Prólogo.
Thorer miró la pequeña bolsa de piel donde guardaba desde hace años su dinero. La visión le disgustó, a duras penas tenía denares para permanecer algo más de tres días y no había nada que hiciera sospechar a Thorer de que su estancia sería menor. Suspiró y miró por la ventana, era hora de ponerse a trabajar.
Thorer acarició el laud que le acompañaba desde sus inicios en esta profesión, hace casi 15 años lo había cuidado con mimo y era hora de sacar provecho a sus años de paciencia y dedicación.
Bajó con parsimonia hasta el salón de la taberna. Era un espacio oscuro y reservado que no pasaba por sus mejores momentos, la mitad de las mesas estaban ocupadas y la otra mitad eran tan viejas que no parecían poder soportar ni el más mínimo peso.
Thorer se subió a la pequeña tarima que hacia las veces de escenario y, desde allí miró a los clientes de la taberna. Carraspeó un par de veces para conseguir captar su atención y toco los primeros acordes. Los clientes cesaron sus conversaciones y centraron su atención el cantante.
Thorer empezó cantando poemas clásicos de aventuras y guerra. Las afinadas palabras que salían de su boca acompañadas por una maestra interpretación al laud levantaron rapidamente los vitores entre los clientes de la taberna. El barullo atrajó a más gente a la taberna y rapidamente rodearon al experimentado cantante. Durante casi una hora cantó la mitad de su repertorio y decidió que era hora de cambiar, pasaría de cantar poemas a contar cuentos.
Dejo su querido laud a un lado y se paseó de un lado a otro de la tarima.
-Os voy a contar una historia antigua y aclamada durante generaciones, de un principe que se enfrentó a grandes bestias para demostrar que era digno del trono -En ese momento fue cortado por un joven.
-Ya conocemos las aventuras del principe Theon.
Thorer se rasco la barbilla y pensó durante unos segundos.
-¿La maldita travesía del mercante de Lemosan?
Negaron con la cabeza. Muy bien pensó, es hora de improvisar.
-Entonces, un público tan avezado en los temas del pasado sabrá el último cuento de mi repertorio: Numax, el esclavo.
Las caras en las que se fijo mostraron confusión, perfecto -pensó Thorer-tengo su atención.
-Veo que no. Y no me extraña, es la historia poco conocida de un hombre, un esclavo, que dedico su vida en pos de la libertad. Derribó los cimientos del Antiguo Imperio y se proclamó primero entre iguales, venció a ejércitos que le superaban ampliamente en número, compartió cama con la hija del Emperador y destronó a un despota -Tomo aire para mantener el suspenso. Le miraban atentos- Antes de ser traicionado por el que creía uno de sus mejores amigos. Decidme pues, ¿Habéis oido alguna vez esta historia?
Todos negaron con la cabeza y se acomodaron para escuchar la melodiosa voz del cantante convertido en cuentacuentos. Thorer, sonrió ampliamente.
-Empecemos pues, la historia sobre el hombre que intentó cambiar el mundo.
Thorer miró la pequeña bolsa de piel donde guardaba desde hace años su dinero. La visión le disgustó, a duras penas tenía denares para permanecer algo más de tres días y no había nada que hiciera sospechar a Thorer de que su estancia sería menor. Suspiró y miró por la ventana, era hora de ponerse a trabajar.
Thorer acarició el laud que le acompañaba desde sus inicios en esta profesión, hace casi 15 años lo había cuidado con mimo y era hora de sacar provecho a sus años de paciencia y dedicación.
Bajó con parsimonia hasta el salón de la taberna. Era un espacio oscuro y reservado que no pasaba por sus mejores momentos, la mitad de las mesas estaban ocupadas y la otra mitad eran tan viejas que no parecían poder soportar ni el más mínimo peso.
Thorer se subió a la pequeña tarima que hacia las veces de escenario y, desde allí miró a los clientes de la taberna. Carraspeó un par de veces para conseguir captar su atención y toco los primeros acordes. Los clientes cesaron sus conversaciones y centraron su atención el cantante.
Thorer empezó cantando poemas clásicos de aventuras y guerra. Las afinadas palabras que salían de su boca acompañadas por una maestra interpretación al laud levantaron rapidamente los vitores entre los clientes de la taberna. El barullo atrajó a más gente a la taberna y rapidamente rodearon al experimentado cantante. Durante casi una hora cantó la mitad de su repertorio y decidió que era hora de cambiar, pasaría de cantar poemas a contar cuentos.
Dejo su querido laud a un lado y se paseó de un lado a otro de la tarima.
-Os voy a contar una historia antigua y aclamada durante generaciones, de un principe que se enfrentó a grandes bestias para demostrar que era digno del trono -En ese momento fue cortado por un joven.
-Ya conocemos las aventuras del principe Theon.
Thorer se rasco la barbilla y pensó durante unos segundos.
-¿La maldita travesía del mercante de Lemosan?
Negaron con la cabeza. Muy bien pensó, es hora de improvisar.
-Entonces, un público tan avezado en los temas del pasado sabrá el último cuento de mi repertorio: Numax, el esclavo.
Las caras en las que se fijo mostraron confusión, perfecto -pensó Thorer-tengo su atención.
-Veo que no. Y no me extraña, es la historia poco conocida de un hombre, un esclavo, que dedico su vida en pos de la libertad. Derribó los cimientos del Antiguo Imperio y se proclamó primero entre iguales, venció a ejércitos que le superaban ampliamente en número, compartió cama con la hija del Emperador y destronó a un despota -Tomo aire para mantener el suspenso. Le miraban atentos- Antes de ser traicionado por el que creía uno de sus mejores amigos. Decidme pues, ¿Habéis oido alguna vez esta historia?
Todos negaron con la cabeza y se acomodaron para escuchar la melodiosa voz del cantante convertido en cuentacuentos. Thorer, sonrió ampliamente.
-Empecemos pues, la historia sobre el hombre que intentó cambiar el mundo.