- Algunas cosas que quiero aclarar:
- Buenos días, buenas tardes, buenas noches caballeros de Calradia. Les traigo un relato que empecé muy de vez en cuando, porque leí algunos relatos del foro y la verdad que algunos me hicieron transpirar de lo emocionante. Todavía no está terminado, hoy les traigo la introducción y el capítulo 1. Con el tiempo iré trayendo los demás capítulos.
Es el primer relato que hago así que no esperen algo muy asombroso. De todas formas, yo estoy muy conforme con lo que tengo de la historia. También quiero aclarar que ésto no lo estoy publicando por el concurso del Warband original, para eso tengo otro proyecto.
Y también quiero aclarar, que dejé "un renglón" en algunas partes para que la lectura sea un poco más cómoda. Lo pondría todo junto pero en un foro queda un poco "desordenado" y difícil de leer. Espero que les sea de su agrado.
Y TAMBIÉN les aviso que el relato no tendrá imágenes del juego, porque mi PC es una basura, y los gráficos son horribles. Poner fotos de mi juego acá sería ensuciar el foro.
Bueno, sin más cháchara, espero que disfruten de su lectura, y toda crítica será aceptada, sea una crítica constructiva o insultos, acepto todo :tohfelih:
Introducción
-Deberías ir a Calradia. Un guerrero con suerte como tu podría amasar una gran fortuna allí. – me decía el tabernero de aquella vieja taberna de Geroia mientras se acariciaba los bigotes.
-¿Guerrero con suerte? Solo gané algunos torneos porque necesitaba los denares. Además, odio Calradia. – le respondí mientras terminaba mi jarra cerveza.
-¿Odiar tierras que nunca has visitado? Créeme, muchacho, podrías iniciar una nueva y buena vida allí. Después de todo, aquí te quieren muerto, Jukhorr. Tu nombre se ha hecho conocido después de aquel problema con las caravanas del Rey.
-Lo sé, pero mi padre me ha contado muchas historias de Calradia, y dudo que pueda conseguir una buena vida. – le contesté mientras sacaba unos denares de mi bolsa para pagar mi cerveza.
-Confía en mí, muchacho. Si te quedas en Geroia, te veré colgado en la gran capital tan solo en unos días. Puedo conseguirte un lugar en una caravana hacia Praven. Después de todo, es lo único que puedo hacer por el hijo de un viejo amigo.
Sorprendido de que conozca a mi padre, acepté su ayuda sin dudarlo. Unos días después me encontraba viajando a Praven, ciudad del Reino de Swadia.
Mi padre era uno de los soldados fieles de Gundig, el gran conquistador nórdico. Cuando mataron a Gundig en Rivacheg, mi padre, junto a otros soldados, escapó a Geroia. Allí se casó con mi madre, y me tuvieron a mí. Ahora viajaré a aquella tierra, donde las guerras son incesantes y la miseria es abundante. Como le dije al tabernero, odio Calradia, pero es mejor que quedarse en Geroia y morir con una soga en mi cuello, ¿verdad?.
Capítulo 1 – Un encuentro “romántico”
Ya era de noche cuando llegué a Praven, estaba muy cansado por el largo viaje y necesitaba descansar. Caminé por las calles de Praven, buscando un lugar para dormir, pero no encontré ninguno. Decidí entrar a la taberna local para preguntar si sabían dónde podía dormir. Para mi sorpresa, al parecer el lugar para dormir era la taberna, tan solo por unos 2 denares, y yo tenía los denares ganados de torneos pasados.
A la mañana siguiente, bien temprano, quise recorrer las calles de Praven para conocer un poco lugar, y por si escuchaba algo sobre Gundig y su ejército. Pero las calles estaban vacías, excepto por un hombre, que venía hacia mí lentamente, con una espada colgada a su cintura. Yo sabía lo que iba a pasar, lo sabía muy bien. Fue estúpido de mi parte levantarme tan temprano, es como si por un momento me olvidé que estaba en Calradia, lugar de bandidos y demás escorias. Me detuve en el medio de la calle, con mi mano apoyada sobre la empuñadura de mi espada. Lo miré, me miró, nos quedamos así unos segundos. Es como si fuera una historia de dos enamorados a primera vista, pero en éste caso, los enamorados iban a tener un combate a muerte, y el ganador no se llevaría el corazón del otro enamorado, se llevaría los denares. Y que alguien se lleve mis denares, es algo que no puedo permitir.
El bandido desenvainó su espada, yo la mía, y fuimos corriendo a nuestro encuentro. Lanzó un ataque por sobre la cabeza que yo pude cubrir con facilidad, pero me lanzó una patada que me empujó unos pasos atrás. Lanzó un golpe por mi derecha, a lo que yo lancé un golpe por mi derecha también, deseando que mi golpe tenga más fuerza. Al golpear las espadas, la de él retrocedió, y la mía procedió a cortar su pecho. El bandido cae herido al suelo, su espada unos pasos alejada de él. Tuve suerte de tener más fuerza que él, pero no había tiempo de agradecer a los dioses. Había un hombre herido en las calles de Praven, herido por mi espada, y por más que sea un bandido no creo que a la gente del lugar le importe, mucho menos al Lord de la ciudad. Lo saqué de su miseria, enterré mi espada en su corazón, mientras agarraba una bolsa llena de denares que tenía colgada de su cintura.
Ahora, además de un asesino, soy un ladrón, al menos así sería para el Lord de la ciudad. Pero yo sabía muy bien quién era “el malo”, así que sin más pensamientos me alejé de aquél bandido sin vida, buscando la entrada a la taberna. Pero antes de llegar a la puerta, un hombre se acercó a mí. Ya tenía nuevamente mi mano sobre la empuñadura, pero antes de que desenvaine mi espada, me dijo que era un comerciante de la ciudad, me dijo que vio lo sucedido y que él entendía que lo hice por defensa personal. Me dijo que podría ofrecerme un trabajo muy bien pagado, y yo sin dudarlo acepté. Entramos en su casa, donde me ofreció comida y comenzó a hablarme sobre el trabajo. Yo me senté cómodamente, comí como un nórdico, y escuché la propuesta atentamente.
Última edición por Jukhorr el Jue Dic 12, 2013 5:59 pm, editado 1 vez