Esta es la primera vez que escribo un Arrs, no soy escritor ni nada parecido, solo lo hago por gusto, al ver que varios compañeros del foro se animaron a publicar el suyo. Esta basado en el mod floris 2.5
Capitulo 1
Mi nombre es Vernon. Nací en el reino Vaegir , hijo de un guerrero Kahergita y una campesina Swadiana. Mi padre robo a mi madre de un pueblo al que asaltaron en la anterior guerra entre el reino Kahegir y el de Swadia. Después de la guerra, mi padre decidió trabajar como Jefe de guardia en una caravana Vaegir, es por ello que nací aquí.
La mayor parte de mi infancia la pase ayudando a mi padre, aunque no cabalgando como guardia de la caravana (lo cual por cierto era mi mayor ilusión), si no dentro del carromato acompañando al comerciante vaegir, el cual por cierto era un señor muy amable, pero que se transformaba en otra persona cuando ejercía su profesión, pues si veían a un comerciante inseguro o amigable, tratarían de venderle lo más caro posible impidiendo así tener las mayores ganancias.
Cuando cumplí 15 años me mandaron a la universidad ( si es que seguir a un doctor a todos lados se le puede llamar universidad), ahí me enseñe desde curar un resfriado hasta como tratar una fractura, además que estar en la ciudad tenía sus beneficios, muchas tabernas y mujeres con las que pasar toda la noche. Mi padre me enviaba dinero extra para que fuera ahorrando para una arma y armadura decente, pero las noches eran frías y las camas de las mujeres tibias, así que prefería pagar por dormir feliz que con frio. Mis compañeros me seguían a todos lados y cuando había pelea en alguna taberna siempre éramos mas que nuestros contrincantes y cuando no era asi, gritar que quien nos ayude a darles una lección a quienes nos estaban molestando se ganaría un tarro de cerveza era suficiente para que media taberna los dejara casi muertos. Yo solo me incorporaba a la pelea cuando está prácticamente estaba ganada, para que pelear si puedes pagar para que otros peleen por ti, es lo que pensaba. Eso es algo de lo siempre me arrepentiré. Solo cuando faltaban 2 semanas para regresar a mi casa (y cumplir 18 años) pude comprarme algo poco más que miserable. Pero no importa, pensé, trabajare como guardia de la caravana de mi padre y podre comprarme mi equipo y más adelante, hasta heredare el puesto de mi padre como jefe de caravanas y hare una fortuna.
Me dirigí de regreso a mi pueblo para ver a mi madre de nuevo, era una mujer hermosa la cual no pasaba los 40 años. Su belleza, a pesar de su edad, aun se mantenía con el paso del tiempo, no tenia duda porque mi padre la convirtió en su mujer. Al abrazarla note como resbalaba por su hermosa mejilla una lagrima llena de sentimiento, la cual yo interprete de felicidad por verme, le conté lo mucho que había aprendido con el doctor (ni yo me creía lo que le contaba) y cuanto había aprendido del mundo. Me conto que mi padre regresaría en 1 o 2 días del último viaje con el mercader, así que tendría tiempo antes de verle, asi que le dije a mi madre que iria a recostarme un rato en la cama pues estaba cansado del viaje, pero cuál fue mi sorpresa que esa misma noche cuando aun no cenábamos llego mi padre a la casa. Mi madre al verle, se fue llorando y se encerró en el dormitorio sin decir una sola palabra. Una cara de desconcierto se reflejo en mi rostro ante lo que estaba ocurriendo a lo que mi padre me llamo para que saliéramos de la casa.
--- ¿Que es lo que está pasando padre?
-¿Porque mi madre corrió llorando a su habitación?
El solo guardaba silencio ante mis preguntas mientras ensillábamos nuestros caballos y nos adentrábamos por el bosque. Un viento frio cubría la noche pues parecía que lloraba de un dolor desconocido junto a mi madre. Mi padre era un hombre que pasaba los 40 años y aunque no era muy alto como la mayoría de los hombres de la estepa, tenía una fuerza descomunal en sus brazos lo cual era fundamental en las batallas, pero eso no era lo que hacía sobresalir a mi padre de los demás guerreros. El era muy inteligente, muy listo a pesar de que se crio en una aldea de campesinos. Un abrigo grueso cubría su cuerpo del frio y aunque no traía consigo su característica lanza, traía una espada de muy buena manufactura, eso lo podía saber solo con mirarla. Después de adentrarnos un poco en el bosque mi padre tomo un trago de alcohol el cual llevaba siempre en una pequeña cantimplora y se dispuso a hablar.
- Te he criado bien dijo, nunca pasaste hambre, tuviste un techo donde dormir y comer, te di estudios, solo tu sabrás si los aprovechaste o no.
En ese momento iba a interrumpir pero no me dejo pues siguió hablando.
- Según la tradición kahergita, los hombres que cumplen los 18 años deben abandonar su hogar para vivir sus propias vidas.
- ¡Pero padre!- Exclame con más miedo que sorpresa.
- Esa tradición es de los kahergitas y estamos en el reino de vaegir -, ante lo cual él se quedo callado, pero mostrando una sonrisa en su rostro.
-De donde crees k soy originario hijo idiota, lo dijo con una voz suave, mas entonces me grito con un enfado como nunca lo había escuchado.
-¡Creí haberte mandado a la universidad para que aumentaras tu inteligencia no para que te volvieras más estúpido!- después de eso siguió hablando con una voz más suave, pero que se le escuchaba con mucha determinación.
- A mí, mi padre me saco a patadas de la casa, no tenía más que un pantalón y una camisa todas roídas – dijo mi padre
– A ti te he dado educación y dinero para que te compraras una armadura y armas decentes y mira como te presentas.
No tuve palabras para responderle. Si le hubiera dicho la verdad de cómo conseguí esta ropa, estaba seguro que me golpearía hasta dejarme casi muerto, lo que tenia puesto no se si se podría considerar un abrigo, cubría un poco el frio eso si, pero dudo que me protegiera de una flecha o alguna espada con malas intenciones, las botas no sé si llamarlas así, solo eran pequeños cueros, algunos de ellos casi podridos enrollados con unas vendas viejas para darles forma de botas. El arco, las flechas y el escudo, eran de una mejor calidad, pues se lo había comprado a un saqueador que conocí en una de las tabernas que frecuentaba, el cual me conto que los consiguió en una cruenta batalla donde se enfrento el solo contra 5 (que no le creí por supuesto). La oz que traía en vez de espada la conseguí tirada en el suelo de vuelta a casa esa misma mañana, tal vez se le caería algún campesino cuando regresaba de su larga jornada de trabajo o incluso la haya tirado a propósito, ya que estaba bastante oxidada, sea cual fuera la razón, estaba contento de tener algo de apoyo extra además del arco, que dicho sea de paso no era mi especialidad. El caballo que traía era el más barato que pude conseguir, creo que no hará falta decir más de él.
- He hecho todo lo que ha estado a mi alcance – dijo mi padre,
- Es hora que te forjes tu propio futuro, utiliza lo que has aprendido en tus 18 años de vida y no vuelvas hasta que hayas logrado tu sueño.
Mi sueño. Le iba a contar que mi sueño era ser un guardia de su caravana y en un futuro, cuando el ya fuera demasiado viejo o callera en alguna batalla, ocupar su lugar, pero desistí al ver que la mano derecha de mi padre estaba sobre la empuñadura de su espada y su cara reflejaba una determinación la cual me dio a entender que hablaba en serio y no tendría reparos de herir incluso a su propio hijo. No tuve otra opción que seguir andando en mi viejo caballo por el bosque, con el frio viento gelido como unica compañera, buscando el sendero que me llevaría a…… la verdad, no se a donde el destino tiene planeado llevarme. Esto no estaba en mis planes.
Capitulo 1
Mi nombre es Vernon. Nací en el reino Vaegir , hijo de un guerrero Kahergita y una campesina Swadiana. Mi padre robo a mi madre de un pueblo al que asaltaron en la anterior guerra entre el reino Kahegir y el de Swadia. Después de la guerra, mi padre decidió trabajar como Jefe de guardia en una caravana Vaegir, es por ello que nací aquí.
La mayor parte de mi infancia la pase ayudando a mi padre, aunque no cabalgando como guardia de la caravana (lo cual por cierto era mi mayor ilusión), si no dentro del carromato acompañando al comerciante vaegir, el cual por cierto era un señor muy amable, pero que se transformaba en otra persona cuando ejercía su profesión, pues si veían a un comerciante inseguro o amigable, tratarían de venderle lo más caro posible impidiendo así tener las mayores ganancias.
Cuando cumplí 15 años me mandaron a la universidad ( si es que seguir a un doctor a todos lados se le puede llamar universidad), ahí me enseñe desde curar un resfriado hasta como tratar una fractura, además que estar en la ciudad tenía sus beneficios, muchas tabernas y mujeres con las que pasar toda la noche. Mi padre me enviaba dinero extra para que fuera ahorrando para una arma y armadura decente, pero las noches eran frías y las camas de las mujeres tibias, así que prefería pagar por dormir feliz que con frio. Mis compañeros me seguían a todos lados y cuando había pelea en alguna taberna siempre éramos mas que nuestros contrincantes y cuando no era asi, gritar que quien nos ayude a darles una lección a quienes nos estaban molestando se ganaría un tarro de cerveza era suficiente para que media taberna los dejara casi muertos. Yo solo me incorporaba a la pelea cuando está prácticamente estaba ganada, para que pelear si puedes pagar para que otros peleen por ti, es lo que pensaba. Eso es algo de lo siempre me arrepentiré. Solo cuando faltaban 2 semanas para regresar a mi casa (y cumplir 18 años) pude comprarme algo poco más que miserable. Pero no importa, pensé, trabajare como guardia de la caravana de mi padre y podre comprarme mi equipo y más adelante, hasta heredare el puesto de mi padre como jefe de caravanas y hare una fortuna.
Me dirigí de regreso a mi pueblo para ver a mi madre de nuevo, era una mujer hermosa la cual no pasaba los 40 años. Su belleza, a pesar de su edad, aun se mantenía con el paso del tiempo, no tenia duda porque mi padre la convirtió en su mujer. Al abrazarla note como resbalaba por su hermosa mejilla una lagrima llena de sentimiento, la cual yo interprete de felicidad por verme, le conté lo mucho que había aprendido con el doctor (ni yo me creía lo que le contaba) y cuanto había aprendido del mundo. Me conto que mi padre regresaría en 1 o 2 días del último viaje con el mercader, así que tendría tiempo antes de verle, asi que le dije a mi madre que iria a recostarme un rato en la cama pues estaba cansado del viaje, pero cuál fue mi sorpresa que esa misma noche cuando aun no cenábamos llego mi padre a la casa. Mi madre al verle, se fue llorando y se encerró en el dormitorio sin decir una sola palabra. Una cara de desconcierto se reflejo en mi rostro ante lo que estaba ocurriendo a lo que mi padre me llamo para que saliéramos de la casa.
--- ¿Que es lo que está pasando padre?
-¿Porque mi madre corrió llorando a su habitación?
El solo guardaba silencio ante mis preguntas mientras ensillábamos nuestros caballos y nos adentrábamos por el bosque. Un viento frio cubría la noche pues parecía que lloraba de un dolor desconocido junto a mi madre. Mi padre era un hombre que pasaba los 40 años y aunque no era muy alto como la mayoría de los hombres de la estepa, tenía una fuerza descomunal en sus brazos lo cual era fundamental en las batallas, pero eso no era lo que hacía sobresalir a mi padre de los demás guerreros. El era muy inteligente, muy listo a pesar de que se crio en una aldea de campesinos. Un abrigo grueso cubría su cuerpo del frio y aunque no traía consigo su característica lanza, traía una espada de muy buena manufactura, eso lo podía saber solo con mirarla. Después de adentrarnos un poco en el bosque mi padre tomo un trago de alcohol el cual llevaba siempre en una pequeña cantimplora y se dispuso a hablar.
- Te he criado bien dijo, nunca pasaste hambre, tuviste un techo donde dormir y comer, te di estudios, solo tu sabrás si los aprovechaste o no.
En ese momento iba a interrumpir pero no me dejo pues siguió hablando.
- Según la tradición kahergita, los hombres que cumplen los 18 años deben abandonar su hogar para vivir sus propias vidas.
- ¡Pero padre!- Exclame con más miedo que sorpresa.
- Esa tradición es de los kahergitas y estamos en el reino de vaegir -, ante lo cual él se quedo callado, pero mostrando una sonrisa en su rostro.
-De donde crees k soy originario hijo idiota, lo dijo con una voz suave, mas entonces me grito con un enfado como nunca lo había escuchado.
-¡Creí haberte mandado a la universidad para que aumentaras tu inteligencia no para que te volvieras más estúpido!- después de eso siguió hablando con una voz más suave, pero que se le escuchaba con mucha determinación.
- A mí, mi padre me saco a patadas de la casa, no tenía más que un pantalón y una camisa todas roídas – dijo mi padre
– A ti te he dado educación y dinero para que te compraras una armadura y armas decentes y mira como te presentas.
No tuve palabras para responderle. Si le hubiera dicho la verdad de cómo conseguí esta ropa, estaba seguro que me golpearía hasta dejarme casi muerto, lo que tenia puesto no se si se podría considerar un abrigo, cubría un poco el frio eso si, pero dudo que me protegiera de una flecha o alguna espada con malas intenciones, las botas no sé si llamarlas así, solo eran pequeños cueros, algunos de ellos casi podridos enrollados con unas vendas viejas para darles forma de botas. El arco, las flechas y el escudo, eran de una mejor calidad, pues se lo había comprado a un saqueador que conocí en una de las tabernas que frecuentaba, el cual me conto que los consiguió en una cruenta batalla donde se enfrento el solo contra 5 (que no le creí por supuesto). La oz que traía en vez de espada la conseguí tirada en el suelo de vuelta a casa esa misma mañana, tal vez se le caería algún campesino cuando regresaba de su larga jornada de trabajo o incluso la haya tirado a propósito, ya que estaba bastante oxidada, sea cual fuera la razón, estaba contento de tener algo de apoyo extra además del arco, que dicho sea de paso no era mi especialidad. El caballo que traía era el más barato que pude conseguir, creo que no hará falta decir más de él.
- He hecho todo lo que ha estado a mi alcance – dijo mi padre,
- Es hora que te forjes tu propio futuro, utiliza lo que has aprendido en tus 18 años de vida y no vuelvas hasta que hayas logrado tu sueño.
Mi sueño. Le iba a contar que mi sueño era ser un guardia de su caravana y en un futuro, cuando el ya fuera demasiado viejo o callera en alguna batalla, ocupar su lugar, pero desistí al ver que la mano derecha de mi padre estaba sobre la empuñadura de su espada y su cara reflejaba una determinación la cual me dio a entender que hablaba en serio y no tendría reparos de herir incluso a su propio hijo. No tuve otra opción que seguir andando en mi viejo caballo por el bosque, con el frio viento gelido como unica compañera, buscando el sendero que me llevaría a…… la verdad, no se a donde el destino tiene planeado llevarme. Esto no estaba en mis planes.
Última edición por jessvegi el Miér Jul 03, 2013 6:49 pm, editado 8 veces