Falsos Guerreros
Que ironico era todo. Aquí estaba yo, un herrero hijo de un mercader empobrecido, un salvaje de la estepa , un antiguo matón de barrio, un estúpido monton de musculos con una espada de madera blanda.
Lo curioso es que soy el único que estoy de pie, aquí por encima de un monton de nobles enjoyados, caballeros de brillante armadura y príncipes de cabellos negros con caras tan hermosas que parecen angeles salidos de los cielos. Que patéticos me resultan ahí tirados como idiotas en este torneo sin sentido, los orientales están a veinte kilómetros de la ciudad asediándola con la mirada y diez millares de guerreros de escamas doradas que parecen fantasmas lejanos salidos de un cuento que arde en el fuego del Tiempo.
Mi cuerpo no responde, no parece que estoy en este mundo, mi cuerpo tiembla sin parar escalofríos sobre temblores sin sentido, solo veo la arena amontonada y los gimientes señores hechos giñapos bajo una espada rota de madera blanda.
Yelmos, escudos y lanzas de justas yacen quebradas por toda la arena mientras una multitud de rostros serios y despectivos nos miran desde lo alto como jueces celestiales asqueados de la estupidez humana.
Un ejercito de verdad nos espera fuera y nosotros combatimos en un combate de mentira con armas falsas de rostros agrios.
Casi puedo esuchar sus cuernos y tambores rugiendo de pura rabia, deseosos de matarnos y acabar con nuestra depravada corrupción del espíritu del hombre, occidentales sin soles que les guien pues ellos mismos los han tapado con seda negras y artimañas que aparentemente brillan mas que el.
¿no es eso que escucho sino los gritos de agonia de un noble baron huyendo de la batalla para ocultarse llorando como un niño tras los faldones ensangrentados de piedra berroqueña de Sharinir?
Un hombre valiente con la misma piel que lobos cobardes de trajes de elegante oveja .
Y entonces llega los martillos de dios y las murallas caen como castillo de naipes en una tormenta de polvo y muerte.
Salgo lentamente del estadio para enfrentarme a los dragones, a los verdaderos hombres que han venido a arrebatarnos la vida.
Mi cota de malla barroca y destrozada se posa sobre mi piel como el abrazo de una amante, mientras mi cuchillo de guerra baila sobre mi mano como una hermana deseada. Mi escudo, destrozado y lleno de astillas es mi hogar, mi casa, mi querida esposa….te echo de menos, echo de menos tu sonrisa. Abandonaría toda esta locura, me atravesaría el pecho con una espada de hielo si asi pudiera verte a ti una sola vez mas.
Miro cansado y sonriente a mi viejo caballo Silex, le susurro al oído como el hijo que nunca tuve y me monto en su grupa. Lentamente cabalgo entre el fuego y los gritos de la ciudad para encontrarme a mis pares, hombres y mujeres verdaderas que han cedido seguirme hasta el infierno si con eso consiguen arrancarme una sonrisa o un tesoro digno de héroes.
Hazlo mi lanza con una mueca de felicidad y con los vacios ojos llorosos mientras ellos me saludan felices, no alegres, sino verdaderamente felices guiados por un vinculo mas fuerte que la sangre y el pillaje.
A la izquierda veo a Matilda la de los cabellos dorados cantando himnos de batalla mientras Lazaro ruge con su potente voz que formen un grupo de escudos, a la derecha Kabe La Negra con su dao guarda un silencio sepulcral mientras sus oscuros ojos acribillan con la mirada las líneas de humo y fuego. Por un ultimo escucho la amigable y chillona voz de Borcha el explorador estepario avisando de la inminente carga.
Entonces ya no pienso nada, no soy Balder Escoria sino Balduin El de la Gran Espada, un cabron lleno de cicatrices, de lamentos sin fin, un hijoputa que tan solo siente ganas de vaciar su rabia negra sobre rostros desconcidos.
¡Los nórdicos golpean sus escudos! ¡Los Cinco Piratas Muertos los dirigen!
¡los latigazos de los arcos Vaergires restellan acompañados de fúnebres gritos de dolor y histeria! ¡Kabe dirige sus flechas!
¡El trueno de resuena tras los cascos de los caballeros del Este por encima de los feroces himnos de guerra de Matilda y los latigazos de Lazaro!!!
Entonces ya no soy Balduin ni Balder ni Escoria, soy uno mas de los Setenta Guerreros
Y juntos como un meteorito de acero cargamos a través de una roja neblina de sangre y cuerpos destrozados
Y Juntos morimos y matamos en un ritual interminable de ciegos asesinos envolviendo en la dulce locura del psicópata, refrescándonos en la fuente del mal, durmiendo en el jardín de la Oscuridad.
Como un solo nos estrellamos y morimos descendiendo con sandalias ensangrentados los tronos marfileños del Hades.
Es el Fin del Mundo y me siento bien.
La Nada cubre mis ojos y siente los suaves besos de La Parca, esos labios mortalmente bellos escondidos tras una lengua podrida.
La amo con pasión y juntos nos acostamos en el calido aliento de la batalla.
Juntos y con placer volvemos a ver a nuestros seres queridos
Por Fin.
Que ironico era todo. Aquí estaba yo, un herrero hijo de un mercader empobrecido, un salvaje de la estepa , un antiguo matón de barrio, un estúpido monton de musculos con una espada de madera blanda.
Lo curioso es que soy el único que estoy de pie, aquí por encima de un monton de nobles enjoyados, caballeros de brillante armadura y príncipes de cabellos negros con caras tan hermosas que parecen angeles salidos de los cielos. Que patéticos me resultan ahí tirados como idiotas en este torneo sin sentido, los orientales están a veinte kilómetros de la ciudad asediándola con la mirada y diez millares de guerreros de escamas doradas que parecen fantasmas lejanos salidos de un cuento que arde en el fuego del Tiempo.
Mi cuerpo no responde, no parece que estoy en este mundo, mi cuerpo tiembla sin parar escalofríos sobre temblores sin sentido, solo veo la arena amontonada y los gimientes señores hechos giñapos bajo una espada rota de madera blanda.
Yelmos, escudos y lanzas de justas yacen quebradas por toda la arena mientras una multitud de rostros serios y despectivos nos miran desde lo alto como jueces celestiales asqueados de la estupidez humana.
Un ejercito de verdad nos espera fuera y nosotros combatimos en un combate de mentira con armas falsas de rostros agrios.
Casi puedo esuchar sus cuernos y tambores rugiendo de pura rabia, deseosos de matarnos y acabar con nuestra depravada corrupción del espíritu del hombre, occidentales sin soles que les guien pues ellos mismos los han tapado con seda negras y artimañas que aparentemente brillan mas que el.
¿no es eso que escucho sino los gritos de agonia de un noble baron huyendo de la batalla para ocultarse llorando como un niño tras los faldones ensangrentados de piedra berroqueña de Sharinir?
Un hombre valiente con la misma piel que lobos cobardes de trajes de elegante oveja .
Y entonces llega los martillos de dios y las murallas caen como castillo de naipes en una tormenta de polvo y muerte.
Salgo lentamente del estadio para enfrentarme a los dragones, a los verdaderos hombres que han venido a arrebatarnos la vida.
Mi cota de malla barroca y destrozada se posa sobre mi piel como el abrazo de una amante, mientras mi cuchillo de guerra baila sobre mi mano como una hermana deseada. Mi escudo, destrozado y lleno de astillas es mi hogar, mi casa, mi querida esposa….te echo de menos, echo de menos tu sonrisa. Abandonaría toda esta locura, me atravesaría el pecho con una espada de hielo si asi pudiera verte a ti una sola vez mas.
Miro cansado y sonriente a mi viejo caballo Silex, le susurro al oído como el hijo que nunca tuve y me monto en su grupa. Lentamente cabalgo entre el fuego y los gritos de la ciudad para encontrarme a mis pares, hombres y mujeres verdaderas que han cedido seguirme hasta el infierno si con eso consiguen arrancarme una sonrisa o un tesoro digno de héroes.
Hazlo mi lanza con una mueca de felicidad y con los vacios ojos llorosos mientras ellos me saludan felices, no alegres, sino verdaderamente felices guiados por un vinculo mas fuerte que la sangre y el pillaje.
A la izquierda veo a Matilda la de los cabellos dorados cantando himnos de batalla mientras Lazaro ruge con su potente voz que formen un grupo de escudos, a la derecha Kabe La Negra con su dao guarda un silencio sepulcral mientras sus oscuros ojos acribillan con la mirada las líneas de humo y fuego. Por un ultimo escucho la amigable y chillona voz de Borcha el explorador estepario avisando de la inminente carga.
Entonces ya no pienso nada, no soy Balder Escoria sino Balduin El de la Gran Espada, un cabron lleno de cicatrices, de lamentos sin fin, un hijoputa que tan solo siente ganas de vaciar su rabia negra sobre rostros desconcidos.
¡Los nórdicos golpean sus escudos! ¡Los Cinco Piratas Muertos los dirigen!
¡los latigazos de los arcos Vaergires restellan acompañados de fúnebres gritos de dolor y histeria! ¡Kabe dirige sus flechas!
¡El trueno de resuena tras los cascos de los caballeros del Este por encima de los feroces himnos de guerra de Matilda y los latigazos de Lazaro!!!
Entonces ya no soy Balduin ni Balder ni Escoria, soy uno mas de los Setenta Guerreros
Y juntos como un meteorito de acero cargamos a través de una roja neblina de sangre y cuerpos destrozados
Y Juntos morimos y matamos en un ritual interminable de ciegos asesinos envolviendo en la dulce locura del psicópata, refrescándonos en la fuente del mal, durmiendo en el jardín de la Oscuridad.
Como un solo nos estrellamos y morimos descendiendo con sandalias ensangrentados los tronos marfileños del Hades.
Es el Fin del Mundo y me siento bien.
La Nada cubre mis ojos y siente los suaves besos de La Parca, esos labios mortalmente bellos escondidos tras una lengua podrida.
La amo con pasión y juntos nos acostamos en el calido aliento de la batalla.
Juntos y con placer volvemos a ver a nuestros seres queridos
Por Fin.