Tengo pensado subir algunas partes del libro, para ir mostrando a los lectores pasivos lo que llevo y recibir algunas criticas (Sobre la trama mas que todo) Disculpen por el repost, pero al ver que nadie comenta después de tanto tiempo, decidí dejar bastante lectura. Quién se anima...
Aquí va:
Hace mucho tiempo, en la primera era, cuando los Dioses volaban sobre los cielos y engendraban criaturas increíbles, una corona legendaria fue forjada en lo más profundo de los desiertos, en el sur. Una corona formada por la unión de las finas partículas de polvo que durante siglos se amontonaron sobre el metal, destinada para aquel que saciara sus ganas de sangre y la alimentara para hacerse cada vez mas fuerte. Y también en el norte, una corona de nieve apareció, corona con picos de hielo, forjada para un desconocido de las montañas nevadas, un hombre lejano al Jovarks, corona destinada para aquel capaz de comandar a hombres bárbaros y temibles. Y la primera guerra en la historia del Katharis estalló, Hermosos Barakas blancos y altos con los ojos negros, Morkantanos fuertes y valientes con sus hachas enormes, lucharon durante años por el valle de Skornia. Un valle bendecido por los Dioses, verde y hermoso, bañado por el agua de un enorme río y custodiado por montañas infinitas que hablaban con las estrellas, allí, las plantas crecían fuertes y hermosas y daban el alimento a los primeros hombres, pero la falta de comida en los imperios de nieve y polvo, los obligó a luchar por ese lugar. Cada hombre en Sarkus conoce o ha escuchado relatos sobre lo que sucedió, estos relatos se compartieron de generación en generación, en cenas reales, discursos de oro y en simples reuniones alrededor de una hoguera. Pero nadie sabía que tan solo era el principio y origen de una hermosa historia, la historia de los reyes Bullruck e Isnaak, Nieve y Polvo.
El agotador viaje desde Skornia hasta Terlirio estaba lleno de aventuras, su abuelo Bohumír le había dicho cuando era solo un niño. La vida en Skornia no era nada fácil, mucho menos para una familia exiliada de Yuishen. Las casas más valiosas de la ciudad estaban a punto de caerse y los templos que veneraban a Thongar estaban tan llenos de cadáveres que perfumaba la ciudad con un hedor agrio y mortecino, la fortaleza enorme que resguardaba al rey Hynek se veía negra y sucia, nada parecida a las que su abuelo le describía en algunas canciones. Bullruck era un niño débil y bajito, se veía insignificante al lado de los niños morkantanos; nativos de la región, cuando salía a vender las pieles que su padre conseguía cazando en las montañas cercanas a Kratis y Bork, se llevaba más insultos y magulladuras a casa, que dinero para reparar su hogar.
De esta manera creció Bullruck Nurscick hasta convertirse en un joven apuesto y delgado, con cabellera larga, negra y brillante, músculos formados por tanto trabajo, sus ojos marrones que siempre parecían entre dormidos o despistados le daban un toque misterioso y no se sabía con certeza que observaba, casi nunca llevaba pieles en su torso; sin importar el frio que hiciera. Llevaba botas grandes con cadenas pesadas que las sujetaban bien a los pies y sus piernas se las cubría con desliñadas pieles de oso; un pelaje café que hacia fuego con sus ojos. Con su carretilla atrás llena de pieles y objetos de “valor”, recorría toda la ciudad buscando clientes que compraran sus ropajes, aunque lo más común era encontrar aquellos bribones que lo insultaban por ser extranjero.
Bullruck traía consigo un bastón largo de roble, tenía una punta bien marcada adornada con tirillas blancas y azules, siempre que lo molestaban se aferraba a este hirviendo de ira, si se acercaban a atacarlo; común entre los barbaros Morkantanos, Bullruck asestaba dos golpes en cada una de las orejas de su atacante y se disponía a huir con su carreta a rastras por la húmeda carretera Pedrosa. Todos los lunes se preparaba a organizar su puesto ambulante en la plaza de la ciudad, la plaza de Skornia es famosa en todo Sarkus por su variedad en frutas, verduras y granos, a pesar de que Skornia fuera una ciudad asquerosa y abandonada, sus campos eran fértiles y abundantes, muchos incluso afirmaban que Skornia era la única ciudad que araba el campo.
Miles y miles de señores, nómadas y extranjeros Barakas visitaban la ciudad todos los lunes de cosecha para conseguir comida y seguir con sus viajes.
– ¡Pieles, pieles y ropas para el invierno!- Exclamaba Bullruck mientras alzaba algunas capas con ambas manos y las mostraba al público.
– ¡Son pieles de oso, yo mismo los he cazado más allá de las montañas, cerca de Kratis y Bork!- Gritaba orgulloso a pesar de que era mentiras.
- ¡Os aseguro que nunca pasareis frio con estas bien fijas en sus cuerpos! Mientras Bullruck seguía con su exposición casi aprendida de memoria, un hombre alto y corpulento lo observaba fijamente.
–Este nos sirve- Asintió Konrel, Mercenario de Terlirio, un hombre peludo, con barba espesa y salvaje, pelo enmarañado, sucio y con pieles de lobo blanco.
Era un poco viejo, se veía fuerte y musculoso, alto como todos los Morkantanos, en su cara tenía una cicatriz que le cruzaba el ojo izquierdo desde la frente hasta la mejilla. Lo único de hierro que tenía en su vestimenta eran unas hombreras color negro con un dragón grabado a fuego.
– ¡Ehh tú!, ¡el enano engreído que vende pieles! Bullruck se desconcentró de su rutina y mantuvo su mirada en donde estaba ese grupo de guerreros.
– ¿Queréis comprar pieles para tu ejército, noble señor? El grupo de mercenarios miraba a Konrel esperando una reacción, en su cara se notaba una expresión extraña, entre ira y felicidad. Konrel estalló a carcajadas y sus hombres lo siguieron.
–No soy ningún noble imbécil- Replicó mientras tocaba sus hombros desnudos.
–Somos guerreros Libres, hombres de hielo, de nieve y de frio- Se volvió hacia uno de sus compañeros y con un gesto en las manos le hizo traer una vestimenta blanca idéntica a la que él vestía.
– ¿Quieres dejar esta pobre y miserable vida, convertirte en un verdadero hombre y tener todas las putas que desees? Bullruck nunca había estado con una mujer, bueno, no se podría criticarlo, su vida solo era cazar y vender pieles para ayudar a sus ancianos padres.
–Más que putas, lo que necesito y deseo es oro- Respondió por fin Bullruck. – ¡Bueno, ya está, vienes con nosotros, el oro que conseguimos es suficiente para construir una humilde morada en esta ciudad de mierda!, lástima que ninguno de nosotros tenga familia, de otra manera, gastaríamos el oro en otras cosas que no fueran putas y cerveza.
El grupo mercenario estalló nuevamente en risas y hasta el mismísimo Bullruck que no reía a carcajadas nunca, también disfrutó el momento.
Konrel y su grupo de mercenarios llevaron al muchacho a una taberna cerca de la plaza, le dieron algo de beber y lo llevaron a una habitación para que se preparara.
Bullruck se vistió con las pieles sucias de lobo, nunca había sentido tal hedor en su vida, ni siquiera cerca del templo olía tan asqueroso, su expresión de disgusto era tal que Konrel, con una sonrisita dibujada en su rostro, le dio la opción de vestir como quisiera.
–Da igual como te vistas- le dijo mientras le entregaba pieles de oso, que había en la carretilla.
–Mira a tu alrededor, ¿ves a alguien vestido igual que otro? Por eso somos mercenarios joven, somos libres, y esto significa también que podemos vestir como queramos, es más, si no quieres vestirte, nadie te va a decir nada.- Ambos rieron suavemente, la habitación era oscura, solo tenía una ventanilla alta al borde de la cama, el olor a madera podrida arrullaba a los Morkantanos que viajaban desde Libor, pero desesperaba a los Barakas engreídos que venían de el desierto Sofar.
En la puerta, habían dos mercenarios, altos como gigantes, superaban a Bullruck tanto que solo cuando erguía su cuerpo llegaba a sus hombros.
– ¿Por qué soy Yuishente?- pensaba desde pequeño, nunca le había gustado ser tan pequeño, pero agradecía a Thongar cada vez que se salvaba de la muerte, en una ocasión, Bullruck llevaba su carretilla por las calles, perdido en el suelo, mirando cada detalle de las rocas, pero un estruendo a su lado lo despertó y se había dado cuenta que una manada de toros bravos se habían escapado de un corral, si no hubiera sido por su pequeño cuerpo y su extrema habilidad para moverse rápido y escalar, hubiera muerto atropellado, cuando bajó del muro que había trepado, se dio cuenta que todas las pieles las había perdido, pero lo que más le llamo la atención, fue el cadáver de un joven Morkantano, corpulento y altísimo.
–Lástima que fuiste un maldito gigante- le dijo al cadáver, fue la primera vez que entendió que ser más pequeño no era una desventaja...
–Entonces, le corte el cuello y le di de tomar su sangre a los cadáveres- Narraba un mercenario mientras se atragantaba con un pollo, Bullruck sentía gran afecto por estos hombres, no era un salvaje, pero tampoco un noble de cuna.
– ¿Qué es lo que tengo que hacer Konrel? Preguntó Bullruck.
–Por ahora- le tomó un brazo y lo alzó para ver qué tan fuerte estaba.
–Entrenar- Asintió Konrel.
–En el camino podrías enfrentarte a los más débiles que encontremos, no te preocupes, Matous es un Dios descifrando quien es débil y quién no- tomó un cuerno para beber cerveza.
–Si quieres ser un hombre libre, tienes que llegar a ello con violencia, ¿o crees que un bardo orgulloso va a llegar a ser guerrero con una simple cítara?-
Bullruck lo miró confundido.
– ¿Camino, Nos vamos a ir? Después de un largo trago Konrel por fin respondió.
–Hacia Terlirio joven, siempre hay oportunidades más allá de las montañas, allí donde la nieve es eterna y los hombres barbaros, sangrientos y valientes.
Bullruck se atragantó con su propia saliva, observo un largo rato la mesa y luego pensó en su interior. "Abuelo, espero que el camino esté lleno de aventuras, no de peligros."
Aquí va:
Prólogo
Hace mucho tiempo, en la primera era, cuando los Dioses volaban sobre los cielos y engendraban criaturas increíbles, una corona legendaria fue forjada en lo más profundo de los desiertos, en el sur. Una corona formada por la unión de las finas partículas de polvo que durante siglos se amontonaron sobre el metal, destinada para aquel que saciara sus ganas de sangre y la alimentara para hacerse cada vez mas fuerte. Y también en el norte, una corona de nieve apareció, corona con picos de hielo, forjada para un desconocido de las montañas nevadas, un hombre lejano al Jovarks, corona destinada para aquel capaz de comandar a hombres bárbaros y temibles. Y la primera guerra en la historia del Katharis estalló, Hermosos Barakas blancos y altos con los ojos negros, Morkantanos fuertes y valientes con sus hachas enormes, lucharon durante años por el valle de Skornia. Un valle bendecido por los Dioses, verde y hermoso, bañado por el agua de un enorme río y custodiado por montañas infinitas que hablaban con las estrellas, allí, las plantas crecían fuertes y hermosas y daban el alimento a los primeros hombres, pero la falta de comida en los imperios de nieve y polvo, los obligó a luchar por ese lugar. Cada hombre en Sarkus conoce o ha escuchado relatos sobre lo que sucedió, estos relatos se compartieron de generación en generación, en cenas reales, discursos de oro y en simples reuniones alrededor de una hoguera. Pero nadie sabía que tan solo era el principio y origen de una hermosa historia, la historia de los reyes Bullruck e Isnaak, Nieve y Polvo.
El Viaje Comienza
El agotador viaje desde Skornia hasta Terlirio estaba lleno de aventuras, su abuelo Bohumír le había dicho cuando era solo un niño. La vida en Skornia no era nada fácil, mucho menos para una familia exiliada de Yuishen. Las casas más valiosas de la ciudad estaban a punto de caerse y los templos que veneraban a Thongar estaban tan llenos de cadáveres que perfumaba la ciudad con un hedor agrio y mortecino, la fortaleza enorme que resguardaba al rey Hynek se veía negra y sucia, nada parecida a las que su abuelo le describía en algunas canciones. Bullruck era un niño débil y bajito, se veía insignificante al lado de los niños morkantanos; nativos de la región, cuando salía a vender las pieles que su padre conseguía cazando en las montañas cercanas a Kratis y Bork, se llevaba más insultos y magulladuras a casa, que dinero para reparar su hogar.
De esta manera creció Bullruck Nurscick hasta convertirse en un joven apuesto y delgado, con cabellera larga, negra y brillante, músculos formados por tanto trabajo, sus ojos marrones que siempre parecían entre dormidos o despistados le daban un toque misterioso y no se sabía con certeza que observaba, casi nunca llevaba pieles en su torso; sin importar el frio que hiciera. Llevaba botas grandes con cadenas pesadas que las sujetaban bien a los pies y sus piernas se las cubría con desliñadas pieles de oso; un pelaje café que hacia fuego con sus ojos. Con su carretilla atrás llena de pieles y objetos de “valor”, recorría toda la ciudad buscando clientes que compraran sus ropajes, aunque lo más común era encontrar aquellos bribones que lo insultaban por ser extranjero.
Bullruck traía consigo un bastón largo de roble, tenía una punta bien marcada adornada con tirillas blancas y azules, siempre que lo molestaban se aferraba a este hirviendo de ira, si se acercaban a atacarlo; común entre los barbaros Morkantanos, Bullruck asestaba dos golpes en cada una de las orejas de su atacante y se disponía a huir con su carreta a rastras por la húmeda carretera Pedrosa. Todos los lunes se preparaba a organizar su puesto ambulante en la plaza de la ciudad, la plaza de Skornia es famosa en todo Sarkus por su variedad en frutas, verduras y granos, a pesar de que Skornia fuera una ciudad asquerosa y abandonada, sus campos eran fértiles y abundantes, muchos incluso afirmaban que Skornia era la única ciudad que araba el campo.
Miles y miles de señores, nómadas y extranjeros Barakas visitaban la ciudad todos los lunes de cosecha para conseguir comida y seguir con sus viajes.
– ¡Pieles, pieles y ropas para el invierno!- Exclamaba Bullruck mientras alzaba algunas capas con ambas manos y las mostraba al público.
– ¡Son pieles de oso, yo mismo los he cazado más allá de las montañas, cerca de Kratis y Bork!- Gritaba orgulloso a pesar de que era mentiras.
- ¡Os aseguro que nunca pasareis frio con estas bien fijas en sus cuerpos! Mientras Bullruck seguía con su exposición casi aprendida de memoria, un hombre alto y corpulento lo observaba fijamente.
–Este nos sirve- Asintió Konrel, Mercenario de Terlirio, un hombre peludo, con barba espesa y salvaje, pelo enmarañado, sucio y con pieles de lobo blanco.
Era un poco viejo, se veía fuerte y musculoso, alto como todos los Morkantanos, en su cara tenía una cicatriz que le cruzaba el ojo izquierdo desde la frente hasta la mejilla. Lo único de hierro que tenía en su vestimenta eran unas hombreras color negro con un dragón grabado a fuego.
– ¡Ehh tú!, ¡el enano engreído que vende pieles! Bullruck se desconcentró de su rutina y mantuvo su mirada en donde estaba ese grupo de guerreros.
– ¿Queréis comprar pieles para tu ejército, noble señor? El grupo de mercenarios miraba a Konrel esperando una reacción, en su cara se notaba una expresión extraña, entre ira y felicidad. Konrel estalló a carcajadas y sus hombres lo siguieron.
–No soy ningún noble imbécil- Replicó mientras tocaba sus hombros desnudos.
–Somos guerreros Libres, hombres de hielo, de nieve y de frio- Se volvió hacia uno de sus compañeros y con un gesto en las manos le hizo traer una vestimenta blanca idéntica a la que él vestía.
– ¿Quieres dejar esta pobre y miserable vida, convertirte en un verdadero hombre y tener todas las putas que desees? Bullruck nunca había estado con una mujer, bueno, no se podría criticarlo, su vida solo era cazar y vender pieles para ayudar a sus ancianos padres.
–Más que putas, lo que necesito y deseo es oro- Respondió por fin Bullruck. – ¡Bueno, ya está, vienes con nosotros, el oro que conseguimos es suficiente para construir una humilde morada en esta ciudad de mierda!, lástima que ninguno de nosotros tenga familia, de otra manera, gastaríamos el oro en otras cosas que no fueran putas y cerveza.
El grupo mercenario estalló nuevamente en risas y hasta el mismísimo Bullruck que no reía a carcajadas nunca, también disfrutó el momento.
Konrel y su grupo de mercenarios llevaron al muchacho a una taberna cerca de la plaza, le dieron algo de beber y lo llevaron a una habitación para que se preparara.
Bullruck se vistió con las pieles sucias de lobo, nunca había sentido tal hedor en su vida, ni siquiera cerca del templo olía tan asqueroso, su expresión de disgusto era tal que Konrel, con una sonrisita dibujada en su rostro, le dio la opción de vestir como quisiera.
–Da igual como te vistas- le dijo mientras le entregaba pieles de oso, que había en la carretilla.
–Mira a tu alrededor, ¿ves a alguien vestido igual que otro? Por eso somos mercenarios joven, somos libres, y esto significa también que podemos vestir como queramos, es más, si no quieres vestirte, nadie te va a decir nada.- Ambos rieron suavemente, la habitación era oscura, solo tenía una ventanilla alta al borde de la cama, el olor a madera podrida arrullaba a los Morkantanos que viajaban desde Libor, pero desesperaba a los Barakas engreídos que venían de el desierto Sofar.
En la puerta, habían dos mercenarios, altos como gigantes, superaban a Bullruck tanto que solo cuando erguía su cuerpo llegaba a sus hombros.
– ¿Por qué soy Yuishente?- pensaba desde pequeño, nunca le había gustado ser tan pequeño, pero agradecía a Thongar cada vez que se salvaba de la muerte, en una ocasión, Bullruck llevaba su carretilla por las calles, perdido en el suelo, mirando cada detalle de las rocas, pero un estruendo a su lado lo despertó y se había dado cuenta que una manada de toros bravos se habían escapado de un corral, si no hubiera sido por su pequeño cuerpo y su extrema habilidad para moverse rápido y escalar, hubiera muerto atropellado, cuando bajó del muro que había trepado, se dio cuenta que todas las pieles las había perdido, pero lo que más le llamo la atención, fue el cadáver de un joven Morkantano, corpulento y altísimo.
–Lástima que fuiste un maldito gigante- le dijo al cadáver, fue la primera vez que entendió que ser más pequeño no era una desventaja...
–Entonces, le corte el cuello y le di de tomar su sangre a los cadáveres- Narraba un mercenario mientras se atragantaba con un pollo, Bullruck sentía gran afecto por estos hombres, no era un salvaje, pero tampoco un noble de cuna.
– ¿Qué es lo que tengo que hacer Konrel? Preguntó Bullruck.
–Por ahora- le tomó un brazo y lo alzó para ver qué tan fuerte estaba.
–Entrenar- Asintió Konrel.
–En el camino podrías enfrentarte a los más débiles que encontremos, no te preocupes, Matous es un Dios descifrando quien es débil y quién no- tomó un cuerno para beber cerveza.
–Si quieres ser un hombre libre, tienes que llegar a ello con violencia, ¿o crees que un bardo orgulloso va a llegar a ser guerrero con una simple cítara?-
Bullruck lo miró confundido.
– ¿Camino, Nos vamos a ir? Después de un largo trago Konrel por fin respondió.
–Hacia Terlirio joven, siempre hay oportunidades más allá de las montañas, allí donde la nieve es eterna y los hombres barbaros, sangrientos y valientes.
Bullruck se atragantó con su propia saliva, observo un largo rato la mesa y luego pensó en su interior. "Abuelo, espero que el camino esté lleno de aventuras, no de peligros."
Última edición por JPrieto1396 el Mar Jun 30, 2015 10:38 pm, editado 6 veces