encima de ellos si fuera necesario.
La carga fue brutal, decenas de hombres volaron por los aires, las trompas de los animales arrollaban todo lo que veían a su paso, la mezcla de sonidos de agonía humana y animal se mezclaban.
Centro griego.
Hierón observo como su flanco izquierdo se derrumbaba, aun así siguió con la carga, con la sorpresa de la carga africana contra ellos, los griegos habían visto a que se enfrentaban y muchos de ellos ya empezaban a dudar del destino de la batalla.
El choque entre ambos ambos se hizo notar en el gran ruido que genero el choque entre ambos escudos, el griterío y los sonidos del flanco izquierdo que empezaban a disminuir
Flanco derecho griego.
Había sido un fracaso, las dispersas unidades griegas habían sido rodeadas totalmente y empezaban a caer en gran número, sin refuerzos poco a poco la salida de la lucha a muerte se veía más visible pues totalmente rodeados no había nada que hacer.
Mientras tanto, una parte de las unidades griegas se habían retirado a "reagruparse"
Al final todo intento de reagrupar al los griegos fue en vano, la retirada había comenzado, regresaban a Siracusa esta vez, con serias heridas, una de ellas, su recién coronado rey que según algunos, había sido aplastado por una de las enormes criaturas de Aníbal.
Ahora la ciudad de Siracusa estaba solo a unas cuantas horas de largo pero animado camino, donde se los soldados debatían con una sonrisa en la cara, en que se gastarían el dinero del saqueo de Siracusa (aunque casi todos, seguramente, se lo gastarían en casas de putas desde Siracusa hasta Cartago)
Antes de llegar a la ciudad, el ejército griego sabiendo lo que le harían a su patria decidió plantar cara, bajo las órdenes de unos de los capitanes del difunto Hierón, pero su destino fue igual de trágico y solo retrasaron lo inevitable.
Ahora la hermosa ciudad de Siracusa se encontraba sola y protegida por los pocos ciudadanos que preferían morir a ver su ciudad arrasada.
Entre el ejército de tierra y los refuerzos navales se lanzo el ataque a los griegos.
Mare Nostrum
Patria de Pirro
Nos encontramos en una época de guerras, desconfianzas, hambrunas, pobrezas, solo hace 3 años desde que Pirro de Épiro se marcho a Grecia con el rabo entre las piernas, todo sus éxitos desbaratados por los romanos que tuvieron que extender sus brazos y aceptar a numerosos pueblos como nuevos hermanos de armas.
Uno de estos pueblos es la vieja leona luchadora de Cartago, un imperio comercial que se extiende por el Mediterráneo donde los choques entre romanos y africanos van menguando las relaciones dejando siempre mal sabor de boca.
Península Itálica gobernada casi en exclusivo por la República de Roma.
Territorios turdetanos.
Cartago posee una de las mejores armadas hasta la hora conocidas por todos los pueblos, sus hombres campan por los campos sicilianos,africanos e hispanos, donde un pequeño asentamiento está tomando forma uniendo a numerosas colonias africanas, respaldadas por un ejército cuya misión en parar los posibles ataques a manos de los pueblos iberos, especialmente al pueblo belicoso de los Turdetanos que a la mínima ocasión aprovechan para saquear los territorios tan legalmente establecidos por Cartago en aquella rica y próspera península donde multitud de culturas vivían bajo un mismo techo.
Capítulo I: Amada Sicilia
Cartago desde el final de la guerra con Épiro buscaba nuevos horizontes a los que expandirse, bueno, tal vez estemos en lo erróneo, Cartago no es una sola voz dirigida por un dictador o rey, Cartago es una vieja república con tradiciones a las que se someten, aunque un pequeño sector del Senado busca nuevas metas militares a la que fortalecer el nombre de la república otros creen que es mejor reconstruir y no destruir, una gran mayoría de los senadores piensa así cortando las alas de expansión a la estancada Cartago, aunque parecía que el único conflicto que se tendría en aquellos tiempos sería el conflicto con los diversos pueblos turdetanos que se oponían a la influencia cartaginesa, la vecina ciudad de Siracusa gobernada por un viejo acompañante de Pirro el cual se había casado con la hija de el hombre más poderoso de Siracusa, las gentes de la ciudad lo habían nombrado comandante en jefe de sus ejércitos, su nombre, Hierón, según él, azote de los enemigos de Siracusa.
Hierón buscaba fáciles campañas militares que le pusieran en bandeja la corona de Siracusa, sus primeras acciones fueron contra los mercenarios mamertinos todo un éxito, Cartago no poseía un ejército defendiendo a la ciudad de Lilibea, por lo que un ataque rápido como el mismísimo trueno de Zeus le daría su tan codiciada corona.
Declaración de guerra
Por ello mando matar a los embajadores africanos, los cuales sus cabezas viajaron por cortesía de Hierón a la ciudad de Lilibea, Cartago nada más saber esa ofensa, voto el envío de refuerzos a los cuáles encabezaría un general prometedor, de la dinastía Barca, un tal Aníbal (no confundirse con el gran Aníbal)
Al mismo tiempo que se producía la agresión griega, los africanos vasallos de Cartago habían mandado un comité al Senada cartaginés con la petición de ayuda en la guerra declarada por las tribus de los getulos.
Claramente no se podía dejar a un aliado tirado, pues Cartago les había brindado protección, aunque no se pensaba en un conflicto largo, los cartagineses de Hispania habían recibido ordenes de que si los Getulos lanzasen una ofensiva, desembarcar en Tingis y contraatacar.
A los pocos meses de comenzar el conflicto con los griegos de Siracusa, el recién coronado Hierón marcho con sus tropas a la ciudad de Lilibea con paso rápido y alegre, sin ningún ejército del que servirse de la defensa de la ciudad, las arcas del estado se fundieron pagando a mercenarios griegos e itálicos para su defensa mientras que los refuerzos de Aníbal llegaban por el mar.
Hierón sabía que si los refuerzos africanos llegaban le pillarían en medio del asedio provocando dos frentes en la batalla y su total aniquilación, por ello se retiró a suelo griego y mando un alto el fuego a cambio de una generosa contribución a las arcas del Senado africano.
Retirada de Hieron a Siracusa.
Mientras que Hierón II de Siracusa ya se relamía de las heridas aún no provocadas, Aníbal desembarcaba en Sicilia donde aumento las filas del ejército con mercenarios y más griegos que se les unían contra el rey griego.
Aníbal avanzó aún en inferioridad numérica y con tropas menos experimentadas que las griegas, Hierón creyendo una victoria fácil salió al encuentro africano.
Sin duda la balanza se decantaría para el griego, mejores tropas, más caballería... pero Aníbal conocedor de estos fatales datos, había recibido "donaciones anónimas de ciertos senadores" unas majestuosas bestias enseñadas para romper y demoler filas enemigas.
Campamento africano, tienda de Aníbal
-Bien, las bestias se ocultaran en los árboles de la derecha, en la primera linea dispondremos a los hoplitas y a los mercenarios, segunda hostigadores, una vez carguen los elefantes, una carga general, que los griegos flanqueen y los hoplitas aguanten, cuando vean a los animales acercarse huirán.-Decía seguro de sí mismo el joven y prometedor general, rodeado de sus capitanes.-También, quiero que los itálicos protegan la retaguardia, no me gustaría tener a los tarantinos a mis espaldas, con o sin elefantes. Señores hoy es un gran día, Cartago respondera esta osadía y todo el mundo sabrá de lo que somos capaces de hacer.-Dijo mientras salía de la tienda y contemplaba al ejército ya en posición marchando a la batalla.
Mientras se preparaban los últimos retoques, el rey griego se lanzó al ataque, Aníbal marchó rápidamente con sus tropas a colocarlas según la estrategia que se había tomado.
Al cabo de unas horas, los ejércitos enemigos se veían las caras.
La táctica del griego simple pero efectiva, cargar contra los menos preparados hoplitas africanos y romper la formación, así pues se lanzó una carga general.
Ala izquierda griega.
-Hijos de Alejandro, ¡cargad! decía el capitán de uno de los regimientos, un veterano por todo el número de cicatrices en su cara.
Pero a los 200 o 300 metros de encontrarse con los libios, el bosque empezó a emitir salvajes ruidos que paralizaron a los griegos de la izquierda, asustados formaron su muro de escudos, los ruidos empezaron a dejar ver gigantescas figuras que salían del bosque, enormes bestias que cargaban contra ellos.
-¡Aguantad!¡Son solo bestias!¡Nosotros somos hijos de Zeus!
No se sabe como, ningún griego no abandonó la posición, pero por muchos griegos que fueran, esas bestias no pararían y pasarían por encima de ellos si fuera necesario.
La carga fue brutal, decenas de hombres volaron por los aires, las trompas de los animales arrollaban todo lo que veían a su paso, la mezcla de sonidos de agonía humana y animal se mezclaban.
Centro griego.
Hierón observo como su flanco izquierdo se derrumbaba, aun así siguió con la carga, con la sorpresa de la carga africana contra ellos, los griegos habían visto a que se enfrentaban y muchos de ellos ya empezaban a dudar del destino de la batalla.
El choque entre ambos ambos se hizo notar en el gran ruido que genero el choque entre ambos escudos, el griterío y los sonidos del flanco izquierdo que empezaban a disminuir
Flanco derecho griego.
Había sido un fracaso, las dispersas unidades griegas habían sido rodeadas totalmente y empezaban a caer en gran número, sin refuerzos poco a poco la salida de la lucha a muerte se veía más visible pues totalmente rodeados no había nada que hacer.
Mientras tanto, una parte de las unidades griegas se habían retirado a "reagruparse"
Al final todo intento de reagrupar al los griegos fue en vano, la retirada había comenzado, regresaban a Siracusa esta vez, con serias heridas, una de ellas, su recién coronado rey que según algunos, había sido aplastado por una de las enormes criaturas de Aníbal.
Ahora la ciudad de Siracusa estaba solo a unas cuantas horas de largo pero animado camino, donde se los soldados debatían con una sonrisa en la cara, en que se gastarían el dinero del saqueo de Siracusa (aunque casi todos, seguramente, se lo gastarían en casas de putas desde Siracusa hasta Cartago)
Antes de llegar a la ciudad, el ejército griego sabiendo lo que le harían a su patria decidió plantar cara, bajo las órdenes de unos de los capitanes del difunto Hierón, pero su destino fue igual de trágico y solo retrasaron lo inevitable.
Ahora la hermosa ciudad de Siracusa se encontraba sola y protegida por los pocos ciudadanos que preferían morir a ver su ciudad arrasada.
Entre el ejército de tierra y los refuerzos navales se lanzo el ataque a los griegos.