El madrimodio ez como un zueño dentro de un zueño.
Quiero hablaros del significado singular que con el tiempo ha tomado para mi el matrimonio.
Hay días de cansancio y bajona en que como ayer uno busca una relajada válvula de escape y una de las mías es regresar a Calradia. Busco un nuevo personaje, tal vez esta vez sea un arquero de nivel 10, o quizás un simple mercader, quizás un lanzador de cuchillos magistral, en ocasiones un simple lancero. Llego con una mano delante, otra detrás, y recorro el mundo buscando a mis viejos amigos de siempre: Borcha, Lezalit, el bueno de Jeremus, el melancólico Firentis, todos ellos me han acompañado infinidad de veces a lo largo de los años, en innumerables guerras en la victoria y en la derrota. Tantas veces con mis feudos perdidos he ido a buscarlos de nuevo de taberna en taberna para volver a emprender desde cero, sólo con las acumuladas experiencias de derrotas abismales desde las que nos levantamos juntos de nuevo hasta la batalla final.
Recorro así con mis amigos de tantos años (ya han pasado ONCE (11) años, ¿sabéis?) las amadas tierras de Calradia. Recuerdo cuando Jelkala descansaba a la orilla de un lago y los guerreros Rodocks iban a la guerra sin esconderse tras camuflajes verdes y no vivían con el temor de las invasiones del desierto. Viajo de pueblo en pueblo y rememoro: Aquí en Peshmi tuve mi primera Casa Solariega y pude descansar sin miedo por primera vez en mi primera aventura. Acá en Shulus saqueé por primera vez una aldea y aprendí que no sólo molestaba a mis compañeros sino que si luego te otorgaban ese feudo se negarían a unirse a tu hueste. Aquí está Khudan, el primer hogar que compartí con mi primera esposa, Lady Elys, la hija del buen Conde Ryis. Aún la amo. Como amo a todas las demás damas que de éste y otros mundos han regentado mis Casas y mis fiestas, que me han ayudado a regentar mis tierras y que han compartido mi suerte.
Quizás en mi segunda o tercera visita a Calradia decidí ayudar a Lady Isola y la acompañé en su Periplo hasta el Trono de Suno, capital del Imperio de Swadia. Es casi una tradición ya para mi coronar a la bella lady Isola, me duele cada vez no poder compartir con ella el trono. Me duele cada vez que siga llamándose a sí misma "Lady" en vez de "Reina Isola de Swadia". No creo que me sea dificil transmitir a esta audiencia el placer, la realización y la justicia del acto de capturar al sucio Harlaus y llevarlo a los pies de Isola y clamar que la guerra civil ha terminado. Creo que para mi muchas de mis partidas han terminado justo en ese instante. Es el mal que representan los débiles reyezuelos de Calradia con patas.
Y a los pocos días:
Siempre se ha dicho que el sucio mensajito "Has conquistado toda Calradia" es una auténtica basura como final del juego. Siempre hemos clamado en vano por una animación final. Una imagen de tu personaje, ya mayor, sobre su trono con sus lores arrodillados a sus pies y las cabezas de sus enemigos adornando su sala. Nunca nos la han dado. Sin embargo tenemos una animación intrajuego: La escena en que tu Rey te otorga la mano de la hija de un Lord en santo matrimonio. Y sí, para mi esa animación ha pasado con los años a ser en sí misma "la animación del final del juego". Cuando logras casarte ya has alcanzado todas las características y habilidades necesarias como para alcanzar la realeza. Y lo único que te separa de la dominación total no es mas que una enorme cantidad de tiempo, dinero y la sangre de incontables guerreros a tus órdenes. Que tus lores vasallos tengan contigo relación 100 no es mas que un asunto de sobornos y fiestones legendarios. Que tus feudos tengan la máxima prosperidad se basa en que nunca vuelvas a ver sobre sus tejados el humo de la venganza. Que tus amigos compañeros dirijan al combate a sus propias huestes desde sus propias ciudades no es mas que cuestión de gestión, vigilancia y constancia, y una vez que eres capaz de llevarte a tu hogar a tu esposa ya nada puede impedir que reines sobre toda Calradia, Inglaterra, Europa, Tierra Santa, Perisno, Tamriel, los Siete Reinos, Polonia, Pendor, el Viejo Mundo de Warhammer o donde Dios quiera que estés haciendo que tu caballo no deje crecer la hierba tras de ti. Así pues... Muchas veces termino una partida al ver la animación del matrimonio. Hela aquí para todos aquellos, sucios demenciados, que os habéis negado a llenar el tálamo nupcial con vuestro amor (sueño dentro de otro sueño):
Así que contemplad este pensamiento: Regresad (quizá después de tantos años de tiempo REAL) a Calradia y jugad un poco, relajadamente, con el único objetivo de encontrar un buen casamiento con alguien que os llame la atención (aunque seáis "del tipo romántico" y os tienten las hijas de los grandes señores dueños de ciudades cuyas dotes harían llorar a cualquier campesino). En el momento en que el video del matrimonio salte a vuestros ojos borrad la partida. Retiráos de vuestras aventuras. Negáos las batallas, las tristezas y amarguras de las guerras posteriores al casamiento. Vuestro alter ego en Calradia vivirá, prosperará o perecerá de la manera que sea pero ya no es de vuestra incumbencia, símplemente le otorgáis su vida al lado de su nuevo amor y él elegirá su propio camino potencial al lado de su dama en la vieja Calradia y seguramente, como otras tantas veces lo habéis visto, se vea coronado Emperador de todas esas viejas tierras, pero eso te da igual...
Todo gracias a la motivación que tu amada esposa te da:
Es, para mi, una manera relajada, positiva, enriquecedora y feliz de esperar, pacientemente, sin morderme los nudillos en demasía, sin golpearme la cabeza contra la pared con demasiada fuerza, a que llegue el día, ¡EL DÍA ESPERADO! en que Mount and Blade Warlords llegue a mis manos y otra vez, con mi lanza y mi caballo, recorra las tierras llenas de aventuras en pos de una nueva esposa, un nuevo castillo y una nueva corona. No estamos nerviosos.
Quiero hablaros del significado singular que con el tiempo ha tomado para mi el matrimonio.
Hay días de cansancio y bajona en que como ayer uno busca una relajada válvula de escape y una de las mías es regresar a Calradia. Busco un nuevo personaje, tal vez esta vez sea un arquero de nivel 10, o quizás un simple mercader, quizás un lanzador de cuchillos magistral, en ocasiones un simple lancero. Llego con una mano delante, otra detrás, y recorro el mundo buscando a mis viejos amigos de siempre: Borcha, Lezalit, el bueno de Jeremus, el melancólico Firentis, todos ellos me han acompañado infinidad de veces a lo largo de los años, en innumerables guerras en la victoria y en la derrota. Tantas veces con mis feudos perdidos he ido a buscarlos de nuevo de taberna en taberna para volver a emprender desde cero, sólo con las acumuladas experiencias de derrotas abismales desde las que nos levantamos juntos de nuevo hasta la batalla final.
Recorro así con mis amigos de tantos años (ya han pasado ONCE (11) años, ¿sabéis?) las amadas tierras de Calradia. Recuerdo cuando Jelkala descansaba a la orilla de un lago y los guerreros Rodocks iban a la guerra sin esconderse tras camuflajes verdes y no vivían con el temor de las invasiones del desierto. Viajo de pueblo en pueblo y rememoro: Aquí en Peshmi tuve mi primera Casa Solariega y pude descansar sin miedo por primera vez en mi primera aventura. Acá en Shulus saqueé por primera vez una aldea y aprendí que no sólo molestaba a mis compañeros sino que si luego te otorgaban ese feudo se negarían a unirse a tu hueste. Aquí está Khudan, el primer hogar que compartí con mi primera esposa, Lady Elys, la hija del buen Conde Ryis. Aún la amo. Como amo a todas las demás damas que de éste y otros mundos han regentado mis Casas y mis fiestas, que me han ayudado a regentar mis tierras y que han compartido mi suerte.
Quizás en mi segunda o tercera visita a Calradia decidí ayudar a Lady Isola y la acompañé en su Periplo hasta el Trono de Suno, capital del Imperio de Swadia. Es casi una tradición ya para mi coronar a la bella lady Isola, me duele cada vez no poder compartir con ella el trono. Me duele cada vez que siga llamándose a sí misma "Lady" en vez de "Reina Isola de Swadia". No creo que me sea dificil transmitir a esta audiencia el placer, la realización y la justicia del acto de capturar al sucio Harlaus y llevarlo a los pies de Isola y clamar que la guerra civil ha terminado. Creo que para mi muchas de mis partidas han terminado justo en ese instante. Es el mal que representan los débiles reyezuelos de Calradia con patas.
Y a los pocos días:
Siempre se ha dicho que el sucio mensajito "Has conquistado toda Calradia" es una auténtica basura como final del juego. Siempre hemos clamado en vano por una animación final. Una imagen de tu personaje, ya mayor, sobre su trono con sus lores arrodillados a sus pies y las cabezas de sus enemigos adornando su sala. Nunca nos la han dado. Sin embargo tenemos una animación intrajuego: La escena en que tu Rey te otorga la mano de la hija de un Lord en santo matrimonio. Y sí, para mi esa animación ha pasado con los años a ser en sí misma "la animación del final del juego". Cuando logras casarte ya has alcanzado todas las características y habilidades necesarias como para alcanzar la realeza. Y lo único que te separa de la dominación total no es mas que una enorme cantidad de tiempo, dinero y la sangre de incontables guerreros a tus órdenes. Que tus lores vasallos tengan contigo relación 100 no es mas que un asunto de sobornos y fiestones legendarios. Que tus feudos tengan la máxima prosperidad se basa en que nunca vuelvas a ver sobre sus tejados el humo de la venganza. Que tus amigos compañeros dirijan al combate a sus propias huestes desde sus propias ciudades no es mas que cuestión de gestión, vigilancia y constancia, y una vez que eres capaz de llevarte a tu hogar a tu esposa ya nada puede impedir que reines sobre toda Calradia, Inglaterra, Europa, Tierra Santa, Perisno, Tamriel, los Siete Reinos, Polonia, Pendor, el Viejo Mundo de Warhammer o donde Dios quiera que estés haciendo que tu caballo no deje crecer la hierba tras de ti. Así pues... Muchas veces termino una partida al ver la animación del matrimonio. Hela aquí para todos aquellos, sucios demenciados, que os habéis negado a llenar el tálamo nupcial con vuestro amor (sueño dentro de otro sueño):
Así que contemplad este pensamiento: Regresad (quizá después de tantos años de tiempo REAL) a Calradia y jugad un poco, relajadamente, con el único objetivo de encontrar un buen casamiento con alguien que os llame la atención (aunque seáis "del tipo romántico" y os tienten las hijas de los grandes señores dueños de ciudades cuyas dotes harían llorar a cualquier campesino). En el momento en que el video del matrimonio salte a vuestros ojos borrad la partida. Retiráos de vuestras aventuras. Negáos las batallas, las tristezas y amarguras de las guerras posteriores al casamiento. Vuestro alter ego en Calradia vivirá, prosperará o perecerá de la manera que sea pero ya no es de vuestra incumbencia, símplemente le otorgáis su vida al lado de su nuevo amor y él elegirá su propio camino potencial al lado de su dama en la vieja Calradia y seguramente, como otras tantas veces lo habéis visto, se vea coronado Emperador de todas esas viejas tierras, pero eso te da igual...
Todo gracias a la motivación que tu amada esposa te da:
Es, para mi, una manera relajada, positiva, enriquecedora y feliz de esperar, pacientemente, sin morderme los nudillos en demasía, sin golpearme la cabeza contra la pared con demasiada fuerza, a que llegue el día, ¡EL DÍA ESPERADO! en que Mount and Blade Warlords llegue a mis manos y otra vez, con mi lanza y mi caballo, recorra las tierras llenas de aventuras en pos de una nueva esposa, un nuevo castillo y una nueva corona. No estamos nerviosos.