De allende los mares llegan mercenarios y aventureros, que hablan las lenguas de muchos países pero no dudan en aceptar la plata del imperio para proteger sus fronteras de las indómitas tribus del interior. Se les conoce como vlandianos, un nombre que reciben de uno de sus primeros señores de la guerra, Wilund el Intrépido (Valandion en la lengua de Calradia). Su caballería pesada no tiene rival y acabó con todos los enemigos del emperador desde los páramos de Aserai hasta las estepas lejanas. Pero el imperio nunca tuvo tanta plata como necesitaba para pagarles, y a los agentes del tesoro se les ocurrió que podían pagarles a sus mercenarios con títulos o tierras. Seguramente no fuese una idea muy buena a largo plazo. Los vlandianos se asentaron, se casaron, plantaron granjas y construyeron fortalezas. A Osrac Brazo de Hierro no le fue muy difícil declararse rey durante el reciente interregnum, un reino independiente en todo menos en el nombre. Tomó la capital imperial de Baravenos y las tierras junto a la costa; fue así cómo el imperio perdió la zona occidental de su territorio.
Los vlandianos están basados en los estados feudales de la Alta Edad Media europea; en concreto, en los normandos, jinetes nórdicos que se asentaron en Francia y crearon reinos en Inglaterra, Sicilia y la Tierra Santa. Los normandos sorprendían a sus rivales bizantinos y musulmanes con la ferocidad y la disciplina de las cargas con lanza de la caballería. Tal y como las define Anna Comnena, cronista del siglo XII, con esas cargas «podrían perforar los muros de Babilonia». Los caballeros combinaban su extraordinaria disciplina en los entrenamientos con la tenacidad de querer conseguir cualquier tierra que tengan al alcance. Toda zona gris a nivel feudal permitía que se desarrollase una guerra por hacerse con el control de la misma. El conflicto fue una constante en las carreras de Guillermo el Conquistador, Roberto Guiscardo de Sicilia o del cruzado Bohemundo; a veces conquistaban más tierras, pero lo más normal era que se enzarzasen en pequeñas disputas de vasallos contra señores, hermanos contra hermanos, padres contra hijos, etcétera.
Los vlandianos tendrán su dosis de facciones menores. Al igual que pasa con los battanianos y los khuzaits, esto sirve para enfatizar el origen del reino. Por ejemplo, los jugadores que quieran emular a los aventureros que fundaron los reinos vlandianos (y normandos), podrán probar suerte con la Compañía del Jabalí Dorado, unos mercenarios basados en facciones como los catalanes o las compañías libres.
La carga con lanza es una táctica letal, tal y como lo era en los campos de batalla medievales. Pero se vuelve mucho más efectiva cuando la ejecuta un buen jinete a lomos de un caballo potente. En Bannerlord intentamos asegurarnos de que haya una diferencia entre la caballería ligera y pesada. Los caballos ligeros serán mucho más manejables, pero también serán peores para el contacto físico. E incluso la mejor caballería pesada se lo pensará dos veces antes de lanzarse hacia una muralla de lanzas. Ni siquiera los normandos pudieron derribar el muro de escudos de Hastings, sino que lo desgastaron mediante una combinación de fintas y ataques. Pese a todo, si se usa correctamente, una fuerza de vlandianos puede ser arrasadora... siempre y cuando consigáis que se concentren en sus enemigos en vez de en sus propias tierras.
Esto es Vlandia señores y me he visto obligado a subirlo yo antes que ese viejo terco pusiera sus manos encima de esta facción, que decir... ya tengo fondo de pantalla. Disfrutadlo caballeros!