Quiza estaba Napoleón Bonaparte al mando de las tropas de ese mod, su "marca de la casa" era hacer aparecer a sus refuerzos de manera escalonada por los flancos y retaguardia enemiga y generalmente con una exactitud cronometrada que dejaba atonitos a los enemigos...
En su momento conte mi derrota mas epica. dolorosa económicamente y anímicamente y que se puede leer arriba en la pagina 4 de este hilo (me emociona recordarlo aun hoy). Ahora me gustaría contaros mi victoria mas epica o al menos la que recuerdo como mas epica en los últimos tiempos cuando retome hace unos meses el juego.
Estaba yo con un grupito pequeñísimo de reclutas nórdicos, apenas comenzada mi aventura y llendo de viaje comercial entre Shargoth y algunas ciudades en el norte de Calradia. Huyendo de enemigos como salteadores, bandidos y sobre todo piratas ya que nosotros eramos poquísimos, no recuerdo si seis u ocho eramos en total pero seguramente menos de diez. Como digo eramos pocos, poco preparados, peor entrenados y además lentos. En esto nos encontrábamos cuando al frente aparece un grupo de mas de treinta piratas, rapidos, bien pertrechados y mejor entrenados que nosotros.
Las mejores armas de mi compañía son mi espadón con herrumbre, un arco de caza doblado con flechas dobladas que a duras penas matarían un ciervo joven a 20 metros de un solo disparo y mi lanza de caballería con dobleces (parece que ese dia todo se "doblaba" en mi equipo xDD); los otros llevaban poco mas que palos endurecidos, horcas, tal vez una espada sin filo y oxidada y escudos que hacia décadas habían dejado de ejercer su función de protección como debían y en cambio los piratas con camisas de maya, espadas nordicas, escudos que protegían desde el cuello hasta la rodilla y yelmos de hierro, amen de amenazadores arcos de los que llaman largos algunos de ellos.
La huida era imposible ya que solo yo tenia un caballo, que aunque cojo, viejo y canzado, caballo era. Dejar atrás algunos hombres era otra posibilidad también, pero eso mermaría de tal forma la moral del grupo y incluso dos campesinos con un bieldo y una estaca nos hubieran podido robar. Asi recordando la cancion de WarCry "Dispuesto a Combatir" que reza asi "Donde estais Que esperais, soy solo un hombre, solo estoy nadie más solamente un hombre, dispuesto a combatir" hice de tripas corazón, elegi el terreno donde combatir y marque una línea en el suelo con la punta de mi lanza con la esperanza de que la moral de mi pequeña compañía aumentara su moral pero que en cambio solo sirvió para que los piratas se mofaran.
Ordené a todos mis hombres que mantuvieran su posición separándose dos pasos entre si para minimizar el efecto de sus arqueros, éramos corderos delante de la puerta del matadero. Mi idea era que mi escasa tropa mantuviera la posición mientras yo hacia de cebo para sus arqueros y que con suerte matasen a siete u ocho piratas mientras yo seleccionaba blancos con mi lanza sobre mi lenta y achacosa montura. Una odisea en fin y con todo en contra, imposible que saliera bien pero yo caería llevándome a alguien por delante y no esperaba menos de los pobres diablos que me acompañaban en esta su primera y seguramente ultima aventura.
Me lance al galope con la lanza el ristre por el flanco de mi grupo, al cual lo deje sobre lo alto de una pequeña colina, con una segunda colina a unos setenta pasos justo por delante y a la izquierda, mala posición para defender pero buena ya para evitar el tiro lejano de los arqueros enemigos, lo cual era vital para mi estrategia de evitar sus disparos sobre mi compañía y al mismo tiempo me ocultaba el terreno a mi durante un trecho mientras me alejaba. En esto que me hice visible para los arqueros, que eran mas lentos y pararon en seco para dispararme, una flecha se incrusto en el cuello de mi montura, la cual lógicamente se quejo, pero los infantes seguían adelante. Nada podía salvar a mis hombres y al dividirse el enemigo en dos grupos mi estrategia se iba al garete.
Las flechas seguían impactando en el aire justo por detrás de mi y de mi caballo, algunas peligrosamente cerca, mis hombres para entonces habían pasado a mejor vida, una turba de coléricos piratas con sus hachas de dos manso, espadas afiladas, arcos, y camisas de malla me increpaba y me insultaba mientras de mis labios salían no se como algunas oraciones musitadas, las cuales juro que no se como se formaban en mi atarrorizada mente. No quedaba mas que esperar el milagro, o tal vez no...
Lo que no he comentado sobre mi mismo, es que a pesar de tener un caballo cojo, viejo y cansado, además de lento, una camisa acolchada que poco podía hacer contra las armas de los piratas y mis armas gastadas y oxidadas, yo siempre he sido muy diestro con la lanza a caballo, asi que en vez de esperar el milagro o huir como un miserable ladron (eso jamas lo hara el hijo de mi padre y de mi madre, ni robar ni huir) en mi asustada mente se formo una idea, si los arqueros dejaban de dispararme mis posibilidades de acercarme a infringir daño se multiplicarían de forma exponencial, asi que me dedique durante un rato a cabalgar en círculos internándome en la parte trasera de las dos colinas, desde donde los ojos abiertos y muertos de mis hombres me miraban, e internándome en un bosquecillo de jóvenes y delgados olmos que apenas ofrecían impedimento al galope de mi caballo de la misma manera que apenas ofrecían oposición ante las flechas de los piratas, espere a que estos últimos dejasen de disparar por falta de ellas, osea de las flechas se agotasen.
No tuve la suerte que quería, todo no se puede tener, asi que en el proceso recibi un tremendo flechazo en un muslo, mi caballo recibió otro flechazo en el lomo y yo a cambio derribe dos arqueros y un espadachín perdió su escudo por mi lanzazo.
El tiempo seguía pasando, las flechas seguían volando con tremendo peligro hasta el punto de que juro que una de ellas solo logre esquivarla porque gire ágilmente mi cabeza y uno o dos enemigos mas mordieron el polvo. Por fin las flechas dejaron de volar pero las espadas, hachas y lanzas enemigas eran muy puntiagudas y las camisas de malla muy fuertes asi como los escudos muy recios, de tal forma que un ataque frontal era un suicidio. De modo que segui cabalgando en círculos alrededor de los piratas pero mas estrechos, segui lanzando lanzazos, rompiendo escudos, parando estocadas solo con la pura suerte. El enemigo era muy tenaz y mis posibilidades aunque habían aumentado no aseguraban la victoria.
En esto, cuando ya había unos diez piratas muertos junto a los cuerpos de mi hombres, los cuales aun seguían mirándome con sus muertos ojos, pero ahora con su gesto de reproche mudado en otros de admiración, cuando la punta de mi lanza se incrusto en el cuello de uno de los piratas, pero otro de ellos que estaba detrás consiguió dar un tremendo golpe de su hacha en mi caballo el cual se encabrito poniéndome en una situación pelogrosisima. Por suerte logre que el animal lograse volver grupas y reanudar el galope pero en el muslo donde yo tenia la flecha clavada otro hacha alcanzo mi carne produciendome una tremanda herida por la cual un espeso liquido rojo manaba...
Cuando el sol ya estaba sobre el horizonte mi camisa acolchada estaba hecha girones, mi yelmo ya no estaba sobre mi cabeza, mi caballo echaba espuma por la boca y salía sangre roja y viscosa de sus heridas, mis musculos estaban tan doloridos como si me hubieran dado una paliza con garrotes y además tenia una flecha clavada en mi muslo, tenia varias heridas de hacha y espada y me tenia en pie por pura fuerza de voluntad, no por la fuerza que a mi maltrecho cuerpo aun le quedaba. Habia logrado lo imposible y vencí contra todo pronostico aunque el precio fue tremendo ya que varios hombres buenos habían muerto.
Dos días después llegue a una ciudad que no recuerdo sujentandome a duras penas sobre mi caballo herido, con la sangre aun manando de mis heridas, sediento y con la vista nublada, llegue solo pero orgulloso. Parte de las ganancias de aquella batalla las use para homenajear a mis compañeros caidos y berti una jarra sobre los campos por cada uno aquellos hombres. Hoy en dia y siendo Emperador de Calradia aun rindo homenaje una vez cada año a aquella decena de arapientos que plantaron cara donde muchos soldados veteranos hubieran huido. Quiza fue su sacrificio lo que enalteció mi espíritu para lograr vencer a esa treintena larga de piratas solo con mi lanza. Aun los juglares cantan lo que ocurrio aquel dia hace ya tantos años...
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Bueno, espero que podáis perdonar la extensión de esta pequeña batalla, imaginaos si la llego a escribir junto al relato de mi derrota epica, seria como El Quijote. Reconozco que en el final de la historia se me a ido un poco la hoya, pero creo que ese toque nostálgico queda muy bien, ¿no? Jajaja.